Desde el 11 de diciembre de 2015, Barcelona forma parte de la red de Ciudades Creativas de la UNESCO en el campo de la literatura. Junto con Bagdad (Irak), Liubliana (Eslovenia), Lviv (Ucrania), Montevideo (Uruguay), Nottingham (Inglaterra), Óbidos (Portugal), Tartu (Estonia) y Ulyanovsk (Rusia), Barcelona ya posee el reconocimiento oficial de una realidad que hace mucho tiempo que es palpable en la calle.
La literatura es uno de los objetivos primordiales del CCCB y forma parte de sus principios fundacionales: «El CCCB es un espacio para la creación, la investigación, la divulgación y el debate de la cultura contemporánea en el que las artes visuales, la literatura, la filosofía, el cine, la música, las artes escénicas y la actividad transmedia se interconectan en un programa interdisciplinar». La literatura es, por lo tanto, uno de los temas que ha protagonizado más exposiciones y actividades en los veinte años de historia de la institución.
En 1995, solo un año después de su inauguración, el CCCB presentó la exposición El Dublín de James Joyce, la primera de una serie dedicada a las ciudades y los escritores vinculados a ellas. Después de Dublín, el ciclo siguió con Las Lisboas de Pessoa (1997), La ciudad de K. Praga y Kafka (1999) y Cosmópolis. Borges y Buenos Aires (2002). Todas estas exposiciones iban más allá de la escritura para relacionar la obra de los autores con sus paisajes literarios y personales, para descubrir cómo las ciudades que habitaban eran protagonistas directos o indirectos de sus obras. En La Trieste de Magris (2011), la ciudad italiana servía de recorrido físico para la obra del escritor italiano; con Pasolini Roma (2013), el cineasta se encontraba con el escritor para reivindicar su papel más crítico, y el Archivo Bolaño (2013) recordaba el paso del escritor chileno por Blanes, Girona y Barcelona a través de un recorrido detectivesco que los visitantes tenían que resolver, en una especie de «metaexposición» que permitía descubrir relaciones y pistas dentro de la propia obra del autor de Los detectives salvajes.
Han sido, asimismo, objeto de exposición y de debate autores como Calders (Los espejos de la ficción, 2000), Espriu (He contemplado esta tierra, 2013), W.G. Sebald (Las variaciones Sebald, 2015, una muestra que relacionaba los paseos del autor alemán con el arte contemporáneo), Julio Cortázar (Viajes, imágenes y otros territorios, 2004), Federico García Lorca (1998) y J.G. Ballard (Autopsia del nuevo milenio, 2008).
Fue la exposición dedicada a Borges la que dio nombre al festival de literatura amplificada Kosmopolis, que celebró su primera edición en diciembre de 2002 y, puntualmente cada dos años (con algunas excepciones: en 2005 se celebró una especial coincidiendo con el Año del Libro y la Lectura y el 400 aniversario de la publicación del Quijote), ha reunido a algunos de los mejores autores de la literatura mundial, entre ellos a varios premios Nobel, Cervantes y Príncipe de Asturias, como Juan Marsé, Gao Xingjian, Claudio Magris, J.M. Coetzee, Tzvetan Tódorov, Amos Oz, Ismail Kadaré, Mario Vargas Llosa y Svetlana Alexiévich. Kosmopolis lleva el subtítulo de «literatura amplificada», porque es más que un festival de literatura, porque los temas de cada edición se relacionan entre ellos, porque la escritura, la ciencia, el cómic, la palabra escrita y oral, la música y el teatro forman parte de una programación que explora las letras desde perspectivas muy diversas. Y porque no se centra en una única expresión literaria, sino que las engloba a todas. Por todo ello, nos atreveríamos a decir que Kosmopolis es el único festival que se celebra en Barcelona de literatura entendida en su sentido más amplio, ya que otros encuentros, como BCNegra o Barcelona Poesía, se encuentran dentro del ámbito de la literatura especializada en el género negro y la poesía, respectivamente.
Más allá de las exposiciones, el CCCB también ha acogido presentaciones de libros, cursos, actos de homenaje y conferencias de autores de todas partes del mundo. Por ejemplo, para citar solo a algunos: Paul Auster presentó su Diario de invierno en 2012; Erri de Luca habló del Mediterráneo; Amin Maalouf debatió sobre identidad y memoria; Orhan Pamuk reflexionó acerca del futuro del museo y la literatura; Herta Müller presentó una exposición de pequeño formato sobre su obra; Salman Rushdie nos explicó por qué vivimos en la era de la extrañeza, y Jonathan Safran Foer reivindicó la necesidad de no comer animales.
Somos conscientes de que la mejor manera de estimular el interés por la literatura es hacerlo desde la educación, por eso nos sumamos a iniciativas como Món Llibre y el festival de literaturas y arte infantil y juvenil FLIC, dos fiestas de las letras que acogemos en abril y enero, respectivamente, y que se centran en el público más joven a través de propuestas educativas, teatro, actuaciones musicales y juegos. Y es que los pequeños lectores pueden convertirse en grandes lectores y, por lo tanto, también son un público que puede crecer con nosotros.
En 2016 se conmemoraron los setecientos años de la muerte de Ramon Llull y a lo largo del año se realizaron varias actividades relacionadas con el escritor, filósofo, teólogo, profesor y misionero. En el CCCB nos sumamos a la celebración con una exposición, La máquina de pensar. Ramon Llull y el ars combinatoria, que ofrecía una nueva perspectiva en torno a su obra. Pero no es ni el primero ni el último aniversario que celebramos en el centro: también hemos recordado a J.V. Foix con el recital FestFoix. 25 años con/sin Foix; hemos acogido un homenaje a Joan Vinyoli en los treinta años de su muerte, Paseo de aniversario. Tributo a Joan Vinyoli, y Raimon leyó textos de Joan Fuster en la efemérides de 2012 que conmemoraba los noventa años de su nacimiento y los cincuenta de la publicación de su obra más importante, Nosaltres, els valencians. También celebramos, desde hace tres años, el Día Orwell; una vez al mes acogemos un encuentro dedicado a la palabra oral, PoetrySlam, y regularmente los Amigos del CCCB participan en el Klub de lectura dirigido por el periodista y escritor Antonio Lozano. Además, desde 2013, el CCCB forma parte de la plataforma Literature Across Frontiers, que promociona la literatura y la traducción en lenguas minoritarias y de la que forman parte festivales literarios de lugares tan diversos como Turquía, Polonia, el Reino Unido, Croacia, Noruega, Portugal o Eslovenia.
A parte de Llull, la programación literaria de 2016 estuvo llena de citas importantes. La programació contínua de Kosmopolis nos permitió disfrutar de la presencia de los escritores norteamericanos John Irving y Don DeLillo y en noviembre acogimos la Eurocon, el encuentro de literatura de ciencia-ficción más importante de Europa. El festival Primera Persona nos trajo autores como Renata Adler, Juan Marsé, Carlos Zanón y Jordi Puntí. Y también vinieron a hablar de libros y literatura autores como Elif Shafak, Mia Couto o Patrick Deville. Este 2017 hemos celebrado una nueva edición de Kosmopolis con invitados como John Banville, Pierre Lemaitre, Zeina Abirached, Jean Echenoz y PJ Harvey, que ofreció el primer recital poético en España, y tendremos con nosotros más nombres destacados de las letras contemporáneas.
Con todos estos antecedentes, la candidatura de Barcelona como Ciudad Literaria era un proyecto al que el centro se dedicó con entusiasmo y con el convencimiento de que era un reconocimiento que Barcelona se merecía desde hacía tiempo. Ahora, con este título honorífico, la ciudad entra de lleno en la liga de las ciudades creativas mundiales, y el CCCB seguirá estando en primera línea defendiendo la literatura como una de las bellas artes. Porque, tal y como definen los principios de Kosmopolis, la literatura es «el único discurso que no intenta modelar un mundo con fundamentos absolutos, fronteras disciplinarias o corsés ideológicos».