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Más allá del cuerpo

25 de febrero de 2016 No Comments

En su pionero Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo, escrito en 1995, traducido al castellano en 1998 por Ramón Montoya Vozmediano y publicado en Siruela, Mark Dery incluía un capítulo titulado «Robocopulación: sexo por tecnología igual a futuro», en el que se abordaban posibles vías de enaltecimiento y mejora del placer carnal a través del adorno o el complemento tecnológico. La mejora evolutiva de la lubricidad a través de algo que vaya más allá de la piel es, probablemente, tan vieja como el hombre, y no se trata, ni mucho menos, de ninguna posibilidad inédita que nos haya abierto esta revolución digital que, como bien sabemos, nos lo ha transformado todo (no siempre para bien, como sostenemos quienes contemplamos con alarma tanto la desintegración de la cultura del trabajo como el tsunami de narcisismo, ensimismamiento y atrofia de la empatía que ha traído consigo tanta hipervisibilidad y tanta abreviación de viejos protocolos relacionales de nuestro inmediato pasado analógico).

Portada de “Velocidad de escape”, Mark Dery, Editorial Siruela

El primer homínido que talló el primer consolador artesanal para usarlo en orificio propio o ajeno fue quizá el primer posthumano de la historia. La imagen incluso abre la posibilidad de un sujeto prehumano y posthumano al mismo tiempo, idea que relativiza la supuesta gran distancia recorrida por la humanidad entre la caverna y Tinder de un modo tan eficaz como el de la famosa elipsis de 2001, una odisea del espacio, que convertía una osamenta lanzada al aire en una sofisticada nave espacial descendiendo entre estrellas.

En su texto, Dery no podía reprimir su perplejidad ante la portada del número 2 de la revista Future Sex, que mostraba la grotesca imagen de una pareja hipercableada y con la piel forrada de adornos cibernéticos, estampa mucho menos estimulante que la de haber mostrado a la misma pareja, por decirlo de algún modo, piel con piel. También constataba el autor que las primeras tentativas de sexo virtual y sicalipsis tecnológica poco tenían que ver con un salto cuántico a la hora de redefinir el sexo, erigiéndose más bien en variantes algo incómodas de la sempiterna masturbación: «En un futuro de ciencia ficción en el que la conciencia no estuviese limitada a ese viejo contenedor (el cuerpo), sino que pudiese alojarse en la memoria digital de un cuerpo robótico, parecería al menos concebible que la sexualidad humana pudiese ser abstraída de cualquier encarnación, incluso de una conciencia humana reconocible como tal. Sin embargo, todas las especulaciones sobre la sexualidad posthumana se detienen ante un hecho inevitable: siempre se hacen desde un punto de vista humano, para quienes la idea misma de sexualidad se define en términos de carne y humanidad.»

Fotograma de Holy Motors, Leos Carax (2012)

Hay una imagen cinematográfica que parece abrir sutilmente la puerta de esa sexualidad posthumana: el coito en motion capture que propone Leos Carax en un momento de Holy Motors. Convenientemente enfundados en piel sintética puntuada por sensores, un hombre y una mujer elaboran una danza de acrobacias y de cunnilingus sin cunnilingus que es volcada en unas formas digitales que pronto abandonan toda verosimilitud anatómica para retorcerse, mutar y confundirse entre sí. Curiosamente, la imagen de esos amantes polimórficos se parece mucho a la que sirvió de portada a la edición española de Velocidad de escape.

Antes de que seamos capaces de dar ese salto conceptual que nos libere del cuerpo (uno de los sueños de la mística, de hecho: todo nos viene de antiguo y entre lo sacro y lo profano a menudo solo hay una membrana muy tenue), la interacción entre deseo y tecnología habrá tenido que afrontar uno de los grandes peligros detectados por privilegiados visionarios de nuestra imparable inmersión en el futuro: esa muerte del afecto de la que tanto habló un J. G. Ballard que, de hecho, junto a futuristas, dadaístas y Marshall McLuhan, acababa apareciendo inevitablemente en ese texto de Dery que hablaba tanto de la erotización de la máquina como de la deserotización –y deshumanización- del hombre. En la exposición «+Humanos. El futuro de nuestra especie» destacan dos piezas que, de algún modo, funcionan como la luz y la sombra de esta cuestión y buscan soluciones civilizadas al riesgo de nuestra caída en la sima del solipsismo y el onanismo existencial.

+ HUMANOS. Entrevista. Catherine Kramer presenta “Teledildónica para relaciones a distancia”, de Kiiroo from CCCB on Vimeo.

La Teledildónica para relaciones a distancia que propone la empresa Kiiroo une dos modelos de herramienta de uso común –por un lado, el consolador y la vagina portátil; por otro, las redes sociales y la comunicación virtual- para ofrecer una mejora evolutiva tanto del acto de sexo solitario con aditamento como de ese sexo telefónico cuyos usos benéficos para acortar lejanías geográficas entre amantes preceden en bastantes años la consolidación de las casi siempre nefastas líneas eróticas. Si el sexo telefónico ayudó y contribuyó a revitalizar el poder seductor de la palabra, la teledildónica ofrece la oportunidad de fortalecer aquel sentido que, según el maestro Jan Švankmajer –autor de una película fundamental sobre la masturbación y el fetiche: Conspirators of Pleasure-, tenemos más adormecido: el tacto. Sofisticados artilugios que masajean nuestros genitales mientras vemos a nuestros amantes en la distancia y hablamos con ellos proporcionan una innegable mejora respecto a otras estrategias previas, pero siguen topando con un viejo obstáculo que cobra una doble forma: pese a todo, seguimos estando solos, seguimos sintiendo la nostalgia de la piel…, porque no hemos aprendido a desarrollar una conceptualización de la sexualidad que nos libere del cuerpo. La teledildónica es algo parecido a comprarse un sofá mucho más cómodo (y con posibilidad de masajeo bajo el tapizado) para ponerlo donde antes había… otro sofá.

+ HUMANOS. Entrevista. Julijonas Urbonas habla de la “Máquina orgasmática” from CCCB on Vimeo.

La pieza de la exposición que más impresionó a este visitante fue la que prácticamente cerraba el recorrido: la Montaña rusa eutanásica de Julijonas Urbonas, una atracción aparentemente diabólica –pero en el fondo tan racional como la teledildónica- diseñada para garantizar una muerte inevitable –si bien placentera y espectacular- a sus usuarios. Es sabido que, en una exposición, las piezas dialogan entre sí y adquieren nuevos sentidos inesperados. Separadas por la distancia del recorrido, la Montaña rusa eutanásica y la Máquina orgasmática Cumspin conspiraban para inspirar una conexión entre Eros y Tánatos: además, habían salido de la cabeza de un mismo artista y compartían los códigos de la atracción ferial, lanzando el mensaje secreto de que el territorio cotidiano que más puede acercar al ciudadano de a pie a la experiencia mística de salirse del cuerpo es el parque de atracciones. Urbonas maneja, al hablar de su sofisticada Cumspin, conceptos tan estimulantes como los de «orgasmo hipergravitacional» y «sexo extraterrestre», que sugieren, pues, un acercamiento a esa utopía propuesta por Dery, la de una verdadera sexualidad posthumana que nos obligue a pensar más allá de nuestro envoltorio carnal. En la Cumspin se dan la mano el recuerdo del acumulador de energía orgónica de Wilhelm Reich y el de esa réplica bufa que fue el orgasmatrón imaginado por Woody Allen en El dormilón, al tiempo que se gestiona y racionaliza el uso seguro de esa autoasfixia erótica que llevó a los personajes de El imperio de los sentidos y a celebridades como David Carradine a transformar la petite mort en una muerte a secas. Lo desalentador de la Cumspin es lo que acaba diciendo de ella Julijonas Urbonas al final del vídeo: es solo una hipótesis. Es decir, pertenece, todavía, al terreno de lo utópico.

Muchas películas de ciencia ficción recientes han hablado del robot como prótesis afectiva de una humanidad tocada por severos déficits emocionales. Cada vez resulta más fácil volcar una simulación del afecto en una inteligencia artificial, pero parece que todavía se nos escapa eso de inventarnos sexualidades que trasciendan nuestra condición humana. Quizá el futuro acabe siendo eso: el lugar en el que amor y sexo vivirán en universos radicalmente distintos, donde aquello que llamábamos amor será lo que simularán nuestras creaciones sintéticas, mientras que todos nosotros nos hallaremos embarcados en inéditas acrobacias y posibilidades sexuales para las que ni siquiera hemos sido, de momento, capaces de esbozar un lenguaje.

Carolina López: «Estamos viviendo una segunda edad de oro de la animación española»

4 de diciembre de 2015 1 Comment

Carolina López es la comisaria deDel trazo al píxel, el ciclo de cine dedicado a la animación española que acoge el CCCB hasta el próximo 13 de diciembre. Con él, López pretende dar a conocer la historia de la animación estatal y valorizar piezas de una creatividad visual y narrativa desconocidas por el gran público. Carolina López es licenciada en Bellas Artes por la Universitat de Barcelona y en Cinema d’Animació pel West Surrey College of Art and Design de Farnham (Anglaterra). Su tesis final estuvo íntimamente relacionada con la animación española y, desde entonces, ha defendido a través de piezas audiovisuales, ciclos, exposiciones y libros su relevancia en la historia del cine estatal. Actualmente dirige el Xcentric y el Animac de Lleida (la muestra de cine de animación de Catalunya).

La entrevistamos para que nos explique los orígenes del ciclo ’Del trazo al píxel’, nos hable de sus puntos fuertes y comparta su particular visión del estado de la animación en el país.

Carolina López Caballero, comisaria del ciclo

¿Cómo nació ‘Del trazo al píxel. Un recorrido por la animación española‘?

Nació para remediar el olvido de la historia del cine animado en España y para dar visibilidad internacional al cine animado más arriesgadas e independiente de nuestro entorno. En un plano más personal, surge también de la frustración constante de no poder ver en buenas condiciones, o simplemente no poder ver ni mostrar, ciertas películas de dibujantes y animadores que admiro, hitos de nuestra historia prácticamente inaccesibles. Desde hace tiempo tenía ganas de trazar y compartir un recorrido a través de todas las décadas, no sólo por escrito, sino viendo las películas.

¿Cómo ha sido el proceso de recuperación de las obras?

Cuando se lleva a cabo un proyecto de este tipo, la selección es sólo un primer paso, luego hay que localizar quien tiene los derechos de todas y cada una de las piezas y por otra parte dónde están los materiales. A veces una pieza es difícil de conseguir por el tema de derechos, otras porque no se encuentran los materiales en condiciones óptimas. Aunque parezca mentira, hay piezas relativamente recientes, en animación 3D, cuyos archivos originales se han perdido (como es el caso de ‘Metamorphosis Part I’, primer cortometraje de Charlie Ramos, un gran animador que ahora trabaja en Pixar). Afortunadamente están las filmotecas que, además de sus colecciones, guardan en depósito películas de mucha gente y nos han ayudado enormemente, sobre todo con los materiales históricos. En general, las películas anteriores a los años 90 estaban en malas condiciones y se ha hecho un trabajo importante de remasterización, digitalización y restauración.

Amarillo verano, Javier Mariscal, 1999

¿Has hecho algún descubrimiento en el proceso de investigación? ¿ Se han establecido relaciones inesperadas?

Sí, gracias a Filmoteca de Catalunya hemos ‘descubierto’ una pieza descatalogada, se trata de un anuncio de Enrique Ferrán de tiempos de la Primera República y se ha digitalizado del nitrato original. También, tras el rastro de los anuncios de los Estudios Moro, encontramos en Madrid una gran colección de anuncios preservados por Moviercord, miles de anuncios en imagen real y animación conservados en película cinematográfica. La gente de Movierecord fueron extraordinariamente colaborativos y además han depositado esa impresionante colección en Filmoteca Española.

Las relaciones más interesantes entre obras han sido las que han conectado a distintas generaciones de animadores; desde el punto de vista de contenidos o estética, pero también por los encuentros que el programa ha propiciado entre autores. En la presentación internacional del ciclo en Francia, en el festival de Annecy, se reunieron más de 25 autores y autoras de todo el Estado. En este sentido, seguimos compartiendo la alegría de ver las películas recuperadas con sus animadores, algunos octogenarios (como Pablo Núñez en Madrid o Pepita Pardell en Barcelona) , que no habían visto sus películas en tan buen estado desde que las vieron estrenarse.

¿Cómo se transforma la animación durante el franquismo respecto a otras épocas?

El régimen franquista apoyó sorprendentemente la animación (y el cine en general), y sobre todo en el primer período de autarquía. Aprendió de los americanos la importancia de entretener y ‘educar’ a través de la pantalla. Así, por ejemplo nació ‘Garbancito de la Mancha’, el primer largometraje de dibujos animados del Estado y la primera película animada a color de Europa. El guión era de Julián Peymartín, autor de la Teoría de la Falange .

‘Garbancito’ se produjo en Barcelona (Productora Balet y Blai) aunque ni el realizador, Arturo Moreno, ni los dibujantes eran afines al régimen. También se favoreció la producción de series para el cine con personajes influenciados por Disney, los hermanos Fleischer o las tiras de humor de los diarios de la época. Todo, aderezado con la tradicional picaresca española. La producción de estas series vio su fin con la aparición de NO-DO, ya que ocupaban el mismo espacio en los cines; delante de los largometrajes, al inicio de cada sesión.

Estela, Frederic Amat, 2015

¿Podemos hablar de ‘épocas de oro’ de la animación española?

Los libros hablan, precisamente, de los años 40 como época de oro, pero creo que ahora estamos viviendo una segunda y mucho más importante edad de oro, ya que, además de la potencia creativa, esta tiene una repercusión internacional que no tuvo la primera.

¿Cómo definirías el panorama actual de la animación estatal?

Extraordinario en cuanto a la calidad de nuestras animaciones y la preparación de nuestros profesionales y artistas. Pero falta un apoyo más decidido por parte del Estado con incentivos fiscales y de las televisiones que pueda facilitar una continuidad a las productoras y remediar la precariedad de muchos de los que trabajan en este sector. En el ámbito más independiente, faltan ayudas específicas por parte de las instituciones que tratan a la animación como al cine de imagen real, cuando tienen tiempos y requerimientos de producción muy diferentes.

¿Qué ventajas ves en la animación respecto a otras artes para explicar historias y realidades sociopolíticas?

Básicamente puedes abordar situaciones implanteables en otros ámbitos, por la distancia y el valor simbólico que imprime el dibujo y por el mismo estigma que éste arrastra, como algo infantil, inofensivo…eso le otorga una mayor libertad.

Se pueden crear piezas simbólicamente tan potentes como las que Gabriel Blanco hizo a partir de historietas de OPS o Chummy Chumez en los años setenta o sodomizar salvajemente en la pantalla a los poderosos como hacen hoy Trimono. Con la debida elegancia, no hay límites para la impertinencia. Y sin elegancia, también.

Entrevista realizada por Marina Cisa y Diana Mizrahi.

El ciclo ‘Del trazo al píxel’ se lleva a cabo en el CCCB del 3 al 13 de diciembre. Todas las sesiones son gratuitas. Consultad el programa aquí

Amor en punto de fuga. Las “gandules” se ponen románticas

24 de julio de 2015 No Comments

Nacho Moreno, programador de Gandules’15, nos explica de qué trata Gandules’15 y repasa brevemente la aportación de cada film a la temática global del ciclo: el amor en todas sus formas. 

¿De qué va, según mi punto de vista, Gandules 2015?

Primero va de la pasión, de la pasión amorosa. Todas las películas tratan sobre conflictos amorosos, sobre pasiones sensuales y sobre deseos sexuales algunos subliminados y otros llevados hasta sus últimas consecuencias. Las películas también han sido elegidas como un acto de amor.

Fotograma de “Muchachas de uniforme”

Es también un ciclo de cine sobre la pasión amorosa que sabe que es diversa. Hay cuatro películas de temáticas LGTB, una poliamorosa y en dos de las heterosexuales la protagonista es una mujer que no es joven. Es también diversa en forma, ya que hay una película muda, otra clásica, un par de dramas y un par de comedias y hay tres películas realmente oscuras. Junto a eso también destacar que es diversa en origen, ya que la película japonesa está basada en un manga bizarro y la clásica en un novelón de Lloyd C. Douglas, hay otras que beben del videoclip o las teorías de Judith Butler.

Es un ciclo donde se presta atención a las circunstancias sociales que rodean a la pasión amorosa, desde la homofobia al capitalismo pasando por el neocolonialismo y el turismo sexual. Es decir, una de las ideas que hay detrás del ciclo es que la llama del amor no se enciende en el vacío.

También, y esto es importante, es un ciclo divertido y asequible. He estado pensando mucho sobre las pelis y  he descubierto que pese a que son muy interesantes y desconocidas no son grandes obras maestras (la de Fassbinder, por ejemplo, no es la GRAN obra de Fassbinder) pero son películas que hablan de manera diferente del amor y que van a funcionar a la perfección en las calurosas noches de verano. De hecho, algo que podemos explotar es que el ciclo me recuerda a esos relatos que regalan en los periódicos en verano o a esa novela que llevas todo el año queriendo leer y que te la bajas todos los días a la playa. LLEGIR MÉS-LEER MÁS-READ MORE

Todas las cartas

23 de julio de 2015 No Comments

Una exposición no solamente es un “lugar”; las distintas formas que toma un proyecto cuando se materializa a lo largo de su recorrido expositivo, cuando se presenta en el CCCB y en las sedes itinerantes que la acogen; sino que también es lo que queda en cada uno de los visitantes, lo que los conmueve, lo que se apropian del proyecto para reformularlo.

Hace poco se proyectaron en la Filmoteca de Catalunya los trabajos que han realizado los alumnos del programa pedagógico Cinema en curs. Entre ellos, los treinta minutos de correspondencias fílmicas  “Desde nuestros barrios” que filmaron los alumnos de 3º de ESO del colegio Montserrat, en el barrio de Orcasitas de Madrid, y los alumnos del mismo curso del Instituto Bellvitge, en l’Hospitalet de Llobregat. Treinta minutos de Cine en mayúsculas a través de los cuales los alumnos han hecho un retrato sobrecogedor de la morfología de estos dos barrios obreros, que retratan a la gente que vive allí y sintetizan su historia colectiva. Os los recomiendo: son francamente excepcionales.

Son treinta minutos de cartas que continúan y hacen crecer alrededor de cuarenta vídeo-cartas iniciales propuestas por Víctor Erice y Abbas Kiarostami; Isaki Lacuesta y Naomi Kawase; Jaime Rosales y Wang Bing; Albert Serra y Lisandro Alonso; José Luis Guerín y Jonas Mekas, y Fernando Eimbcke y So Yong Kim en el proyecto Todas las Cartas, de 2011.

Cuatro años después de su presentación, la propuesta de esta exposición sigue viva, no solamente a través de las ocho itinerancias que han permitido presentarlo en Madrid, México, Buenos Aires, Seúl, Berlín y Estambul, y del DVD que editó Cameo, sino también en su proyección en más de 32 festivales de cine de todo el mundo.

Pero tal vez lo más emocionante, por encima del éxito de la recepción, lo que hace que el proyecto adquiera todo su sentido es poder seguir su rastro más o menos difuso en la mirada extraordinaria de estos alumnos de Orcasitas y Bellvitge.

La lista musical más romántica del verano

15 de julio de 2015 No Comments

Estos meses centrales del año, con el calorcito, las vacaciones y todas las horas del día para disfrutarlas, son también los de las aventuras y el amor. Por esto, la programación de Gandules – Gas Natural Fenosa de este año lleva por título “Amor en punto de fuga”. A lo largo de tres semanas, proyectaremos películas con el amor como protagonista. El amor heterosexual, el amor homosexual, el amor reprimido o el amor explosivo.

Y como el amor también es el protagonista de las canciones de nuestra vida, hemos decidido crear una lista musical con aquellos temas que, por un motivo u otro, nos remiten al amor o al enamoramiento. Y hemos pedido a varios expertos en música que la empiecen con sus temas favoritos.

Albert Salinas, Wooky, co-director del festival Lapsus, recomienda Strange Emotion, de Jessy Lanz, incluida en el ábum Pull My Hair Back [Hyperdub, 2013]

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Elijo esta canción porque desde mi punto de vista define muy claramente la incertidumbre de este sentimiento que crece dentro de ti cuando te enamoras, una serie de emociones extrañas que uno no tiene muy claro si rechazar o recibir con los brazos abiertos. En definitiva, la dificultad de descifrar si lo que empiezas a sentir es amor de verdad o sencillamente un espejismo.

Ingrid Guardiola, coordinadora del ciclo BCNmp7, recomienda tres canciones:

I put a spell on you es una canción escrita por Screamin’ Jay Hawkins y versionada por casi todo el mundo. Es un tema al servicio del erotismo salvaje y de la chifladura revitalizante. Los que se la hicieron suya a posteriori le dieron una gravedad que no se encontraba en la original.

Ne me quitte pas de Jacques Brel es la más bella humillación de amor. En algunas versiones el trémolo del piano de fondo se corresponde con el trémolo de sus enormes incisivos. “Déjame ser la sombra de tu sombra, la sombra de tu mano, la sombra de tu perro”, declama Brel entre sudores, lágrimas y saliva, buscando el drama en sus humores, hipnotizando el público y la cámara de televisión con su rostro desencajado

Mickey Baker era el profesor de Sylvia Robinson y formaron banda (Mickey & Sylvia)  y sello, aunque cuando una  escucha temas como Dearest sólo puede imaginarse amor entre los dos, puro amor. Es una canción sencilla sobre el amor de pareja y sobre el envejecer juntos a pesar del propio pesar del tiempo.

Miqui Otero, co-director del festival Primera Persona, elige If this is love I’d rather be lonely, de The Precisions. 

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Todos nos ponemos algo melodramáticos, y también ridículos, cuando hablamos de amor, ¿no? Pues hagámoslo a lo grande: con estribillo, violines agazapados en las esquinas y grandes trompetas. Siendo muy pero que muy bocazas. Queriendo cantar sobre el amor y haciéndolo sobre desamor. Es decir: si esto es amor, cáspitas, ¡casi que preferiría estar solo!

Mery Cuesta, programadora de la sesión “Metalúrgias” de BCNmp7 elige dos canciones:

24 hours from Tulsa, de Gene Pitney.

Cariño: estaba a sólo 24 horas de casa, me paré a tomar un café, me enamoré de la camarera de la gasolinera, y que me esperes sentada. Increíble y sorprendente trama la del padre de familia que lo deja todo por un amor fugaz de carretera en la dulce voz de uno de los crooners más significativos de los 60, que rubrica el tema en plan confesión: “Así que no volveré a casa nunca, nunca… más”.

Johnny, remember me, de Johnny Leyton

Pocas canciones representan de manera más romántica una historia de amor con espectro de por medio. En 1961, Jonh Leyton se ponía en la piel de un hombre que perdió a su novia, pero que a veces sigue oyendo su voz sobrenatural diciendo desde el más allá “Johnny, Recuérdame….” Una producción crepuscular con el sello del singular productor Joe Meek: reverbs, ectoplasmas y coros fantasmales.

Joan S. Luna, periodista musical y programador de la sesión “Metalúrgias” de BCNmp7 elige tres canciones: Our song, de The XX; Skinny love, de Bon Iver, y The One I love, de REM, en la versión de Sufjan Stevens

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Lo cierto es que me sorprende que a la hora de elegir tres canciones de amor me vengan muy pocas a la cabeza, por lo menos en el sentido más eufórico del concepto amar. Digamos que suelo conectar mucho más con la cara más melancólica del amor (y del desamor, claro está).

Podría haber elegido tres temas que tomasen líneas muy distintas en lo lírico y en lo musical, pero he preferido seleccionar tres que mantengan un espíritu parecido y que transmitan un sentimiento muy concreto frente al amor. Estas tres canciones podrían parecer tristes -de hecho lo son-, pero ¿no era el amor algo muy complicado y complejo?

Sergio Silva, director del festival Emergència!, elige dos canciones:

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Bad things, de Tricky, incluida en el ábum Premillenium Tension

Porqué decir amor si lo que realmente supura esta canción es sexo?

Tricky siempre ha sido el ejemplo escenificado del sexo sin amor, sucio y oscuro que pone imágenes a tus sueños prohibidos.

Gene Clark, de Teenage Fanclub, dins l’àlbum Thirteen

Aquel invierno del 97 fue especialmente duro… el frio y la lluvia estuvieron presente casi cada día. Mientras, la bobina derecha del casete finiquitaba los últimos cms de música… era el momento d rebobinar y poner aquella canción que tanto me recordaba a ella.

Todo y que los años han pasado siempre le estaré agradecido por tener el valor de decirme aquella frase lapidaria. Gracias a ella no solo cambié el rumbo de mi vida sino que además encontré a la persona que durante tantos años me ha aguantado y a la que tanto quiero.

Y tú, ¿qué canción elegirías? Compartela con nosotros en las redes socials con la etiqueta #gandules15 y entre todos haremos la lista más romántica del verano, que se podrá escuchar cada día antes de la proyección y también en Spotify: Amor en punt de fuga – Gandules Gas Natural Fenosa.