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Kamila Shamsie y la escritura multicultural

18 de marzo de 2014 No Comments

Archivo Bolaño. 1977-2003 © Lidia González Alija

Hay muchos escritores de todo el mundo que han escrito sobre Barcelona. Desde George Orwell hasta Jean Genet, pasando por las primeras plumas del boom latinoamericano, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, que durante años hicieron de la ciudad su base de operaciones europea. También Roberto Bolaño describió su Barcelona a Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (que ahora se adapta al teatro) o en Los detectives salvajes, Colm Tóibín en El sur, Richard Gwyn en The Colour of a Dog Running Away… Son muchas las miradas extranjeras que han escrutado Barcelona, pero pocas para retratar la metrópoli multicultural de la actualidad. Tenemos crónicas de turistas –los apuntes de Hemingway cuando era corresponsal– o bien instantáneas del pasado, de aquel Barrio Chino fascinante o de aquella capital cosmopolita de los setenta donde el catalán era una cuestión privada, pero no hay novelas sobre la metrópoli global de ahora, crónicas de esa World City donde se hablan más de doscientos idiomas y donde hay barrios, como el Raval, en el que el 50% de la población ha nacido fuera del Estado. Crónicas de los recién llegados de ahora, de estos «nuevos otros catalanes», solo tenemos las novelas de Laila Karrouch y Najat el Hachmini, la mirada de un Matthew Tree o Carrer Robadors de Mathias Enard, pero nos falta la novela de los veintitrés mil paquistaníes barceloneses, nos faltan novelas sobre los seis mil chinos de Santa Coloma, nos falta el relato de la comunidad italiana, conocer las inquietudes y alegrías familiares de los ocho mil quinientos filipinos que viven en la ciudad.

En literatura multicultural, la gran referencia es Inglaterra, donde hace generaciones que sus narradores explican la realidad cotidiana de sus cientos de comunidades inmigradas. Por la tradición de integración del país, el corazón de la Commonwealth, o sencillamente porque su lengua, que se enseñaba en las colonias, hace siglos que adapta y acoge todo tipo de acentos y usos sin problemas.  Hoy en día, la Inglaterra literaria está llena de los distritos de Zadie Smith, de los matrimonios interraciales de Vikram Seth o de exilios recientes, como los que nos contó hace unos meses Nadeem Aslam. De hecho, en el último top 20 de los mejores escritores jóvenes ingleses, publicado por Granta en 2013, solo hay un 60% de escritores nacidos en el Reino Unido. El resto provienen de Ghana, Bangladesh, China o Pakistán, y, a pesar de escribir en inglés, no engrosan el canon británico, sino la literatura mundial.

Kamila Shamsie, foto de Robert Burdock

Nacida en Karachi pero instalada en Londres, Kamila Shamsie es una de esas voces a seguir, y sus novelas reflejan ese espíritu multicultural desde muchas facetas. Escribe historias plenamente mundiales, con capítulos en Hiroshima, pero también en la India, en Londres, Nueva York o en Pakistán, y sus personajes no son ingleses o indios, o no solo eso, son ciudadanos de todo el mundo, cada uno con una personalidad rica y en contacto con todo el mundo. En esta literatura sin fronteras establecen multitud de encuentros y choques interculturales, de chicas japonesas enamorándose de médicos alemanes, de ingleses con criados indios, y estos intercambios se explican con inteligencia y sensibilidad, retratando los apriorismos que se establecen por ambos lados, dibujando a personajes poliédricos que se equivocan y rectifican, y sobre los que prevalece la neutralidad de no juzgarlos nunca, de tratarlos como iguales. Este espíritu multicultural también aflora cuando habla de idiomas, porque las de Shamsie son novelas que hablan de comunicación y en que la autora defiende un mundo multilingüe donde cada idioma que aprendes te abre la puerta de un nuevo universo.

Por último, Shamsie controla el macro y el micro, construye el episodio y la anécdota con un tempo excepcional, pero siempre lo inserta en la gran historia, desde la bomba de Nagasaki hasta la caída de las torres gemelas o la última guerra de Afganistán. Y aquí no hay autarquías, muros de contención o vallas de alambre con cuchillas: el mundo ya es un solo ente, todo está relacionado. En Shamsie todas las ciudades son puertos, puntos de intercambio e interacción a los que amarras pero de los que volverás a levar el ancla. Historias de amor en ciudades globales, novelas de individuos y de su encaje en el mundo que no rehúyen mojarse y enfrentarse a la religión o a las desigualdades, al olvido o al perdón.

La escritora Kamila Shamsie cerrará ciclo de debates Ciudad Abierta el próximo 24 de marzo con la conferencia ‘La ciudad sin mapa‘.

Chirbes, retratista

26 de febrero de 2014 No Comments

Rafael Chirbes nos hablará en la conferencia Ruina y progreso el próximo lunes 3 de marzo sobre la Valencia de su infancia, confrontándola con los paisajes desolados de la costa levantina de hoy. La periodista Marina Espasa acerca la imaginería pictórica descarnada de Francis Bacon a la estética de los escombros de Chirbes.

Es conocida la admiración que el novelista Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna, 1949) ha sentido siempre por el pintor Francis Bacon. Según el autor valenciano, en cada retrato del pintor inglés hay, aparte de la figura representada, una declaración de principios y una demostración de técnica, no entendida como un conjunto de habilidades, sino como el lugar desde donde el artista mira el mundo. Para Chirbes, Bacon no plantea sus retratos como una forma de representación, sino como una forma de indagación y conocimiento, como una investigación, un diálogo con cierta tradición pictórica y a la vez una negación a ser su esclavo o a repetirla, además de un empecinamiento en representar la totalidad del mundo y el peso del cuerpo del hombre. Esta es, en gran medida, la actitud de Chirbes respecto a la literatura: una escritura carnal, un diálogo con la tradición y una permanente investigación de nuevas formas de decir, de nuevos paisajes por dibujar. No es extraño que, mientras pasamos las páginas de sus novelas, nuestra imaginación lectora convierta a los personajes que transitan en ella –especuladores, prostitutas, catedráticos, escritores, carpinteros– en un conjunto de seres deformados y carnosos (Bacon decía: «Somos carne, somos osamenta en potencia») que vagan como fantasmas por los marjales, las marismas y las urbanizaciones fantasma del País Valenciano. Gracias a sus dos últimas –y muy celebradas– novelas, Crematorio y En la orilla, contamos con un díptico utilísimo para entender la destrucción de los paisajes físicos, humanos y morales que han supuesto los últimos diez años de economía desbocada, políticos y urbanistas corruptos y ciudadanos apáticos, desconcertados o deprimidos, hundidos cada vez más en la miseria.

El litoral durante el auge de la construcción. Foto: Wikimedia Commons

«Todo tiene en la costa un aspecto de resto de banquete que me molesta». El retrato implacable del perfil dantesco de la costa levantina y de la deshumanización del entorno en el que hoy (mal)viven sus habitantes no es ajeno a la degradación moral que señala el escritor. Las ciudades mediterráneas, que antes eran una explosión de luz y de color, y que se organizaban todas alrededor del mercado de alimentos como unidad mínima de las necesidades humanas, se han convertido en una sombra de lo que fueron: edificios desproporcionados cuando no inacabados, avenidas fantasma o mastodónticas, grúas inactivas con carretillas colgando que oscilan al viento. «¿Tenemos la culpa los constructores de la zona de que a alguien, hace cien años, se le ocurriera inventar el hormigón armado?». Para hablar de todas las ciudades y a la vez de ninguna en concreto, Chirbes ha creado Misent, una ciudad infierno donde reinan los instintos, la voracidad y la bajeza humana, un espejo deformante que nos devuelve una imagen poco amable de nuestra civilización. Cuando habla de los retratos de Bacon, Chirbes recuerda unas palabras del Orfeo de Cocteau: «Mírate toda tu vida al espejo y verás la muerte trabajar, como abejas en un panal transparente». Si colocamos el espejo delante de nuestras ciudades, ¿acaso no veremos lo mismo?

Marina Espasa (Barcelona, 1973) es guionista, periodista y crítica literaria del diario Ara y del programa de radio Cabaret Elèctric (iCat fm). Anteriormente ha trabajado en el programa de televisión Saló de lectura (BTV) y L’hora del lector (Canal 33). Su primera novela se titula La dona que es va perdre (Empúries, 2012).

Bruce Bégout: La fantasía neutralizada

20 de febrero de 2014 No Comments

Con motivo de la conferencia Las afueras que Bruce Bégout nos ofrecerá el próximo lunes 24 de febrero, en el marco del ciclo Ciudad Abierta, uno de sus traductores al español, Rubén Martínez Giráldez, analiza las temáticas que recorren la obra del filósofo francés:

Las Vegas. Fotografia de Bert Kaufmann

Cuando Bégout analizaba el espacio de Las Vegas en su ensayo Zerópolis (Anagrama, 2007), constataba que aquel recinto acondicionado para el ocio está diseñado para desviar el placer hacia la compulsión, de modo que la naturaleza de la diversión varía, la evasión cambia de función y olvida la que una vez tuvo: el consuelo. La propuesta lúdica suplanta la noción de cultura haciéndose pasar por civilización. «Divertimiento» ya no significa «desviación»; el espacio lúdico nos devuelve, a través de lo aparentemente imaginario, a una realidad implacable donde bufo y serio son conceptos indiferenciables. La única posibilidad de evitarlo pasa por abandonar sin demora las ciudades.

En la periferia, el autor volvería la mirada hacia otra clase de templos donde uno puede alcanzar invisibilidad por la vía de lo excesivamente ordinario: si Las Vegas nos permitía creer en nuestra propia irrealidad, el motel americano casi invita a fantasear con la propia inexistencia. Elogio y denuesto de la superfluidad, dos simulacros anunciados con fasto y letreros de neón.

«La potencia discreta de lo cotidiano» —expresión que da título a una de sus conferencias— no es, sin embargo, el aspecto que aborda Bégout en su obra de ficción. Sin ir más lejos, su canto a los recintos por antonomasia, Le ParK (Editorial Siberia, 2014), consiste en una fábula de anomalías, un cruel folleto informativo del complejo en el que se «experimentan sin escrúpulos y sin prejuicios las distracciones del futuro que todavía no han recibido la aprobación del mundo». En todos los casos, espacios de socialización y desocialización cívica, ciudades jardín de los suplicios, en definitiva: parques zoológicos humanos para seres que pretenden divertirse después de Auschwitz.

Vista aèria dels suburbis de Londres. Fotografia d’Edward Clack

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Rubén Martín Giráldez (Cerdanyola del Vallès, 1979) es autor de Thomas Pynchon: un escritor sin orificios (Alpha Decay, 2010) y la novela Menos joven (Jekyll & Jill, 2013). Ha traducido libros de Jack Green, Blake Butler  y Tom Robbins y la editorial Siberia acaba de publicar su traducción de Le ParK, de Bruce Bégout.

(Català) Manuel Forcano: “D’una llengua a una altra sempre hi ha un pont que s’ha de travessar”

12 de febrero de 2014 No Comments

(Català) Marta Segarra: “L’habitació pròpia de Woolf reivindica un espai mental”

5 de febrero de 2014 No Comments

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