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Calígula también tenía autoestima. Josep M. Ruiz Simon en Breus CCCB

28 de febrero de 2013 No Comments

¿Cuándo y cómo se convirtió en una virtud la autoestima? ¿A qué intereses ideológicos responde esta supuesta virtud, recientemente acuñada? Encontraréis la respuesta a estas preguntas en L’ètica de l’autoestima i el nou esperit del capitalisme, la última publicación aparecida en la colección Breus, basada en la conferencia (ver vídeo aquí) pronunciada por Josep Maria Ruiz Simon en el marco del ciclo Virtuts ahora hará un año.

Estamos acostumbrados a pensar las virtudes como valores abstractos, universales y eternos, que acompañan y acompañarán al ser humano como un espejo ético y espiritual. ¿Quién osa poner en duda ideales tan arraigados en nuestra civilización como la sabiduría, la justicia, el coraje, la honestidad, la paciencia, la fortaleza o la moderación, todos ellos presentes en el ciclo Virtudes? Ciertamente, la autoestima no forma parte de este elenco venerable de cualidades morales encaminadas a una vida buena, bella y justa. Como explica Ruiz Simon, la actual consideración de la autoestima como una virtud tiene origen en el pensamiento utilitarista de autores como Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que descuidaron la idea aristotélica de que “las virtudes eran hábitos en sí mismos honorables”… independientemente de la felicidad que pudiesen dar a sus posesores. El carácter desinteresado que era la esencia de la virtud pasó a segundo plano en favor de un nuevo tipo de “contabilidad moral”: en Franklin la virtud es aquello que trae la felicidad entendida como éxito (por ejemplo, la prosperidad económica o el cielo).

La asociación creciente entre virtud, felicidad y éxito personal se constituyó en  una “ética precapitalista” indisociable del desarrollo de un capitalismo que se ha ido vaciando de contenido mientras consagra la eficacia, el liderazgo, la flexibilidad, la competitividad y la adaptabilidad. Estos nuevos valores con tufo empresarial, subsumidos en el valor supremo de la autoestima, se han esparcido en las últimas décadas al amparo del programa neoliberal y de derivados suyos como el pensamiento positivo y la industria de la autoayuda, que se han instalado en las estanterías de los supermercados, en los canales de televisión, en la política (el Tea Party és un claro exponente) y hasta la academia. Especialmente en los Estados Unidos, estas instancias han empleado un discurso ideológico según el cual sólo virtudes como la autoestima garantizan el progreso del individuo a través de la “selección natural de la economía”, que condena a la extinción a todos aquellos que contradicen sus exigencias. Es significativo que esta selección natural sui generis inculque la importancia de la autoestima a los individuos mientras los fuerza a humillarse y sacrificarse si quieren sobrevivir en medio de fenómenos como la precarización, la desregulación, la exclusión social o la célebre “privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas”. El argumento es el siguiente; la falta de autoestima es la raíz del problema: la culpa no es del Estado, ni de la economía, ni de la empresa, ni de las instituciones, sino del individuo, que se ha quedado corto en su afán de superación y de optimismo. Así pues, la ética de la autoestima carga sobre el individuo una responsabilidad excesiva al paso que libera de responsabilidad social a los actores económicos y políticos. Recordemos a modo de ejemplo la divisa de Ronald Reagan: “En la presente crisis, el gobierno no es la solución a nuestros problemas; el gobierno es el problema”.

Paradójicamente, lejos de fomentar el amor propio la autoestima deviene una trampa, exigiendo la renuncia a la dignidad y a derechos sociales básicos, que es lo que a menudo implican eufemismos de la jerga empresarial como los arriba citados: eficacia, liderazgo, flexibilidad, competitividad y adaptabilidad. Esto de la autoestima está parece fantástico desde el punto de vista de los depredadores privilegiados de la especie que han conseguido imponer su ley en el proceso de selección natural de la economía neoliberal y contemplan el panorama desde la asepsia de sus despachos. Calígula y Jack el Destripador también tenían autoestima, observa Ruiz Simon. También la tenían, podríamos añadir, Bernard Madoff y otros “triunfadores” de las altas finanzas. Pero el resto de nosotros “haríamos bien en buscarnos otras virtudes”.

Lucas Villavecchia

«La autoestima es la virtud de ser como el sistema espera que seamos» Josep M. Ruiz Simón

9 de marzo de 2012 No Comments

Josep M. Ruiz Simón, profesor de Filosofía en la Universidad de Girona, impartió una conferencia en el debate Virtudes sobre la autoestima. Al contrario que han hecho otros ponentes del ciclo, Ruiz Simón no defendió la virtud, sino que la criticó. El profesor dedicó su intervención a desenmascarar el discurso que determinados autores como Nathaniel Branden han diseñado alrededor de la autoestima, convirtiéndola en un valor al servicio del sistema económico.

Esta entrevista es un avance de su conferencia, también disponible en la web y el Archivo del CCCB.

Josep Maria Ruiz Simon: la autoestima

29 de febrero de 2012 1 Comment

UNA SEMANA MÁS, HABLAMOS SOBRE LAS “VIRTUDES

Josep Maria Ruiz Simon

La autoestima, literalmente “el amor por uno mismo”, es la capacidad de evaluarnos y valorar quiénes somos –nuestro cuerpo, nuestro carácter, nuestras capacidades, nuestra manera de comportarnos…– y concluir que, al fin y al cabo, tampoco estamos tan mal. Pero no hay, seguramente, juez más severo que uno mismo, y la “caja negra” que contiene nuestras emociones, proyecciones, recuerdos, deseos y miedos ensombrece, a veces de manera insoportable, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Haced, si no, una pequeña encuesta a vuestro alrededor: quizás encontraréis algunas personas autocomplacientes, pero la mayoría será más bien escéptica sobre la valía de sus cualidades y capacidades personales. Las estanterías están llenas de libros con indicaciones y consejos para autoayudarnos a autoestimarnos (!), y este ejercicio solipsista parece adecuado al tipo de sociedad extremadamente individualista, egoísta y exigente en que vivimos.

No obstante, un discurso extremadamente “psicologizante” puede hacernos olvidar fácilmente que la autoestima, igual que las otras virtudes de las que ya hemos ido hablando durante las últimas semanas, tiene una vertiente social e histórica incuestionable. También se podría plantear qué tipo de sociedad genera personas deprimidas o autocomplacientes, o qué pasa cuando las exigencias de nuestro entorno son irreconciliables con nuestras aspiraciones. ¿Cómo afectará la crisis a la imagen que tenemos de nosotros mismos? ¿Es posible seguirse queriendo cuando se “fracasa” socialmente? ¿Éramos antes, con la bonanza económica, una sociedad egoísta y autosatisfecha? ¿No hemos puesto últimamente demasiado énfasis en la necesidad de cultivar la autoestima?

El próximo lunes, 5 de marzo, el filósofo barcelonés Josep Maria Ruiz Simon compartirá con nosotros sus reflexiones sobre la autoestima. Será en el CCCB, a las 19:30h, en el marco del ciclo VIRTUDES. Estará acompañado de Jaume Casals, también filósofo, encargado de moderar y animar el debate con el público.

Según nos ha avanzado, Josep Maria Ruiz Simon nos explicará que la autoestima no se encuentra en la lista de las virtudes clásicas, sino que su irrupción en el mundo de los conceptos es reciente. Sus tímidos inicios no se remontan más allá de finales del siglo XIX, y no fue hasta después de la Segunda guerra mundial que se convirtió en un concepto en apariencia básico para la compresión de la experiencia humana. Desde entonces, su historia ha estado estrechamente vinculada a la del estado de bienestar y a la manera en que este régimen político ha llevado a los ciudadanos a entenderse como individuos. En este contexto, no resulta extraño que el discurso en torno a la autoestima se haya convertido en uno de los campos de batalla en los que se libran las luchas entre los críticos del estado de bienestar, sus defensores y los partidarios de redefinirlo. En su conferencia, Josep Maria Ruiz Simon hablará de algunos de estos enfrentamientos y de las vicisitudes de aquel discurso en un momento como el actual, en el que se tambalea el modelo de sociedad que lo ha visto crecer.

LAS PROPUESTAS DE JOSEP MARIA RUIZ SIMON  

 

Además de esta viñeta de Natalie Dee, nos ha hecho también esta sugerencia:

La lectura que recomendaría para quien quiera adentrarse un poco en el discurso de los que consideran que la autoestima es una virtud capital y concordante con las exigencias de la economía globalizada es Los seis pilares de la autoestima, de Nathaniel Branden (Paidós). La editorial dice en la portada que es ‘el libro definitivo sobre la autoestima, escrito por el más importante especialista en la materia’. El título evoca Los siete pilares de la sabiduría, de T. E. Lawrence. Pero la sabiduría de la que habla no es la misma de la que hablaba Lawrence de Arabia.

¿Y QUÉ PENSÁIS VOSOTROS SOBRE LA AUTOESTIMA?

Como con la moderación, la fortaleza, la dignidad, la paciencia, la justicia y el coraje, también tú puedes alimentar el debate sobre la #AUTOESTIMA a través de la cuenta @cececebe de Twitter. Los canales están abiertos para que puedas proponer las preguntas que te gustaría hacerle a Josep Maria Ruiz Simon, y nosotros seleccionaremos un par para planteárselas el próximo lunes.

Por otra parte, te recordamos que puedes encontrar los vídeos de las entrevistas y conferencias de Tzvetan Todorov, Joanna Bourke, Claudio Lomnitz, Salvador Cardús, Nancy Fraser y Lobo Antunes y Juan Marsé  en nuestra página web.

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