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BCNmp7: Galería de versiones extremas

7 de octubre de 2015 No Comments

Quizás os hayáis encontrado alguna vez en la situación de llegar tarde a una versión musical. Queremos decir llegar tarde como quien llega tarde a una fiesta y se encuentra los grupitos de conversación ya formados, las botellas medio vacías y el aire rancio, y escucha bromas que no acaba de entender, y sonríe, estúpidamente, por si acaso. Se trata de la situación en la que descubres que un tema que te gusta y que creías original no lo es, que es en realidad una versión de un tema más antiguo. Un amigo que entiende de ello más que tú te habla de esto un día, como de pasada, y también esta vez callas y sonríes, por si acaso, mientras piensas cómo se transformará a partir de ahora este tema, como el equilibrio entre lo que es esencial y lo que es decorativo cambiará irremediablemente cuando escuches la versión original. Este momento de perplexidad ante la música, este estado de desorientación, de descuido, de falta de información o de criterio es lo que queremos propiciar en la Galería de versiones extremas. Intentaremos describir este estado haciendo tres preguntas, planteadas desde la posición de los programadores, de los músicos y del público. Son estas:

¿Qué hemos escrito? Durante las semanas previas al concierto, hemos escrito cinco partituras, versiones de los cinco temas que comprende el programa (que, por el momento, no diremos cuáles son). Solemos pensar que la partitura de un tema registra lo que es esencial, lo que hace que lo que suena sea realmente aquel tema, y que las desviaciones de la partitura, que los músicos cometen necesariamente a la hora de tocarla (las irregularidades humanas del tempo, de la intensidad y de la afinación) son un complemento personal y expresivo. Pero las partituras que hemos escrito no funcionan de esta forma. A la manera de las partituras indeterminadas de Morton Feldman, hemos escrito una serie de instrucciones que, si bien indican a los músicos lo que tienen que tocar, lo hacen de un modo tan abierto, genérico y, a veces, misterioso, que a la música que resulte de ello, la parte de desviación personal no será menos importante que la parte fijada en la partitura. En ellas la frontera entre el tema y la versión es difusa. Incluso, quizás, la versión cobra más relevancia y acaba erosiando el corazón mismo del tema versionado. ¿Lo que hemos escrito son, pues, partituras?¿Dicen el tema que escucharemos?¿O son indicaciones, sugerencias, excusas, para que los músicos inventen, mientras tocan, un tema nuevo? Pero una partitura que no es una partitura de un tema, ¿es aún una partitura?¿O quizás tendríamos que llamarlo de otra forma?

¿Qué estamos tocando? Las peticiones musicales son terriblemente desconsideradas. Play it again, Sam, toca aquel tema, aquel y no otro, el que tú y yo sabemos, aquel tema único, que tiene un sentido único en mi vida. Y el músico toca el tema que pides, pero tú casi no lo estás escuchando, porque no quieres escuchar nada nuevo, sino la imagen musical exacta que tienes en la memoria. Quieres volver a escuchar aquel tema, again, quieres revivir una experiencia del pasado. Pero en la Galería de versiones extremas la mayoría de los músicos, durante la mayor parte del concierto, no sabrán el tema que están tocando. Quizás lo descubrirán en algún momento, quizás no; en todo caso, podrán tocar en el último límite de la versión musical, el de la ignorancia del tema versionado, libres, por momentos, de las peticiones musicales que los programadores les hacemos.

¿Qué estamos escuchando? Gozar de la música no siempre tiene que querer decir cerrar los ojos y dejarse llevar. A veces, los melómanos, los que amamos la música, también queremos entender lo que está pasando. Entender, como en el verbo francés, entendre, que puede traducirse más o menos por el nuestro “oír”. La Galería de versiones extremas es un concierto en código estrictamente abierto: los oyentes podrán ver proyectada la misma partitura que los músicos tienen delante de ellos. Así podrán intentar entender, mientras escuchan la versión de un tema, cómo está organizada, cómo está codificada, cómo funciona. Podrán intentar sacar el entrelazado, incluso quizás adivinar de qué tema se trata. Pero, entender la música, ¿requiere que nos entre por los ojos?¿O quizás por las orejas?¿O por los ojos y las orejas alternativamente?¿O por los ojos y las orejas a la vez?¿O por la piel?

Laia Torrents, Roger Aixut y Lluís Nacenta son los programadores de esta sesión del ciclo BCNmp7.

BCNmp7. Galería de versiones extremas tendrá lugar el 15 de octubre en el CCCB.

BCNmp7: Metalúrgias

30 de mayo de 2015 No Comments

El futuro del cliché

Mery Cuesta

El metal es un género musical fuertemente estereotipado. Alrededor de él se han establecido una serie de imaginarios bien definidos que actúan como emblemas de orgullo pero también como estigmas. Estas señas de identidad fijas y reconocibles se construyen, primero de todo, sobre el concepto de oscuridad: el color negro predomina en la cultura del metal ponderando el espíritu a la contra, esto es, la simpatía hacia el otro lado de la luz. Sobre este sombrío telón de fondo, desfilan las inevitables tachuelas de metal (tililantes como minúsculas estrellas), el áspero apresto del cuero, elementos pop como chapas o cruces invertidas, las largas cabelleras, y la sempiterna calavera, que con su aliento metafísico se erige históricamente como el símbolo subcultural por excelencia. Para acabar, perfúmese este amasijo de un intenso olor a cerrado y a testosterona.

Este compendio es en sí mismo, según el imaginario popular, un jevi o un metalero. Una prueba del algodón que demuestra la fuerte estereotipación asociada al género y a sus acólitos reside en la misma existencia de la parodia dentro del mainstream: desde la película This is Spinal Tap, hasta la madrileñísima Isi Disi, o aquel anuncio de 2007 de la ONCE de los jevis en la playa (“el premio más heavy de la ONCE”, decía el slogan), demuestran que la señas de identidad del heavy y el metal – indistinguibles para la generalidad de la esfera social- están fuertemente adheridas al inconsciente popular, pues es capaz de descodificarlas y, en consecuencia, reírse de ellas.

F/E/A

Y lo cierto es que a la sociedad ya le conviene estereotipar el metal, pues estereotipar – y ni digamos parodizar – las subculturas es domesticarlas. Poder reírse de los jevis y sus pintas es desactivarlos. Ridiculizar al otro es un mecanismo típicamente humano para perder el miedo a lo extraño. Y es que las subculturas vienen a ser como quistes en el sistema, esto, es, nódulos o grupúsculos que con su diferencia hacen que la sociedad vea amenazada la estabilidad que procura la homogeneidad. Para sobrevivir y conservar el espíritu a contrapelo que da razón de ser a lo subcultural, el metal debe evolucionar, unido, pero alejándose paulatinamente de los clichés. No se trata de encerrarse en uno mismo, de cocernos en nuestro propio jugo, sino de evolucionar nuestro sabor hacia nuevos confines. Esta evolución pasa por las alquimias con otras músicas, los recambios de ambición y la conquista de nuevos espacios.

También pasa por la ruptura y el divertimento estético. Me pedían hace poco unas declaraciones para un programa de Radio Euskadi dedicado al metal llamado “El bueno, el feo y el malo”, preguntándome si se puede ser jevi o metalero sin vestir como el cliché que comentábamos al principio. Yo digo que sí, que se puede porque el metal es una pasión que principalmente va por dentro. Yo digo que juguemos al despiste con los que encasillan y parodian. El futuro del cliché siempre debe ser el de desintegrarse y volverse a reintegrar de manera cíclica, reincorporando nuevas sustancias en cada mutación.

La parte por el todo

Joan S. Luna

Si existe un género al que parte de la crítica y ciertos sectores de los aficionados a la música alternativa ha tratado injustamente a lo largo de los años no cabe duda de que es el metal. Lastrado por algunos de los tópicos asociados desde sus inicios al heavy metal, sus detractores han confundido en infinidad de ocasiones la parte con el todo, errando el punto hacia el que disparaban una y otra vez sus dardos envenenados. Mientras a otros géneros incluso menos inquietos se les atribuían propiedades casi sobrehumanas, al metal se le trataba con ese desprecio que solamente puede dar el desconocimiento. Se le recluía en esas mazmorras oscuras y llenas de monstruos en las que supuestamente sucedían las historias que se nos contaban en muchos y muchos discos.

Obsidian Kingdom

Pero mientras, fuera, libres y sin ataduras, infinidad de artistas experimentaban con aquellas primeras herramientas que los pioneros habían puesto en sus manos. Retorcían las reglas que solamente algunos consideraron inamovibles, deconstruían conceptos a la búsqueda de nuevos horizontes, provocaban cruces bastardos con otros géneros, aportaban novedades inimaginables y, con ello, ensanchaban el universo del metal. Así nacieron y evolucionaron, así nacen y evolucionan, así nacerán y evolucionarán infinidad de nuevos creadores que llevarán un paso más allá unas fronteras estilísticas que cada día quedan más difuminadas. Conforme eso sucede, el metal se aleja de los tópicos, crece, madura y se gana el respeto de muchos músicos y aficionados que entienden que siempre hay que sumar y nunca restar en cuestiones musicales.

Ahora, décadas después de que alguien rasgase una guitarra de un modo distinto dando pie al nacimiento de un nuevo sonido, la familia del metal ha crecido hasta límites insospechados expandiéndose en infinidad de subgéneros y evitando el anquilosamiento.

Maud the moth

De ahí la necesidad de dar forma a algo como Metal·lúrgies. Porque queremos mostrar la diversidad del metal, porque queremos que salga a la luz su vocación experimental, porque queremos romper con los tópicos, porque queremos darle la relevancia que muchas veces se le niega, porque nos sentimos orgullosos de haberle prestado tanta atención a una música que toma mil caminos, formas y discursos, que adora la velocidad extrema y la lentitud más ceremonial, que puede levantar catedrales de sonido sobre guitarras eléctricas o puede echar mano de la electrónica para amplificar su crudeza y su fiereza. Y para ello nada mejor que compartirlo. Dejémonos llevar por la improvisación, por la electricidad y por la fiereza. Hagámoslo y, sobre todo, disfrutemos del camino juntos.

La sesión “Metalúrgias” del ciclo BCNmp7 tendrá lugar en el CCCB el 4 de junio. Más información en este enlace: http://www.cccb.org/es/musica_i_art_escenic-bcnmp7_metallrgies-153168

Los 5 dubs favoritos de STA

11 de marzo de 2015 No Comments

Pope, líder y fundador de STA, escoge cinco temas de dub que explican el discurso sonoro de su grupo.

1) Lee Perry – Black Board Jungle

Máster de los másters de la creación en el estudio, mago del sonido… Qué se puede decir de Lee Perry… Está a la altura de los mejores productores de música de todos los tiempos. Un genio. Esa intro, con la voz y la batería… Éste disco es un imprescindible.

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El virus del groove y el beat

4 de marzo de 2015 No Comments

Las escenas locales están en peligro de extinción. Sin embargo, a pesar de la homogenización cultural, el arte persiste. La creatividad y la pasión de la expresión colectiva es parte del espíritu artístico de las ciudades. Las escenas sonoras han jugado un papel decisivo en la creación del relato cultural y han sido las impulsoras de la actividad local a través de la música popular, creando un vínculo de comunidad experimentadora e integración social. Las escenas han creado redes de sociabilidad que han dado forma al consumo cultural, a la creación y a la construcción de una identidad autóctona. De ellas parten los primeros pasos que dan pie a una visión de la música como una herramienta que afecta al orden expresivo pero también, y sobre todo, al orden de acción real. Las escenas están casi siempre en el límite cero de la música.

Panorama: Barcelona Negra en el BCNmp7 quiere reivindicar la importancia de las escenas musicales locales y sus activistas. Y lo hacemos en un momento en el que están perdiendo su protagonismo porque el peso de la globalización cultural las está aniquilando. La sesión pone el foco de atención, en concreto, en la escena de música negra de Barcelona. La música de raíz afroamericana está presente en nuestra ciudad desde hace décadas y sirve de telón ideológico para articular la pulsión creativa de los muchos estilos afiliados a ella: funk, dub, soul, jazz, hip hop, disco, blues y muchos más.

Desde la escena jazzística de los 60 y 70, que capitalizó la maestría de Tete Montoliu, hasta el novísimo movimiento de las bandas de funk y soul, Barcelona ha sido escenario de grandes movimientos de música negra. Sin hacer ruido ni pedir protagonismo, los grupos y artistas de aquí con raíces creativas afroamericanas han construido una escena abierta y de gran riqueza musical.

Hoy, en esta primera sesión de BCNmp7 de 2015, nos fijamos en esta riqueza a través de tres artistas que saben echar la vista atrás para proyectar hacia adelante: STA, una formación con conexiones mallorquinas que trae el dub jamaicano a un terreno completamente contemporáneo; The Slingshots (probablemente el grupo más vibrante de la escena funk actual en Barcelona; y Griffi, para muchos el productor más relevante y futurista de la historia del hip hop nacional, gran amante del funk y el electro de todas las épocas.

Jaime Casas y Carles Novellas son los programadores de la sesión BCNmp7 Panorama: Barcelona Negra, que tendrá lugar el próximo 12 de marzo en el CCCB.

Políticas musicales

6 de noviembre de 2014 No Comments

El pasado jueves empezamos la última sesión del ciclo #BCNmp7 titulado POLÍTICAS MUSICALES con la grabación de un programa de radio, conducido por la periodista Lucía Lijtmaer, en el que tratamos, desde distintos puntos de vista, las relaciones que unen la música y la política. Ta,bién intervinieron los tres programadores de la sesión, Marc Balfagón (Fundación Robo), Jordi Oliveras (Indigestió) y Carlos Carbonell (Internet 2), así como los músicos que actuarán el 13 de noviembre en el Teatre CCCB: Grey Filastine y Dick El Demasiado. Durante el programa también entrevistamos telefónicamente al periodista y crítico musical Víctor Lenore, que acaba de publicar su libro “Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural”.

A continuació us destaquem alguns fragments del programa.
A continuación os destacamos algunos fragmentos del programa.

Fundación Robo se crea a partir de todas las manifestaciones que hubo posteriores a mayo de 2011 (…). Nuestro sentido primero fue visibilizar la relación entre música y política, sobre todo en el sentido de las letras y de tratar ciertas temáticas en estilos donde habitualmente no se hacía. Esta relación iba a más, en el sentido de que la gente se sentía interpelada por todo lo que estaba pasando” (Marc Balfagon)

“En Indigestió siempre nos ha interesado la música que se hace en la ciudad. A partir de aquí fuimos construyendo una manera de entender a los músicos como alguien a quien tenemos cerca y que habla de nuestras cosas. Pero en el momento en el que aquí empieza a haber una escena importante y esta no se refleja cosas que a nosotros nos preocupaban políticamente, empezamos a preguntarnos qué pasaba.” (Jordi Oliveras)

“Yo (Internet 2) empecé como músico y he acabado accidentalmente haciendo de promotor. Un poco como una cosa visceral de traer aquello que te gustaría ver. Lo que no encuentras, te lo inventas. Y estoy aquí en la misma lucha y con la oportunidad de hacer cosas y con medios. Y se agradece.” (Carlitos Carbonell)

¿Cómo te relacionaste como músico con los movimientos antiglobalización y cuándo comenzaste?  “De esto hace unos 15 años. Ya llevaba un tiempo haciendo música y política, pero cuando llegamos a este momento de la anti-globalización hubo una explosión de nueva energía, parecido a lo que fue aquí el 15M. En esa época formamos un grupo, como una marching band, específicamente para dar banda sonora a estas manifestaciones. Y fuimos por todo el mundo haciendo las bandas sonoras en directo.” (Grey Filastine)

(Dick El Demasiado) “Yo creo que todo lo que hago es un acto político. Mi música es bastante pesada, si vas escuchando los textos y vas siguiendo mi actitud en el mundillo pequeño de la música o en el mundo grande “del mundo”. Sin seguir ningún dogma, sí me considero bastante político.”

“Todo es política, no solo la música. Es lo primero que se me ocurre decir. Todo es político de alguna manera.” (GF)

“Pienso que decir que todo es político, en Barcelona, se convirtió en una excusa, una manera tonta de sacarse el tema de encima. Decíamos que toda la música es política, que no es mentira, y por lo tanto, no hablábamos más del tema. Mi lectura es que, generalizando un poco, durante un tiempo hemos tenido una visión políticamente muy conservadora de la música. Aquí, en Barcelona.” (JO)

“También es verdad que cada caso se articula de diferente manera o con diferentes intensidades, y que esta dimensión política tenemos que mirarla desde diferentes perspectivas. Precisamente nosotros, desde Fundación Robo, poníamos énfasis en el mensaje, en las letras, pero incluso así, éramos conscientes de que esta era una de las perspectivas menos clave para definir cómo de política es la música. Hay muchos otros factores a tener en cuenta: la gestión, las relaciones que se dan en el sí de esta música, qué provoca, en qué contextos aparece…” (MB)

¿No hay una cierta contra-culpabilidad en esta búsqueda entre la cúmbia villera y el reaggeton? No existe una búsqueda de autenticidad en otros mundos?

“Me imagino mil formas distintas de relacionarnos con la música de sociedades diferentes a la nuestra, con connotaciones políticas, morales y económicas que difieren. Me resisto a buscar cánones y normas. Estoy de acuerdo en que detrás de una cierta reclamación de autenticidad con lo popular miramos hacia otros lugares. Como siempre, esto no nos hablará del reaggetón sino de quien lo escucha.” (JO)

“Estoy muy de acuerdo en que hay mil formas de relación. A mi personalmente me interesa relacionarme con música de otras culturas en clave de iguales. Ir ahí, grabar gente, tocar con ellos, ir de gira con ellos, tocar en su país y buscar un intercambio justo.” (GF)

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“Quería poner el caso de Omar Souleyman. Cuando lo conocí me interesé por su música, era un músico que tocaba en bodas en Síria. En Barcelona actuó en el festival Sónar, y sentí cierto rubor. Era un poco como cuando en King Kong traen a este trofeo del mundo perdido, y lo colocan delante de un montón de gente drogada.” (CC)

“Se tiende a pensar que si eres más o menos conocido eres músico y que el que está en su casa haciendo música no es músico, y creo que, por ejemplo, la renta básica universal haría que nuestra relación con la música fuera diferente. A veces he hablado con gente que se dedica a la música no-profesionalmente y, realmente, todas las acciones, todo lo que envuelve este mundo, está colonizado por estos elementos económicos de sacar réditos, de recuperar dinero. Como si todos nos comportáramos como músicos profesionales, y esto crea una relación con la música muy distorsionada.” (MB)

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“Hace unos años, cuando tuvo lugar el 15M, algunos echábamos de menos que la música reflejara lo que estábamos viviendo. Creo que ahora empezamos a estar en un momento político diferente en el que hablamos mucho de la ocupación de las instituciones. Y algo que políticamente estaba muy claro el 15M, que era que la política formaba parte de todos los actos de la vida, corremos el riesgo de olvidarlo. En este contexto empiezo a pensar que en lo cultural hay una dimensión política que no es la institucional, que tal vez es la que tenemos que atender y reivindicar.”  (JO)

La sesión “Políticas musicales” culminará el próximo 13 de noviembre con un concierto en el CCCB del norteamericano afincado en Barcelona Filastine y del holandés Dick El Demasiado.

+ Info: http://www.cccb.org/es/musica_i_art_escenic-bcnmp7_poltiques_musicals-47025

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