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El legado de Zygmunt Bauman en el CCCB

18 de enero de 2017 No Comments

Recordamos anécdotas y momentos vividos con el pensador

Zygmunt Bauman en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Zygmunt Bauman en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Si hay un nombre que quedará ligado para siempre a la historia del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona es el del sociólogo Zygmunt Bauman, que murió el 9 de enero de 2017 en Leeds. Tenía 91 años. Pocas semanas antes de su muerte, el Centro de Documentación y Debates lo había contactado para que inaugurase el próximo Debate de Barcelona, dedicado a Europa. Muy amable, no rechazó la invitación pero lamentó su delicado estado de salud y dejó en manos del equipo del CCCB la decisión final.

Entre esta reciente comunicación y el año 2004, cuando por primera vez un Bauman muy desconocido ponía los pies en el CCCB, han pasado 13 años y 4 conferencias. Más de una década de relación y colaboraciones que recordamos con tristeza porque Bauman se hacía querer, era simpático y amable, pero también con orgullo porque hemos trabajado con uno de los pensadores más lúcidos del tiempo presente y hemos conservado buena parte de sus ideas en nuestro archivo.

Hemos publicado seis libros de las conferencias que ha impartido en el CCCB, los BREUS CCCB (editados en catalán e inglés) Noves fronteres i valors universals, Arxipèlag d’excepcions, La felicitat es fa, no es compra y El destí de la desigualtat social en la fase líquida de la modernitat y los DIXIT (en castellano) Archipiélago de excepciones y Múltiples culturas, una sola humanidad, y dos artículos, en las publicaciones Fronteres y Europe City.

En la web también podéis consultar vídeos de sus intervenciones, una entrevista y una crónica del último debate en el que participó, en 2013, que siguieron más de 700 personas desde el hall del CCCB, lo que convertía a uno de los ponentes más viejos del CCCB en uno de los más seguidos por el público. Era nuestra estrella de rock particular (¡éramos seguidores suyos!) y lo hemos querido recordar desde una vertiente más personal. Preguntamos a varios miembros del equipo que lo trataron de forma más directa, el exdirector del CCCB Josep Ramoneda, la jefa del Centro de Documentación y Debates Judit Carrera, la jefa de prensa Mònica Muñoz y la coordinadora de debates Susana Arias, qué recuerdos tienen de Zygmunt Bauman.

«Las palabras de Bauman resonaban en plena concordancia con el espíritu del CCCB.» Josep Ramoneda, exdirector del CCCB

El 22 de marzo de 2004, Zygmunt Bauman pronunció su primera conferencia en el CCCB. Pequeño, enérgico, acompañando sus palabras con una gesticulación de manos y brazos que hacía que llenara cada vez más la escena, dio una verdadera lección de un género que está de moda considerar anticuado. Y, sin embargo, yo he encontrado pocas formas de presentación y discusión de ideas que superen a una buena conferencia. Y la de Bauman lo fue. Entre el Powerpoint y las mesas redondas han dinamitado un género que es muy exigente. Para hacer una buena conferencia no basta con pensarla y escribirla. Hay que decirla. Y decirla bien es muy difícil. El Powerpoint es un gran enemigo de la buena conferencia. Una conferencia es un acto de creación que, como tal, se somete a la interpretación y consideración del público.

Zygmunt Bauman y Josep Ramoneda en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Zygmunt Bauman y Josep Ramoneda en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Aquel día, Zygmunt Bauman nos explicó cómo en la ciudad las afirmaciones generales y abstractas sobre los conflictos entre civilizaciones y culturas se traducen en la experiencia de relación con personas concretas, vecinos de escalera o de barrio. «Y no las conoces como las encarnaciones ambulantes de la inminente guerra de civilizaciones, sino en calidad de tenderos, camareros, obreros, compañeros de trabajo en la misma fábrica donde trabajas, vecinos, padres de compañeros de colegio de tus hijos y, poco a poco, pero indefectiblemente, van desplazándose de la categoría abstracta de “civilización ajena” a la categoría de seres humanos individuales.» Y así, paulatinamente, y no sin momentos de conflicto, «el miedo al gran desconocido empieza a disolverse» y «los terroríficos forasteros no son más que unos seres normales y corrientes, con los mismos deseos y los mismos miedos que tú».

La facilidad para las metáforas que ha sido el éxito editorial de Bauman –¡cuánta sopa sociológica se ha hecho con la sociedad líquida!– ha sido también a veces lo que le ha encasillado. Pero aquel día sus palabras resonaban en plena concordancia con el espíritu del CCCB.

Otro recuerdo es el día que abrimos un seminario con un diálogo entre él y Giorgio Agamben. Me impresionó el poder de coacción de la autoridad del maestro. Todos esperaban cierta confrontación teórica y, en cambio, Agamben se portó como un joven cohibido ante la autoridad. Simplemente, le siguió la cuerda.

Hay muchas frases potentes de Bauman, pero yo me quedo siempre con esta: «Uno de los grandes eslóganes del siglo xx fue liquidar: liquidar al judío, liquidar al enemigo de clase. Vigilemos porque el principal programa del siglo xxi no sea la liquidación del hombre.» Es una frase que culmina una trayectoria intelectual muy característica del siglo pasado: un judío polaco que escapa al Holocausto, crece y se forma en el régimen comunista de la posguerra, en el que llega a tener responsabilidades militares, y se exilia en 1968, en un momento de cierta oleada antisemita, a Israel primero y a Leeds después, donde desarrollará su carrera intelectual. Su nervio contagiaba vida y su cordialidad acogía.

La entrevista más insólita. Mònica Muñoz-Castanyer, jefa de prensa del CCCB

Recuerdo muy especialmente una entrevista de Bauman con Lluís Amiguet, en noviembre de 2005. Para obtener una buena entrevista periodística hay que garantizar tanto al entrevistado como al entrevistador un tiempo prudencial y un espacio cómodo. Ninguno de los dos se dio en aquella entrevista para La Contra de La Vanguardia. Habíamos preparado para Bauman una batería de entrevistas que él va aceptó con amabilidad y flema, y lo llevábamos de un lado a otro del Centro escoltado siempre por su mujer. Primero unas fotos en el Pati de les Dones, a continuación un encuentro con periodistas en el Mirador, después una entrevista grabada para el CCCB en el Archivo. Bauman mostraba signos de impaciencia y su mujer asentía con la cabeza. Y faltaba aún el plato fuerte: ¡una hora con Amiguet!

Ya habíamos cruzado el pasillo de la primera planta para dirigirnos a una sala de reuniones de las oficinas del CCCB donde teníamos previsto celebrar la entrevista cuando Zygmunt Bauman levantó los brazos, abrió la mano izquierda (en la derecha llevaba su inseparable pipa) y en medio del chill-out (una zona de descanso de los empleados en la planta de oficinas del CCCB, con máquinas expendedoras de comida y de café) dijo: «Hagamos la entrevista aquí mismo.» Antes de poderle convencer de cambiar de sitio ya los tenía sentados a él y a su mujer en las butacas del chill-out. Empecé a sudar. El periodista se sentó a su lado, puso la grabadora en marcha y empezó la entrevista. Un auténtico desastre. Al ruido infernal de las viejas escaleras mecánicas se le sumaban el runrún de las máquinas expendedoras, los pasos y las voces de los empleados del Centro que se desplazaban de un sitio a otro, el murmullo de los visitantes que rondaban a aquella hora por el CCCB. Una hora de auténtico calvario que, sin embargo, se tradujo en esta Contra de La Vanguardia. Nunca más hemos celebrado una entrevista en el chill-out. Siempre podré explicar, gracias a Zygmunt Bauman, dónde no debe celebrarse una entrevista.

Visitándole en Leeds. Judit Carrera, jefa del Centro de Documentación y Debates

Le visité en su casa de Leeds, una tarde de invierno de 2008. Hacía 37 años que el padre de la teoría de la modernidad líquida vivía en aquella casa, que compartía con su mujer, Janina, con quien estuvo casado 62 años, hasta que ella murió en el año 2009. Ambos me recibieron con su habitual amabilidad y aseguraban, haciendo gala de un excelente sentido del humor, que su largo matrimonio era la excepción que confirmaba la teoría del mundo líquido. Exhibían una evidente complicidad. Entre ellos hablaban polaco y, a ratos, un rígido inglés. Trabajaban en sitios distintos de la casa pero se citaban dos veces al día para fumar. Decían que fumar era una rutina, una forma de pensar. Y fumaban sin parar.

Vivían en una típica casa inglesa de dos pisos en una calle estrecha, cerca de una gran avenida que los aislaba del centro de Leeds. Acogedora y de aspecto centroeuropeo, la casa de los Bauman era austera, pero estaba repleta de libros. Su desordenada biblioteca no había disminuido a pesar de haber cedido 2.500 volúmenes a la Universidad de Praga, en agradecimiento por haberlos acogido después de que los expulsaran de Polonia en una campaña antisemita del régimen comunista en el año 1968. Tres años después, en 1971, llegaban a Leeds invitados por la universidad de la ciudad. Desde entonces, Zygmunt Bauman ya no se movió de Leeds ni de su universidad. Sorprendía que un hombre con una vida de pilares tan sólidos tuviera tanta capacidad para interpretar la incertidumbre y la fluidez del mundo actual.

Judit Carrera entrevista Zygmunt Bauman l’última vegada que el sociòleg va visitar el CCCB, Jordi Gomez, 2013

Judit Carrera entrevista Zygmunt Bauman l’última vegada que el sociòleg va visitar el CCCB, Jordi Gomez, 2013

A pesar de su edad avanzada, se mantenían lúcidos y muy bien informados. Seguían la actualidad, me preguntaron por el CCCB, por la inauguración de la alta velocidad entre Madrid y Barcelona y la ley de memoria histórica. Por la delicada salud de Janina habían dejado de viajar, pero seguían escribiendo mucho porque escribir, decían, era su forma de vivir. Su trato era exquisito y su alegría, contagiosa. Planeaba en el ambiente cierta tensión entre su vital curiosidad y la lentitud propia de su edad.

Al cabo de unas horas, Bauman me acompañó hasta la puerta del taxi, donde me autorizó a publicar el texto de su conferencia en los BREUS y se despidió diciéndome que, mientras viviera, podríamos contar siempre con él.

El último correo de Bauman. Susana Arias, coordinadora de debates

La última correspondencia que mantuvimos con Bauman fue hace solo unas semanas, cuando lo invitamos a inaugurar el Debate de Barcelona de este año. Con la fidelidad de siempre hacia el CCCB, Bauman consideró la invitación para volver «a mi querida Barcelona», pero a la vez nos advirtió que su estado de salud no era lo bastante bueno para viajar. «Vosotros mismos, pensad si vale la pena correr este riesgo», nos decía al final del correo, que cerraba con un «Love – Z».

Para recordarlo y despedirlo en compañía del público que tanto lo admiraba, dedicaremos a Zygmunt Bauman el Debate de Barcelona de 2017, que tendrá por título «Vieja Europa, nuevas utopías» y empezará el 6 de febrero.

En el espacio del Archivo CCCB hemos abierto un punto de consulta con un recopilatorio de la obra de Zygmunt Bauman.

Ramon Llull visto desde las matemáticas

7 de diciembre de 2016 No Comments

Lluís Nacenta © CCCB, Miquel Taverna, 2016

Este otoño expertos muy diversos han explicado Ramon Llull desde sus disciplinas. En el debate «La música de los números», el matemático y ensayista Luis Nacenta habló de las máquinas de inspiración luliana, y se cuestionó si la combinatoria verbal es posible en la sociedad contemporánea. Esta es la visión que tiene un matemático de la figura de Ramon Llull.

La máquina de pensar de Llull no funciona

Jorge Luis Borges

Borges sentenció, ya en los años treinta del siglo pasado, que la máquina de pensar ideada por Llull no funcionaba. Aunque fue creada para poder decir todas las cosas sobre el mundo y el universo, para dar lugar a proposiciones a partir de conceptos, la máquina no cumple su propósito porque no posee capacidad para emitir juicios ni para razonar. Lluís Nacenta parte de la afirmación de Borges para poder ir más allá y responder por qué no funciona. Por ello se propone compararla con tres grandes máquinas de pensar que la han sucedido: la máquina de Leibniz (siglo XIII), la máquina de Turing (siglo XX) y, finalmente, el ordenador contemporáneo.

Si la máquina funciona, no piensa; si piensa, no funciona

La diferencia entre la máquina de Llull y el resto es, precisamente, que todas las demás se limitan a calcular, por eso funcionan. Según Nacenta, la especificidad de la máquina de Llull radica en que pretendía liberar a las palabras de su vínculo gramatical para hacerles decir todas las cosas, mientras que todas las demás máquinas funcionan con una combinatoria eminentemente numérica y no verbal. Lluís Nacenta considera que el cálculo, puesto que maneja datos pero ignora el contenido de lo que está estimando, no puede ser considerado pensamiento. Por lo tanto, estamos en un callejón sin salida: las máquinas que combinan números funcionan, pero no piensan; las máquinas que combinan palabras piensan, pero no funcionan.

El affatus, el sexto sentido de Llull

Para escapar de ese callejón sin salida, Nacenta recorre a la Teoría luliana de la comunicación de Josep-Lluís Navarro (2016), en concreto al uso que hace del concepto affatus de Llull. El affatus era, según Llull, el sexto sentido, aquel que permitía comunicar o manifestar hacia fuera una concepción interior, y el que poseían tanto humanos como animales. Por lo tanto, contrariamente al modelo comunicativo imperante en la actualidad, que concibe la comunicación como una simple transmisión de información entre un emisor y un receptor, la propuesta de Llull abraza el misterio, la posibilidad de que cada uno tenga su propia concepción interior y no haya un verdadero entendimiento entre hablantes.

Es de esta misma manera que procede la máquina de pensar de Llull, sin rehuir el misterio y la complejidad del mundo que se quiere contar. Por ello, según Nacenta, debe afirmarse que la máquina de Llull no solo permite pensar, sino que también funciona y se puede obtener una visión del mundo, aunque sea compleja y llena de misterio.

La máquina de pensar, hoy

Una vez rescatada la máquina de Llull, Nacenta busca los indicios de combinatoria verbal que pueden encontrarse en la sociedad contemporánea. Primeramente, sin embargo, sería necesario que contáramos con una matemática verbal que no ignorara la duda; es decir, que tomara conciencia de lo que describe. Nacenta ve una posibilidad de máquina de pensar en el algoritmo que utilizan los motores de búsqueda de Internet. Google puede considerarse una máquina verbal si entendemos que, puesto que da un sentido a las palabras que está más allá de la gramática, se trata de un algoritmo metafísico, que está fuera del lenguaje y, consiguientemente, también fuera del mundo. Sin embargo, el caso paradigmático de combinatoria verbal es la música, según Nacenta, ya que el sonido de las palabras es tan complejo como su semántica.

Ramon Llull visto desde la música

7 de diciembre de 2016 No Comments

Josep Maria Mestres Quadreny © CCCB, Miquel Taverna, 2016

La amplitud de la obra de Ramon Llull ha influido en disciplinas muy diversas. En el debate «La música de los números», el músico Josep Maria Mestres Quadreny recorrió la historia de la creación musical a partir de las aportaciones lulianas a la cultura.

Los Rims lulianos: la separación entre música y poesía

Cuando Ramon Llull decide convertirse «a la penitencia», reniega de su pasado de trovador y comienza a escribir Rims, poesías pensadas para ser leídas y no cantadas. Esto supone una ruptura de la unión hasta entonces intrínseca entre música y poesía y da lugar al nacimiento de una poesía con entidad propia que no necesita ser cantada.

Anton Webern

Tras esta primera ruptura, Mestres Quadreny describió las sucesivas rupturas que han conformado la historia de la música y que se enlazan hasta llegar a la segunda mitad del siglo XX, en que los compositores europeos siguieron la estela de Anton Webern, que había suprimido el hilo conductor de la melodía, y abrazaron la experimentación musical. Esta es la generación de compositores a la que pertenece Mestres Quadreny, que incorporó la combinatoria y el azar a la composición musical.

La creatividad según Llull

En cuanto a la creación artística, Mestres Quadreny suscribe una afirmación luliana que considera que «toda la actividad y los conocimientos del hombre son una sola cosa». Por lo tanto, el compositor cree que es en el cerebro donde, además de almacenar información, se gesta la creatividad. De hecho, la memoria de lo vivido y los conocimientos aprendidos son precisamente las fuentes que permiten el desarrollo de la creatividad.

Las primeras creaciones artísticas de Mestres Quadreny partían de una pieza musical que ya conocía, la Sonata para piano de Webern, y con la que experimentó y jugó hasta que descubrió el poder creativo del azar y la probabilidad. Inspirado por Joan Miró, la divisa que siguió Mestres Quadreny era: «la imitación del azar conducido por la mano del artista».

Llull y el siglo XX: utopía, informática y energía

Mestres Quadreny ve en la obra de Llull la semilla de tres debates que marcaron el siglo XX. En primer lugar, equipara el misticismo luliano a los proyectos utópicos ligados al progreso de la sociedad. Esto le lleva a preguntarse por la actitud utópica de los artistas contemporáneos. En su caso, el futuro ideal pasa por una sociedad en la que el arte pueda mejorar la calidad del hombre. El segundo ejemplo lo extrae de la obra Ars combinatoria y se trata de la máquina de pensar de Llull. Mestres Quadreny ve en esta creación un claro precedente de la informática actual. Por último, destaca la aportación de Llull en la conocida ecuación de Einstein: «E =mc2». Ramon Llull ya se había dado cuenta, cuando enumeraba los elementos del universo, de que había uno que era «el calor del fuego», es decir, la energía.

Joan Brossa, Askatasuna, Els entra-i-surts del poeta.

El pedestal son los zapatos: Llull y Brossa

Si hay un personaje de las últimas décadas que pueda compararse con Ramon Llull, este es Joan Brossa, gran amigo de Mestres Quadreny. En su opinión, a pesar de las diferencias evidentes entre ambos personajes, los dos fueron poetas rompedores con la tradición vigente, con el objetivo claro de comunicar a los demás la verdad que habían encontrado y de maneras muy diversas. Además, a nivel personal, tanto Llull como Brossa decidieron menospreciar cuestiones materiales para ir al núcleo de las cosas: el «ser» delante del «tener».

Regresar al mundo (o por una nueva relación con la naturaleza)

31 de agosto de 2016 No Comments

Lo saben todos los púberes: tres cuartas partes del planeta son agua; por lo tanto son inhabitables para el hombre. Y sin embargo, nos sentimos dueños de todo. ¿Por qué? Porque entendemos la historia como un proceso civilizador ascendente, por el que el hombre —a través del control y la sofisticación de la técnica— ha acabado dominando también la naturaleza. Podríamos decir que la naturaleza ya solo es aquella parte del paisaje que aún nos falta por someter y poder fotografiar. Somos animales distanciados del mundo, lo hemos convertido en un objeto de nuestros pensamientos y acciones. Contamos con todo lo que tiene para mejorar nuestra vida.

El antropólogo Tim Ingold y el escritor Philip Hoare

El antropólogo Tim Ingold y el escritor Philip Hoare

El antropólogo Tim Ingold y el escritor Philip Hoare quieren revertir este distanciamiento respecto al mundo y cambiar nuestra forma de relacionarnos con él. Tim Ingold, referente de la antropología ecológica, replantea la actitud que tenemos con la naturaleza. Vivimos pensando en que lo importante es el dominio que nosotros tenemos sobre ella, y que la naturaleza se acaba manifestando en los ecosistemas artificiales que le hacemos a medida. Ingold defiende que es a la inversa; que cuando los hombres nos relacionamos con la naturaleza, es ella la que siempre nos marca sus leyes —y nosotros no podemos hacer más que ir adaptándonos a ellas. Cuando nos relacionamos con el mundo, aunque lo hacemos siempre absolutamente armados de técnica, estamos siempre en la intemperie. Cualquier refugio es una ficción. Y por eso tendremos que adoptar —dice él— una actitud menos prepotente, más respetuosa.

Philip Hoare es el autor de obras como Leviatán o la ballena o El mar interior, una mezcla de dietarios de viajes, historias culturales, y exploraciones geográficas y etnográficas. En El mar interior, el británico sale de su ciudad, Southampton, y pasa por las islas Azores, por Sri Lanka, Tasmania y Nueva Zelanda; recorre medio mundo atravesando mares, visitando pueblos que consideran el mar un hábitat menos inhóspito que la mayoría de mortales. Hoare se propone dibujar un mapa de los mares con la intención de poderlos conocer bien, de humanizarlos como la tierra que habitamos. Nos acerca a los mares con referentes culturales —viajes marítimos de autores, referencias que aparecen en obras de renombre— apelando a la comunidad lectora, una de las pocas comunidades transnacionales existentes. Y destaca especialmente su ambivalencia: el mar, que conecta mundos y los separa, que es una ubre permanente de recursos y un pozo de misterios que nos supera. Que es, a la vez, dice refiriéndose a los 220.000 migrantes que el año pasado se hicieron al mar para llegar a Europa, un espacio para el terror y la esperanza.

La relación del hombre con el mundo, que Philip Hoare trabaja de forma más creativa y Tim Ingold más conceptual, ocupa a los filósofos desde finales del siglo XIX. ¿Es posible tener una mirada no dominadora sobre la naturaleza? ¿Habitar el mundo menos depredadoramente? Sostiene Heidegger que la técnica moderna tiene una lógica propia que convierte en objeto todo aquello con lo que nos relacionamos. La técnica nos expulsa del mundo natural y se impone como paradigma totalizador del conjunto de relaciones, convirtiéndolo todo (hombres y mujeres incluidas) en recursos. Exploraremos los mares, nos acercaremos con ojos nuevos a sus criaturas, cambiaremos la actitud respecto a la naturaleza, pero mientras domine la técnica moderna, no podremos habitar el mundo de manera diferente. Lo habitamos como no formáramos parte del mismo. ¿Es posible, como sostienen Hoare e Ingold, entrar en él de nuevo? ¿Que el mar deje de ser un recurso continuo? ¿Una frontera respecto a las sociedades menos tecnificadas? ¿Un espacio político de terror y esperanza? ¿Que el hombre se vuelva a sentir parte de él, aceptando todo lo que la naturaleza tiene de imprevisto sin quererla someter?

En el ciclo de debates «Habitar el mundo» hablaremos con Tim Ingold, catedrático de antropología social en el Departamento de Antropología de la Universidad de Aberdeen. Y con Philip Hoare, escritor e historiador de la cultura.

El secreto de Marilynne Robinson

10 de noviembre de 2015 1 Comment

La escriptora Marilynne Robinson – Imagen: CC0 1.0 Domini Públic

Marilynne Robinson ha ganado el Pulitzer de ficción, ha sido aclamada por la crítica y el público y ha llegado a ser entrevistada por Barack Obama, en el sorprendente debut como periodista literario del presidente de los Estados Unidos. Pero, ¿qué tiene la literatura de esta escritora norteamericana que despierte tantas pasiones? Para averiguarlo hemos hablado con cuatro escritores catalanes, todos ellos admiradores de Marilynne Robinson, para que nos descubran las claves del fenómeno.

Stefanie Kremser, autora de Calle de los olvidados

STEFANIE KREMSER: «POSEE UNA CAPACIDAD IMPRESIONANTE PARA CARACTERIZAR A PERSONAS Y LUGARES»

Stefanie Kremser (Düsseldorf, 1967) descubrió a la autora de Lila en 2004, durante una estancia en los Estados Unidos. «Leí una reseña de Gilead en el New York Times y corrí a comprar el libro». Desde entonces ha leído toda la ficción de la autora, y aunque le gustó Housekeeping, la primera novela de Robinson, recomienda leer los dos libros anteriores a Lila: Gilead y En casa. «Son dos novelas independientes e individuales, pero que, con Lila, forman un conjunto, y se pueden leer en cualquier orden».

De Marilynne Robinson, Stefanie destaca «su capacidad impresionante para caracterizar a personas y lugares, haciéndolos impensables los unos sin los otros. Esto implica, también, las ausencias y la búsqueda para llenar el vacío de un lugar o de una persona». Respecto a la vertiente religiosa de las novelas de Robinson, Stefanie la definiría como una escritora «teológica, porque trata las preguntas esenciales de la filosofía cristiana, como por ejemplo el perdón, y profundamente humana, con una especial sensibilidad por las diferencias generacionales y por el individuo que, aunque lleva una herencia familiar encima, es, siempre, único». Stefanie considera que la obra de Marilynne Robinson es asimismo «literatura específicamente americana», una opinión que también comparte Yannick Garcia.

Yannick Garcia, ganador del Premio Documenta por La nostra vida vertical

YANNICK GARCIA: «TIENE UN EFECTO LENITIVO, DE RECONCILIACIÓN CON LA HUMANIDAD»

El escritor y traductor Yannick Garcia (Amposta, 1979) considera que Marilynne Robinson «es una gran conocedora de la América profunda, pero en ningún momento la desprecia, sino al contrario: siente una compasión infinita por las mentes pequeñas fascinadas por el porvenir». En el caso de Yannick, los libros de Robinson le ayudaron «a romper el tabú del pensamiento religioso», y le permitieron acercarse a unos personajes «que a priori no me habrían despertado ningún interés, pero que acabé amando».

La técnica de Robinson también impresionó a Yannick: «la literatura de Robinson es de apariencia sencilla, pero está hipertrabajada. Se aprende muchísimo de ella. Y lo más importante es que no tiene nunca una mirada condescendiente sobre su gente, sino que los ensalza en la acción más pequeña de unas vidas ordinarias». Yannick descubrió a Robinson en verano de 2011, durante una expedición de alta montaña: «Leí Gilead en un contexto físico exigente, caminaba muchas horas cada día y terminaba exhausto. La lectura me resultó balsámica. Tuvo un efecto lenitivo, de reconciliación con la humanidad».

Jenn Díaz, autora de Mare i filla

JENN DÍAZ: «ES ÍNTIMA, TIERNA, DE UNA LUCIDEZ FEROZ»

Precisamente fue Yannick Garcia quien descubrió Marilynne Robinson a Jenn Díaz (Barcelona, 1988), la joven escritora que presentará a la autora de Lila el 17 de noviembre en la conferencia del CCCB. Jenn cree que la escritura de Marilynne Robinson es «íntima, tierna y de una lucidez feroz».

La autora de Mare i filla dice que quedó «atrapada» con Lila, y destaca la capacidad de la autora norteamericana para hablar de personajes tocados «sin caer en un dramatismo insoportable». «Siempre hay un rayo de esperanza», sentencia Jenn.

Vicenç Pagès Jordà, ganador del Premio Sant Jordi por Dies de frontera

VICENÇ PAGÈS JORDÀ: «LA NOVELA ES EL MEJOR RECURSO PARA ACERCARNOS A LOS SENTIMIENTOS DE LOS AÑOS TREINTA»

También hemos hablado con el escritor Vicenç Pagès Jordà (Figueres, 1963), ganador del Premio Sant Jordi por Dies de frontera, que nos explicó el motivo por el que las historias de Robinson son tan impresionantes. «Los datos estadísticos acerca de la Depresión norteamericana de los años treinta son impresionantes, pero fríos», explica el escritor de Figueras. «Las fotografías de Dorothea Lange, que muestran las caras de sufrimiento de algunas de esas personas, nos tocan más la fibra. Sin embargo, para acercarnos a los sentimientos y las vivencias de aquella gente, no hay mejor recurso que una novela». En este sentido, el premio Sant Jordi asegura que Lila «realiza un trabajo que no es sólo de concienciación, ya que a la vez nos satisface la curiosidad y nos proporciona un placer estético considerable».

Literariamente, el autor de Els jugadors de whist considera que gran parte del éxito de la escritora norteamericana se debe a su particular punto de vista: «Una parte del acierto de Marilynne Robinson es haber elegido a un narrador externo que logra meternos en la cabeza de Lila y dejarnos acceder a esa inocencia, a esa determinación, a esa bondad que se ignora a sí misma. Y aquí es inevitable recordar a aquel narrador maravillosamente no fiable llamado Huckleberry Finn».

«La imaginación en la búsqueda de la democracia». Martes 17 de noviembre a las 19:30, conferencia de Marilynne Robinson en el CCCB, en el marco de la gira europea de presentación de Lila. Entrada gratuita.

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