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Lapsus y Barcelona, el intenso impacto de la música electrónica

14 de abril de 2014 2 Comments

El público de Barcelona se resiste a entrar en los recovecos de la música electrónica de calidad. Los grandes festivales son un espejismo pasajero –tres días al año o poco más–; el auge de algunos clubs consolidados, la excepción. Sin embargo, la ciudad ha vivido un repunte significativo de la oferta electrónica en los últimos siete meses: festivales de nuevo cuño –Mira Festival, Cau d’Orella–, ciclos temáticos –Dnit– y promotores outsiders –muchos, y casi todos reunidos en 2014 bajo las siglas BCN Mp7 del CCCB.

Zak Brashill. Foto: Judit Contreras

Lapsus Festival toma el relevo a Sónar en la programación musical de esta casa: apuesta por la electrónica de riesgo, la abstracción digital y la estética sintetizada. Estas coordenadas ideológicas son las mismas por las que apostó Sónar cuando en 1994 tomó el espacio del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y proclamó una máxima que le dio la razón: «Conéctate a la música del futuro», rezaba el lema de la primera edición del festival. Nos descubría así un mundo de infinita creatividad en los márgenes de la cultura de clubs y la música de vanguardia contemporánea.

La Ciudad Condal descubrió la música electrónica con etiqueta Sónar en un espacio público que, desde el minuto cero de su existencia, ha apostado por este tipo de música. El CCCB ha sido clave en la historia reciente de la música electrónica en Barcelona y Cataluña. A los sucesivos responsables del centro no les ha temblado jamás el pulso a la hora de apostar por la electrónica. Ahora tampoco: la inclusión del Lapsus Festival en la programación del vigésimo aniversario del centro corrobora la importancia que la música electrónica ha tenido siempre en el CCCB.

Lapsus es un festival ideológico y transversal: música de raíz sintetizada y programación sin cabezas de cartel –la sensación de que todos los músicos de la parrilla tienen la misma importancia es un factor que lo diferencia de otros festivales–. Un evento de género en el que prima la calidad por encima de lo previsible. Una cita para descubrir los talentos escondidos en las corrientes minoritarias (o mayoritarias) de la música de vanguardia electrónica. Incluso los más avezados descubrimos nuevas propuestas que hasta el momento nos eran ajenas. Se agradece.

Una jornada con primicia mundial 

En la primera jornada estaban programados 1991 y Fennesz, quien presentaba en primicia mundial su nuevo disco, Bécs, que significa su retorno a Mego, la plataforma editorial del insobornable Peter Rehberg –Pita–. El sueco Axel Backman, quien se esconde tras el alias de 1991, demostró que la dicotomía entre su actividad editorial y sus directos es más acentuada de lo que la audiencia estaba dispuesta a aceptar. Los organizadores del festival eran los únicos que estaban advertidos sobre las enormes diferencias entre los trabajos publicados en los sellos Opal Tapes y Astro: Dynamics y la música que suena en directo. 1991 no perdió calidad, pero sí pegada. Backman descompone en directo los pasajes rítmicos hasta hacerlos (casi) desaparecer: acentúa la veta atmosférica y, sin miedo, se convierte en un proyecto de ambient, que en esta ocasión difuminó hasta el máximo las melodías. El intento por ofrecer algo diferente provocó la indiferencia de algunos asistentes y la extrañeza del resto. Le acompañó con los visuales Miki Arregui, Videocratz, uno de los triunfadores absolutos de esta primera edición de Lapsus. El talento de este videoartista no tiene límites: ostenta una envidiable personalidad estética y presentó en todas sus intervenciones una ristra de ideas tan dinámicas como profundas. No es fácil olvidarse de las piezas de Videocratz.

Fennesz. Foto: Judit Contreras

Los shows del austriaco Christian Fennesz, todo idiosincrasia, suelen provocar todo tipo de reacciones. Desde que en 2001 publicó Endless summer, se ha convertido en uno de los músicos más reconocidos de la abstracción digital con marchamo estético. A pesar de que sus discos son auténticas obras de orfebrería digital, llenos de buenas ideas y sensaciones indescriptibles, sus directos no consiguen traducir ese cúmulo de sensaciones que se amontonan en la soledad de la escucha. No esperaba nada que no hubiera visto ya, pero en Lapsus se lució. Sacó genio y personalidad. Bécs recupera algunas de las ideas de abstracción melódica de su obra inspirada en el disco del mismo nombre de The Beach Boys, y otras de las que propuso en el celebrado Black Sea (2008), más ambiental y borroso. Recompone los mejores momentos de su discografía a base de paisajes épicos, evocativos y muy reconocibles. Es emocional hasta donde su personalidad se lo permite. Sin duda alguna, en Lapsus llegó muy lejos: el característico y crudo rasgado de guitarra de Fennesz fue tan explosivo que, por primera vez en su vida, aseguró el austriaco al acabar el concierto, había roto una cuerda de su guitarra sobre un escenario. No sé si es capaz de llegar a más, porque nunca he tenido ocasión de comprobarlo, pero desde luego en el teatro del CCCB se puso a prueba.

Mucho más que música

Lapsus no fue solo música. El arte visual y sonoro también tuvo su espacio. La instalación PHI, que presentó Playmid en la Sala Raval, el espacio anexo del teatro, ribeteaba la oferta del festival. Durante quince intensos minutos, PHI presenta una serie de ideas más cercanas al sound sculpture que a la música con intencionalidad transgresora. El juego de luces y sonidos geométricos recuerda a la obra del artista danés Olafur Eliasson, quien suele jugar con la percepción de la audiencia para proponer sencillas reflexiones sobre la relación con el espacio. La instalación de Playmid juega con la atmósfera, el espacio, la luz y la cultura rave. En los interludios entre conciertos, otra muestra de talento digital: Playmodes presentó varias piezas audiovisuales de cinco minutos en las que los juegos de luces acompañan a pequeñas suites digitales que bordean constantemente el paisajismo sonoro. Interesante, al menos.

El sábado, después de un set a modo de warm-up de los Lapsus Dj’s –esto es: Wooky, Bruna y Lesser, poca broma–, abrió Olde Gods acompañado, de nuevo, por el genio de Videocratz y su escena de época sincrónica. El nuevo proyecto de Guillamino y JMMI es adictivo: melodías con alma pop sobre rítmica house y atmósferas estéticas. El primer concierto que ofrecía este proyecto fue acaso uno de los mejores del festival. Shape Worship optó por la versión desarrollista de su techno atmosférico, en la que también caben visos de house anguloso. No fui capaz de percibir la precisión IDM que se le atribuye, pero sí se pudo comprobar la profunda impronta que ha dejado Actress sobre la escena electrónica británica.

«Hemos arriesgado todos mucho», comentaba la inquieta Alba G. Corral, videoartista que acompañó a Shape Worship con unos ostentosos visuales geométricos. Y no se equivocaba: todos los participantes en Lapsus estaban dando lo mejor de sí en todo momento. A veces, la sensación de desconcierto asaltaba a la audiencia: los músicos y artistas visuales se arriesgaron tanto que hubo peligro de no ser entendidos. Acaso demasiado avanzados para esta época de desatención y premura, de obras de fácil digestión y comentario inflamado. Las palabras de Alba explican muy bien la naturaleza de esta cita, que debería concretarse en una obligada periodicidad anual.

Y llegó el turno de los escoceses Dalhous, trasuntos de lo que en su día fueron otros escoceses: Boards of Canada. Publican en Blackest Ever Black, casa madre de las derivaciones pop del hauntology británico y marca con denominación de origen de novísimo ambient-techno: Raime, Vatican Shadow y, desde ya, también Dalhous. Si Raime concita la atención de los medios con unos shows siempre a medio gas y más bien aburridos, lo de Dalhous debería figurar más arriba en cualquier escala de valor mediática. Presentaron credenciales y una nueva referencia: «Visibility is a trap» –no tengan miedo: descárguensela pirata, que para eso está; la escena se lo agradecerá…–. Los recuerdos, la nostalgia de una vida que jamás han vivido, las sensaciones imaginadas…, ese es el terreno en el que se mueve Dalhous. Cazadores de imágenes y sonidos al vuelo, que convierten en un paisaje ambient con tendencia a los juegos rítmicos. Fue un show impactante, conciso y extremadamente bien planteado. Todos los asistentes andábamos contrariados porque no éramos capaces de dilucidar qué o quiénes eran los protagonistas de los visuales que acompañaron la música del dúo.

Jensen Sportag. Foto: Judit Contreras

Llegó el turno de los Jensen Sportag, favoritos de las tres cabezas pensantes de Lapsus. Suavizaron la interesante tendencia a conceptualizar el r’n’b, aunque no prescindieron de ella, y apostaron por trazar líneas 4×4 de groove acentuado y alma house. De los pasajes más atmosféricos –la constante en todos los conciertos del festival, cabe recordar– pasaron a la complejidad del sampleo de referencias e instrumentos. De nuevo, Videocratz sentó cátedra con unos visuales impactantes y dinámicos que mostraban recorridos por las calles de urbes atestadas. La promesa del ímpetu global está en las imágenes de este artista visual.

El premio al show aburrido y pretencioso se lo llevó Etch. Me da lo mismo el reconocimiento que Zak Brashill haya recibido de la prensa internacional, a veces pueril, frívola y estúpidamente tendenciosa. Su desconcertante actuación en Lapsus fue una lección de cómo no hay que hacer las cosas frente a un público atento. La peor parte se la llevó Óscar Sol, otro videoartista talentoso y provocativo, que tuvo que lidiar con el tedio de la música de Etch. Este tipo, que obvió el hecho de que tenía audiencia enfrente, se dedica a recuperar el lenguaje de la cultura jungle británica de los 90. Hasta ahí, todo bien. Pero si se opta por la versión rave de extrarradio del drum’n’bass y el jungle, la cosa no puede salir bien. Ni un ápice de originalidad, monótono e insulso. Para colmo, no movía ni un músculo sobre el escenario. Sí es cierto que culminó esa suerte de performance de la nada con una buena conceptualización de todo lo propuesto durante los primeros compases. Por momentos, parecía que iba a llegar al punto prometido, pero ya era demasiado tarde. El drum’n’bass de garrafón, en casa y con gaseosa, muchacho.

En rotundo contraste, Kelpe, también acompañado por los visuales de Óscar Sol. No es difícil imaginar por qué este proyecto ha recibido encendidos elogios de techno-masters como Laurent Garnier y Richie Hawtin, y también de otros maestros del sampleo y el groove como Hudson Mohawke y Daedelus. El show de Kelpe fue vibrante e inteligente; planteado como un relato con ánimo narrativo. Kel McKeown se hace acompañar por un baterista en directo, lo que otorga la crudeza que el bueno de Etch buscó y no supo encontrar. Desplegó un arsenal de recursos melódicos y rítmicos que rinden indisimulado tributo a la época dorada de Ninja Tune, comentaba Carles Novellas, del imprescindible programa de radio Paralelo 3, quien vivió de cerca la explosión del sello londinense de abstract beats trabajando en sus oficinas durante el decisivo cambio de década entre los 90 y los 2000.

Novellas tenía razón, sin duda, pero Kelpe no utiliza el sampleo como santo y seña de su sonido, como la mayor parte de la nómina de Ninja Tune. Aunque sí maneja las melodías abstractas jazzísticas bajo el paraguas estético-sintético en el que se camuflaba Four Tet hasta que apostó por el desarrollismo rítmico a discreción. Fue un concierto notable que reclama mayor protagonismo en las parrillas de los festivales estándar.

Sau Poler. Foto: Judit Contreras

«La experiencia en Lapsus fue muy buena, me lo pasé muy bien en el concierto; hubo química y creo que la gente lo disfrutó. Fue un punto de encuentro también con otros artistas y gente que aún no conocía en persona. ¡¡De diez!!» Así se expresó, a través del mail, Sau Poler, un joven productor de Badalona que va a llegar muy alto. Por partes: la música de Pau suena a «Four Tet, Floating Points, Bonobo, Burial o Jamie XX», asegura, pero también a Actress, Panda Bear, Carl Craig y John Talabot. En Lapsus demostró por qué es alguien a seguir de cerca: es curioso comprobar como siempre sabe escoger la mejor opción rítmica. No falla. Intuye el camino más corto para conectar referencias y sensaciones. A veces se decanta por el 4×4 progresivo, el del Actress menos abstracto; otras, escoge la vía del house profundo y emocional. Su actuación fue una de las mejores del festival, si no la mejor.

La fiesta, porque pasadas las doce de la noche Lapsus era una fiesta, acabó con Kanding Ray. Nunca entenderé por qué los productores de Raster Noton gozan de ciertos privilegios. Su discurso complejo, espeso, crudo y rotundo no siempre hace honor a su prestigio. Lo que está claro es que en Barcelona siempre encuentran un público atento. Quizá por las repetidas visitas de Carsten Nicolai a la ciudad, o porque su potente rítmica deja la misma huella que el Detroit techno en los noventa. Quién sabe. El set de Kanding Ray, sin llegar a la potencia prometida –todo es poco al lado de SND o Plastikman–, sí logró levantar a la audiencia durante los últimos coletazos del festival. Sin llegar a ser adictivo, sí logró la complejidad y la profundidad prometidas. Empezó emulando al Monolake más insulso para luego llegar a rozar esa emocionalidad que no se puede explicar pero sí entender a base de sensaciones básicas.

El año que viene, Lapsus promete más. Mucho más.

Lapsus festival: la culminación de un proyecto

2 de abril de 2014 2 Comments

Los próximos 4 y 5 de abril, el proyecto Lapsus se convierte en un festival de música electrónica y artes avanzadas creado a partir de las tres áreas de actividades complementarias e interrelacionadas de forma indisoluble: Lapsus Radio, Lapsus Records y Lapsus Festival. Estas tres ramas indispensables giran entorno a su frecuencia de aparición, generando una constante flujo de contenido durante todo el año.

Lapsus Radio es un programa de radio semanal que se emite cada viernes a las 22h desde iCat (Catalunya Radio) con un tono distendido y con una estructura muy dinámica. Lapsus Radio selecciona las novedades musicales electrónicas nacionales y internacionales más arriesgadas y excitantes del momento, así como también hacen un extenso repaso de los eventos culturales más relevantes en materia electrónica y audiovisual que ocurren en nuestro territorio. El programa también cuenta con las actuaciones en directo de los artistas más reputados de la escena electrónica contemporania.

Lapsus Records es el sello discográfico del proyecto Lapsus que actualmente se ha consolidado como uno de los sellos de referencia en materia electrónica en nuestro país, editando sus lanzamientos trimestralmente. Las referencias publicadas están disponibles en las principales plataformas de distribución digital, además Lapsus tiene un especial cuidado con las ediciones físicas de sus lanzamientos: diseños excelentes y los mejores materiales en el proceso de fabricación garantizando el equilibrio perfecto entre el objeto y el propio contenido del disco. La periodicidad del los lanzamientos es trimestral.

Lapsus Festival, la culminación anual del proyecto, tendrá lugar en 4 y 5 abril de 2014 y se desarrollará en el edificio del Teatro del CCCB aprovechando los espacios que lo componen: la Sala Teatro, donde se desarrollarán los conciertos y los shows audiovisuales de carácter más perfomático, acondicionado para la ocasión con un espectacular montaje escenográfico. La Sala Raval, núcleo de la propuesta expositiva, dónde la inmersión del espectador será el eje fundamental de la actividad. Finalmente, el espacio del vestíbulo y el resto del edificio será objeto de intervención por parte de artistas visuales y propuestas de arquitectura efímera, todo impregnando en edificio del carácter Lapsus y dando así continuidad a las dos propuestas principales.

Dos son los factores claramente distintivos del Lapsus Festival: por un lado la personal y arriesgada programación, y por el otro la cuidada imagen gráfica.

Un line-up internacional

El line-up lo conforman artistas nacionales y internacionales, nombres con un unánime reconocimiento mundial junto a creadores que conforman el auténtico underground de la escena. El sueco 1991 y el austriaco Fennesz serán los encargados de dar el pistoletazo de salida el viernes día 4, una jornada inaugural de corte experimental, y en formato auditorio, donde el aforo será muy limitado. El sábado 5 será el turno de la gran parte del cartel, artistas venidos de todo el mundo convertirán el edificio del teatro en un espacio que explotará el gran abanico estilístico de Lapsus Festival: los británicos Kelpe, Dalhous, Etch y Shape Worship; el francés Kangding Ray con el espectacular nuevo set audiovisual, los americanos Jensen Sportag, y los sorprendentes valores locales Olde Gods, Sau Poler, Playmodes, Òscar Sol, Videocratz y MID. Toda la información del festival, entradas anticipadas y horario están disponibles en www.lapsusfestival.cat, donde también encontraréis el Lapsus Diaries, el fotodocumental dirigido por Albert Miralles que refleja todas las actividades del proyecto.

Respecto al diseño, Josep Basora se ha encargado de la parte gráfica del festival, una imagen fuertemente vinculada al logotipo original del proyecto Lapsus y al tono despreocupado del programa de radio. El trabajo con colores sólidos y amables contrasta con el punto de humor alrededor del concepto ”Lapsus”, conjunción que sin duda genera un impacto visual por encima de muchas otras propuestas.

El Lapsus festival forma parte de las actividades programadas con motivo del 20 aniversario del CCCB.

*Lapsus es una plataforma artística en activo desde 2004 dirigida por Albert Salinas, Carles Guajardo y Albert Miralles, destacados miembros de la escena musical electrónica, vinculados a los sellos discográficos más relevantes del país y organizadores de eventos musicales desde 2004.

Tess Renaudo y Cristina Riera: «En L’Alternativa hacemos visible lo escondido»

13 de noviembre de 2013 No Comments

“La jungla interior” de Juan Barrero

Hace 20 años, L’Alternativa – Festival de Cine Independiente de Barcelona empezó a construir un “espacio público abierto” que, desde entonces hasta hoy, cada año acerca a la ciudadanía películas de autor que se arriesgan a huir de lo convencional y osan mantenerse fuera de los circuitos comerciales. Para debatir estas y otras obras, a lo largo de su trayectoria el festival ha ido ampliando sus propuestas de participación activa, a las que ha invitado a profesionales, estudiantes, aficionados al cine independiente e, incluso, niños y niñas.

Ahora, tras dos décadas de experiencia, creemos que es un buen momento para hacer balance. Por ello, hemos entrevistado conjuntamente a Tess Renaudo y Cristina Riera, miembros del equipo directivo de L’Alternativa, que este año tendrá lugar del 18 al 24 de noviembre en el CCCB. En Twitter, podéis seguir la conversación sobre el festival con la etiqueta #20alternativa.

  • L’Alternativa apuesta por el cine de autor. ¿Cómo lo definiríais?  ¿Qué es aquello que lo distingue de otros tipos de cine? 

El cine de autor es un cine libre y creativo, donde el cineasta consigue trabajar de forma autónoma, desde el inicio del proyecto hasta su proyección – y en muchos casos en los films presentados en L’Alternativa es también el montador, guionista y productor de la pieza. Hablamos de un cine honesto y cinematográficamente atrevido, donde hay una clara intención de hallar un diálogo y equilibrio entre la parte formal y la temática planteada.

  • En este sentido, os declaráis defensores de un cine comprometido con el lenguaje cinematográfico, la expresión creativa y el espectador. ¿Cómo se plasma este compromiso en la programación del festival? ¿Cómo elegís las películas que entran a concurso? 

Programar L’Alternativa permite crear un contexto (efímero) para la enorme oferta audiovisual internacional que existe al margen de la industria y que nunca se vería si no fuese por ciertos festivales de cine. Hacemos visible lo escondido. Requiere un proceso de búsqueda y selección intenso y disciplinado y un deseo de fomentar el diálogo entre equipo, cineastas y público,… y tomar determinados riesgos, ¡por supuesto!

“Dime quién era Sanchicorrota” de Jorge Tur Moltó

El cine que apoyamos cuestiona las formas y las múltiples posibilidades de este arte, más allá de la narrativa clásica. Este tipo de cine hace vivir un festival, al mismo tiempo hace vitales los festivales para la apertura de nuestras ciudades y pueblos, pero también para los cineastas. Sin los festivales, estos filmes no se verían, no se compartirían, nadie hablaría de ellos, y hay una producción estimulante y prolífica en paralelo a la oferta brindada por los circuitos de distribución y exhibición comercial.

  • Durante los 20 años de trayectoria del festival, habéis contribuido a recuperar estos autores y películas que se mueven al margen de los circuitos comerciales. ¿Creéis que esta recuperación es más necesaria ahora que antes? ¿Hoy es más difícil o es más fácil tener acceso a estas obras? 

Por supuesto, Internet ha contribuido a fomentar el acceso al cine. Hallamos potentes catálogos de cine online, pero también es cierto que, mientras la oferta prospera, crece la batalla por la visibilidad.

Un festival cinematográfico permite disfrutar la experiencia compartida y única que se vive en la sala de cine, pero también, a través de su selección, crea matices y diálogos entre el presente y el pasado y anima el debate y la reflexión entre el público y los cineastas invitados.

Nuestra sección de 20 años, donde presentamos parte de la historia de L’Alternativa a través de 22 largometrajes (extraídos tanto de secciones oficiales como de secciones paralelas), cumple perfectamente esta voluntad de revisar la tarea de recuperación de creadores imprescindibles y de descubrimiento de nuevos autores que lleva a cabo L’Alternativa.

  • ¿Qué valores y actitudes que no están en el discurso cinematográfico oficial queréis promover desde  L’Alternativa?

Honestidad, compromiso con la creación, con uno mismo y con su entorno, creatividad, riesgo…

  • L’Alternativa incluye espacios reservados a los niños y niñas. ¿Por qué habéis decidido que formen parte del festival?

“Pohyper” de Hui-ching Tseng

Siempre hemos considerado imprescindible favorecer el acercamiento de nuevos públicos para abrir nuevas oportunidades, para enriquecer las miradas, y contribuir al descubrimiento de nuevas formas de narrar y nuevos relatos, para despertar su curiosidad. Las propuestas cinematográficas para niños a menudo están llenas de clichés y basadas en un efectismo de impacto que dificulta al niño imaginar más allá. Además, con el tiempo los espectadores de los primeros años de L’Alternativa han ido creciendo con nosotros y queríamos ofrecerles la posibilidad de seguir disfrutando del festival con sus hijos.

En los últimos años hemos enriquecido la programación dedicada a los más pequeños con nuevas actividades para que el niño pueda explorar, despertar su creatividad y entender qué representa la creación cinematográfica a partir de talleres con los que puede elaborar su propio cortometraje.

Los profesionales se hallan hoy en un contexto de cambio a múltiples niveles: de modelos de financiación, de producción, de distribución, de difusión… Más que nunca requieren apoyo para orientar sus proyectos de forma adecuada, para saber cómo y a quién presentarlos, para abrir nuevas relaciones de coproducción, para explorar nuevas vías de distribución, para abrir fronteras…

Desde L’Alternativa ya hace años que abrimos las Jornadas Profesionales a temáticas que nos parece que pueden ser de su interés (coproducción, distribución a través de Internet, otras vías de financiación, etc.). Este años hemos querido aprovechar la presencia de profesionales internacionales, que nos parecía que podían ayudar a pensar nuevas estrategias y a establecer nuevos contactos, para lanzar una convocatoria abierta para el asesoramiento personalizado a proyectos en proceso, que ha sido muy bien acogida entre los profesionales.

  • ¿Qué valoración hacéis de los 20 años de trayectoria? ¿Qué destacaríais? 

“G/R/E/A/S/E” d’Antoni Pinent

Como todo ser vivo, L’Alternativa ha ido evolucionando para adaptarse al entorno. Cuando nació había muy pocas salas que programasen cine independiente y algunos de los referentes eran autores hoy consagrados y normalizados en circuitos comerciales. Las escuelas de cine empezaban a surgir, y la información sobre autores ajenos al mainstream era casi clandestina.

El festival se ha convertido en una plataforma de descubrimiento y lanzamiento de nuevos creadores, y ha podido seguir la evolución de los mismos desde sus primeros cortometrajes hasta que algunos de ellos han recibido reconocimiento internacional por sus largos. Con los años, el público se ha ido convirtiendo en un público mucho más informado sobre aquello que sucede fuera de los circuitos habituales y ha ido aumentando su confianza en el criterio del festival. Así, aquellas primeras secciones oficiales, que eran una apuesta personal del festival que nos planteábamos casi como un espacio de riesgo y resistencia necesaria, con el tiempo han sido reconocidas por los espectadores como espacios de descubrimiento imprescindible de obras a las que de otra forma saben que difícilmente podrán acceder.

Echar la mirada atrás y a lo largo de estos 20 años, y recordar autores a los que hemos presentado por primera vez en Barcelona y que ahora son reconocidos como imprescindibles para la historia del cine, nos ayuda a reforzar el sentido del festival.

Por otro lado, el festival ha ido ampliando el espacio para el encuentro y la participación activa, para el enriquecimiento mutuo a partir del debate. Coloquios, mesas redondas, seminarios, talleres jornadas… para profesionales, estudiantes, familias, espectadores de todo tipo y con diferentes necesidades.

Entendemos L’Alternativa como un espacio público abierto a la ciudadanía para el enriquecimiento colectivo a partir de la diversidad de posibilidades y oportunidades de participación; un espacio público que es posible gracias al apoyo constante de varias instituciones y entidades que han confiado en nosotros durante todos estos años y nos han acogido, como el  CCCB.

  • ¿Cuál es vuestra película preferida de estos 20 años de L’Alternativa? 

Es como preguntar a un niño si quiere más a su madre o a su padre, o como preguntar a una madre a que hijo quiere más. Cada film seleccionado para L’Alternativa tiene su razón de ser. Cuidamos mucho el contexto en el que presentamos los filmes, y éstos a menudo cobran sentido en relación a los otros. También procuramos crear un espacio coherente y, por eso, elaboramos secciones, programas y actividades con el deseo de establecer sinergias entre las distintas áreas del festival.

Marta y Salvador Torras: «El hip hop no es una moda, es una cultura de verdad»

10 de septiembre de 2013 No Comments

En diez años pueden pasar muchas cosas. En el ámbito de la música, por ejemplo, la última década ha supuesto la democratización del mercado de artistas a través de la digitalización o el aumento de la relación directa entre estos artistas y su público mediante las redes sociales.

A estas transformaciones no ha sido ajeno el festival Hipnotik, que este 14 de septiembre celebra su décimo aniversario. Pero, más allá de los cambios, los directores del acontecimiento, los hermanos Marta y Salvador Torras, destacan en esta entrevista que la cultura hip hop sigue muy viva.

Si queréis comprobarlo, este sábado tenéis una cita con los conciertos, competiciones y otras actividades de Hipnotik en el CCCB. Podéis comprar las entradas en este enlace (20% de descuento para los Amigos del CCCB).

- Con diez años, ¿cuáles son las señas de identidad de Hipnotik?

Nuestra principal seña de identidad es ser un festival participativo e inclusivo para todos los artistas urbanos. Desde el comienzo pensamos que más que un festival de música, lo que queríamos era ser un punto de encuentro para la cultura hip hop. Y esta es nuestra principal característica hasta el día de hoy.

- ¿Cómo se os ocurrió organizar Hipnotik y por qué?

Nosotros trabajábamos en el campo audiovisual, y realizábamos muchos vídeos de grupos de hip hop. Desde un principio nos sentimos atraídos por esta cultura, vimos que no  había ningún festival dedicado al hip hop en todas sus vertientes artísticas y decidimos montar Hipnotik.

- ¿Cómo fueron los comienzos en el CCCB? ¿Por qué elegisteis este espacio y qué os ofrece?

El CCCB es el laboratorio de las artes vanguardistas en Barcelona y ello cuadraba con nuestra idea. También nos gustaba mucho el hecho de celebrar el festival en un centro de referencia de la escena artística y cultural dela ciudad. Hastaentonces, el hip hop estaba vinculado al extrarradio y las instituciones culturales no le habían dado el reconocimiento que creemos que se merecía.

Además, nos ofrecía una buena capacidad de aforo y unas instalaciones que son un lujo para desarrollar diferentes actividades como por ejemplo conciertos, competiciones y conferencias.

- ¿Ha cambiado mucho la idea de festival que teníais al principio? ¿Cuáles han sido los cambios más relevantes en estos diez años de trayectoria de Hipnotik?

La idea no ha cambiado mucho, pero el contexto en el que nos movemos sí lo ha hecho. Los cambios más importantes han sido la aparición de las redes sociales, que se han convertido en la principal herramienta de comunicación con nuestro público, y también la digitalización de la música, que acabó con la mayoría de discográficas y ha democratizado el mercado de artistas. Algunos de los grupos que actuarán en esta edición y que tienen mucho eco nunca habrían sido conocidos por los seguidores con el anterior modelo.

- Y la cultura hip hop, ¿ha cambiado mucho en todo este tiempo?

Todo cambia y el hip hop no es ajeno a los cambios. Pero, en este caso, más que destacar los cambios, nos gustaría apuntar que esta cultura sigue muy viva, que han aparecido nuevos artistas, nuevas formas de expresión, nuevos modelos de negocio en torno al hip hop… Y ello pasa porque, a diferencia otros tipos de música, el hip hop no es una moda, es una cultura de verdad.

Salvador y Marta Torras, directores del festival Hipnotik

- Habláis de un proyecto con clara vocación participativa y, de hecho, vuestro lema es «Hipnotik somos todas y todos». ¿Cuáles son las claves de la participación en Hipnotik? ¿Qué papel  tienen las competiciones?

Las competiciones son una buena muestra de nuestro espíritu. La gente que se dedica al hip hop a menudo no tiene la oportunidad de darse a conocer e Hipnotik quiere ofrecerles la posibilidad de llegar a un público mayor. Un ejemplo de esto es el cantante Rayden, que este año forma parte del cartel y que fue el ganador del Hipnotik MC Battle en 2006. Con aquella actuación logró dar un gran salto, y hoy es un artista muy reconocido. Otros que consiguieron lanzar su carrera profesional fueron los Rapvívoros, que, después de ganar la Battle of Bands de 2011, firmaron su primer contrato discográfico.

- ¿Qué criterios usáis para programar a los artistas que  participan?

Hacemos una valoración de las ultimas novedades del hip hop, teniendo siempre en cuenta la opinión de nuestros seguidores. A través de Facebook y Twitter recibimos un feedback directo de lo que más gusta a la gente durante todo el año. Esto es el que escuchamos y, según los criterios artísticos de nuestra red de colaboradores, tomamos las decisiones. Una cosa a la que damos mucho valor también es la novedad; es decir, que los grupos tengan discos nuevos que nunca hayan presentado en Barcelona.

- ¿Cómo valoráis la respuesta de público, competidores y artistas que han participado en el festival en todo este tiempo?

La respuesta ha sido siempre muy positiva. Al principio las cosas no fueron fáciles, porque nos trataban como a unos recién llegados dentro de este mundo, pero ahora la gran mayoría del entorno del hip hop agradece nuestra apuesta, en Barcelona y en todo el Estado. El Hipnotik es el único festival masivo que reúne los cuatro elementos de la cultura hip hop (MC, DJ, Graffiti y baile).

Un momento de Hipnotik 2011. CCCB © Albert Uriach, 2011

- Hipnotik arrasa entre el público adolescente, un hito que pocas programaciones culturales consiguen. ¿Cuál es la clave del éxito? ¿Creéis que hay poca oferta cultural dirigida al público adolescente? ¿Es un problema de interés de los adolescentes o de oferta cultural poco atractiva?

Hay poca oferta cultural porque a los programadores no los parece rentable, puesto que los adolescentes tienen poco poder adquisitivo. También hay que tener en cuenta que cuando realizamos una oferta cultural dirigida a un tipo de público tenemos que comprender qué es lo que gusta a este público. Pienso que la clave, precisamente, es no creer en la idea de que los adolescentes no tienen intereses e intentar ofrecer aquello que a ellos les gusta.

- ¿En que consistirá la edición de este año? ¿Qué apuestas específicas habéis hecho para celebrar el décimo aniversario?

Hemos apostado por mantener las señas de identidad que nos han hecho diferentes. En la programación, hemos ampliado las competiciones y, en cuanto a los grupos, hemos apostado fuerte por los nuevos grupos que suenan con fuerza en las redes sociales pero que muchas veces están fuera del circuito tradicional de discográficas y representantes.

Más fotografías de ediciones anteriores de Hipnotik en el Flickr del CCCB.

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