John Berger, Zygmunt Bauman, Tzvetan Todorov. Este invierno de 2017 nos han dejado autores de referencia que han contribuido de forma esencial a la cultura y al pensamiento crítico. Con ellos desaparece una generación fundamental de la historia europea, un grupo de pensadores que aún tenía memoria directa o indirecta de los horrores del continente. A todos ellos les unía la denuncia del pensamiento totalitario, la obstinación por comprender la complejidad humana y la defensa obstinada de la democracia y la diversidad. La semana pasada recibimos la triste noticia de la muerte del historiador y ensayista búlgaro Tzvetan Todorov a los 77 años. Afable, de formas suaves y de habla pausada, Todorov fue un pensador en mayúsculas, alejado de las fronteras disciplinarias y que invitaba a reflexionar sin dogmatismos. Todorov acompañó la trayectoria del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, donde ejerció una notable influencia, en una relación que se fue tejiendo a lo largo de los años, y donde pronunció tres conferencias disponibles en la colección Breus y que todavía hoy son totalmente vigentes.
En la primera conferencia, en 2004, hablaba de las fronteras de Europa, un tema de absoluta actualidad que también tratamos en el Debate de Barcelona de este año. Ya entonces Todorov exigía que la Unión Europea no se limitara a ser una entidad económica y administrativa, sino que le pedía un “complemento de alma” para llegar a ser también una Europa cultural. Consciente de que el continente no tiene un sustrato cultural único y de que su identidad es la diversidad, Todorov defendía un proyecto europeo basado en unos principios políticos comunes y en el espíritu crítico como mecanismo para no dejar nunca de cuestionarse.
En su intervención en el festival Kosmopolis del año 2008 habló de terrorismo y denunció la progresiva legalización de la tortura como instrumento político. En pleno debate sobre los efectos de la invasión norteamericana de Irak, Todorov recordaba que la tortura es una práctica que existe desde la antigüedad pero que ahora, por primera vez, ya no se presentaba como una infracción, lamentable pero excusable, a la norma sino que se estaba convirtiendo en la propia norma. “Un Estado que legaliza la tortura ya no es una democracia”, afirmaba con contundencia.
En 2009 mantuvo un debate con los escritores Juan Goytisolo y Monika Zgustova con motivo del vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. “La caída del Muro de Berlín parecía anunciar la de los otros muros que subsistían aquí y allá. Veinte años más tarde, podemos constatar que esta esperanza no ha sido coronada por el éxito. Lejos de desaparecer de la superficie de la Tierra, los muros se han ido multiplicando. ¿Cómo se explica?”, planteaba Todorov en un texto que reprodujimos en el libro Breus CCCB Muros caídos, muros erigidos. Pensador de la alteridad, Todorov denunciaba el “miedo a los bárbaros” como justificación de la proliferación de fronteras y recordaba que “el extranjero no es únicamente nuestro semejante, es nosotros mismos ayer o mañana, a merced de un destino incierto: todos somos un extranjero en potencia”.
La última conferencia de Tzvetan Todorov en el CCCB, impartida en un momento en que la crisis económica hacía estragos entre la población, trataba sobre la virtud de la moderación. Ferviente defensor del pluralismo, Todorov alertaba del frágil equilibrio que sustenta a las sociedades democráticas y del riesgo de los abusos de poder. Ante ello, Todorov hizo un firme elogio de la moderación como principio político y social y una crítica de la simplicidad del pensamiento monolítico. Afirmaba que “la libertad individual es una exigencia fundamental de la democracia, pero la libertad absoluta no es un objetivo deseable” o “garantizar el bienestar material de la población es un resultado deseable, pero si se persigue este objetivo con la exclusión de los otros, acabaremos viviendo en un mundo destinado al culto del dinero. La prosperidad de un país es un medio, no un objetivo”. En una entrevista que nos concedió, alertaba: “Necesitamos recordarnos a nosotros mismos la importancia de los valores fundamentales, como la moderación, porque si los olvidamos, nos convertimos en víctimas de mecanismos que solo privilegian a los más poderosos”.
El último documento que conservamos de Tzvetan Todorov es, sin duda, uno de los más emotivos y que mejor describe su amabilidad. En marzo de 2011 inauguramos el Teatro CCCB y pedimos la opinión sobre el Centre a algunas personas vinculadas a la institución. Todorov accedió a hablar sobre el CCCB en una entrevista que se grabó en su casa de París, en invierno de 2011. Unas palabras y un recuerdo que nunca olvidaremos.