Entradas con la etiqueta ‘Bcnmp7’

Barcelona, ¿ciudad magnética?

23 de septiembre de 2014 No Comments

Los imanes generan un campo magnético a su alrededor que puede atraer y repeler al mismo tiempo. Lo mismo pasa con las ciudades. hace más de un siglo Georg Simmel escribía: “En la ciudad, la economía monetaria y la documentación del intelecto tienen una relación muy cercana(The Metropolis and Mental Life, 1903). La vida en las ciudades no ha cambiado tanto a lo largo del siglo, a menudo la vida cultural se supedita a esta economía monetaria, ya sea bajo la forma de la especulación del suelo, ya sobre la forma del turismo (la especulación económico-cultural). Seguimos con la estela de Simmel y su visión de la ciudad como una lucha, no solo del hombre contra la naturaleza, sino de todos los hombres entre ellos. Algunos cineastas de la misma época articularon una mirada lírica y utópica de la “ciudad moderna” con toda su fauna y flora, con toda su fuerza productiva: es el caso de Vertov, Vigo, Ivens, Ruttman, Moholy-Nagy, entre otros, imágenes de las ciudades como un cuerpo orgánico que comprendía tanto su estructura física como su corpus social. Son los vídeos que hemos incluido en la careta de la sesión.

“El hombre de la cámara” (1929). Dziga Vertov

El tiempo pasa sobre las ciudades, pero el bullicio no se para, las prioridades cambian, pero el artificio permanece en distintos ámbitos de acción. Ya no hace falta crear un “barrio gótico” ficticio, como en la Barcelona de principios del siglo XX, ni llevar a cabo ninguna “Exposición Universal” como la de 1888 que Eduardo Mendoza describe tan bien en “La ciudad de los prodigios“, o la de 1929; ya no son necesarias unas Olimpíadas como las de 1992. Pero la transformación de la ciudad en beneficio de la internacionalización de su imagen (“ciudad-marca”) sigue en pie, por ello muchos barrios se han levantado contra las políticas municipales que velan para seguir creando la “imagen-marca” de la ciudad, siendo el barrio de la Barceloneta y el Raval-Poble Sec (con el “Pla Paral·lel“) los actuales focos más activos. La ciudad no es un concepto, sino un sistema complejo de relaciones que debe tener en cuenta el urbanismo y la demografía, la sociología y la ecología, la economía y la cultura (de hecho, todo es cultura). La ciudad es un espacio que, por naturaleza, fomenta la pluralidad y la diversidad, también cultural. La ciudad es para recorrerla, como en el flâneur de Benjamin, para reforzar lo que decía Michel de Certau, que “la historia empieza a ras de suelo, con los pasos“. La ciudad es para vivirla, para habitarla, la ciudad es de sus ciudadanos.

Joan Maragall (de la familia “Maragall”) hizo una Oda nova a Barcelona en 1911, donde ya presenta la ambivalencia de la ciudad; por un lado es una ciudad “con mucha presencia”, “dicharachera”, “con rauxa y traza”, “la gran hechizadora”, pero también dice que es “cobarde, cruel y grosera”. La metrópolis barcelonesa no es solo la “ciudad podrida” que cantaban los de la Banda Trapera del Río y que el escritor Javier Pérez Andújar recupera en su libro Paseos con mi madre, sino que también es un espacio de oportunidades, de intercambios y de producción político-cultural. Muchos músicos recuerdan la Barcelona preolímpica como un lugar efervescente en el que la música inundaba las calles, los clubs, las sedientas bocas de la gente. Música diversa, música no estanca en géneros, estilos o grupos, música que lo único que quería era ser música, salir volando y volver a caer para mineralizar algún tipo de ritual social; una experiencia también estética, de vanguardia, pero, al mismo tiempo, una fiesta para compartir con sus vecinos (también de filias), en los lugares, dentro de la propia ciudad y no en recintos o precintos preparados para la ocasión. Muchos músicos recuerdan haber tenido sus primeras fiebres musicales asistiendo a conciertos en los locales de las ciudades, encantados de haber compartido noches y pasiones musicales con gente tan diferente que, hoy en día, en un mundo tan especializado y sectarizado, solamente podrían coincidir en las redes sociales o en las fiestas de la ciudad, por decir algo.

Captura del documental de Llibert Fortuny i Za!

En esta cuarta sesión del #BCNmp7 de 2014 intentaremos acercarnos a todo esto desde la música a partir de figuras como Za!, Munir Hossn, Llibert Fortuny, Pablo Schvarzman y David Soler. Es el tema, y los músicos, que han querido subir al escenario los programadores, Aurelio Santos (WTF Jam Sessions) y Mireia y Víctor de Sones. Estos músicos son de Barcelona pero de orígenes muy diversos: Munir Hossn es de Brasil, vive en París y empezó a aprender música en la iglesia donde su madre llevaba el coro, tocando todos los instrumentos para suplir las bajas; Pablo Schvarzmann vino a finales de los años 80 de Buenos Aires para poder entrar en una conocida escuela de música y, atraído por la vida auténtica y bohemia que ofrecía la ciudad, empezó con el jazz para acabar en los brazos de la electrónica y la experimentación; Llibert Fortuny es de Las Palmas, pero su familia en seguida se estableció en Cataluña, es metódico y asalvajado, y ha convertido su saxo en una orquesta entera; David Soler es hombre de guitarras, de pedal steel, de las tierras telúricas del Montseny, y vive para tocar sin restricciones; Edu Pou y Pau Rodríguez son Za!, los únicos de Barcelona, que entraron en la música gracias a los locales de ensayo y el circuito underground de las salas de concierto (si es que pueden llamarse así), y sus estilo es la falta de estilo, o la suma de todos los estilos, pero aún y así son reconocibles a quilómetros de distancia por la fuerza, la energía y la loca alegría de su directo.

Todos ellos han sido reunidos en esta sesión para explorar, de nuevo, el diálogo con músicos de estilos bien distintos a partir de la improvisación, para dar protagonismo a la contundencia de la actuación única en un directo en buenas condiciones (cosa que a veces se pierde en contextos masivos) e irrepetible. Además, Barcelona, con sus contradicciones, ha servido para establecer un hilo conductor a la sesión, que se dividirá en tres bloques y que irá acompañada por tres breves cápsulas documentales sobre los temas con las intervenciones de los propios músicos: “La llegada a Barcelona y la llegada a la música”, “Cara A y cara B de Barcelona” y, finalmente, “Los estilos y la improvisación”.

Sesión #BCNmp7: Barcelona, ciudad magnética

Día y hora: 2 de octubre de 2014 de 21 a 24h

Llugar: Teatre del CCCB

Con la participación de: Za!, Llibert Fortuny, Munir Hossn, David Soler, Pablo Schvarzman y otras sorpresas

Programan: Sones y Aurelio Santos

Precio: 7 € / Reducido: 5 €

Entrada gratuita para los Amigos del CCCB, menores de 16 años y parados.

Por qué el #BCNmp7 no es un festival: una breve y sana reflexión

17 de julio de 2014 No Comments

© Miquel Taverna, CCCB

El origen de los festivales de música quizá debería buscarse en el siglo VI aC en la antigua Grecia, con los Juegos Píticos de Delfos, que, entre otras actividades, llevaban a cabo concursos musicales (mousikos agon). Algunos de los precedentes posteriores los podemos situar en Alemania, con festivales como el de Bayreuth (1876), impulsado por Luis II de Baviera y Wagner, así como el Donaueschingen Festival (1921), dedicado a la música contemporánea, pero, como pasó también con el cine, habrá que esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para ver este «formato cultural» normalizado. Tampoco hay que olvidar el Festival de la Canción de Eurovisión (1956), el primer festival de música mainstream que se televisó a nivel internacional. Entre la «música contemporánea» y el populismo extremo de Eurovisión, están todos aquellos festivales que acogían a bandas de estilos más populares; por ejemplo, el Reading Festival (1961), de blues y jazz; el Fantasy & Magic Mountain Music Festival (1967), que sería el primer macrofestival de rock (folk, psicodelia…), al que seguirían el Monterey Pop (1967), el Festival de Woodstock (1969), el Glastonbury Festival (1970) y el Isle of Wight Festival (1968). Si de los 60 a fines de los 80 los festivales eran pocos y de público masivo (con una asistencia de entre 200.000 y 600.000 personas), en los 90 el modelo estalla hasta convertirse en una plaga descontrolada que deriva hacia temas muy diversos, que van más allá de la música o el cine. Las causas pueden ser muchas y muy variadas: desde la liberalización de los mercados, pasando por el auge de la música indie, siguiendo por la inversión de las administraciones en el «turismo cultural», algunas directrices de las subvenciones públicas que empiezan a fomentar todo lo que tiene que ver con las «industrias culturales y creativas», la aparición del «patrocinio cultural», el aumento del PIB de muchos países occidentales, derivado de la burbuja inmobiliaria…

En este contexto nacen dos de los grandes festivales de Barcelona, el Primavera Sound (2001) y el Sónar (1994). Se trata de festivales de éxito indiscutible que han abierto subsedes en otras ciudades del mundo, que han incorporado espacios dedicados a la industria musical o a los nuevos formatos culturales y que generan derivados culturales, como producciones audiovisuales o sellos discográficos. Para expresarlo en una metáfora agroalimentaria, es como un modelo de monocultivo intensivo que obtiene grandes rendimientos económicos y productivos en muy poco tiempo, con unas rentas muy concentradas y productos tematizados. Los grandes festivales son necesarios tanto para el circuito musical como para los músicos y para los consumidores musicales, pero también es cierto que desarrollan un tipo de producción y consumo musical que debe complementarse con las actividades que ofrecen las salas de conciertos, las programaciones regulares o puntuales de centros culturales de todo tipo, las fiestas populares, los comercios musicales o los workshops / talleres de investigación musical. Hablamos de espacios de formación, de reflexión y crítica que fomentan políticas y actividades de proximidad (sean lucrativas o no, exportables o no), vinculadas a los protagonistas del territorio, donde a menudo estos establecen un diálogo con músicos, profesionales o expertos internacionales; espacios horizontales que permiten un feedback con estos mismos protagonistas y, a la vez, experiencias musicales más personalizadas, rutas menos masivas, más variadas, menos prefijadas.

© Miquel Taverna, CCCB

Hace tiempo leí un artículo de Jordi Bertran titulado «Sobre la fiesta». Sostenía que la fiesta es «el reflejo de los conflictos latentes en la comunidad que se hacen visibles en las celebraciones de los distintos ciclos del calendario». Destacaba su función catalizadora, el hecho de que rompe con el tiempo del trabajo (el tiempo productivo), a la vez que supone una ruptura de los códigos de comportamiento; en definitiva, decía Bertran, se trata de una «terapia regeneradora de la comunidad celebrando que, inconscientemente, vivía una insubordinación evidente contra las jerarquías gracias a un retorno imaginario hacia un cierto igualitarismo».

El BCNmp7, como tantas otras actividades que tienen lugar en la ciudad alrededor de la música, aborda este doble compromiso: por un lado «ser el reflejo de los conflictos latentes en la comunidad» (conflictos que no son más que tensiones y debates de orden social, económico, político, histórico, cultural) y, al mismo tiempo, servir como «terapia regeneradora de la comunidad» por medio de la puesta en escena de propuestas musicales «únicas», es decir: trabajadas colectivamente (con la ayuda de todos los agentes y colectivos programadores de las sesiones), hechas expresamente, pensadas para un contexto, que es el que les da valor y sentido. A veces lo conseguimos, a veces simplemente nos quedamos en el intento, pero no bajamos la guardia.

El ciclo del BCNmp7 (Músicas en Proceso) de 2014 ya ha llegado a su meridiano, después de tres de las cinco sesiones programadas.

Primera sesión: una música incontrolable

La primera sesión tuvo lugar el 6 de marzo. Programada por la promotora musical Sidewalk Bookings y el colectivo Los Cuatro Cocos, fue una apuesta por la música underground (por ponerle una etiqueta) más contundente. El debate inicial, conducido por Xavi Sánchez Pons y Quique Ramos, tuvo como protagonistas al periodista y miembro del colectivo Detakon Víctor Ginesta, la fotógrafa Alejandra Núñez y responsables del colectivo Màgia Roja. El debate no ofreció grandes conclusiones, simplemente trató cuestiones que aún ahora crean controversia y sospechas; por ejemplo, el origen del término y las prácticas DIY, la confrontación entre el mainstream y el underground y la propia recepción musical y el papel del público, mucho más atraído por entornos ya conocidos o celebrados antes de las salas pequeñas o los rincones más inhóspitos de la escena musical (esto se comentó tanto en la mesa como abajo).

Pharmakon, Una bèstia incontrolable y Coàgul. © Miquel Taverna, CCCB

A continuación se pasó al «núcleo duro» de la sesión, a la música, a los tres directos de tres artistas que son, precisamente, aquellos que defienden y potencian los propios invitados al debate: Coàgul, Una bèstia Incontrolable y Pharmakon. Dicen de Coàgul que hace black metal y folk apocalíptico, pero tanta etiqueta no es capaz de hacer justicia a la hipnosis coaguladora del músico, su noche es la de la alquimia, la del alma, la árida oscuridad de los poetas (también locales), la del grito desangrándose bajo el gong de la campana y de la electrónica primitiva; todo el copioso público que llenaba el teatro del CCCB puede certificarlo.

A continuación Una Bèstia Incontrolable removió la energía en otra dirección, la del punk, pero con una fuerza inusual, despertando a la bestia también en el público. Pharmakon (Estados Unidos), una músico joven, como Coàgul, raya los veintipocos, hija de la cultura punk, nos devolvió a una esfera más íntima, interpelando al público desde abajo, incomodándolo desde las vísceras y removiéndolo en la palestra con el noise. Los conciertos se iban enlazando con colaboraciones entre los músicos, como un hilo argumental necesario, una guía hacia la catarsis final, cuando todos los músicos subieron para entonar el último tema. Y sí: fue catártico.

«¿Por qué debería importarle a una persona madura que un grupo punk toque en un museo? ¿Habrá alguien con un guayómetro? Si te gusta el grupo deberías confiar en que te gustará el concierto. Para mí es gracioso porque en Nueva York un concierto de grupos locales cuesta entre 7 y 10 €. El concierto del jueves cuesta 7 € y, por lo general, los conciertos en casas okupas o centros sociales cuestan 3 €, así que por 4 € más tienes un concierto en un sitio diferentePharmakon, entrevistada por Alejandra Núñez (VICE)

Segunda sesión: la escena industrial / new wave en Barcelona en perspectiva

Debat BCNmp7 © Miquel Taverna, CCCB

La segunda sesión fue el 16 de abril y se presentó como un diálogo entre la música industrial y la música new wave del pasado y la del presente. Los programadores fueron Boston Pizza Records y Domestica Records, dos sellos y promotores musicales muy distintos; el primero se mueve entre los músicos locales que empatizan más con sus filias musicales, y el segundo, Domestica, se ha establecido como un sello que cubre estilos como el new wave, el krautrock, el electro, el experimental o el minimal, y centra parte de sus esfuerzos en los discos de coleccionismo. La final de la Copa del Rey Barça-Madrid se lo complicó al público (el fútbol, este gran contraprogramador), pero, aun así, más de 150 personas se animaron a asistir. El pasado de la escena electrónica de los 80 (plena transición) estaba representado por los invitados de la mesa redonda: Víctor Nubla (Macromassa), Gat (Ultratruita, New Buildings, fundador del sello G3G), J. J. Ibáñez (Kremlyn).

Suele ser complicado hacer un debate y no caer en la fraseología de «nuestros tiempos eran mejores», como si entonces existiera una inocencia en el sector, una originalidad inmaculada que hoy en día es imposible encontrar. No es exactamente así; la historia de la cultura es el arte de la copia transformada, pero lo que está claro es que los contextos en los que se da la producción y recepción/consumo musical no son equiparables. Estos debates sirven para ofrecer una prueba de estas diferencias.

Los conciertos fueron, en primer lugar, a cargo de Tvnnel (Valencia), un músico que no ha editado aún su primer disco y que, por medio de tres sintetizadores y un secuenciador, construye sus melodías y ritmos subterráneos en directo. La veteranía la aportó el francés Philippe Laurent, un artista muy completo (multimedia), cargado de teoría musical y cultural (su obsesión es cómo perciben las personas los signos y los símbolos y su significado respectivo), pero que, después de haber tocado rodeado de sintetizadores gigantes en los 80, ha optado por una puesta en escena y una música aparentemente mucho más fácil, con compases binarios y estructuras bailables y sencillas.

¿Con qué argumento contestarías a alguien que después de escuchar este disco llegara a la conclusión de que son solo ruidos?

«Que consulte la palabra “electroacústica” en la Wikipedia. También puede mirar Pierre Schaeffer, el Tratado de los objetos sonoros, eso es anterior a cuando habían nacido tus padres. Por otro lado, que busque en la Wikipedia la palabra “punk” y relacione ambas cosas. LT Caramel y yo, por la edad que tenemos, somos la primera generación del punk y de lo que era la música industrial en Europa. Siempre hemos trabajado con estas cosas situacionistas y muy poco académicas y ortodoxas. Pero la electroacústica ocupa estanterías en las tiendas de discos de los países civilizadosVíctor Nubla, entrevistado por Carles Batalla (Revista Rambla)

Tercera sesión: Zeidun, una genealogía

Zeidun

Zeidun © Miquel Taverna, CCCB

La tercera sesión (Me mata pero me gusta: genealogía de Zeidun) tuvo lugar el 15 de mayo de la mano de Gentnormal y La Fonoteca Barcelona. Zeidun fue (o mejor dicho, es) una banda de post-hardcore que se creó, en los años 90, a la sombra del Montseny; sus miembros son: Joan Colomo (Unfinished Sympathy, La Célula Durmiente, Joan Colomo…), Dalmau Boada (Les Aus, Omega V, Esperit!, La Célula Durmiente, Orquestra de Sant Celoni…), Càndid Coll (Murnau B, El Petit de Ca l’Eril, Autodestrucció, Orquestra Punk, Red Sexy Band…), Xavi Garcia (Surfing Sirles…) y Albert Trabal (Orquestra de Sant Celoni…). Algunos de ellos también han pasado por bandas como Rain Still Falling, Ariadna, Cain, Moksha, The Cheese, Country Mejicano, entre muchas otras.

Zeidun empezaron a tocar cuando eran preadolescentes, y veinte años después, gracias a la magia de Gentnormal y La Fonoteca Barcelona, se reencontraron en el escenario con algunas de las bandas que forman parte de esta constelación imparable de músicos: Joan Colomo, Surfing Sirles, Murnau B, Omega V, L’Orquestra de Sant Celoni, La Célula Durmiente, Autodestrucció, Esperit!

Y todo acompañado por unas cápsulas documentales muy emotivas, testigos de primera línea de juego y de fuego sobre los músicos. Las entradas se agotaron a manos de un público sediento de celebración y homenaje, de fiesta compartida, de aplausos y agradecimientos por tantos años de música contra viento y marea, por tanto tiempo de tocar sin esperar la gallina de los huevos de oro, en un ejercicio permanente de amistad y amor a la música por encima de todo. Las lágrimas de emoción pudieron vivirse en el escenario y fuera de él, en un revival único, pero revivido con la tranquilidad y la alegría de saber que ninguno de ellos ha claudicado, que todos siguen cogiendo el instrumento por el mango, luchando contra la muerte, la abnegación, el control industrial o la apatía.

«He vist bruixes i dimonis en rotllana tots
dansant, he vist a la vall secreta un gegant
damunt d’un nan. Som del Montseny,
xandalistes sense frens. Som del
Montseny, anarquistes i senseis
»

Surfing Sirles, Montseny (del disco Romaní, Semen i Sang)

«Tiren la pedra i llavors amaguen la mà,
espera i veuràs com començaran a rodar caps,
jo ho sé i tu ho saps
»

Joan Colomo, Cançó d’amor #2 (del disco La Fília i la Fòbia)

Dos sesiones pendientes del ciclo BCNmp7

La próxima sesión será el jueves 2 de octubre de la mano de Sones (sello y promotora discográfica) y Aurelio Santos (WTF Jam Sessions, del Jamboree, entre otros). Bajo el título de Barcelona Magnética, músicos de distintos estilos y procedencia nos explicarán su relación ambivalente con la ciudad, que, como todo imán, repele y atrae a un tiempo, pero, sobre todo, con la música. La sesión intentará poner de manifiesto, a través de los testimonios en primera persona, el secreto de este magnetismo y enfatizará la fuerza del momento, la improvisación, los encuentros inesperados y las sorpresas musicales a partir de una actuación que subirá al escenario a músicos que hasta ahora vivían, sin saberlo, escondidos unos de otros. Con la participación de Za!, Llibert Fortuny, Munir Hossn, David Soler, Pablo Schwarzman y otras sorpresas.

Finalmente, la última sesión, que tendrá lugar el jueves 13 de noviembre, está programada por Jordi Oliveras (Nativa/Indigestió) y Carlitos Carbonell (Internet 2) y cuenta con la colaboración de Marc Balfagon (Fundación Robo). Bajo el título de Políticas Musicales, la sesión pretende establecer un foro de debate sobre la relación existente entre la música y la política, un diálogo de largo recorrido que se concretará en la generación de unas cápsulas radiofónicas, algunas de las cuales se presentarán en la sesión y otras se adelantarán online; en segundo lugar vendrán las actuaciones de dos músicos de gran compromiso sociopolítico. En breve daremos más información.

Zeidun: 15 años escondiendo talento

7 de mayo de 2014 1 Comment

Zeidun © Oriol Escarmis

Hemos estado años aceptándolo con total normalidad, como si fuera intrínseco a ellos, pero no lo es, ni habitual, ni común, ni nada que se le parezca. Quizá sea porque nunca nos habíamos parado a analizarlo. Era tan evidente que nos hallábamos ante gente extremadamente talentosa, que ni nos lo planteábamos. Pero en su momento no supimos verlo; quizá lo intuimos, pero dudamos que alguien se atreva a levantar el dedo y proclamar, airadamente, que sabía lo que pasaría después.

Estamos a principios de siglo y es un gaztetxe en Iruña, o un solar de La Roca, o el Sant Feliu Fest, da igual. Cinco veinteañeros en el escenario. Camisetas de bandas hardcore suecas y pantalones caídos, increíblemente caídos. Unas Vans hechas polvo y todo suena desacompasado, aturdido y ruinoso. Sus letras hablan de lo que toca, es el momento y la época, no hay más opción que sacar toda la rabia adolescente en aquellas canciones. Es su manera. La nuestra es estar abajo, puño alzado y cuerpo sudoroso mientras las cantamos todas: «Every song I play, every word I say, everything I do, all my acts are just for you.» Suena Galactic y los cinco chavales que la destrozan en directo se llaman Zeidun, como el perro de su colega de Sant Celoni. Y son el mejor grupo del mundo, aunque aquella noche no lo parezcan, aunque tardaremos años en saberlo.

Pero el tiempo ha demostrado que sí, que lo eran. Que detrás de aquella banda que no sobresalía, que vivía en la antipretenciosidad más extrema, había, precisamente, unas personas brutalmente inspiradoras. ¿Cómo definir, si no, a Dalmau Boada? Inquieto, experimental, ingenioso y bueno, impresionantemente bueno. Mau ha hecho grupos de culto como quien baja a comprar el pan. Pero en el 2000, cuando grababa Oceane con Zeidun, seguramente no habríamos dado un céntimo por el batería de aquellos inútiles del Montseny. Pues sí, porque aquel chico con pintas de salir de la jungla, ¡formó Omega V, y después Les Aus, y después Esperit! Y estas son bandas que han cambiado las reglas del juego de la escena musical del territorio. Y lo que es más importante, han hecho canciones que han cambiado vidas, que las han hecho más amenas, mejores, en definitiva. O Joan Colomo, que formó, también con Mau, La Célula Durmiente. ¿Conocéis un grupo más divertido que este? Yo no. A Colomo lo veías caerse de un escenario con Zeidun de las cervezas que llevaba en la sangre, pero después lo acabaron reclutando para formar parte de The Unfinished Sympathy, seguramente la banda de indie rock más destacada que ha existido en este país. Y mientras pasaban los años, él iba haciendo canciones, canciones que un día vieron la luz en solitario, y resultó que eran tan buenas que ahora lo llaman de todas partes y lo conoce todo el mundo. Pero ¿no habíamos quedado que solo era el vocalista de cuatro acordes y melena en la cara de Zeidun? Hasta mi madre sabe quién es Colomo.

Xavi, el bajista, ha sido menos activo, solo ha formado parte de la última década de un grupo que se llamaba Els Surfing Sirles, solo. Els Surfing Sirles eran los mejores, pero esto ya lo sabéis. Càndid, el gigante de dos metros que tocaba los teclados, ha hecho tantas bandas que no caben en tres folios. No es opinión, no es condicional, es información real, porque lo hemos visto con nuestros propios ojos. Ahora se lo puede ver tocando con Murnau B y Autodestrucció, pero hace poco era el batería titular de Joan Pons, de El Petit de Cal Eril. Albert Trabal tocaba la guitarra y la trompeta con los Zeidun, y también lo hizo en un montón de bandas como los Rain Still Falling y, posteriormente, con L’Orquestra de Sant Celoni.

Seguramente juntos nunca nos mostraron todo su potencial real. Permítanos la grosería: aquella banda solo fue la puntita. Suficiente para que ahora miremos atrás y, por fin, empecemos a reivindicar lo que fue su obra anterior, posterior y, sobre todo, como Zeidun. Una banda de emocore llena de momentos emocionantes y geniales. Aquí y ahora, es el momento de agradecer todo lo que nos han dado con sus múltiples nombres, con todas sus caras. Este es el feedback que nunca recibieron y el que, indudablemente, merecen por tantas buenas noches y tantos buenos días rematados con sus canciones.

El 15 de mayo próximo Gentnormal y La Fonoteca Barcelona han programado Me mata pero me gusta: una genealogía de Zeidun para la tercera sesión del #BCNmp7. La sesión constará de las actuaciones de Zeidun y de muchas de estas bandas: Joan Colomo –que acaba de estrenar disco–, Els Surfing Sirles –revividos para la ocasión–, Esperit!, La Célula Durmiente, Autodestrucció, L’Orquestra de Sant Celoni, Murnau B i Omega V. Además, se irán proyectando breves cápsulas documentales sobre los músicos y se repartirán, gratuitamente, un fanzine y un CD que recogen esta genealogía.

El lunes 12 por la tarde regalaremos 5×2 entradas gratuitas a través del Twitter del @CCCBmusica respondiendo a una pregunta.

La escena Industrial / New Wave en Barcelona en perspectiva

8 de abril de 2014 No Comments

La transición española significó un cambio muy importante en la estructura política y social del estado. Entre otras cosas, se estableció un sistema democrático, lo que comportó una apertura sin complejos hacia una nueva forma de entender y hacer la cultura. Una joven generación de artistas afrontaban un reto hasta entonces imposible de imaginar: romper con los antiguos clichés, desmontar las viejas tradiciones asociadas a un régimen opresor y descubrir las infinitas posibilidades que este nuevo contexto social les ofrecía.

Paralelamente, a fines de los años 70 y principios de los 80 se produjo, en las esferas más underground del mundo musical, una explosión de creatividad que con la perspectiva de los años resulta evidente. Uno de los factores determinantes fue, muy probablemente, la introducción del sintetizador en el mercado global: una nueva generación de instrumentos electrónicos se comercializaba en tiendas especializadas, y a precios asequibles para el gran público. Esto significó, entre muchas otras cosas, que ya no era necesario juntarse con otros músicos para crear una banda, ni ir a un gran estudio de grabación para hacer una maqueta, ni saber tocar la guitarra para hacer una canción, o depender exclusivamente de un sello discográfico para hacer un disco. La electrónica estaba al alcance de todos, el punk se estaba agotando y algo parecido a una nueva música surgía de la nada, o eso parecía.

Nuevos artistas, nuevos sonidos…: aunque llegaban a Barcelona con cuentagotas, enseñaban un modo de hacer, de entender y, sobre todo, de escuchar la música totalmente innovador; grupos como UltravoxJoy DivisionKraftwerkTuxedomoonHuman League y tantos otros, incorporaban a su instrumental aparatos como sintetizadores, cajas de ritmos y otros aparatos electrónicos de estética futurista que cautivaron a muchos jóvenes desencantados y aburridos de oír siempre la misma música… Y su discurso, próximo al movimiento punk, aunque más introspectivo o intelectual, encajaba a la perfección con la realidad cotidiana de esta generación. Estábamos en plena guerra fría y las promesas de un mundo mejor se descubrían entonces como falacias de una sociedad industrial en decadencia; en consecuencia, el desencanto era un sentimiento muy extendido, sobre todo entre las generaciones más jóvenes. En resumen, se abrió una ventana con infinitas posibilidades: multitud de sonidos distintos, extraños y desconocidos estaban al alcance de jóvenes inquietos con ganas de romper con el pasado. Y no necesitaban ser buenos músicos, tener un estudio de grabación, disponer de mucho dinero o tener unos mínimos conocimientos musicales; ahora podían hacerlo.

El objetivo de esta sesión es conocer o entender un poco mejor cómo asimiló este nuevo paradigma la escena musical de Barcelona: a través de tres músicos pioneros de nuestra ciudad, queremos saber qué o quién los inspiró para romper con las convenciones musicales del momento y cómo lo hicieron; su relación o conexión con otros grupos y sellos discográficos, cómo organizaban los conciertos, cómo publicitaban su música, de qué forma el público asimiló esta nueva música, la percepción de los medios de comunicación y el público en general respecto a estos nuevos sonidos, qué problemas o dificultades tuvieron que afrontar para sacar adelante su proyecto y, en definitiva, cómo la introducción de estos nuevos instrumentos electrónicos los llevó a hacer algo que entonces muy poca gente hacía en Barcelona, mientras que la poca que lo hacía, a menudo era ignorada.

Estos tres artistas serán:

Macromassa

Víctor Nubla: una de las figuras más relevantes de la música experimental de nuestro país. Artista multidisciplinar de mente inquieta, es músico, teórico, ensayista, activista de la experimentación, además de escritor, ideólogo, programador, editor, agitador cultural y creador, junto a Juan Crek, de uno de los grupos de referencia de la música industrial: Macromassa. Su trayectoria es una parte fundamental de la escena de vanguardia de Barcelona de los últimos treinta años.

Gat: músico y fundador de bandas de referencia y pioneras en Barcelona, como Ultratruita y posteriormente New Buildings, más enmarcada en el movimiento New Wave. Es también fundador del sello discográfico G3G, a fines de la década de los 80, un proyecto surgido inicialmente para cubrir el vacío existente en el ámbito artístico y comprometido totalmente con la escena musical, al tiempo que se aleja de los cánones más comerciales de la época. Pascal Comelade, Jakob Draminsky, Oriol Perucho, Macromassa, Raeo (Mark Cunningham), Pau Riba, Juan Crek, son solo algunos de los nombres que, entre muchos otros, figuran en su amplio catálogo.

J. J. Ibáñez: fundador del grupo badalonés Kremlyn a principios de los años 80 y artista muy activo en la escena electrónica de Barcelona a principios de los 90. Kremlyn fue una formación que se puede considerar de techno-pop y que, aunque no consiguió grabar ningún disco, fue muy activa entre 1982 y 1986. Hoy en día podemos considerar Kremlyn como una de las pocas bandas musicales catalanas que se enmarcan en el estilo techno-pop de Barcelona, con un sonido muy genuino e interesante. El año pasado Domestica Records editó uno de sus primeros conciertos en directo, con muy buena aceptación también entre el público más joven, y se prevé que se edite un disco de larga duración con las canciones de estudio el año que viene.

A continuación podremos disfrutar, por primera vez en Barcelona, de las actuaciones de dos representantes y herederos de esta nueva escena:

Ultratruita

Tvnnel: una voz grave y profunda, letras ácidas y nostálgicas diluidas en la frialdad de sus ritmos y sonidos programados. TVNNEL nace en 2013 como proyecto en solitario del artista Tono Inglés (Polígono Hindú Astral, Roman Skirts). Tres sintetizadores y un secuenciador a mano nos sumergen en un túnel subterráneo, donde confluyen el baile y la melancolía. Intentando alejarse de las propuestas revival, TVNNEL busca nuevos caminos entre el electro, el synth pop i el industrial. Frialdad maquinal y calor humano combinados en una interesante y personal propuesta, con un planteamiento musical y una puesta en escena que apuestan claramente por la reducción, el minimalismo y la autoproducción.

Philippe Laurent (Francia): artista plástico, músico y diseñador en activo desde principios de los años 80, cuenta ya con una discografía y una producción audiovisual muy extensas y es una de las personalidades de más renombre internacional en la escena minimal-synth. Ya sea trabajando con códigos gráficos o códigos digitales, artes plásticas o música, el enfoque y el objetivo de Laurent es siempre la investigación sobre la percepción de los signos y los símbolos en las personas. Como artista multimedia, Laurent ha sido siempre un innovador que ha incorporado nuevas tecnologías para componer obras gráficas o musicales. En los años 90 su obra consiguió una gran difusión, con una serie de conciertos en Francia y Alemania en los que presentó piezas complejas que mezclaban distintas técnicas avanzadas. Sus pinturas o el efecto ilusorio de tipografías sobre un fondo monocromo plantean preguntas sobre la relación entre los signos y los significados. Philippe Laurent desarrolla ideogramas abstractos, con el objetivo de no repetir la misma figura dos veces, como si la escritura procedente de un continente perdido o de un lenguaje original fuera un código que ha precedido a todas las otras lenguas y que ahora se ha perdido. Este juego de la ambigüedad plantea una pregunta fundamental sobre el estado ontológico del lenguaje escrito en nuestras sociedades occidentales. Philippe Laurent ha desarrollado un amplio estudio personal de las formas de los primeros símbolos y letras que conducen a la sublimidad de un alfabeto esotérico.

Más información en el evento de Facebook: https://www.facebook.com/events/1376191062655896/?fref=ts

Una música incontrolable

28 de febrero de 2014 1 Comment

Por Sidewalk Bookings y Los 4 Cocos

«El coste de Smokescreen fue de 153 libras. Era fácil, era barato, ¡corre y hazlo! El medio puede haber sido tedioso, pero está cambiando rápidamente. Así que si puedes entenderlo reúne a un grupo. Ahora es tu turno». Así lo contaban en la contraportada de su segundo single los Desperate Bicycles. Era una invitación a la acción, a juntar a un grupo de personas y simplemente hacerlo. Desperate Bicycles se formaron con el único propósito de demostrar lo fácil que era: de su primer ensayo debían salir sus primeras canciones y un primer single. Era marzo de 1977, en Inglaterra. De la semilla del punk nacerían muchos grupos dispuestos a funcionar al margen de la industria no solo por razones estéticas, sino también vitales y políticas.

La autogestión es un concepto más antiguo que las siglas DIY («hazlo tú mismo», en inglés) y es la base de las mismas, la idea anarquista de la sociedad que toma conciencia y empieza a construir su futuro, transformando la estructura productiva y gestionándola colectivamente con la participación de todos los individuos que la forman. Traducido a un disco, se trata de participar como grupo tomando tus propias decisiones en todas las partes del proceso, tomar el control de tu arte y lo que le rodea, porque «el medio» también es «el mensaje».

Pharmakon

Cuando el CCCB contactó con nosotros enseguida tuvimos claro lo que queríamos: aprovechar la invitación para hacer un concierto que difícilmente podría hacerse de cualquier otro modo e intentar enseñar algo de la música que nos une a Sidewalk Bookings y Los 4 Cocos en un contexto nuevo para los grupos y para nosotros mismos. Así que, como el BCNmp7 organiza las sesiones alrededor de temas, en nuestro caso este sería «la música incontrolable» que nos aglutina.

Lo primero que hicimos fue buscar algunos nexos de unión: un artista que pudiésemos programar cualquiera de los dos y organizar la sesión a su alrededor. También teníamos claro que debía pasar algo especial y, sobre todo, debía verse reflejada nuestra forma de hacer las cosas, aunque fuese en un contexto en principio tan ajeno como el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Todas las opciones en mente eran, musicalmente, bastante agresivas, y todas acababan haciendo pareja con Una Bèstia Incontrolable.

Una Bèstia Incontrolable tocan a menudo en Barcelona, pero para verlos tendrás que apañártelas, son un grupo autónomo al margen del circuito de salas o festivales, con raíces en una escena muy concreta pero con un sonido fuera de yugos estilísticos. Nacen del punk para expandirse y arder más allá del punk o del hardcore. Ellos mismos nos sugirieron a Pharmakon y a Coàgul para compartir sesión y colaborar con ellos. Dos proyectos con los que comparten raíces, pero no necesariamente un estilo. Son raíces que se extienden por el mundo porque el circuito punk no es una habitación cerrada. La gestión colectiva, la ayuda mutua, tiene tentáculos que llegan mucho más allá de los grises edificios de una u otra ciudad. Hablamos de punk, pero hablamos también de hacer las cosas de otra manera. Nosotros mismos (Los 4 Cocos y Sidewalk Bookings) intentamos funcionar de forma autónoma, no como estilo (el indie), sino como actitud frente a la vida, como forma de hacer las cosas. Como bien decían Desperate Bicycles, solo hace falta hacerlo. No tiene ningún mérito.

Una bèstia incontrolable

De eso trata Una música incontrolable, de música nacida en libertad, unida por una actitud frente a la vida y una sensibilidad que no implica un estilo concreto. El 6 de marzo escucharéis un directo apabullante, música agresiva que pretende zarandearos sin deciros lo que tenéis que hacer. Esperamos que os sirva de puerta de entrada a una Barcelona distinta y mejor que la que se nos enseñan cada día. Para nosotros lo está siendo.

Coàgul

Como si de una película de Lucio Fulci se tratara, Marc O’Callaghan, alias Coàgul, afirma, sobre las dos canciones que forman parte de uno de sus casetes, Janitor, que «su música pretende abrir las puertas del cielo y el infierno». Y aunque, al igual que pasa con el director de cine de terror italiano, uno piensa que lo suyo tiene más que ver con el infierno que con el cielo, razón no le falta. Siguiendo con los símiles cinematográficos, las canciones del catalán podrían ser la banda sonora de los trabajos más locos de Shinya Tsukamoto; al igual que las películas del padre del cyberpunk cinematográfico, Coàgul es ruidismo, sonidos industriales y electrónicos de demolición, y reflexiones desde el más allá de una visceralidad que te explota en la cara. En definitiva, O’Callaghan pone banda sonora al día a día que vivimos en una deshumanizada sociedad industrial y tecnológica. Y consigue, ojo, ser un grito de alerta, furioso y personal, para que todos despertemos del letargo.

Marc O’Callaghan (Coàgul) © Joan Teixidor

Una Bèstia Incontrolable

Una Bèstia Incontrolable es una de esas propuestas que traspasa fronteras, tanto mentales como físicas. Han ido de gira ya a los Estados Unidos, donde los reciben como héroes del punk más primitivo y chillón. Pero, bien pensado, eso es lo de menos. Los catalanes son igual de buenos crucen o no el charco. Por aquí estamos hartos de verles (en el buen sentido) por casas ocupadas, centros y salas que han tenido a bien soportar sus tormentas sónicas. Unas tormentas que cristalizaron hace pocos meses con la publicación de su primer disco oficial, Observant com el món es destrueix, un álbum lleno de furia, rabia y ruido, como sus conciertos, en que entregan nueve canciones que son patadas en el estómago. Pero, ojo, no patadas de esas que te dejan con medio cuerpo doblado, sino de aquellas que llaman a la acción, a hacer algo en este mundo que todo indica que se va a la mierda. El discurso intelectual y musical de Una Bèstia Incontrolable no es nada críptico, y tras la sobredosis de decibelios de su primera escucha y el susto que puede producir en los no familiarizados con su sonido, debería abrir las mentes de todos aquellos oyentes que piensen que el punk y hardcore más atávicos, DIY, furiosos y librepensadores, no son plato de su gusto.

Pharmakon

La encargada de cerrar esta sesión será Pharmakon, el proyecto noise-neurótico de Margaret Chardiet, neoyorkina de tan solo 23 años y ya con unos cuantos años de experiencia encima del escenario. Aparte, está activa como Pharmakon desde 2007 cuando autoeditó su primer CD-R. Hija de punks y una de las figuras que ayudaron a edificar el espacio multitarea y meca de la experimentación contemporánea, Red Light District (en Far Rockaway), Margaret Chardiet creció asistiendo a conciertos punk en míticas salas DIY como ABC No Rio o C Squat, aparte de asistir a house shows cada semana. Relacionada ampliamente con la escena avantgarde y centralizada en la experimentación noise/improv, Margaret entró en este mundo por el lado más extremo, tanto a nivel musical como de contenido. Pharmakon tiene una presencia sobrenatural en el escenario y ella misma describe sus actuaciones como un exorcismo en el que saca sus demonios para enfrentar al público a sensaciones incómodas, por lo que podemos esperar un directo desgarrador e imponente con invocaciones y gritos diabólicos.

Pharmakon

La primera sesión del BCNmp7 Una música incontrolable tendrá lugar el jueves 6 de marzo de 21 a 24 h en el Teatro del CCCB.

Más información en la web del CCCB

El lunes, a las 12 h, regalaremos 5×2 entradas a través de nuestra cuenta de Twitter @CCCBmusica

12345...»