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John Urry y el fin de la cultura del coche

11 de noviembre de 2014 No Comments

En un futuro distópico, el protagonista de la saga cinematográfica Mad Max vive en un mundo donde la escasez de recursos energéticos ha provocado un colapso y es la base de continuos enfrentamientos entre regiones y comunidades. El mundo que se presenta en esta serie de películas podría ser uno de los futuros posibles, quizás el más pesimista, que el sociólogo John Urry plantea en sus análisis sobre las transformaciones en el siglo XXI de una sociedad que en la última centuria se ha construido alrededor de las energías fósiles y el transporte en automóvil. Porque según John Urry, el coche en el siglo XX, no ha sido solo un fenómeno cultural sino un elemento central que ha articulado nuestra forma de vida. Sin coche, las ciudades tendrían otro mapa, otros ritmos de vida, de trabajo y el ocio sería diferente, y nuestra propia manera de concebir el individuo y su autonomía sería también otra.

© Imagen de Freaktography, 2012

Aún así, para John Urry este modelo de vida y de sociedad se encuentra en su punto y final. En las próximas décadas esta “cultura del coche” cambiará forzosamente de arriba hacia abajo y, en función de cómo la sociedad decida enfrentarse a este reto, el mundo de nuestros nietos podrá ser muy diferente. Las razones de Urry para augurar este final del coche, tal y como lo entendemos hoy,  son: en primer lugar, la certeza científica de que las reservas de recursos combustibles fósiles se están acabando (y tenemos que pensar que un 98% del transporte mundial depende de ello); en segundo lugar, el impacto medioambiental del uso de estas energías sobre nuestra salud y la del planeta; y finalmente, el crecimiento de la población mundial, que hace insostenible un crecimiento proporcional del mercado automovilístico.

De hecho, esta última cuestión seguramente es la pieza fundamental de su análisis. El crecimiento de la población mundial no es un reto por si mismo sino, sobre todo, por el hecho de que todos los pronósticos sostienen que este crecimiento se producirá de manera exponencial en las ciudades. Se calcula que en el año 2050, el 70% de la población mundial vivirá en grandes ciudades y las megalópolis, aquellas ciudades con más de 10 millones de habitantes, se multiplicarán. Es decir, el futuro de nuestro planeta es un futuro urbano; y eso hace que el actual modelo social centrado en la cultura del coche tenga fecha de caducidad. Especialmente, porque hoy las ciudades ya son responsables de tres cuartas partes del consumo energético y generan tres cuartas partes de la contaminación mundial. De cómo se resuelva el crecimiento urbano de las próximas décadas depende nuestro futuro más inmediato.

Plantear una vida urbana con una calidad de vida y justicia social para todos sus habitantes pasa, por lo tanto, por repensar no solo como nos desplazamos, sino también las nociones de individualidad y de autonomía, de ocio, de vivienda y de trabajo. Las implicaciones de esta nueva forma de pensar tendrán un gran impacto en el diseño mismo de las ciudades y en la forma de vivir en ellas, y lo más probable es que es los grandes avances en el campo de las tecnologías de la información tengan un papel clave en estos nuevos modelos urbanos.

De este modo, en algún momento, la imagen tan propia del siglo XX de un hombre cogiendo el coche en un barrio suburbial para dirigirse a trabajar al centro de la ciudad no será nada más que eso: una imagen del pasado. Además, si no somos capaces de hacer esta transición de la cultura del coche y nos aferramos hasta el último momento, quizás el futuro que nos espera en unas décadas no sea muy diferente a la distopia de Mad Max.

Conferencia de John Urry el 24 de noviembre en el CCCB

Más información: http://www.cccb.org/ca/curs_o_conferencia-planeta_urb_la_mobilitat_a_les_ciutats_del_futur-47184 

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Las células madre, a debate

14 de octubre de 2014 No Comments

Las células madre (stem cells) son células presentes en todos los tejidos del cuerpo, que con su capacidad para dividirse y duplicarse permiten la renovación y regeneración de nuestros órganos abasteciéndonos rutinariamente de nuevas células para sustituir los millones de células que mueren cada día. Cuando se dividen, la célula madre se duplica y puede crear células diferentes (células de la sangre, los tejidos, la piel, etcétera) según las necesidades que tenga el cuerpo. Esta capacidad regeneradora, y el potencial que podría tener la creación dirigida a estas células nuevas en el tratamiento de determinadas enfermedades, ha convertido la investigación de células madre en uno de los campos más apasionantes de la investigación actual.

Después de ciclos dedicados a los grandes retos de la biomedicina, los retos energéticos y el cerebro, el CCCB acoge este otoño “Células madre: ¿un futuro sin enfermedades?”, el cuarto debate ICREA-CCCB, que dará voz a cuatro de los mejores científicos que trabajan la disciplina en Cataluña para conocer los últimos avances y retos de la investigación.

“En Japón se han hecho ensayos clínicos para regenerar tejidos con células madre”

Salvador A.Benitah, profesor de investigación ICREA en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, abrirá los debates ICREA el martes 21 de octubre con la conferencia “Las células madre: qué son y qué papel tienen en los seres vivos”. En la entrevista, Benitha nos avanza cuales son las funciones de las células madre en el organismo, y explica por qué la polémica que causaba la investigación de células procedentes de embriones ya han pasado a la historia. “Con el descubrimiento de Shin’ya Yamanaka, que le mereció el premio Nobel de Medicina del 2012, podemos llevar a cualquier célula madre del organismo al estado embrionario de manera que podríamos acabar regenerando órganos de un paciente y entonces trasplantarlos, y todo a partir de sus propias células adultas”

“Con las células madre podríamos tratar las enfermedades más frecuentes del mundo occidental”

¿Hasta dónde puede llegar la investigación de células madre? Nos lo explicará el martes 28 de octubre Ángel Raya, profesor de investigación ICREA en el Instituto de Bioingeniería de Cataluña y director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona en la conferencia “Células madre y medicina regenerativa: realidad y promesas”. Para Raya, las células madre son “herramientas” que en el futuro nos tendría que permitir tratar las enfermedades degenerativas más frecuentes de nuestro mundo: diabetes, Parkinson, fallos cardíacos y, en general, “todas aquellas enfermedades vinculadas al envejecimiento de los órganos. En el Centro de Medicina Regenerativa trabajan para generar órganos y células en el laboratorio: “partiendo de estas células madre intentaremos llegar a producir en el laboratorio las células que necesita un paciente en concreto”

“Las células madre son las causantes de la reaparición de los tumores”

Las células madres son beneficiosas en la mayoría de órganos y funciones del cuerpo, pero en el caso del cáncer y los tumores la función de las células madre resulta claramente perjudicial. Nos lo explicará el martes 11 de noviembre Joan Seoane, profesor de investigación ICREA en el Vall Hebron Instituto de Oncología, en la conferencia “Hacia una nueva comprensión del cáncer y sus terapias”. “Los tumores están generados por las mismas células madre que, en condiciones normales, generan tejidos”, explica Seoane, y esto tiene consecuencias: “en los cánceres las células madre son las responsables de que los tumores vuelvan a aparecer y que vayan a otros lugares según como funcione la metástasis”

También participarán en los debates la profesora de investigación ICREA y la catedrática de Biología Celular en la Universitat Pompeu Fabra Pura Muñoz, con la conferencia “Células madre y envejecimiento: ¿podemos manipular el proceso? del martes 4 d enoviembre.

Luces y sombras de los drones

22 de septiembre de 2014 1 Comment

Un drone, hasta hace poco, era un zumbido o un abejorro. Pero no es actualmente una palabra de uso común gracias a los ruidos o el mundo animal. La palabra drone es más conocida hoy como sinónimo «de avión sin piloto». No es, sin embargo, un invento del siglo XXI. Hace años los llamábamos «aviones teledirigidos». Pero el progreso sí ha supuesto por lo menos tres novedades que han hecho que necesitáramos una palabra nueva: la autonomía de vuelo, la distancia con quien controla los mandos y su uso militar.

La capacidad letal es el origen de la fama de los drones en la última década, pero también tienen usos civiles y comerciales. Dos empresas gigantes, Amazon y Google, se pelean hoy para ver quién será capaz de hacer que estos aparatos transporten paquetes de un almacén a casa en un par minutos. Pero muchas empresas más imaginan otros servicios para los drones: cultivar un prado, realizar tareas de salvamento, revisar tuberías en las azoteas de edificios u obtener mejores imágenes de casas en venta. Sus usos comerciales se dispararán a partir de 2018, con una nueva legislación en Estados Unidos. Los drones no solo son aviones con un piloto remoto; algunos de estos usos nuevos serán –si todo bien– con aviones autopilotados, capaces de reaccionar mediante un software.

Sin embargo, la triste fama de los drones y el motivo del debate Drones. El asedio a distancia es la impresionante habilidad para matar que han demostrado. Hasta ahora solo tres países han matado con drones: Estados Unidos, Reino Unido e Israel. El uso militar de los drones no reside solo en disparar misiles. La vigilancia y el reconocimiento son usos estratégicos más comunes. La mayoría de los países que tienen drones –más de 50– son de este tipo más inofensivo. La violencia futura de los drones no será solo en forma de bombas. China –y otros países también, seguro– trabaja en aviones que puedan llevar a cabo guerra electrónica: bloquear el sistema GPS, confundir programas de localización de objetivos…

Pero los drones letales han sido más evidentes y, además, han actuado en espacios aéreos con libertad de movimientos, sin amenazas de defensas antiaéreas o aviones de combate: Pakistán, Afganistán, Somalia, Yemen, Gaza. Los drones estadounidenses han constituido una de las dos grandes herramientas en la campaña antiterrorista del presidente Obama desde 2008 –la otra son las fuerzas especiales. Está por ver su eficacia en una guerra real, donde el enemigo disponga de armas antiaéreas. Quizá se trabajará con drones más pequeños, indetectables: los hay de 15 centímetros. También habrá pronto drones que podrán vivir en el aire, con una autonomía solar de hasta tres años. Es un mundo por descubrir.

La actividad constante de los drones estadounidenses en zonas remotas ha hecho que los presuntos miembros de Al Qaeda y de sus filiales no hayan podido vivir ni entrenar tranquilos. Obama ha reducido su uso en los últimos dos años, pero el precio que se ha pagado con víctimas civiles es enorme. La rabia que ha sentido la población afectada por verse siempre bajo amenaza hace dudar del éxito del método.

Los drones pueden funcionar con inteligencia humana: alguien avisa de que un objetivo está o estará en tal lugar y se ataca. Pero el objetivo puede estar con su familia o en una fiesta. ¿Qué hacer entonces? Dependerá de la importancia del objetivo para la fuerza atacante. Los drones también han actuado mediante unos ataques denominados «de firma»: la inteligencia norteamericana establece un patrón que define actividades terroristas; por ejemplo, una caravana de coches o un campo de entrenamiento. Si un drone de reconocimiento graba una actividad que sigue estos criterios, se puede atacar. Las consecuencias han sido a veces terribles.

El general del aire retirado Michael Hayden –jefe del NSA durante las semanas dramáticas posteriores al 11-S– ha dicho en referencia a los ataques contra el estado islámico en Irak que «la confianza en el poder aéreo tiene todos los atractivos del sexo esporádico: parece ofrecer toda la gratificación, pero sin ningún compromiso». A Hayden le parece que una estrategia como ésta es dudosa e insuficiente. Ahora imaginemos una estrategia en que el poder aéreo está en manos de aviones sin piloto. ¿Qué tipo de sexo sería? Hace años que el presidente Obama lo practica.

Jordi Pérez Colomé es periodista experto en política internacional y autor del blog Obamaworld. Participa en el debate Drones. El asedio a distancia, que tendrá lugar el próximo 2 de octubre en el marco del proyecto Bajo asedio.

El asedio, hoy

16 de septiembre de 2014 No Comments

Con «Bajo asedio» iniciamos el curso con un ciclo de debates sobre los asedios contemporáneos, en una reflexión que desea ser un grito de denuncia de los conflictos militares irresueltos, olvidados o incluso ocultos a la opinión pública.

A Brief History of Collapses (2011-12) © Mariam Ghani

«Bajo asedio» incluye una instalación de dos obras audiovisuales de los artistas Mariam Ghani y Omer Fast y una serie de charlas en torno a este concepto. La instalación se inauguró el 16 de setiembre con la sesión «Trabajar bajo asedio», un diálogo entre la comisaria Chus Martínez y la artista de origen afgano Mariam Ghani sobre la posibilidad del acto creativo en un estado de sitio.

El ciclo también abordará uno de los casos actuales más paradigmáticos de asedio en la conferencia «Gaza. El asedio permanente». Ahron Bregman, ex soldado del ejército israelí y profesor en el King’s College de Londres, viene a presentar su último libro, La ocupación (Crítica, 2014), y a explicar el trasfondo de la política de su país en la franja de Gaza, a partir de su propia experiencia en el ejército y del estudio de documentos clasificados de los servicios israelíes, entre otras fuentes privilegiadas.

Del asedio en su acepción clásica pasaremos a bosquejar un elemento clave de la guerra contemporánea en el debate «Drones. El asedio a distancia». Con los drones, la tecnología rompe definitivamente con la proximidad física y moral entre el atacante y la víctima, convirtiendo el acto de matar en una tarea a distancia, aséptica y sin esfuerzo, y con menos costes. ¿Qué implica el uso de los drones, a nivel político, militar y ético? Asistiremos al estreno del documental Drone (2014), dirigido por la cineasta noruega Tonje Hessen Schei, que reúne testimonios tanto de víctimas de los ataques como de pilotos de drones. La acompaña Chris Woods, periodista británico experto en drones, en un debate que será dirigido por el periodista Jordi Pérez Colomé.

Por último, en la sesión «Siria. El asedio informativo» analizamos otro aspecto fundamental del asedio contemporáneo: el poder de la información y la importancia de los medios digitales para difundirla. La investigadora y activista siria Leila Nachawati ha realizado un seguimiento de las diferentes iniciativas de ciudadanos de su país de origen que han encontrado en la red una potente arma contra el régimen (Syria Untold). Asimismo, el periodista Marc Marginedas, corresponsal de guerra de El Periódico, profundiza en el giro del conflicto en Siria a partir de la entrada en escena del grupo de origen iraquí Estado Islámico y su estrategia de persecución de periodistas internacionales.

«Bajo asedio» es el contrapunto de la reflexión con que empezamos el año 2014 con «Ciudad Abierta» y la aportación del CCCB a la conmemoración del Tricentenario del asedio de Barcelona. Dos ciclos de debate que reivindican, desde puntos de partida opuestos, la libertad como valor esencial de la vida humana, así como responsabilidad de todos en la tarea de preservarla.

Colm Tóibín homenajea a George Orwell

25 de junio de 2014 No Comments

Colm Tóibín © Peter Bevan

George Orwell llegó a Barcelona el día de San Esteban de 1936. Tenía 33 años. Venía a luchar voluntariamente al lado de la República como militante antifascista. Lo que encontró fue una ciudad revolucionada y revolucionaria donde, en sus palabras, «la clase obrera había cogido las riendas». Luchó en el frente de Aragón con las milicias del POUM y una bala fascista le atravesó el cuello. En Barcelona pudo ser testigo directo de los infaustos días de mayo de 1937, en los que se produjo una guerra civil dentro de la guerra civil. La presión estalinista sobre la República desencadenó los Hechos de Mayo y la ciudad se convirtió en escenario de una cruenta batalla entre fuerzas que, hasta entonces, habían luchado codo con codo contra el enemigo común. Orwell presenció aquella nueva semana trágica en la que los impulsos autoritarios de unos y los impulsos libertarios de los otros causaron una brecha incurable en la estrategia para ganar la guerra y mantener el espíritu revolucionario. Con el POUM declarado ilegal de forma vergonzante y con su dirigente Andreu Nin torturado y asesinado por agentes soviéticos, Orwell tuvo que escapar de la persecución contra sus compañeros de armas y salir a escondidas de una ciudad donde había hallado –y mantuvo, pese a todo– un espíritu revolucionario y de fraternidad que marcaría para siempre su posición política y el sentido de una trayectoria literaria que culminó en Mil novecientos ochenta y cuatro.

Colm Tóibín llegó a Barcelona en 1975. Tenía 20 años. Venía a una ciudad que tenía los ecos literarios de Homenaje a Cataluña en su cabeza. Lo que encontró fue una ciudad que esperaba la muerte inminente del dictador, una sociedad en ebullición, creativa y movilizada, pero aún permanentemente vigilada y reprimida por un régimen especialmente cruel, consciente de que estaba en las últimas. En medio de una dictadura, el joven Tóibín, paradójicamente, encuentra una atmósfera de cambio y de explosión de las anheladas libertades. La Barcelona de fines del franquismo e inicio de la transición –tan radicalmente distinta de la sociedad católica y rural de Irlanda– se convierte en un espacio iniciático para Tóibín: una mezcla de ilusión colectiva y de libertades individuales que el joven irlandés abraza como propias. En Barcelona, Tóibín aprende a ser quien es y adopta Cataluña como segunda patria. Su exitosa carrera literaria está llena de rastros de aquella decisiva experiencia formativa.

Ahora, con motivo del Día Orwell, Tóibín nos propone una relectura de Homenaje a Cataluña, en un intento de poner en perspectiva la Barcelona de 1936 –la de una revolución frustrada y una guerra perdida– y la de 1975 –la que inicia el cambio de una dictadura a una democracia capitalista. En este tránsito la ciudad jugará un papel esencial y será una de las claves de la configuración del universo literario de Orwell y del propio Tóibín.

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