Recordamos anécdotas y momentos vividos con el pensador
- Si hay un nombre que quedará ligado para siempre a la historia del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona es el del sociólogo Zygmunt Bauman, que murió el 9 de enero de 2017 en Leeds. Tenía 91 años. Pocas semanas antes de su muerte, el Centro de Documentación y Debates lo había contactado para que inaugurase el próximo Debate de Barcelona, dedicado a Europa. Muy amable, no rechazó la invitación pero lamentó su delicado estado de salud y dejó en manos del equipo del CCCB la decisión final.
Entre esta reciente comunicación y el año 2004, cuando por primera vez un Bauman muy desconocido ponía los pies en el CCCB, han pasado 13 años y 4 conferencias. Más de una década de relación y colaboraciones que recordamos con tristeza porque Bauman se hacía querer, era simpático y amable, pero también con orgullo porque hemos trabajado con uno de los pensadores más lúcidos del tiempo presente y hemos conservado buena parte de sus ideas en nuestro archivo.
Hemos publicado seis libros de las conferencias que ha impartido en el CCCB, los BREUS CCCB (editados en catalán e inglés) Noves fronteres i valors universals, Arxipèlag d’excepcions, La felicitat es fa, no es compra y El destí de la desigualtat social en la fase líquida de la modernitat y los DIXIT (en castellano) Archipiélago de excepciones y Múltiples culturas, una sola humanidad, y dos artículos, en las publicaciones Fronteres y Europe City.
En la web también podéis consultar vídeos de sus intervenciones, una entrevista y una crónica del último debate en el que participó, en 2013, que siguieron más de 700 personas desde el hall del CCCB, lo que convertía a uno de los ponentes más viejos del CCCB en uno de los más seguidos por el público. Era nuestra estrella de rock particular (¡éramos seguidores suyos!) y lo hemos querido recordar desde una vertiente más personal. Preguntamos a varios miembros del equipo que lo trataron de forma más directa, el exdirector del CCCB Josep Ramoneda, la jefa del Centro de Documentación y Debates Judit Carrera, la jefa de prensa Mònica Muñoz y la coordinadora de debates Susana Arias, qué recuerdos tienen de Zygmunt Bauman.
«Las palabras de Bauman resonaban en plena concordancia con el espíritu del CCCB.» Josep Ramoneda, exdirector del CCCB
El 22 de marzo de 2004, Zygmunt Bauman pronunció su primera conferencia en el CCCB. Pequeño, enérgico, acompañando sus palabras con una gesticulación de manos y brazos que hacía que llenara cada vez más la escena, dio una verdadera lección de un género que está de moda considerar anticuado. Y, sin embargo, yo he encontrado pocas formas de presentación y discusión de ideas que superen a una buena conferencia. Y la de Bauman lo fue. Entre el Powerpoint y las mesas redondas han dinamitado un género que es muy exigente. Para hacer una buena conferencia no basta con pensarla y escribirla. Hay que decirla. Y decirla bien es muy difícil. El Powerpoint es un gran enemigo de la buena conferencia. Una conferencia es un acto de creación que, como tal, se somete a la interpretación y consideración del público.
Aquel día, Zygmunt Bauman nos explicó cómo en la ciudad las afirmaciones generales y abstractas sobre los conflictos entre civilizaciones y culturas se traducen en la experiencia de relación con personas concretas, vecinos de escalera o de barrio. «Y no las conoces como las encarnaciones ambulantes de la inminente guerra de civilizaciones, sino en calidad de tenderos, camareros, obreros, compañeros de trabajo en la misma fábrica donde trabajas, vecinos, padres de compañeros de colegio de tus hijos y, poco a poco, pero indefectiblemente, van desplazándose de la categoría abstracta de “civilización ajena” a la categoría de seres humanos individuales.» Y así, paulatinamente, y no sin momentos de conflicto, «el miedo al gran desconocido empieza a disolverse» y «los terroríficos forasteros no son más que unos seres normales y corrientes, con los mismos deseos y los mismos miedos que tú».
La facilidad para las metáforas que ha sido el éxito editorial de Bauman –¡cuánta sopa sociológica se ha hecho con la sociedad líquida!– ha sido también a veces lo que le ha encasillado. Pero aquel día sus palabras resonaban en plena concordancia con el espíritu del CCCB.
Otro recuerdo es el día que abrimos un seminario con un diálogo entre él y Giorgio Agamben. Me impresionó el poder de coacción de la autoridad del maestro. Todos esperaban cierta confrontación teórica y, en cambio, Agamben se portó como un joven cohibido ante la autoridad. Simplemente, le siguió la cuerda.
Hay muchas frases potentes de Bauman, pero yo me quedo siempre con esta: «Uno de los grandes eslóganes del siglo xx fue liquidar: liquidar al judío, liquidar al enemigo de clase. Vigilemos porque el principal programa del siglo xxi no sea la liquidación del hombre.» Es una frase que culmina una trayectoria intelectual muy característica del siglo pasado: un judío polaco que escapa al Holocausto, crece y se forma en el régimen comunista de la posguerra, en el que llega a tener responsabilidades militares, y se exilia en 1968, en un momento de cierta oleada antisemita, a Israel primero y a Leeds después, donde desarrollará su carrera intelectual. Su nervio contagiaba vida y su cordialidad acogía.
La entrevista más insólita. Mònica Muñoz-Castanyer, jefa de prensa del CCCB
Recuerdo muy especialmente una entrevista de Bauman con Lluís Amiguet, en noviembre de 2005. Para obtener una buena entrevista periodística hay que garantizar tanto al entrevistado como al entrevistador un tiempo prudencial y un espacio cómodo. Ninguno de los dos se dio en aquella entrevista para La Contra de La Vanguardia. Habíamos preparado para Bauman una batería de entrevistas que él va aceptó con amabilidad y flema, y lo llevábamos de un lado a otro del Centro escoltado siempre por su mujer. Primero unas fotos en el Pati de les Dones, a continuación un encuentro con periodistas en el Mirador, después una entrevista grabada para el CCCB en el Archivo. Bauman mostraba signos de impaciencia y su mujer asentía con la cabeza. Y faltaba aún el plato fuerte: ¡una hora con Amiguet!
Ya habíamos cruzado el pasillo de la primera planta para dirigirnos a una sala de reuniones de las oficinas del CCCB donde teníamos previsto celebrar la entrevista cuando Zygmunt Bauman levantó los brazos, abrió la mano izquierda (en la derecha llevaba su inseparable pipa) y en medio del chill-out (una zona de descanso de los empleados en la planta de oficinas del CCCB, con máquinas expendedoras de comida y de café) dijo: «Hagamos la entrevista aquí mismo.» Antes de poderle convencer de cambiar de sitio ya los tenía sentados a él y a su mujer en las butacas del chill-out. Empecé a sudar. El periodista se sentó a su lado, puso la grabadora en marcha y empezó la entrevista. Un auténtico desastre. Al ruido infernal de las viejas escaleras mecánicas se le sumaban el runrún de las máquinas expendedoras, los pasos y las voces de los empleados del Centro que se desplazaban de un sitio a otro, el murmullo de los visitantes que rondaban a aquella hora por el CCCB. Una hora de auténtico calvario que, sin embargo, se tradujo en esta Contra de La Vanguardia. Nunca más hemos celebrado una entrevista en el chill-out. Siempre podré explicar, gracias a Zygmunt Bauman, dónde no debe celebrarse una entrevista.
Visitándole en Leeds. Judit Carrera, jefa del Centro de Documentación y Debates
Le visité en su casa de Leeds, una tarde de invierno de 2008. Hacía 37 años que el padre de la teoría de la modernidad líquida vivía en aquella casa, que compartía con su mujer, Janina, con quien estuvo casado 62 años, hasta que ella murió en el año 2009. Ambos me recibieron con su habitual amabilidad y aseguraban, haciendo gala de un excelente sentido del humor, que su largo matrimonio era la excepción que confirmaba la teoría del mundo líquido. Exhibían una evidente complicidad. Entre ellos hablaban polaco y, a ratos, un rígido inglés. Trabajaban en sitios distintos de la casa pero se citaban dos veces al día para fumar. Decían que fumar era una rutina, una forma de pensar. Y fumaban sin parar.
Vivían en una típica casa inglesa de dos pisos en una calle estrecha, cerca de una gran avenida que los aislaba del centro de Leeds. Acogedora y de aspecto centroeuropeo, la casa de los Bauman era austera, pero estaba repleta de libros. Su desordenada biblioteca no había disminuido a pesar de haber cedido 2.500 volúmenes a la Universidad de Praga, en agradecimiento por haberlos acogido después de que los expulsaran de Polonia en una campaña antisemita del régimen comunista en el año 1968. Tres años después, en 1971, llegaban a Leeds invitados por la universidad de la ciudad. Desde entonces, Zygmunt Bauman ya no se movió de Leeds ni de su universidad. Sorprendía que un hombre con una vida de pilares tan sólidos tuviera tanta capacidad para interpretar la incertidumbre y la fluidez del mundo actual.
A pesar de su edad avanzada, se mantenían lúcidos y muy bien informados. Seguían la actualidad, me preguntaron por el CCCB, por la inauguración de la alta velocidad entre Madrid y Barcelona y la ley de memoria histórica. Por la delicada salud de Janina habían dejado de viajar, pero seguían escribiendo mucho porque escribir, decían, era su forma de vivir. Su trato era exquisito y su alegría, contagiosa. Planeaba en el ambiente cierta tensión entre su vital curiosidad y la lentitud propia de su edad.
Al cabo de unas horas, Bauman me acompañó hasta la puerta del taxi, donde me autorizó a publicar el texto de su conferencia en los BREUS y se despidió diciéndome que, mientras viviera, podríamos contar siempre con él.
El último correo de Bauman. Susana Arias, coordinadora de debates
La última correspondencia que mantuvimos con Bauman fue hace solo unas semanas, cuando lo invitamos a inaugurar el Debate de Barcelona de este año. Con la fidelidad de siempre hacia el CCCB, Bauman consideró la invitación para volver «a mi querida Barcelona», pero a la vez nos advirtió que su estado de salud no era lo bastante bueno para viajar. «Vosotros mismos, pensad si vale la pena correr este riesgo», nos decía al final del correo, que cerraba con un «Love – Z».
Para recordarlo y despedirlo en compañía del público que tanto lo admiraba, dedicaremos a Zygmunt Bauman el Debate de Barcelona de 2017, que tendrá por título «Vieja Europa, nuevas utopías» y empezará el 6 de febrero.
En el espacio del Archivo CCCB hemos abierto un punto de consulta con un recopilatorio de la obra de Zygmunt Bauman.