Centre Documentació i Debat

En busca del tiempo (y del lenguaje) perdido: Duch y Safranski en la colección Breus

15 de febrero de 2013 No Comments

Hoy tenemos el placer de presentaros dos de las novedades recientes de la colección Breus CCCB, basadas en sendas conferencias del filósofo alemán Rüdiger Safranski y el antropólogo y monje de Montserrat Lluís Duch, pronunciadas en el CCCB el 19 de septiembre y el 19 de diciembre respectivamente, y que podeís ver en vídeo aquí i aquí. Se trata de dos reflexiones de alt0 vuelo filosófico, hermanadas por su reacción de cariz humanista contra el clima económico y tecnológico que prevalece en el mundo actual y que está mostrando su vertiente deshumanizadora en la crisis financiera y social que sufrimos. Ambos ensayos coinciden en su diagnóstico desde puntos de vista diferentes pero complementarios: en Sobre el temps, Safranski analiza la excesiva presión que ejerce el tiempo socializado sobre el tempo vital de los individuos; en La banalització de la paraula, Duch habla de la situación de “desemparaulament” (“desempalabramiento”) que a su juicio caracteriza a nuestra época. Ahora bien, ¿qué conexión hay entre el tiempo de Safranski y la palabra de Duch?

CCCB (c) Glòria Solsona, 2011

Tiempo y palabra son para ambos autores categorías existenciales fuertes que determinan profundamente nuestra relación con el mundo y, sobre todo, nuestra construcción de la realidad. Así como el lenguaje no deja de ser metáfora y re-presentación del mundo, el tiempo no es en nuestra percepción una experiencia pura y directa, ya que “el hombre no experimenta nunca el tiempo primariamente, sino que lo hace siempre en su forma socializada. Y sólo a través de ésta última, y distanciándose de ella deliberadamente, se refiere a aquél tiempo enigmático que vivimos por dentro”. Safranski sitúa en la invención del reloj (que comenzó presidiendo los espacios públicos y ha acabado siendo un objeto unipersonal y cotidiano) el origen de la constitución del tiempo en una “institución social” moderna. La disciplina, la regulación horaria, la puntualidad, la productividad son algunos de los valores que se reificaron al amparo del nuevo régimen temporal de la era industrial y del progreso. El tiempo –o, más bien, su gestión– se convirtió en una mercancía que, sujeta a una explotación y una aceleración crecientes, ha acabado al servicio del capital y no de los humanos. No en vano, como observa Safranski, la actual crisis financiera es la última manifestación de la desavenencia radical entre el ritmo vertiginoso de los mercados y el ritmo de la política y de las personas. ¿No es hora de construir una realidad más benévola con el ritmo humano mediante una revolución del tiempo, tal y como propone Safranski? ¿Pero cómo? Fortaleciendo el elemento contemplativo, reconquistando nuestra soberanía y nuestra plenitud temporal, resistiendo a la presión del entorno con una desaceleración consciente del tiempo que marca nuestro ritmo vital.

CCCB (c) Miquel Taverna, 2011

El discurso de Safranski y el “desempalabramiento” tal y como lo formula Duch son dos caras de una misma moneda. Dice Duch: “En una sociedad con un tiempo sometido a una gigantesca sobreaceleración del tempo vital, la pérdida de la capacidad crítica de los individuos y de los grupos humanos resulta mucho más negativa y desestructuradora que en las sociedades del pasado”. Este desconcierto genera una crisis de confianza en el lenguaje en todos los ámbitos de la expresión humana: la política, la pedagogía, la sanidad, la religión, la economía, el arte… Si la desconfianza en el lenguaje es uno de los primeros síntomas de las crisis en la historia, también es el primer elemento necesario en la lucha contra las crisis. Renunciar a la capacidad de “empalabrar el mundo”, de construir nuestra realidad a través de las palabras, conduce a un vacío expresivo ciertamente peligroso que suele desembocar en la perversión y la banalización de la palabra o en la imposición de la violencia, el antilenguaje por excelencia.

En opinión de Duch, hay que purificar el lenguaje del uso que se le ha dado durante la posmodernidad y volver a los orígenes, “recuperando una bella y vieja idea que se remonta a Platón, volver a reactivar el poder sanador de la palabra humana en todos los ámbitos de la vida cotidiana de individuos y colectividades”. Ahora que se habla tanto del colapso del Estado del bienestar  debería tenerse más en cuenta, como hace Duch, que el lenguaje es uno de los más fieles indicadores del bienestar (no ya económico, sino moral y espiritual) de una sociedad. La publicación de estos dos libros es sin duda una buena ocasión para reivindicar un tiempo y un lenguaje esenciales para la vida de cualquier persona, un tiempo y un lenguaje que pensadores como Safranski y Duch felizmente salvaguardan y comparten con nosotros.

Lucas Villavecchia

Marina Garcés: el compromiso

13 de febrero de 2013 No Comments

Ya hace un tiempo que la palabra «compromiso» vuelve a estar sobre la mesa. Supone, esta renovación, una cierta recuperación de la sociedad civil, una dignificación de la actividad política ciudadana que coincide, no por casualidad, con la mayor pérdida de legitimidad de los partidos políticos y la política institucional desde la inauguración de la democracia. Ya no somos indiferentes, o no lo somos tanto, porque nos hemos dado cuenta de que el mundo que compartimos depende directamente de nosotros (en plural) y de nuestra capacidad de intervenir en él.

Seguramente, la crisis nos ha hecho más conscientes del hecho de que habitamos un mundo “en común”, que “nada humano nos es ajeno”, que las acciones de los otros repercuten inevitablemente sobre nuestras vidas y que, por mucho que nos hayan hecho creer que podemos llegar a ser autosuficientes, nunca hemos sido tan dependientes como ahora. Es decir, nos hemos dado cuenta de que estamos comprometidos, unidos por lazos de obligación y dependencia, tanto si lo queremos como si no, por el hecho mismo de vivir juntos. ¿Cómo se pasa, no obstante, de este compromiso inevitable de la convivencia al compromiso político? ¿Qué quiere decir hoy politizarse? ¿Qué situaciones tienen la fuerza de comprometernos?

Por ADICAE15-M (Trabajo propio) [CC-BY-SA-3.0]

Para intentar encontrar algunas respuestas, podéis acercaros al CCCB y escuchar a la filósofa Marina Garcés el próximo lunes, 18 de febrero, en el marco del ciclo de conferencias “En común”. Tal como explicará, politizarse quiere decir, precisamente, “desafiar al poder que nos expropia de nuestra dimensión común”, reconocer en nuestra condición común el principio y el fin de la acción política. Para comenzar a calentar motores, vaya esta reflexión suya sobre la naturaleza del compromiso:

«El compromiso, cuando nos asalta, rompe las barreras de nuestra inmunidad, nuestra libertad clientelar de entrar y salir, de estar o no estar, de tomarlo o dejarlo. Así, nos abre y nos desplaza en lo que somos o en lo que creíamos ser. Nos incorpora a un espacio que no controlamos del todo. Cuando nos vemos comprometidos, ya no somos una conciencia soberana ni una voluntad autosuficiente. Nos encontramos implicados en una situación que nos excede y que nos exige, finalmente, que tomemos una posición. Tomar una posición no es sólo tomar partido (a favor o en contra) ni emitir un juicio (me gusta no me gusta). Es tener que inventar una respuesta que no tenemos y que, sea cuál sea, no nos dejará iguales. Todo compromiso es una transformación necesaria de la que no tenemos el resultado final garantizado.» (Puedes leer aquí el texto completo, o su libro Un mundo común, recién publicado por Edicions Bellaterra.)

Por otro lado, como la conferencia prevista para esta fecha era la de la filósofa Michela Marzano, que canceló su intervención a raíz de su decisión de presentarse a las elecciones al Parlamento italiano de los próximos 24 y 25 de febrero, también emitiremos una breve entrevista que el equipo del CCCB le ha hecho sobre su compromiso político y sobre la relación entre la confianza y la vida “en común”. Pronto estará también disponible en la red.

La ciudad, en común

5 de febrero de 2013 2 Comments

La defensa y puesta en valor de los bienes comunales, de lo que es de todos y todas, de lo que fomenta una comunidad y, más importante, de lo que le da su razón de ser es el objetivo del ciclo “En común”, que esta semana ha celebrado su cuarta sesión con una conferencia excepcional sobre la música a cargo del poeta y ensayista Ramón Andrés (pronto en la red).

© David Bravo

© David Bravo

La próxima sesión, el lunes 11 de febrero a las 19:30 h, se planteará como un diálogo alrededor de la ciudad, vista como el lugar en el que todo tiene cabida y todos nos encontramos representados. La sesión estará a cargo de Xavier Antich, filósofo y profesor de Historia de las ideas estéticas de la Universidad de Girona, y del poeta y arquitecto Joan Margarit, y será presentada por Joan Nogué, catedrático de Geografía humana de la Universidad de Girona y director del Observatorio del Paisaje de Cataluña.

En este contexto, el espacio público será un elemento crucial del diálogo, dado que, en contraposición con los espacios privados de propiedad individual y uso preasignado, se trata del espacio por excelencia de la comunidad; de la propiedad, el dominio y el uso públicos. El espacio público de la ciudad se supone el emplazamiento de la convivencia de los derechos colectivos e individuales, pero ¿cómo responde a los cada vez más crecientes dinámicas de individualización o apropiación particular? Hemos asistido a un proceso ene l que diversas formas de consumo supusieron que el espacio público fuese el lugar de la publicidad, de la mercantilización y del espectáculo de masas, y que acabase convirtiéndose en la localización predilecta de las grandes marcas mundiales. Ante eso, ¿podemos decir que el espacio público es aún público?

La crisis de ideales de décadas anteriores nos ha hecho replantearnos cuál habría de ser el rol del espacio público y, por extensión, en qué debería convertirse la ciudad. Diariamente, somos testimonio y parte de movimientos de resistencia urbana que denuncian la deriva privatizadora que ha sufrido el espacio público, y ponen de relieve la necesidad de cuetionar el moelo de espacio público de las ciudades. En definitiva, asistimos a un momento de auge de la responsabilidad de habitantes, usuarios y ciudadanos hacia los espacios públicos de la ciudad, entendiendo que si son nuestros no nos podemos desentender, somos responsables.

El diálogo abordará también cómo la herencia de décadas anteriores no sólo está presente en la ciudad tradicional, sino que también tiene consecuencias territoriales. ¿Qué debemos hacer con los espacios urbanizados que salpican el territorio metropolitano y parecen no tener uso ni localización lógica? Se trata de lugares que no pueden aspirar a llamarse ciudad ya que no existe en ellos convivencia ni pervivencia de usos, y que parecen abocados a la desatención de las administracions que, por otro lado, los hicieron posibles. ¿Tiene espacio público un espacio urbanizado que no es urbano, que no es ciudad? Aunque morfológicamente tiene calles y plazas, ¿son lugares de intercambio, de encuentro, en los que poner en práctica la serendipia? ¿Qué forma adopta el espacio público en las metrópolis y, también, cuál es el papel del paisaje abierto en este contexto?

Ya hace doce años que el CCCB creó el Premio Europeo del Espacio Público Urbano con la finalidad de reconocer y promover el carácter público de los espacios urbanos, así como su capacidad para estimular la cohesión social. Asumiendo las ambigüedades inherentes a la noción de espacio público, el Premio es el único en Europa que reconoce y promueve un espacio al mismo tiempo público (abierto y de acceso universal) y urbano.

Marta Canedo

La Unión Europea premia el Human Brain Project

24 de enero de 2013 No Comments

Henry Markram, impulsor de Human Brain Project, presentó el proyecto en el CCCB.

Ayer se supo la noticia de que el Human Brain Project, dirigido por el neurocientífico Henry Markram, ha sido uno de los dos proyectos científicos seleccionados para recibir la financiación más importante de la Unión Europea para los próximos 10 años. Nada menos que 1.000 millones de euros.

Henry Markram al CCCB – Foto: Miquel Taverna, 2012

Henry Markram estuvo en el CCCB el pasado 22 de mayo para explicarnos este ambicioso proyecto que pretende crear uno de los supercomputadores más potentes del mundo para poder simular de la manera más exacta posible el funcionamiento de la mente humana. El reto es reunir todo el conocimiento actual que la neurociencia y otras disciplinas están reuniendo sobre nuestro cerebro, desde su base genética hasta las diferentes teorías de la mente, el lenguaje, las emociones o la conciencia, e incorporar en un único sistema informático. El proyecto promete hacer avanzar enormemente no sólo el conocimiento general sobre la mente, sino también los mecanismos de muchas disfunciones mentales como el Alzheimer o el autismo, de las cuales por ahora todavía no se tiene remedio.

Os invitamos a sentir el propio Henry Markram explicando este proyecto en la entrevista que le hicimos en el CCCB durante su visita.

Podéis encontrar más información aquí:

MATERIA: La UE invierte 2.000 millones en el grafeno y la recreación del cerebro humano

Web Human Brain Project

Lydia Cacho: las formas de la esclavitud contemporánea

17 de enero de 2013 3 Comments

Lydia Cacho

Después del éxito de la inauguración del ciclo “En común” con el sociólogo alemán Ulrich Beck, volvemos el próximo lunes 21 de enero con una conferencia excepcional: nos visitará la periodista mexicana Lydia Cacho, conocida en todo el mundo por su denuncia de las redes de pederastia, la trata de personas y la esclavitud sexual de mujeres, niñas y niños. Su trabajo ha sido reconocido con numerosos premios internacionales, pero ha supuesto también un gran riesgo para su vida: ha recibido amenazas de muerte y ha sido encarcelada y torturada en México.

Dos libros suyos explican esta historia terrible: Los demonios del Edén (Debate) es la denuncia que Cacho hizo en 2005 de una red de pederastia que implicaba a políticos y empresarios mexicanos en activo. La publicación de este libro fue una estrategia para poner fin a la pasividad de las autoridades y para dejar al descubierto la maquinaria del poder que encubría al pederasta Succar Kuri, un conocido empresario mexicano con mucha influencia. La difusión que recibió el libro hizo que finalmente se celebrase el juicio.

Memorias de una infamia (Debate), escrito dos años después, narra la pesadilla que Cacho tuvo que sufrir como consecuencia de aquella denuncia: fue acusada, detenida ilegalmente, maltratada física y psicológicamente, y encarcelada durante treinta horas por los mismos poderes públicos que habrían debido defenderla. Lejos de acobardarse, Cacho ha continuado sus investigaciones sobre el tráfico de personas y la esclavitud sexual. Parte de este trabajo se puede leer en Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo (Debate, 2010), en el que Cacho denuncia que les redes que roban y esclavizan mujeres, niñas y niños experimentan hoy un auge sin precedentes, y se benefician de una cultura que promueve la cosificación humana, y de una economía de mercado deshumanizadora. Tal como denuncia Cacho, aceptar la prostitución como un mal menor supone aceptar también la explotación, los malos tratos y el gran poder del crimen organizado en todo el mundo.

En el marco del ciclo “En común”, Lydia Cacho ofrecerá una conferencia sobre los derechos humanos en la que recordará que no podemos vivir de espaldas al hecho de que, justo en el centro de nuestra sociedad, existe, dicho con las palabras de Boaventura de Sousa Santos, “un espacio que es un no-territorio en términos jurídicos y políticos, un espacio impensable para el primado de la ley, de los derechos humanos y de la democracia”, y que se construye a partir de la esclavitud y la explotación de otros. Somos responsables de la existencia de este espacio cuando ignoramos el vínculo que existe entre el tráfico de personas, la violación de los derechos humanos y la prostitución; cuando juzgamos con benevolencia a los consumidores de la industria sexual; cuando nos beneficiamos de las ganancias de la muy rentable industria prostitucional, e ignoramos que la prostitución no es simplemente un problema de salud o de orden público que afecta sólo a víctimas y mafias, sino un problema de todos: un problema en común.

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