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Todorov, un cómplice del CCCB

15 de febrero de 2017 No Comments

John Berger, Zygmunt Bauman, Tzvetan Todorov. Este invierno de 2017 nos han dejado autores de referencia que han contribuido de forma esencial a la cultura y al pensamiento crítico. Con ellos desaparece una generación fundamental de la historia europea, un grupo de pensadores que aún tenía memoria directa o indirecta de los horrores del continente. A todos ellos les unía la denuncia del pensamiento totalitario, la obstinación por comprender la complejidad humana y la defensa obstinada de la democracia y la diversidad. La semana pasada recibimos la triste noticia de la muerte del historiador y ensayista búlgaro Tzvetan Todorov a los 77 años. Afable, de formas suaves y de habla pausada, Todorov fue un pensador en mayúsculas, alejado de las fronteras disciplinarias y que invitaba a reflexionar sin dogmatismos. Todorov acompañó la trayectoria del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, donde ejerció una notable influencia, en una relación que se fue tejiendo a lo largo de los años, y donde pronunció tres conferencias disponibles en la colección Breus y que todavía hoy son totalmente vigentes.

Tzvetan Todorov al Debat de Barcelona Virtuts CCCB (c) Miquel Taverna, 2012

Tzvetan Todorov en el Debat de Barcelona Virtuts CCCB (c) Miquel Taverna, 2012

En la primera conferencia, en 2004, hablaba de las fronteras de Europa, un tema de absoluta actualidad que también tratamos en el Debate de Barcelona de este año. Ya entonces Todorov exigía que la Unión Europea no se limitara a ser una entidad económica y administrativa, sino que le pedía un “complemento de alma” para llegar a ser también una Europa cultural. Consciente de que el continente no tiene un sustrato cultural único y de que su identidad es la diversidad, Todorov defendía un proyecto europeo basado en unos principios políticos comunes y en el espíritu crítico como mecanismo para no dejar nunca de cuestionarse.

En su intervención en el festival Kosmopolis del año 2008 habló de terrorismo y denunció la progresiva legalización de la tortura como instrumento político. En pleno debate sobre los efectos de la invasión norteamericana de Irak, Todorov recordaba que la tortura es una práctica que existe desde la antigüedad pero que ahora, por primera vez, ya no se presentaba como una infracción, lamentable pero excusable, a la norma sino que se estaba convirtiendo en la propia norma. “Un Estado que legaliza la tortura ya no es una democracia”, afirmaba con contundencia.

En 2009 mantuvo un debate con los escritores Juan Goytisolo y Monika Zgustova con motivo del vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. “La caída del Muro de Berlín parecía anunciar la de los otros muros que subsistían aquí y allá. Veinte años más tarde, podemos constatar que esta esperanza no ha sido coronada por el éxito. Lejos de desaparecer de la superficie de la Tierra, los muros se han ido multiplicando. ¿Cómo se explica?”, planteaba Todorov en un texto que reprodujimos en el libro Breus CCCB Muros caídos, muros erigidos. Pensador de la alteridad, Todorov denunciaba el “miedo a los bárbaros” como justificación de la proliferación de fronteras y recordaba que “el extranjero no es únicamente nuestro semejante, es nosotros mismos ayer o mañana, a merced de un destino incierto: todos somos un extranjero en potencia”.

La última conferencia de Tzvetan Todorov en el CCCB, impartida en un momento en que la crisis económica hacía estragos entre la población, trataba sobre la virtud de la moderación. Ferviente defensor del pluralismo, Todorov alertaba del frágil equilibrio que sustenta a las sociedades democráticas y del riesgo de los abusos de poder. Ante ello, Todorov hizo un firme elogio de la moderación como principio político y social y una crítica de la simplicidad del pensamiento monolítico. Afirmaba que “la libertad individual es una exigencia fundamental de la democracia, pero la libertad absoluta no es un objetivo deseable” o “garantizar el bienestar material de la población es un resultado deseable, pero si se persigue este objetivo con la exclusión de los otros, acabaremos viviendo en un mundo destinado al culto del dinero. La prosperidad de un país es un medio, no un objetivo”. En una entrevista que nos concedió, alertaba: “Necesitamos recordarnos a nosotros mismos la importancia de los valores fundamentales, como la moderación, porque si los olvidamos, nos convertimos en víctimas de mecanismos que solo privilegian a los más poderosos”.

El último documento que conservamos de Tzvetan Todorov es, sin duda, uno de los más emotivos y que mejor describe su amabilidad. En marzo de 2011 inauguramos el Teatro CCCB y pedimos la opinión sobre el Centre a algunas personas vinculadas a la institución. Todorov accedió a hablar sobre el CCCB en una entrevista que se grabó en su casa de París, en invierno de 2011. Unas palabras y un recuerdo que nunca olvidaremos.

Tres defensas de la democracia en tiempos de penuria, en la colección BREUS

20 de febrero de 2013 No Comments

El imaginario de la sociedad democrática liberal se ha construído sobre una noción, más o menos definida, de pacto y acuerdo. Ciertamente, cimientos democráticos como la tolerancia, la diversidad o la convivencia parecen inexplicables sin apelar a una voluntad de entendimiento, de diálogo entre diferentes. Con todo, a ningún observador atento de la realidad se le escapará la imprecisión, la fragilidad o la más absoluta desatención que estos principios conocen en su concreción cotidiana: en un mundo crecientemente marcado por la exclusión, la desigualdad y la injusticia la idea de un consenso social aproblemático y armónico podría parecer desde una ingenuidad biempensante hasta un relato interesadamente promovido para sostener determinados privilegios. Desde puntos de vista diversos, tres autores que han visitado el CCCB han reflexionado sobre la importancia de examinar con cuidado la complejidad de las interacciones, los equilibrios y los pactos que genera la convivencia democrática, así como las amenazas que ponen en entredicho los derechos sociales fundamentales en la actualidad. La reciente publicación de sus ponencias en la colección Breus es una ocasión idónea para releer los argumentos de Tzvetan Todorov, Avishai Margalit y Nancy Fraser.

CCCB (c) Miquel Taverna, 2012

Con Elogi de la moderació Tzvetan Todorov se remonta al fundamento teórico de los sistemas democráticos. En su ponencia –la tercera publicada en la colección Breus después de Sobre la tortura (2009) i Murs caiguts, murs erigits (2010)— Todorov recuerda que la esencia de la democracia se define por un delicado equilibrio: la moderación recíproca entre los diferentes poderes e instituciones que componen el Estado. El pacto democrático, pues, consistiría en un acuerdo de base según el cual cada poder limita al otro, eso que Montesquieu expresó con la máxima de que “un poder sin limitaciones no puede ser legítimo”. Con todo, interpretando estos principios en el contexto actual, Todorov analiza críticamente cómo la hegemonía del pensamiento ultraliberal altera este equilibrio fundamental: como la crisis actual ha puesto de manifiesto, la soberanía de las fuerzas económicas se impone sistemáticamente a la soberanía política e incluso a la propia deliberación democrática, constituyendo un caldo de cultivo para todo tipo de ideologías reduccionistas y antidemocráticas. Según Todorov, la reivindicación de la moderación fundacional de la democracia sería un reto fundamental para este presente marcado por la injusticia, la xenofobia y el populismo.

© Miquel Taverna – 2011

Si en su texto Todorov denuncia las desmesuras que desequilibran los acuerdos esenciales de la democracia, en Pactes enverinats Avishai Margalit propone una reflexión sobre los límites éticos que pueden corromper un pacto desde el momento mismo de su formulación. El profesor de Princeton sugiere la importancia de examinar meticulosamente los interlocutores con los cuales estamos dispuestos a transigir en un acuerdo. Con el recuerdo reciente de las revueltas populares contra el régimen de Mubarak en Egipto, Margalit subraya la imposibilidad de cerrar un pacto ético con regímenes sistemáticamente inhumanos y crueles. Convencido de que valores como la paz o la tolerancia –pese a ser cruciales para construir una convivencia democrática– no están intrínsecamente justificados en cualquier contexto, Margalit alerta del riesgo de firmar “pactos envenenados” que, independientemente de sus buenas intenciones, puedan acabar traicionando derechos fundamentales de terceros. En sus propias palabras: “La pregunta que siempre tendríamos que hacernos, tanto en la relación con los otros como con nosotros mismos, no es qué normas, qué valores y qué aspiraciones tenemos, sino que tipo de acuerdos estamos dispuestos a tolerar, qué clase de concesiones hacemos”.

CCCB (c) Miquel Taverna, 2012

Por su parte, Nancy fraser, con su texto Sobre la justicia: lliçons de Plató, Rawls i Ishiguro propone una reflexión sobre otro tipo de equilibrio igualmente delicado y fundamental: aquél que debe establecerse entre los derechos de redistribución, reconocimiento y representación para construir un régimen social justo. Esta concepción de la justicia como un equilibrio complejo ha sido el eje central del trabajo en la filosofía política de la pensadora norteamericana. Con todo, en esta conferencia celebrada en el marco del ciclo Virtuts, Fraser se aproximó a su propia teoría a través de un sugerente atajo literario: mediante una interpretación de la novela Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro, la autora proponía un análisis incisivo de las condiciones y los fundamentos que pueden justificar una situación flagrante de injusticia en la que los derechos de redistribución, reconocimiento y representación son violados sistemáticamente. A partir de la reflexión sobre este relato extremo de injusticia Fraser sostiene una contundente argumentación sobre los imperativos éticos y políticos que deberían guiar nuestro comportamiento ciudadano en defensa de un orden social más justo, Al fin y al cabo, como la propia autora recuerda en su ponencia, “de la justiciam no se tiene nunca una experiencia directa. Por lo contrario, la injusticia sí que la experimentamos, y es tan sólo mediante esta experiencia que nos formamos una idea de la justicia”.

En un momento en que el proyecto democrático parece agotarse bajo la presión de los intereses económicos y los discursos xenófobos y excluyentes, la revisión crítica de nuestros imaginarios políticos parece un imperativo ciudadano irrenunciable. Desde ópticas diferentes pero complementarias los textos de Todorov, Margalit y Fraser nos proponen tres sugerentes puntos de partida para reflexionar sobre los retos cruciales de las democracias contemporáneas.

Pablo La Parra

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