Carolina López es la comisaria de ‘Del trazo al píxel’, el ciclo de cine dedicado a la animación española que acoge el CCCB hasta el próximo 13 de diciembre. Con él, López pretende dar a conocer la historia de la animación estatal y valorizar piezas de una creatividad visual y narrativa desconocidas por el gran público. Carolina López es licenciada en Bellas Artes por la Universitat de Barcelona y en Cinema d’Animació pel West Surrey College of Art and Design de Farnham (Anglaterra). Su tesis final estuvo íntimamente relacionada con la animación española y, desde entonces, ha defendido a través de piezas audiovisuales, ciclos, exposiciones y libros su relevancia en la historia del cine estatal. Actualmente dirige el Xcentric y el Animac de Lleida (la muestra de cine de animación de Catalunya).
La entrevistamos para que nos explique los orígenes del ciclo ’Del trazo al píxel’, nos hable de sus puntos fuertes y comparta su particular visión del estado de la animación en el país.
¿Cómo nació ‘Del trazo al píxel. Un recorrido por la animación española‘?
Nació para remediar el olvido de la historia del cine animado en España y para dar visibilidad internacional al cine animado más arriesgadas e independiente de nuestro entorno. En un plano más personal, surge también de la frustración constante de no poder ver en buenas condiciones, o simplemente no poder ver ni mostrar, ciertas películas de dibujantes y animadores que admiro, hitos de nuestra historia prácticamente inaccesibles. Desde hace tiempo tenía ganas de trazar y compartir un recorrido a través de todas las décadas, no sólo por escrito, sino viendo las películas.
¿Cómo ha sido el proceso de recuperación de las obras?
Cuando se lleva a cabo un proyecto de este tipo, la selección es sólo un primer paso, luego hay que localizar quien tiene los derechos de todas y cada una de las piezas y por otra parte dónde están los materiales. A veces una pieza es difícil de conseguir por el tema de derechos, otras porque no se encuentran los materiales en condiciones óptimas. Aunque parezca mentira, hay piezas relativamente recientes, en animación 3D, cuyos archivos originales se han perdido (como es el caso de ‘Metamorphosis Part I’, primer cortometraje de Charlie Ramos, un gran animador que ahora trabaja en Pixar). Afortunadamente están las filmotecas que, además de sus colecciones, guardan en depósito películas de mucha gente y nos han ayudado enormemente, sobre todo con los materiales históricos. En general, las películas anteriores a los años 90 estaban en malas condiciones y se ha hecho un trabajo importante de remasterización, digitalización y restauración.
¿Has hecho algún descubrimiento en el proceso de investigación? ¿ Se han establecido relaciones inesperadas?
Sí, gracias a Filmoteca de Catalunya hemos ‘descubierto’ una pieza descatalogada, se trata de un anuncio de Enrique Ferrán de tiempos de la Primera República y se ha digitalizado del nitrato original. También, tras el rastro de los anuncios de los Estudios Moro, encontramos en Madrid una gran colección de anuncios preservados por Moviercord, miles de anuncios en imagen real y animación conservados en película cinematográfica. La gente de Movierecord fueron extraordinariamente colaborativos y además han depositado esa impresionante colección en Filmoteca Española.
Las relaciones más interesantes entre obras han sido las que han conectado a distintas generaciones de animadores; desde el punto de vista de contenidos o estética, pero también por los encuentros que el programa ha propiciado entre autores. En la presentación internacional del ciclo en Francia, en el festival de Annecy, se reunieron más de 25 autores y autoras de todo el Estado. En este sentido, seguimos compartiendo la alegría de ver las películas recuperadas con sus animadores, algunos octogenarios (como Pablo Núñez en Madrid o Pepita Pardell en Barcelona) , que no habían visto sus películas en tan buen estado desde que las vieron estrenarse.
¿Cómo se transforma la animación durante el franquismo respecto a otras épocas?
El régimen franquista apoyó sorprendentemente la animación (y el cine en general), y sobre todo en el primer período de autarquía. Aprendió de los americanos la importancia de entretener y ‘educar’ a través de la pantalla. Así, por ejemplo nació ‘Garbancito de la Mancha’, el primer largometraje de dibujos animados del Estado y la primera película animada a color de Europa. El guión era de Julián Peymartín, autor de la Teoría de la Falange .
‘Garbancito’ se produjo en Barcelona (Productora Balet y Blai) aunque ni el realizador, Arturo Moreno, ni los dibujantes eran afines al régimen. También se favoreció la producción de series para el cine con personajes influenciados por Disney, los hermanos Fleischer o las tiras de humor de los diarios de la época. Todo, aderezado con la tradicional picaresca española. La producción de estas series vio su fin con la aparición de NO-DO, ya que ocupaban el mismo espacio en los cines; delante de los largometrajes, al inicio de cada sesión.
¿Podemos hablar de ‘épocas de oro’ de la animación española?
Los libros hablan, precisamente, de los años 40 como época de oro, pero creo que ahora estamos viviendo una segunda y mucho más importante edad de oro, ya que, además de la potencia creativa, esta tiene una repercusión internacional que no tuvo la primera.
¿Cómo definirías el panorama actual de la animación estatal?
Extraordinario en cuanto a la calidad de nuestras animaciones y la preparación de nuestros profesionales y artistas. Pero falta un apoyo más decidido por parte del Estado con incentivos fiscales y de las televisiones que pueda facilitar una continuidad a las productoras y remediar la precariedad de muchos de los que trabajan en este sector. En el ámbito más independiente, faltan ayudas específicas por parte de las instituciones que tratan a la animación como al cine de imagen real, cuando tienen tiempos y requerimientos de producción muy diferentes.
¿Qué ventajas ves en la animación respecto a otras artes para explicar historias y realidades sociopolíticas?
Básicamente puedes abordar situaciones implanteables en otros ámbitos, por la distancia y el valor simbólico que imprime el dibujo y por el mismo estigma que éste arrastra, como algo infantil, inofensivo…eso le otorga una mayor libertad.
Se pueden crear piezas simbólicamente tan potentes como las que Gabriel Blanco hizo a partir de historietas de OPS o Chummy Chumez en los años setenta o sodomizar salvajemente en la pantalla a los poderosos como hacen hoy Trimono. Con la debida elegancia, no hay límites para la impertinencia. Y sin elegancia, también.
Entrevista realizada por Marina Cisa y Diana Mizrahi.
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El ciclo ‘Del trazo al píxel’ se lleva a cabo en el CCCB del 3 al 13 de diciembre. Todas las sesiones son gratuitas. Consultad el programa aquí
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