He crecido en los ochenta. Mi generación es una especie de eslabón entre el inmigrante digital y los nuevos nativos. Me gusta pensar, por ello, que hemos tenido una vista privilegiada. Posiblemente seamos de las últimas generaciones que ha vivido de forma cotidiana la situación de hacer unas fotos y tener que esperar una semana para poder verlas. El pelearse con las roscas de un televisor para poder ver decentemente algún programa, o recibir una clase de ciencias naturales a base de diapositivas. En mi caso, jugaba y programaba en un Amstrad Cpc y a la vez aprendía a tocar el órgano con un Farfisa Capitol. En cierta forma nos ha condicionado a muchos, por añoranza o cabezonería, a agarrarnos al dominio antiguo y cada vez más borroso de la tecnología analógica… En la era del Smartphone se siguen utilizando polaroids. La gente revela carretes, filma con película…; en mi caso utilizo teclados y órganos, y es verdad que un portátil o un móvil pueden hacer todo esto y más. Se dice que una persona intenta emular conductas del pasado para hacer más familiar el presente, se le llama nostálgica, o todo junto y mucho más. En cualquier caso, siempre me gustó la explicación concisa y básica de mi exprofesor de sistemas: «el espectro analógico es infinito, la señal digital es binaria». Es una buena baza para acogerse a un tercer propósito, lo usamos porque es mejor.
Farfisa Capitol
Los noventa prometían. Yo jugaba con trackers, probaba mis primeros sintes software, y en el cambio de milenio se consolidóla era DSP que vivimos y viviremos muchos años. También se popularizaron los plugins, el VST fue y es un formato muy bueno para entender el hardware analógico y emularlo. Probé a desarrollar algunos como pasatiempo entre 2002 y 2003 («Trubia labs»). Y escapando del escaso control que da un ratón, me hice con sintetizadores hardware. En 2003, un poco por accidente, curiosidad y descontento, cambié uno de ellos por un Korg ms20; fue mi primer sintetizador analógico.
Desde entonces la alternativa analógica era el mercadeo. La industria no ayudó tampoco, ya que algunos fabricantes se asomaron al formato de forma tímida y cara (lo que ha dado un giro de 180º en los últimos años). También el debate analógico/digital ha estado y estará presente durante años. En la cultura del audio y de la música electrónica sigue muy vivo, por mucho tiempo la opción fue casi criminalizada, en los foros más concurridos, asociada al usuario pudiente, nostálgico, coleccionista, snob, y a veces poco versado. La verdad, no es sencillo argumentar que algo suena mejor con palabras como «calidez», «color», «gordura» y otros parámetros abstractos que resultarían imposibles de medir con ningún instrumento; razón no falta. Por suerte, la tendencia de lanzamientos en los últimos años intuye que algo de verdad se tenía. Curioso, pero cuanto más progresa la técnica de emulación y más se perfeccionan los algoritmos y los DSP para emular la física del proceso analógico, más interés surge por volver al terreno real. Hace diez años, cuando me hacía con aquel ms20 no me habría creído que Korg estuviese hoy, en abril de 2013, reeditándolo.
DSP
Ahora mismo tenemos uno o varios sintetizadores en el teléfono, en la web, o como plugins de cualquier DAW, y es algo bonito y sano. Necesario considerando las posibilidades que da el dominio digital, o lo difícil o imposible que resulta llegar a realizar ciertos tipos de síntesis (auditiva, espectral, distorsión de fase, etc.) o instrumentos en equipos analógicos. La convivencia de formatos es necesaria y parece lo más cabal.
El DSP y sus derivados han venido para quedarse, por mucho tiempo creíamos que también para imponerse. Por suerte, hoy de esto último ya no estamos tan seguros.
DIEGO GARCÍA tocará junto a Zombie Zombie y Akron en la segunda sesión de #BCNmp7 el viernes 5 de abril a las 21.00h en el Teatro del CCCB.
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