Cinco cosas que no sabías de tus datos y que Big Bang Data te puede explicar

4 de junio de 2014 No Comments

Lo que haces (y dices, y escribes) en Facebook se halla en Suecia

Cuando cuelgas una foto en Facebook o compartes un estado con tus amigos virtuales, lo que acabas de crear –tus datos– no se queda rondando por el espacio, en un lugar abstracto o inmaterial. A estos datos les espera un pequeño viaje hasta la ciudad sueca de Lulea, donde se encuentra el primer centro de datos de Facebook fuera de Estados Unidos. Mensajes, intereses, likes, aficiones, amistades compartidas reposan en una vasta estructura que se encarga de mantener y preservar esta información producida y compartida por ti. Conservarla tiene un precio y un coste energético, y allí aprovechan el frío ártico para ahorrar aire acondicionado.

© Gunnar Knechtel

Egos, webcams y YouTube

¿Qué pasaría si uniéramos en un inmenso mural retazos de algunos de los clips que has visto por Youtube en los últimos años? Recetas de cocina, discursos políticos, argumentos a favor y en contra, declaraciones de amor, consejos de belleza, covers de canciones, tutoriales de Photoshop. Todos quieren sentirse escuchados y Youtube es el gran cajón de sastre del mundo web, en el que todos pueden expresarse. Pues bien, este es un poco el experimento de «Hello world! Or: how I learned to stop listening and love noise», de Christopher Baker, un impresionante mural que podrás ver en el BBD, formado a partir de pequeños clips y miscelánea variada, de más de 5.000 diarios personales hallados en Internet. Seguramente no entenderás ni una sola palabra; la cacofonía y el blablabla constante únicamente te servirán para darte cuenta de que dentro de la inmensidad de Internet todo el mundo puede hablar de todo.

La habitación de fotos de Flickr

Justo en el momento en que haces clic para subir una nueva foto a Flickr, más de un millón de personas hacen este mismo gesto, o lo harán en las próximas 24 horas. El volumen de clics es lo bastante extraordinario como para llenar una habitación entera de fotografías. Así lo demuestra la instalación «24 hours in photos» del coleccionista y fotógrafo holandés Eric Kessels (KesselsKramer.com), que también hallarás en la exposición y que te sumerge (literalmente) en un mar de fotografías tomadas en 24 horas y subidas a Flickr. Puede que no lo hayas pensado, pero las 356 fotos que almacenas en el móvil son un porcentaje minúsculo respecto a la cantidad global de datos visuales que fabricamos diariamente.

Los datos pueden decirte cómo va tu vida sexual

Una de las instalaciones más sorprendentes del BBD es la de Jaime Serra, experto en infografía en La Vanguardia, que a través de un sencillo gráfico muestra el estado de su relación de pareja y su nivel de actividad sexual durante el período de un año. A partir de líneas de colores (y con la ayuda infatigable de su mujer, que recopiló todos los datos), Serra dibuja un mapa de su relación de pareja. Es una buena muestra de cómo la visualización de datos a partir de infografías y mapas puede ayudarnos a entender o interpretar la realidad. Nicholas Feltron hace también un ejercicio similar con el anuario Feltron (2012), un libro donde este experto en datos neoyorquino mapea de forma escrupulosa, y con un punto obsesivo, su vida durante un año: el top ten de las personas con las que más ha hablado, los temas que más ha tratado, los aeropuertos que ha pisado, el volumen de fotografías que ha tomado e, incluso, la comida que ha ingerido.

Los datos por el bien común

La difusión de nuestros datos tiene sus inconvenientes, desde luego. El espionaje o el uso que hacen de ellos las grandes empresas y corporaciones suponen un peligro creciente para nuestra intimidad. Aun así, existen fundaciones, como Civio, que proponen un uso benigno de los datos y claman por un periodismo comprometido con el ciudadano y la liberación de los datos: el open data. En la exposición podrás descubrir algunas de las herramientas de Civio, como «Dónde van mis impuestos», que sirve para ver de forma clara y muy ilustrativa a qué se han destinado nuestros impuestos desde el año 2008 hasta la actualidad, y «Tu tasa de paro», que a partir de datos de la Encuesta de Población Activa permite establecer el índice de paro según edad, sexo y población en España.

La exposición «Big Bang Data» puede visitarse en el CCCB hasta al 26 de octubre de martes a domingo, de 11 a 20 h. También puede seguirse en #BBDATA y en el web http://bigbangdata.cccb.org.

Zeidun: 15 años escondiendo talento

7 de mayo de 2014 1 Comment

Zeidun © Oriol Escarmis

Hemos estado años aceptándolo con total normalidad, como si fuera intrínseco a ellos, pero no lo es, ni habitual, ni común, ni nada que se le parezca. Quizá sea porque nunca nos habíamos parado a analizarlo. Era tan evidente que nos hallábamos ante gente extremadamente talentosa, que ni nos lo planteábamos. Pero en su momento no supimos verlo; quizá lo intuimos, pero dudamos que alguien se atreva a levantar el dedo y proclamar, airadamente, que sabía lo que pasaría después.

Estamos a principios de siglo y es un gaztetxe en Iruña, o un solar de La Roca, o el Sant Feliu Fest, da igual. Cinco veinteañeros en el escenario. Camisetas de bandas hardcore suecas y pantalones caídos, increíblemente caídos. Unas Vans hechas polvo y todo suena desacompasado, aturdido y ruinoso. Sus letras hablan de lo que toca, es el momento y la época, no hay más opción que sacar toda la rabia adolescente en aquellas canciones. Es su manera. La nuestra es estar abajo, puño alzado y cuerpo sudoroso mientras las cantamos todas: «Every song I play, every word I say, everything I do, all my acts are just for you.» Suena Galactic y los cinco chavales que la destrozan en directo se llaman Zeidun, como el perro de su colega de Sant Celoni. Y son el mejor grupo del mundo, aunque aquella noche no lo parezcan, aunque tardaremos años en saberlo.

Pero el tiempo ha demostrado que sí, que lo eran. Que detrás de aquella banda que no sobresalía, que vivía en la antipretenciosidad más extrema, había, precisamente, unas personas brutalmente inspiradoras. ¿Cómo definir, si no, a Dalmau Boada? Inquieto, experimental, ingenioso y bueno, impresionantemente bueno. Mau ha hecho grupos de culto como quien baja a comprar el pan. Pero en el 2000, cuando grababa Oceane con Zeidun, seguramente no habríamos dado un céntimo por el batería de aquellos inútiles del Montseny. Pues sí, porque aquel chico con pintas de salir de la jungla, ¡formó Omega V, y después Les Aus, y después Esperit! Y estas son bandas que han cambiado las reglas del juego de la escena musical del territorio. Y lo que es más importante, han hecho canciones que han cambiado vidas, que las han hecho más amenas, mejores, en definitiva. O Joan Colomo, que formó, también con Mau, La Célula Durmiente. ¿Conocéis un grupo más divertido que este? Yo no. A Colomo lo veías caerse de un escenario con Zeidun de las cervezas que llevaba en la sangre, pero después lo acabaron reclutando para formar parte de The Unfinished Sympathy, seguramente la banda de indie rock más destacada que ha existido en este país. Y mientras pasaban los años, él iba haciendo canciones, canciones que un día vieron la luz en solitario, y resultó que eran tan buenas que ahora lo llaman de todas partes y lo conoce todo el mundo. Pero ¿no habíamos quedado que solo era el vocalista de cuatro acordes y melena en la cara de Zeidun? Hasta mi madre sabe quién es Colomo.

Xavi, el bajista, ha sido menos activo, solo ha formado parte de la última década de un grupo que se llamaba Els Surfing Sirles, solo. Els Surfing Sirles eran los mejores, pero esto ya lo sabéis. Càndid, el gigante de dos metros que tocaba los teclados, ha hecho tantas bandas que no caben en tres folios. No es opinión, no es condicional, es información real, porque lo hemos visto con nuestros propios ojos. Ahora se lo puede ver tocando con Murnau B y Autodestrucció, pero hace poco era el batería titular de Joan Pons, de El Petit de Cal Eril. Albert Trabal tocaba la guitarra y la trompeta con los Zeidun, y también lo hizo en un montón de bandas como los Rain Still Falling y, posteriormente, con L’Orquestra de Sant Celoni.

Seguramente juntos nunca nos mostraron todo su potencial real. Permítanos la grosería: aquella banda solo fue la puntita. Suficiente para que ahora miremos atrás y, por fin, empecemos a reivindicar lo que fue su obra anterior, posterior y, sobre todo, como Zeidun. Una banda de emocore llena de momentos emocionantes y geniales. Aquí y ahora, es el momento de agradecer todo lo que nos han dado con sus múltiples nombres, con todas sus caras. Este es el feedback que nunca recibieron y el que, indudablemente, merecen por tantas buenas noches y tantos buenos días rematados con sus canciones.

El 15 de mayo próximo Gentnormal y La Fonoteca Barcelona han programado Me mata pero me gusta: una genealogía de Zeidun para la tercera sesión del #BCNmp7. La sesión constará de las actuaciones de Zeidun y de muchas de estas bandas: Joan Colomo –que acaba de estrenar disco–, Els Surfing Sirles –revividos para la ocasión–, Esperit!, La Célula Durmiente, Autodestrucció, L’Orquestra de Sant Celoni, Murnau B i Omega V. Además, se irán proyectando breves cápsulas documentales sobre los músicos y se repartirán, gratuitamente, un fanzine y un CD que recogen esta genealogía.

El lunes 12 por la tarde regalaremos 5×2 entradas gratuitas a través del Twitter del @CCCBmusica respondiendo a una pregunta.

Lapsus y Barcelona, el intenso impacto de la música electrónica

14 de abril de 2014 2 Comments

El público de Barcelona se resiste a entrar en los recovecos de la música electrónica de calidad. Los grandes festivales son un espejismo pasajero –tres días al año o poco más–; el auge de algunos clubs consolidados, la excepción. Sin embargo, la ciudad ha vivido un repunte significativo de la oferta electrónica en los últimos siete meses: festivales de nuevo cuño –Mira Festival, Cau d’Orella–, ciclos temáticos –Dnit– y promotores outsiders –muchos, y casi todos reunidos en 2014 bajo las siglas BCN Mp7 del CCCB.

Zak Brashill. Foto: Judit Contreras

Lapsus Festival toma el relevo a Sónar en la programación musical de esta casa: apuesta por la electrónica de riesgo, la abstracción digital y la estética sintetizada. Estas coordenadas ideológicas son las mismas por las que apostó Sónar cuando en 1994 tomó el espacio del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y proclamó una máxima que le dio la razón: «Conéctate a la música del futuro», rezaba el lema de la primera edición del festival. Nos descubría así un mundo de infinita creatividad en los márgenes de la cultura de clubs y la música de vanguardia contemporánea.

La Ciudad Condal descubrió la música electrónica con etiqueta Sónar en un espacio público que, desde el minuto cero de su existencia, ha apostado por este tipo de música. El CCCB ha sido clave en la historia reciente de la música electrónica en Barcelona y Cataluña. A los sucesivos responsables del centro no les ha temblado jamás el pulso a la hora de apostar por la electrónica. Ahora tampoco: la inclusión del Lapsus Festival en la programación del vigésimo aniversario del centro corrobora la importancia que la música electrónica ha tenido siempre en el CCCB.

Lapsus es un festival ideológico y transversal: música de raíz sintetizada y programación sin cabezas de cartel –la sensación de que todos los músicos de la parrilla tienen la misma importancia es un factor que lo diferencia de otros festivales–. Un evento de género en el que prima la calidad por encima de lo previsible. Una cita para descubrir los talentos escondidos en las corrientes minoritarias (o mayoritarias) de la música de vanguardia electrónica. Incluso los más avezados descubrimos nuevas propuestas que hasta el momento nos eran ajenas. Se agradece.

Una jornada con primicia mundial 

En la primera jornada estaban programados 1991 y Fennesz, quien presentaba en primicia mundial su nuevo disco, Bécs, que significa su retorno a Mego, la plataforma editorial del insobornable Peter Rehberg –Pita–. El sueco Axel Backman, quien se esconde tras el alias de 1991, demostró que la dicotomía entre su actividad editorial y sus directos es más acentuada de lo que la audiencia estaba dispuesta a aceptar. Los organizadores del festival eran los únicos que estaban advertidos sobre las enormes diferencias entre los trabajos publicados en los sellos Opal Tapes y Astro: Dynamics y la música que suena en directo. 1991 no perdió calidad, pero sí pegada. Backman descompone en directo los pasajes rítmicos hasta hacerlos (casi) desaparecer: acentúa la veta atmosférica y, sin miedo, se convierte en un proyecto de ambient, que en esta ocasión difuminó hasta el máximo las melodías. El intento por ofrecer algo diferente provocó la indiferencia de algunos asistentes y la extrañeza del resto. Le acompañó con los visuales Miki Arregui, Videocratz, uno de los triunfadores absolutos de esta primera edición de Lapsus. El talento de este videoartista no tiene límites: ostenta una envidiable personalidad estética y presentó en todas sus intervenciones una ristra de ideas tan dinámicas como profundas. No es fácil olvidarse de las piezas de Videocratz.

Fennesz. Foto: Judit Contreras

Los shows del austriaco Christian Fennesz, todo idiosincrasia, suelen provocar todo tipo de reacciones. Desde que en 2001 publicó Endless summer, se ha convertido en uno de los músicos más reconocidos de la abstracción digital con marchamo estético. A pesar de que sus discos son auténticas obras de orfebrería digital, llenos de buenas ideas y sensaciones indescriptibles, sus directos no consiguen traducir ese cúmulo de sensaciones que se amontonan en la soledad de la escucha. No esperaba nada que no hubiera visto ya, pero en Lapsus se lució. Sacó genio y personalidad. Bécs recupera algunas de las ideas de abstracción melódica de su obra inspirada en el disco del mismo nombre de The Beach Boys, y otras de las que propuso en el celebrado Black Sea (2008), más ambiental y borroso. Recompone los mejores momentos de su discografía a base de paisajes épicos, evocativos y muy reconocibles. Es emocional hasta donde su personalidad se lo permite. Sin duda alguna, en Lapsus llegó muy lejos: el característico y crudo rasgado de guitarra de Fennesz fue tan explosivo que, por primera vez en su vida, aseguró el austriaco al acabar el concierto, había roto una cuerda de su guitarra sobre un escenario. No sé si es capaz de llegar a más, porque nunca he tenido ocasión de comprobarlo, pero desde luego en el teatro del CCCB se puso a prueba.

Mucho más que música

Lapsus no fue solo música. El arte visual y sonoro también tuvo su espacio. La instalación PHI, que presentó Playmid en la Sala Raval, el espacio anexo del teatro, ribeteaba la oferta del festival. Durante quince intensos minutos, PHI presenta una serie de ideas más cercanas al sound sculpture que a la música con intencionalidad transgresora. El juego de luces y sonidos geométricos recuerda a la obra del artista danés Olafur Eliasson, quien suele jugar con la percepción de la audiencia para proponer sencillas reflexiones sobre la relación con el espacio. La instalación de Playmid juega con la atmósfera, el espacio, la luz y la cultura rave. En los interludios entre conciertos, otra muestra de talento digital: Playmodes presentó varias piezas audiovisuales de cinco minutos en las que los juegos de luces acompañan a pequeñas suites digitales que bordean constantemente el paisajismo sonoro. Interesante, al menos.

El sábado, después de un set a modo de warm-up de los Lapsus Dj’s –esto es: Wooky, Bruna y Lesser, poca broma–, abrió Olde Gods acompañado, de nuevo, por el genio de Videocratz y su escena de época sincrónica. El nuevo proyecto de Guillamino y JMMI es adictivo: melodías con alma pop sobre rítmica house y atmósferas estéticas. El primer concierto que ofrecía este proyecto fue acaso uno de los mejores del festival. Shape Worship optó por la versión desarrollista de su techno atmosférico, en la que también caben visos de house anguloso. No fui capaz de percibir la precisión IDM que se le atribuye, pero sí se pudo comprobar la profunda impronta que ha dejado Actress sobre la escena electrónica británica.

«Hemos arriesgado todos mucho», comentaba la inquieta Alba G. Corral, videoartista que acompañó a Shape Worship con unos ostentosos visuales geométricos. Y no se equivocaba: todos los participantes en Lapsus estaban dando lo mejor de sí en todo momento. A veces, la sensación de desconcierto asaltaba a la audiencia: los músicos y artistas visuales se arriesgaron tanto que hubo peligro de no ser entendidos. Acaso demasiado avanzados para esta época de desatención y premura, de obras de fácil digestión y comentario inflamado. Las palabras de Alba explican muy bien la naturaleza de esta cita, que debería concretarse en una obligada periodicidad anual.

Y llegó el turno de los escoceses Dalhous, trasuntos de lo que en su día fueron otros escoceses: Boards of Canada. Publican en Blackest Ever Black, casa madre de las derivaciones pop del hauntology británico y marca con denominación de origen de novísimo ambient-techno: Raime, Vatican Shadow y, desde ya, también Dalhous. Si Raime concita la atención de los medios con unos shows siempre a medio gas y más bien aburridos, lo de Dalhous debería figurar más arriba en cualquier escala de valor mediática. Presentaron credenciales y una nueva referencia: «Visibility is a trap» –no tengan miedo: descárguensela pirata, que para eso está; la escena se lo agradecerá…–. Los recuerdos, la nostalgia de una vida que jamás han vivido, las sensaciones imaginadas…, ese es el terreno en el que se mueve Dalhous. Cazadores de imágenes y sonidos al vuelo, que convierten en un paisaje ambient con tendencia a los juegos rítmicos. Fue un show impactante, conciso y extremadamente bien planteado. Todos los asistentes andábamos contrariados porque no éramos capaces de dilucidar qué o quiénes eran los protagonistas de los visuales que acompañaron la música del dúo.

Jensen Sportag. Foto: Judit Contreras

Llegó el turno de los Jensen Sportag, favoritos de las tres cabezas pensantes de Lapsus. Suavizaron la interesante tendencia a conceptualizar el r’n’b, aunque no prescindieron de ella, y apostaron por trazar líneas 4×4 de groove acentuado y alma house. De los pasajes más atmosféricos –la constante en todos los conciertos del festival, cabe recordar– pasaron a la complejidad del sampleo de referencias e instrumentos. De nuevo, Videocratz sentó cátedra con unos visuales impactantes y dinámicos que mostraban recorridos por las calles de urbes atestadas. La promesa del ímpetu global está en las imágenes de este artista visual.

El premio al show aburrido y pretencioso se lo llevó Etch. Me da lo mismo el reconocimiento que Zak Brashill haya recibido de la prensa internacional, a veces pueril, frívola y estúpidamente tendenciosa. Su desconcertante actuación en Lapsus fue una lección de cómo no hay que hacer las cosas frente a un público atento. La peor parte se la llevó Óscar Sol, otro videoartista talentoso y provocativo, que tuvo que lidiar con el tedio de la música de Etch. Este tipo, que obvió el hecho de que tenía audiencia enfrente, se dedica a recuperar el lenguaje de la cultura jungle británica de los 90. Hasta ahí, todo bien. Pero si se opta por la versión rave de extrarradio del drum’n’bass y el jungle, la cosa no puede salir bien. Ni un ápice de originalidad, monótono e insulso. Para colmo, no movía ni un músculo sobre el escenario. Sí es cierto que culminó esa suerte de performance de la nada con una buena conceptualización de todo lo propuesto durante los primeros compases. Por momentos, parecía que iba a llegar al punto prometido, pero ya era demasiado tarde. El drum’n’bass de garrafón, en casa y con gaseosa, muchacho.

En rotundo contraste, Kelpe, también acompañado por los visuales de Óscar Sol. No es difícil imaginar por qué este proyecto ha recibido encendidos elogios de techno-masters como Laurent Garnier y Richie Hawtin, y también de otros maestros del sampleo y el groove como Hudson Mohawke y Daedelus. El show de Kelpe fue vibrante e inteligente; planteado como un relato con ánimo narrativo. Kel McKeown se hace acompañar por un baterista en directo, lo que otorga la crudeza que el bueno de Etch buscó y no supo encontrar. Desplegó un arsenal de recursos melódicos y rítmicos que rinden indisimulado tributo a la época dorada de Ninja Tune, comentaba Carles Novellas, del imprescindible programa de radio Paralelo 3, quien vivió de cerca la explosión del sello londinense de abstract beats trabajando en sus oficinas durante el decisivo cambio de década entre los 90 y los 2000.

Novellas tenía razón, sin duda, pero Kelpe no utiliza el sampleo como santo y seña de su sonido, como la mayor parte de la nómina de Ninja Tune. Aunque sí maneja las melodías abstractas jazzísticas bajo el paraguas estético-sintético en el que se camuflaba Four Tet hasta que apostó por el desarrollismo rítmico a discreción. Fue un concierto notable que reclama mayor protagonismo en las parrillas de los festivales estándar.

Sau Poler. Foto: Judit Contreras

«La experiencia en Lapsus fue muy buena, me lo pasé muy bien en el concierto; hubo química y creo que la gente lo disfrutó. Fue un punto de encuentro también con otros artistas y gente que aún no conocía en persona. ¡¡De diez!!» Así se expresó, a través del mail, Sau Poler, un joven productor de Badalona que va a llegar muy alto. Por partes: la música de Pau suena a «Four Tet, Floating Points, Bonobo, Burial o Jamie XX», asegura, pero también a Actress, Panda Bear, Carl Craig y John Talabot. En Lapsus demostró por qué es alguien a seguir de cerca: es curioso comprobar como siempre sabe escoger la mejor opción rítmica. No falla. Intuye el camino más corto para conectar referencias y sensaciones. A veces se decanta por el 4×4 progresivo, el del Actress menos abstracto; otras, escoge la vía del house profundo y emocional. Su actuación fue una de las mejores del festival, si no la mejor.

La fiesta, porque pasadas las doce de la noche Lapsus era una fiesta, acabó con Kanding Ray. Nunca entenderé por qué los productores de Raster Noton gozan de ciertos privilegios. Su discurso complejo, espeso, crudo y rotundo no siempre hace honor a su prestigio. Lo que está claro es que en Barcelona siempre encuentran un público atento. Quizá por las repetidas visitas de Carsten Nicolai a la ciudad, o porque su potente rítmica deja la misma huella que el Detroit techno en los noventa. Quién sabe. El set de Kanding Ray, sin llegar a la potencia prometida –todo es poco al lado de SND o Plastikman–, sí logró levantar a la audiencia durante los últimos coletazos del festival. Sin llegar a ser adictivo, sí logró la complejidad y la profundidad prometidas. Empezó emulando al Monolake más insulso para luego llegar a rozar esa emocionalidad que no se puede explicar pero sí entender a base de sensaciones básicas.

El año que viene, Lapsus promete más. Mucho más.

La escena Industrial / New Wave en Barcelona en perspectiva

8 de abril de 2014 No Comments

La transición española significó un cambio muy importante en la estructura política y social del estado. Entre otras cosas, se estableció un sistema democrático, lo que comportó una apertura sin complejos hacia una nueva forma de entender y hacer la cultura. Una joven generación de artistas afrontaban un reto hasta entonces imposible de imaginar: romper con los antiguos clichés, desmontar las viejas tradiciones asociadas a un régimen opresor y descubrir las infinitas posibilidades que este nuevo contexto social les ofrecía.

Paralelamente, a fines de los años 70 y principios de los 80 se produjo, en las esferas más underground del mundo musical, una explosión de creatividad que con la perspectiva de los años resulta evidente. Uno de los factores determinantes fue, muy probablemente, la introducción del sintetizador en el mercado global: una nueva generación de instrumentos electrónicos se comercializaba en tiendas especializadas, y a precios asequibles para el gran público. Esto significó, entre muchas otras cosas, que ya no era necesario juntarse con otros músicos para crear una banda, ni ir a un gran estudio de grabación para hacer una maqueta, ni saber tocar la guitarra para hacer una canción, o depender exclusivamente de un sello discográfico para hacer un disco. La electrónica estaba al alcance de todos, el punk se estaba agotando y algo parecido a una nueva música surgía de la nada, o eso parecía.

Nuevos artistas, nuevos sonidos…: aunque llegaban a Barcelona con cuentagotas, enseñaban un modo de hacer, de entender y, sobre todo, de escuchar la música totalmente innovador; grupos como UltravoxJoy DivisionKraftwerkTuxedomoonHuman League y tantos otros, incorporaban a su instrumental aparatos como sintetizadores, cajas de ritmos y otros aparatos electrónicos de estética futurista que cautivaron a muchos jóvenes desencantados y aburridos de oír siempre la misma música… Y su discurso, próximo al movimiento punk, aunque más introspectivo o intelectual, encajaba a la perfección con la realidad cotidiana de esta generación. Estábamos en plena guerra fría y las promesas de un mundo mejor se descubrían entonces como falacias de una sociedad industrial en decadencia; en consecuencia, el desencanto era un sentimiento muy extendido, sobre todo entre las generaciones más jóvenes. En resumen, se abrió una ventana con infinitas posibilidades: multitud de sonidos distintos, extraños y desconocidos estaban al alcance de jóvenes inquietos con ganas de romper con el pasado. Y no necesitaban ser buenos músicos, tener un estudio de grabación, disponer de mucho dinero o tener unos mínimos conocimientos musicales; ahora podían hacerlo.

El objetivo de esta sesión es conocer o entender un poco mejor cómo asimiló este nuevo paradigma la escena musical de Barcelona: a través de tres músicos pioneros de nuestra ciudad, queremos saber qué o quién los inspiró para romper con las convenciones musicales del momento y cómo lo hicieron; su relación o conexión con otros grupos y sellos discográficos, cómo organizaban los conciertos, cómo publicitaban su música, de qué forma el público asimiló esta nueva música, la percepción de los medios de comunicación y el público en general respecto a estos nuevos sonidos, qué problemas o dificultades tuvieron que afrontar para sacar adelante su proyecto y, en definitiva, cómo la introducción de estos nuevos instrumentos electrónicos los llevó a hacer algo que entonces muy poca gente hacía en Barcelona, mientras que la poca que lo hacía, a menudo era ignorada.

Estos tres artistas serán:

Macromassa

Víctor Nubla: una de las figuras más relevantes de la música experimental de nuestro país. Artista multidisciplinar de mente inquieta, es músico, teórico, ensayista, activista de la experimentación, además de escritor, ideólogo, programador, editor, agitador cultural y creador, junto a Juan Crek, de uno de los grupos de referencia de la música industrial: Macromassa. Su trayectoria es una parte fundamental de la escena de vanguardia de Barcelona de los últimos treinta años.

Gat: músico y fundador de bandas de referencia y pioneras en Barcelona, como Ultratruita y posteriormente New Buildings, más enmarcada en el movimiento New Wave. Es también fundador del sello discográfico G3G, a fines de la década de los 80, un proyecto surgido inicialmente para cubrir el vacío existente en el ámbito artístico y comprometido totalmente con la escena musical, al tiempo que se aleja de los cánones más comerciales de la época. Pascal Comelade, Jakob Draminsky, Oriol Perucho, Macromassa, Raeo (Mark Cunningham), Pau Riba, Juan Crek, son solo algunos de los nombres que, entre muchos otros, figuran en su amplio catálogo.

J. J. Ibáñez: fundador del grupo badalonés Kremlyn a principios de los años 80 y artista muy activo en la escena electrónica de Barcelona a principios de los 90. Kremlyn fue una formación que se puede considerar de techno-pop y que, aunque no consiguió grabar ningún disco, fue muy activa entre 1982 y 1986. Hoy en día podemos considerar Kremlyn como una de las pocas bandas musicales catalanas que se enmarcan en el estilo techno-pop de Barcelona, con un sonido muy genuino e interesante. El año pasado Domestica Records editó uno de sus primeros conciertos en directo, con muy buena aceptación también entre el público más joven, y se prevé que se edite un disco de larga duración con las canciones de estudio el año que viene.

A continuación podremos disfrutar, por primera vez en Barcelona, de las actuaciones de dos representantes y herederos de esta nueva escena:

Ultratruita

Tvnnel: una voz grave y profunda, letras ácidas y nostálgicas diluidas en la frialdad de sus ritmos y sonidos programados. TVNNEL nace en 2013 como proyecto en solitario del artista Tono Inglés (Polígono Hindú Astral, Roman Skirts). Tres sintetizadores y un secuenciador a mano nos sumergen en un túnel subterráneo, donde confluyen el baile y la melancolía. Intentando alejarse de las propuestas revival, TVNNEL busca nuevos caminos entre el electro, el synth pop i el industrial. Frialdad maquinal y calor humano combinados en una interesante y personal propuesta, con un planteamiento musical y una puesta en escena que apuestan claramente por la reducción, el minimalismo y la autoproducción.

Philippe Laurent (Francia): artista plástico, músico y diseñador en activo desde principios de los años 80, cuenta ya con una discografía y una producción audiovisual muy extensas y es una de las personalidades de más renombre internacional en la escena minimal-synth. Ya sea trabajando con códigos gráficos o códigos digitales, artes plásticas o música, el enfoque y el objetivo de Laurent es siempre la investigación sobre la percepción de los signos y los símbolos en las personas. Como artista multimedia, Laurent ha sido siempre un innovador que ha incorporado nuevas tecnologías para componer obras gráficas o musicales. En los años 90 su obra consiguió una gran difusión, con una serie de conciertos en Francia y Alemania en los que presentó piezas complejas que mezclaban distintas técnicas avanzadas. Sus pinturas o el efecto ilusorio de tipografías sobre un fondo monocromo plantean preguntas sobre la relación entre los signos y los significados. Philippe Laurent desarrolla ideogramas abstractos, con el objetivo de no repetir la misma figura dos veces, como si la escritura procedente de un continente perdido o de un lenguaje original fuera un código que ha precedido a todas las otras lenguas y que ahora se ha perdido. Este juego de la ambigüedad plantea una pregunta fundamental sobre el estado ontológico del lenguaje escrito en nuestras sociedades occidentales. Philippe Laurent ha desarrollado un amplio estudio personal de las formas de los primeros símbolos y letras que conducen a la sublimidad de un alfabeto esotérico.

Más información en el evento de Facebook: https://www.facebook.com/events/1376191062655896/?fref=ts

#MuseumWeek, un aprendizaje y una diversión

2 de abril de 2014 No Comments

Hay que reconocer que cuando nos propusieron formar parte de #MuseumWeek no las teníamos todas. Implicaba mucho trabajo previo y, sobre todo, un mantenimiento de las redes que iba más allá de nuestro trabajo habitual. Pero decidimos unirnos a la iniciativa porque pensamos que se lo debíamos a nuestros seguidores: durante una semana, nos poníamos a su servicio para responder a sus dudas, compartir sus experiencias, hacerles regalos e interactuar de una forma más personal con ellos.

Una semana antes empezamos a recoger la información. Nos reunimos con varios departamentos: el de comunicación, responsable de la campaña #AnimalsCreatius (creada para promocionar los 20 años del CCCB), que fue el tema de la tercera jornada; el de exposiciones, que guardaba todos los secretos de la exposición «Metamorfosis», y el Centro de Documentación y Debate, donde lo saben todo del CCCB. Recorrimos todos los rincones, del laboratorio de revelado de las películas Xcèntric a la azotea, desde donde hicimos uno de los tuits. Revisamos los archivos de fotografías antiguas e hicimos un seguimiento día a día de la exposición sobre Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay para documentar el proceso… Tal como explicamos en un post anterior, los dos primeros días de #MuseumWeek los dedicamos a la #ExpoMetamorfosis, mientras que los tres restantes estuvieron dedicados al centro, a los 20 años, a las curiosidades y a la historia.

En los siguientes enlaces encontraréis el resumen en formato Storify de cada uno de los días de este experimento. Hemos intentado recoger un amplio abanico de opiniones y comentarios y reflejar así lo que han sido estos cinco días de intenso intercambio social. Y es que para nosotras, la experiencia #MuseumWeek ha sido también muy enriquecedora. Nos ha obligado a trabajar en red entre distintos departamentos para elaborar los contenidos. Y nos ha permitido descubrir hechos olvidados del centro, como sus orígenes, y desarrollar nuestra creatividad en el planteamiento de la tercera jornada, dedicada, precisamente, a #AnimalsCreatius.

Pero, por encima de todo, #MuseumWeek ha sido un diálogo con nuestros seguidores. Sus comentarios y preguntas nos han permitido captar su interés por nuestras actividades y su curiosidad por el propio centro. Entre el lunes 24 y el viernes 28, más de 90 personas se han añadido a nuestro grupo de seguidores en Twitter: el ruido que hemos hecho en la red nos ha servido, también, para conseguir nuevos amigos. No era nuestro objetivo, claro, pero es agradable ver que, día a día, nuestro trabajo atrae a más personas.

Storify #MuseumWeek Day 1: #Adayinthelife

Storify #MuseumWeek Day 2: #TestYourKnowledge

Storify #MuseumWeek Day 3: #MuseumMemories

Storify #MuseumWeek Day 4: #BehindTheArt

Storify #MuseumWeek Day 5: #Sabiasque

Y a vosotros, ¿qué os ha parecido la experiencia #MuseumWeek?

Lucia Calvo y Eva Rexach hemos estado detrás de la iniciativa #MuseumSelfie

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