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Luces y sombras de los drones

22 de septiembre de 2014 1 Comment

Un drone, hasta hace poco, era un zumbido o un abejorro. Pero no es actualmente una palabra de uso común gracias a los ruidos o el mundo animal. La palabra drone es más conocida hoy como sinónimo «de avión sin piloto». No es, sin embargo, un invento del siglo XXI. Hace años los llamábamos «aviones teledirigidos». Pero el progreso sí ha supuesto por lo menos tres novedades que han hecho que necesitáramos una palabra nueva: la autonomía de vuelo, la distancia con quien controla los mandos y su uso militar.

La capacidad letal es el origen de la fama de los drones en la última década, pero también tienen usos civiles y comerciales. Dos empresas gigantes, Amazon y Google, se pelean hoy para ver quién será capaz de hacer que estos aparatos transporten paquetes de un almacén a casa en un par minutos. Pero muchas empresas más imaginan otros servicios para los drones: cultivar un prado, realizar tareas de salvamento, revisar tuberías en las azoteas de edificios u obtener mejores imágenes de casas en venta. Sus usos comerciales se dispararán a partir de 2018, con una nueva legislación en Estados Unidos. Los drones no solo son aviones con un piloto remoto; algunos de estos usos nuevos serán –si todo bien– con aviones autopilotados, capaces de reaccionar mediante un software.

Sin embargo, la triste fama de los drones y el motivo del debate Drones. El asedio a distancia es la impresionante habilidad para matar que han demostrado. Hasta ahora solo tres países han matado con drones: Estados Unidos, Reino Unido e Israel. El uso militar de los drones no reside solo en disparar misiles. La vigilancia y el reconocimiento son usos estratégicos más comunes. La mayoría de los países que tienen drones –más de 50– son de este tipo más inofensivo. La violencia futura de los drones no será solo en forma de bombas. China –y otros países también, seguro– trabaja en aviones que puedan llevar a cabo guerra electrónica: bloquear el sistema GPS, confundir programas de localización de objetivos…

Pero los drones letales han sido más evidentes y, además, han actuado en espacios aéreos con libertad de movimientos, sin amenazas de defensas antiaéreas o aviones de combate: Pakistán, Afganistán, Somalia, Yemen, Gaza. Los drones estadounidenses han constituido una de las dos grandes herramientas en la campaña antiterrorista del presidente Obama desde 2008 –la otra son las fuerzas especiales. Está por ver su eficacia en una guerra real, donde el enemigo disponga de armas antiaéreas. Quizá se trabajará con drones más pequeños, indetectables: los hay de 15 centímetros. También habrá pronto drones que podrán vivir en el aire, con una autonomía solar de hasta tres años. Es un mundo por descubrir.

La actividad constante de los drones estadounidenses en zonas remotas ha hecho que los presuntos miembros de Al Qaeda y de sus filiales no hayan podido vivir ni entrenar tranquilos. Obama ha reducido su uso en los últimos dos años, pero el precio que se ha pagado con víctimas civiles es enorme. La rabia que ha sentido la población afectada por verse siempre bajo amenaza hace dudar del éxito del método.

Los drones pueden funcionar con inteligencia humana: alguien avisa de que un objetivo está o estará en tal lugar y se ataca. Pero el objetivo puede estar con su familia o en una fiesta. ¿Qué hacer entonces? Dependerá de la importancia del objetivo para la fuerza atacante. Los drones también han actuado mediante unos ataques denominados «de firma»: la inteligencia norteamericana establece un patrón que define actividades terroristas; por ejemplo, una caravana de coches o un campo de entrenamiento. Si un drone de reconocimiento graba una actividad que sigue estos criterios, se puede atacar. Las consecuencias han sido a veces terribles.

El general del aire retirado Michael Hayden –jefe del NSA durante las semanas dramáticas posteriores al 11-S– ha dicho en referencia a los ataques contra el estado islámico en Irak que «la confianza en el poder aéreo tiene todos los atractivos del sexo esporádico: parece ofrecer toda la gratificación, pero sin ningún compromiso». A Hayden le parece que una estrategia como ésta es dudosa e insuficiente. Ahora imaginemos una estrategia en que el poder aéreo está en manos de aviones sin piloto. ¿Qué tipo de sexo sería? Hace años que el presidente Obama lo practica.

Jordi Pérez Colomé es periodista experto en política internacional y autor del blog Obamaworld. Participa en el debate Drones. El asedio a distancia, que tendrá lugar el próximo 2 de octubre en el marco del proyecto Bajo asedio.

El asedio, hoy

16 de septiembre de 2014 No Comments

Con «Bajo asedio» iniciamos el curso con un ciclo de debates sobre los asedios contemporáneos, en una reflexión que desea ser un grito de denuncia de los conflictos militares irresueltos, olvidados o incluso ocultos a la opinión pública.

A Brief History of Collapses (2011-12) © Mariam Ghani

«Bajo asedio» incluye una instalación de dos obras audiovisuales de los artistas Mariam Ghani y Omer Fast y una serie de charlas en torno a este concepto. La instalación se inauguró el 16 de setiembre con la sesión «Trabajar bajo asedio», un diálogo entre la comisaria Chus Martínez y la artista de origen afgano Mariam Ghani sobre la posibilidad del acto creativo en un estado de sitio.

El ciclo también abordará uno de los casos actuales más paradigmáticos de asedio en la conferencia «Gaza. El asedio permanente». Ahron Bregman, ex soldado del ejército israelí y profesor en el King’s College de Londres, viene a presentar su último libro, La ocupación (Crítica, 2014), y a explicar el trasfondo de la política de su país en la franja de Gaza, a partir de su propia experiencia en el ejército y del estudio de documentos clasificados de los servicios israelíes, entre otras fuentes privilegiadas.

Del asedio en su acepción clásica pasaremos a bosquejar un elemento clave de la guerra contemporánea en el debate «Drones. El asedio a distancia». Con los drones, la tecnología rompe definitivamente con la proximidad física y moral entre el atacante y la víctima, convirtiendo el acto de matar en una tarea a distancia, aséptica y sin esfuerzo, y con menos costes. ¿Qué implica el uso de los drones, a nivel político, militar y ético? Asistiremos al estreno del documental Drone (2014), dirigido por la cineasta noruega Tonje Hessen Schei, que reúne testimonios tanto de víctimas de los ataques como de pilotos de drones. La acompaña Chris Woods, periodista británico experto en drones, en un debate que será dirigido por el periodista Jordi Pérez Colomé.

Por último, en la sesión «Siria. El asedio informativo» analizamos otro aspecto fundamental del asedio contemporáneo: el poder de la información y la importancia de los medios digitales para difundirla. La investigadora y activista siria Leila Nachawati ha realizado un seguimiento de las diferentes iniciativas de ciudadanos de su país de origen que han encontrado en la red una potente arma contra el régimen (Syria Untold). Asimismo, el periodista Marc Marginedas, corresponsal de guerra de El Periódico, profundiza en el giro del conflicto en Siria a partir de la entrada en escena del grupo de origen iraquí Estado Islámico y su estrategia de persecución de periodistas internacionales.

«Bajo asedio» es el contrapunto de la reflexión con que empezamos el año 2014 con «Ciudad Abierta» y la aportación del CCCB a la conmemoración del Tricentenario del asedio de Barcelona. Dos ciclos de debate que reivindican, desde puntos de partida opuestos, la libertad como valor esencial de la vida humana, así como responsabilidad de todos en la tarea de preservarla.

Colm Tóibín homenajea a George Orwell

25 de junio de 2014 No Comments

Colm Tóibín © Peter Bevan

George Orwell llegó a Barcelona el día de San Esteban de 1936. Tenía 33 años. Venía a luchar voluntariamente al lado de la República como militante antifascista. Lo que encontró fue una ciudad revolucionada y revolucionaria donde, en sus palabras, «la clase obrera había cogido las riendas». Luchó en el frente de Aragón con las milicias del POUM y una bala fascista le atravesó el cuello. En Barcelona pudo ser testigo directo de los infaustos días de mayo de 1937, en los que se produjo una guerra civil dentro de la guerra civil. La presión estalinista sobre la República desencadenó los Hechos de Mayo y la ciudad se convirtió en escenario de una cruenta batalla entre fuerzas que, hasta entonces, habían luchado codo con codo contra el enemigo común. Orwell presenció aquella nueva semana trágica en la que los impulsos autoritarios de unos y los impulsos libertarios de los otros causaron una brecha incurable en la estrategia para ganar la guerra y mantener el espíritu revolucionario. Con el POUM declarado ilegal de forma vergonzante y con su dirigente Andreu Nin torturado y asesinado por agentes soviéticos, Orwell tuvo que escapar de la persecución contra sus compañeros de armas y salir a escondidas de una ciudad donde había hallado –y mantuvo, pese a todo– un espíritu revolucionario y de fraternidad que marcaría para siempre su posición política y el sentido de una trayectoria literaria que culminó en Mil novecientos ochenta y cuatro.

Colm Tóibín llegó a Barcelona en 1975. Tenía 20 años. Venía a una ciudad que tenía los ecos literarios de Homenaje a Cataluña en su cabeza. Lo que encontró fue una ciudad que esperaba la muerte inminente del dictador, una sociedad en ebullición, creativa y movilizada, pero aún permanentemente vigilada y reprimida por un régimen especialmente cruel, consciente de que estaba en las últimas. En medio de una dictadura, el joven Tóibín, paradójicamente, encuentra una atmósfera de cambio y de explosión de las anheladas libertades. La Barcelona de fines del franquismo e inicio de la transición –tan radicalmente distinta de la sociedad católica y rural de Irlanda– se convierte en un espacio iniciático para Tóibín: una mezcla de ilusión colectiva y de libertades individuales que el joven irlandés abraza como propias. En Barcelona, Tóibín aprende a ser quien es y adopta Cataluña como segunda patria. Su exitosa carrera literaria está llena de rastros de aquella decisiva experiencia formativa.

Ahora, con motivo del Día Orwell, Tóibín nos propone una relectura de Homenaje a Cataluña, en un intento de poner en perspectiva la Barcelona de 1936 –la de una revolución frustrada y una guerra perdida– y la de 1975 –la que inicia el cambio de una dictadura a una democracia capitalista. En este tránsito la ciudad jugará un papel esencial y será una de las claves de la configuración del universo literario de Orwell y del propio Tóibín.

Los celos y su historia

17 de junio de 2014 No Comments

Alegoria de los celos. Luca Ferrari

¿Habéis pensado alguna vez que las pasiones tengan historia? ¿Habéis pensado alguna vez que el amor, el odio, la melancolía, los celos, todo aquello que pertenece a lo más íntimo, vaya más allá de nosotros mismos?

Si revisamos la historia atentamente sabremos distinguir que el sujeto y las emociones han viajado juntos y se han transformado juntos. Y nos hace falta, urgentemente, encajarlas al discurso del pasado, para rehacer una nueva mirada, una perspectiva intrigante y necesaria, que dé verdadero volumen y realidad al dibujo que nos hemos hecho de nosotros mismos.

Más allá de su carácter psicológico e íntimo, las emociones también son un fenómeno cultural que exige un estudio de sus representaciones en el tiempo y las condiciones sociales en que se expresa. Esta es la premisa fundamental de Javier Moscoso, historiador y filósofo español, que ha dedicado buena parte de sus investigaciones a entender las relaciones entre el arte, la filosofía de la ciencia y la historia de la medicina. ¿Cómo se puede escribir la historia de las emociones al principio del siglo XXI?

El próximo 19 de junio a las 19h, Moscoso intentará dar posibles soluciones a esta y otras preguntas, presentando bajo el título Una historia de los celos. La medicalización moderna de las pasiones cuáles eran las formas de comprender y expresar los celos a lo largo de los siglos XVIII y XIX, y qué tratamiento han recibido los celos en la entrada de la modernidad.

Profesor de Historia y Filosofía de las Ciencias en el Instituto de Filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas de Madrid (CSIC), Moscoso es el investigador principal de un grupo que se interroga, desde una perspectiva multidisciplinar, sobre la historia de las emociones. Moscoso ha trabajado extensamente en tres áreas principales: la historia de las ciencias de la vida  en el siglo XVIII, la historia de los signos y las singularidades en la Europa Moderna y la historia del dolor en Occidente entre los siglos XV y XX. Su último libro, Historia cultural del dolor, que se publicó en 2011 en español (Taurus) y en 2012 en inglés (Palgrave-Macmillan), ha sido altamente elogiado por la crítica, y, entre otros, fue elegido por El Mundo como uno de los 10 mejores libros de no ficción publicados en España en 2011. En él, el filósofo intenta dar respuestas a cómo se ha articulado históricamente la experiencia del sufrimiento humano, indagando en las modalidades retóricas y persuasivas que han permitido comprenderlo desde el punto de vista cultural.

Junto a las monografías y numerosas publicaciones en revistas científicas, ha comisariado diferentes muestras y exposiciones: sobre los monstruos imaginarios en la Biblioteca Nacional en Madrid, sobre la historia del dolor en el Science Museum de Londres y sobre la historia cultural de la piel humana, en el Wellcome Collection Gallery, en Londres. “Soy un académico, un tipo que escribe artículos y libros. Si tienes suerte, los leen miles de personas, en todo caso el público es limitado”, acepta el filósofo, proponiéndose llegar con su investigación a un público más amplio, compaginando su trabajo académico con la transferencia cultural.

En la actualidad, Moscoso prepara un nuevo libro, tanto en español como en inglés, sobre las pasiones de la modernidad y la charla que presentará en el CCCB forma parte de este proyecto de investigación.

Ruth de Diego: “Antes se intentaba ver qué parte del cerebro hacía tal función, ahora sabemos que trabaja en red”

26 de marzo de 2014 No Comments

Los Debates ICREA-CCCB sobre «El cerebro» acaban este martes 1 de abril con la conferencia «Lecciones de las lesiones cerebrales», que pronunciará la investigadora de la UB Ruth de Diego. Hemos hablado con ella para que nos adelante el motivo por el que el estudio de los patrones y los déficits que provocan estas lesiones son útiles en la investigación en neurociencias.

La investigadora ICREA Ruth de Diego

Estás especializada en psicolingüística y neurociencia cognitiva. Cuéntanos qué investigan estas dos disciplinas.
Primero me interesó la psicolingüística, es decir, saber cómo llegamos a comprender el lenguaje y, mientras hacía la tesis, me atrajeron los aspectos neurobiológicos del lenguaje, y en concreto cómo las lesiones cerebrales pueden afectar a nuestra capacidad para entender y producir el habla. Cuando entramos en contacto con una lengua nueva, nuestro cerebro empieza a trabajar y a extraer regularidades de este lenguaje, aunque no entendamos nada de nada. Si llegamos a Japón, por ejemplo, y empezamos a oír aquella lengua extraña, el cerebro comenzará a extraer información estadística de todo tipo, qué sonidos son más frecuentes, cuáles suelen ir seguidos, etcétera. Estudiar el lenguaje es interesante porque es lo que más nos caracteriza como humanos, porque el habla determina nuestras relaciones sociales. En este sentido, una lesión cerebral que afecte la capacidad de hablar te limita completamente la calidad de vida.

¿En qué estado se encuentra la investigación del cerebro?
En los últimos diez años ha habido una segunda explosión de la investigación y la información que tenemos, en este caso con muchos estudios acerca de la estructura y la conectividad del cerebro. Antes, más clásicamente, se estudiaba el cerebro de forma muy localizacionista, y se intentaba ver qué parte del cerebro hacía tal función, pero vimos que no podemos hablar de zonas aisladas del cerebro realizando funciones concretas, sino de redes, de diferentes partes del cerebro que funcionan de forma sincrónica y trabajan juntas y coordinadas para desempeñar una función. Además, ahora sabemos que el cerebro es mucho más plástico de lo que creíamos antes, y cuando sufre una lesión el cerebro tiene una capacidad increíble para reorganizarse y rehacer las conexiones.

¿Por qué es útil el estudio de los pacientes con lesiones cerebrales?
Porque, por comparación, nos permite conocer muchas cosas del cerebro y de sus funciones. Imagina a una persona que tiene un tumor cerebral que ha tardado un año en desarrollarse. En ese cerebro el funcionamiento ya no es exactamente idéntico al de una persona que no ha tenido una lesión por esta plasticidad de la que hablábamos hace un momento: el cerebro de un paciente se ha ido reestructurando para poder adaptarse a la patología.

Nosotros utilizamos la estimulación magnética trascraneal, con un aparato que se acerca a la parte externa de la cabeza y lo que hace es que, a través de un campo magnético muy fuerte, altera el funcionamiento de las neuronas de esta región al que lo acercas, inhibiendo o estimulando su funcionamiento. Esta estimulación provoca una lesión, de forma virtual, que solo dura un tiempo, desde unos segundos hasta un cuarto de hora, y durante ese tiempo el individuo sano se comporta como si hubiera sufrido una lesión en esa parte del cerebro. La comparación de una lesión simulada en una persona sana, que mantiene la estructura del cerebro sin alteraciones, con una persona con una lesión cerebral prolongada, y que por lo tanto tiene alteraciones, nos permite conocer muchas cosas, tanto de la estructura y las funciones cerebrales como de las enfermedades en concreto.

Resonancia magnética de un paciente de Huntington

¿Qué lesiones cerebrales habéis estudiado?
Una de las enfermedades que hemos estudiado es la de Huntington, una enfermedad genética muy rara, con una incidencia baja en la población. En los primeros estadios, la enfermedad de Huntington afecta bastante específicamente a una estructura subcortical concreta, una estructura central del cerebro que tiene muchas conexiones con diferentes partes del córtex, y que, por lo tanto, tiene muchas funciones asociadas. También estudiamos la afasia, la enfermedad que afecta a la comprensión del lenguaje debido a una lesión cerebral. Los pacientes de afasia pueden ver la imagen de una pera y decir «plátano», por ejemplo.

¿Qué utilidad tiene estudiar estas enfermedades?
Te pongo un ejemplo: tenemos un estudio que muestra que hay dos zonas del procesamiento del lenguaje principales, una que sería más motriz, de producción y habla, y otra de percepción y comprensión del lenguaje, más auditiva. Estas dos áreas están conectadas por un haz de conexiones, y parece ser que esta conexión, esta capacidad de transformar lo que estoy escuchando en una secuencia motora, es muy importante de cara a aprender nuevas palabras. O sea, repitiendo palabras nuevas, escuchándolas, oyéndolas y pronunciándolas por nuestra cuenta, este bucle nos permite aprender. Si tengo este haz de conexiones roto, si no puedo repetir para asimilar las palabras, podemos hacer que el paciente aprenda palabras recurriendo a otra conexión que existe, de tipo más semántico. Si se utiliza este otro camino, no podremos repetir para asimilar la palabra, pero podremos acceder a la palabra dándole un significado, conectando las dos partes del cerebro, la motriz y la auditiva, a través de las estructuras del significado. Y entrenando al paciente de esta forma tengo más posibilidades de que la persona entienda la palabra que por la vía obstruida de la repetición.

¿Esto sería similar a los mnemotécnicos o los acrónimos que se utilizaban al estudiar, para asimilar conceptos a partir de ideas o frases que no tenían nada que ver?
Sí, sería parecido a esto. Además, todo ello tiene usos específicos en el tratamiento de estas enfermedades, porque conocer las alteraciones en la estructura y las funciones del cerebro en pacientes que padecen Huntington, por ejemplo, nos permite entender y detectar diferencias individuales entre los pacientes de esta enfermedad. En el caso de un ensayo clínico, podemos separar a los pacientes según las conexiones que tiene afectadas cada uno de ellos, y agrupándolos se les podrá hacer un tratamiento mucho más específico y efectivo que si juntamos pacientes con grados de lesión cerebral diferentes.

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