Antoni Arissa Asmarats (Sant Andreu, 1900 – Barcelona, 1980) fue uno de los más destacados representantes españoles de la vanguardia fotográfica, aunque sus comienzos estuvieran influenciados por los postulados pictorialistas tan arraigados en la fotografía catalana y española de esos años. Su posicionamiento evolucionó hacia una estética cercana a la Nueva Visión europea. Este cambio vino propiciado además por su carrera de impresor, por sus conocimientos de tipografía y de desarrollo editorial, donde el fotógrafo adaptó múltiples herramientas visuales en la búsqueda de una fotografía realmente moderna.
En sus inicios como fotógrafo, a comienzos de los años 20, obtuvo su primer premio en la revista Criterium con solo 22 años. Fue entonces cuando fundó junto a Josep Girabalt y Lluís Batlle la Agrupación Fotográfica Saint-Victor, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, un año antes de la aparición de la significativa Agrupació Fotogràfica de Catalunya.
En 1924 obtuvo un premio en el Ateneo Obrero de Gijón y un año más tarde, fue galardonado con el premio de honor en Figueras. También obtuvo diversos premios internacionales y estuvo en importantes exposiciones como la II Exposition internationale d’Art Photographique de Saint Etienne, junto a autores de la vanguardia como Frantisek Drtikol o Jaromír Funke.
A comienzos de los años veinte, Barcelona nos mostraba un panorama fotográfico donde la corriente pictorialista primaba en todas las actividades, al igual que en el resto del país y en gran parte de Europa. Los fotógrafos habían encontrado su inspiración en diferentes movimientos artísticos del siglo XIX como el Pre-Rafaelismo, el Arts & Crafts y el Simbolismo. Sus obras fueron sometidas a diversas manipulaciones a través de procedimientos pigmentarios y químicos, calificados por ellos como “nobles”.
En esta primera etapa, comprendida entre 1922 y 1928, Arissa realizó sus primeras imágenes a través de escenas rurales en entornos cercanos a Sant Andreu. Se trata de fotografías organizadas como puestas en escena para recrear situaciones pintorescas en contextos reales.
A comienzos de la década de los años treinta, Antoni Arissa clausuró el proceso de cambio en la forma de concebir su producción fotográfica. Las escenas apacibles de la década anterior se verán ahora comprimidas, conceptualizadas y reducidas por un tratamiento visual cercano a los elementos gráficos. La angulación, unida a la fuerte iluminación, con sus luces y sombras acrecentadas, convierten las fotografías en elementos conscientes y en herramientas transformadoras que le permitirán añadir acentos emocionales.
En su aventura visual, Arissa no necesitará grandes monumentos, ni viajes a lugares remotos, ni majestuosos escenarios, ni personajes famosos. La espectacularidad la encuentra en las pequeñas cosas. Los triviales objetos personales, y las sombras que estos proyectan, le permitirán la ejecución de grandes imágenes. Su importancia reside en su personalísima visión.
En 1935 la revista Art de la Llum dedicó un número monográfico a Antoni Arissa, que coincidió con la exposición que se celebró en la Sala de Exposiciones del Centro Popular Catalanista de Sant Andreu.
Al finalizar la Guerra Civil muchas de las tribunas de difusión de la modernidad desaparecieron y su actividad artística, como la de muchos otros creadores de su generación, se redujo notablemente y, poco a poco, fue cayendo en el olvido. No fue hasta principios de la década de 1990 cuando se inició un pequeño proceso de recuperación de su figura en diversas exposiciones.
La exposición antológica que ahora presentamos quiere realizar un recorrido por toda su carrera fotográfica, desde comienzos de los años veinte hasta la Guerra Civil española, donde dejó prácticamente de fotografiar para seguir su labor como impresor y tipógrafo en la imprenta familiar. Este proyecto supone la conclusión de un largo proceso de consolidación y restauración de sus principales negativos, así como de la búsqueda de originales de época del autor. De esta forma, la exposición recoge imágenes originales del autor procedentes de diversas instituciones, así como, tirajes actuales a partir de sus negativos recuperados, los cuales muestran como debieron ser las obras que se han perdido.
Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat son los comisarios de la exposició Arissa. La sombra y el fotógrafo, 1922-1936, que se inaugura el 14 de noviembre en el CCCB.