Hay muchos escritores de todo el mundo que han escrito sobre Barcelona. Desde George Orwell hasta Jean Genet, pasando por las primeras plumas del boom latinoamericano, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, que durante años hicieron de la ciudad su base de operaciones europea. También Roberto Bolaño describió su Barcelona a Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (que ahora se adapta al teatro) o en Los detectives salvajes, Colm Tóibín en El sur, Richard Gwyn en The Colour of a Dog Running Away… Son muchas las miradas extranjeras que han escrutado Barcelona, pero pocas para retratar la metrópoli multicultural de la actualidad. Tenemos crónicas de turistas –los apuntes de Hemingway cuando era corresponsal– o bien instantáneas del pasado, de aquel Barrio Chino fascinante o de aquella capital cosmopolita de los setenta donde el catalán era una cuestión privada, pero no hay novelas sobre la metrópoli global de ahora, crónicas de esa World City donde se hablan más de doscientos idiomas y donde hay barrios, como el Raval, en el que el 50% de la población ha nacido fuera del Estado. Crónicas de los recién llegados de ahora, de estos «nuevos otros catalanes», solo tenemos las novelas de Laila Karrouch y Najat el Hachmini, la mirada de un Matthew Tree o Carrer Robadors de Mathias Enard, pero nos falta la novela de los veintitrés mil paquistaníes barceloneses, nos faltan novelas sobre los seis mil chinos de Santa Coloma, nos falta el relato de la comunidad italiana, conocer las inquietudes y alegrías familiares de los ocho mil quinientos filipinos que viven en la ciudad.
En literatura multicultural, la gran referencia es Inglaterra, donde hace generaciones que sus narradores explican la realidad cotidiana de sus cientos de comunidades inmigradas. Por la tradición de integración del país, el corazón de la Commonwealth, o sencillamente porque su lengua, que se enseñaba en las colonias, hace siglos que adapta y acoge todo tipo de acentos y usos sin problemas. Hoy en día, la Inglaterra literaria está llena de los distritos de Zadie Smith, de los matrimonios interraciales de Vikram Seth o de exilios recientes, como los que nos contó hace unos meses Nadeem Aslam. De hecho, en el último top 20 de los mejores escritores jóvenes ingleses, publicado por Granta en 2013, solo hay un 60% de escritores nacidos en el Reino Unido. El resto provienen de Ghana, Bangladesh, China o Pakistán, y, a pesar de escribir en inglés, no engrosan el canon británico, sino la literatura mundial.
Nacida en Karachi pero instalada en Londres, Kamila Shamsie es una de esas voces a seguir, y sus novelas reflejan ese espíritu multicultural desde muchas facetas. Escribe historias plenamente mundiales, con capítulos en Hiroshima, pero también en la India, en Londres, Nueva York o en Pakistán, y sus personajes no son ingleses o indios, o no solo eso, son ciudadanos de todo el mundo, cada uno con una personalidad rica y en contacto con todo el mundo. En esta literatura sin fronteras establecen multitud de encuentros y choques interculturales, de chicas japonesas enamorándose de médicos alemanes, de ingleses con criados indios, y estos intercambios se explican con inteligencia y sensibilidad, retratando los apriorismos que se establecen por ambos lados, dibujando a personajes poliédricos que se equivocan y rectifican, y sobre los que prevalece la neutralidad de no juzgarlos nunca, de tratarlos como iguales. Este espíritu multicultural también aflora cuando habla de idiomas, porque las de Shamsie son novelas que hablan de comunicación y en que la autora defiende un mundo multilingüe donde cada idioma que aprendes te abre la puerta de un nuevo universo.
Por último, Shamsie controla el macro y el micro, construye el episodio y la anécdota con un tempo excepcional, pero siempre lo inserta en la gran historia, desde la bomba de Nagasaki hasta la caída de las torres gemelas o la última guerra de Afganistán. Y aquí no hay autarquías, muros de contención o vallas de alambre con cuchillas: el mundo ya es un solo ente, todo está relacionado. En Shamsie todas las ciudades son puertos, puntos de intercambio e interacción a los que amarras pero de los que volverás a levar el ancla. Historias de amor en ciudades globales, novelas de individuos y de su encaje en el mundo que no rehúyen mojarse y enfrentarse a la religión o a las desigualdades, al olvido o al perdón.
La escritora Kamila Shamsie cerrará ciclo de debates Ciudad Abierta el próximo 24 de marzo con la conferencia ‘La ciudad sin mapa‘.