Ha sido un regalo. Una sorpresa que no podríamos haber imaginado cuando iniciamos el proyecto AlzheimArt.
Los usuarios del Centro de día “Jardinets” de L’Hospitalet de Llobregat, especializado en la atención de enfermos de Alzheimer, han visitado el CCCB un par de veces para seguir nuestro programa cultural dirigido a los afectados por la enfermedad.
El equipo de AlzheimArt durante la visita a la exposición de Brangulí
© CCCB, Irene Ruiz Auret, 2011
En la primera ocasión realizaron la visita a la exposición dedicada al fotógrafo Brangulí. Un segundo lunes, participaron en la actividad ¡Vamos al cine! Esta última vez y de forma espontánea, surgió la idea de invitar al equipo que integramos AlzheimArt para devolverles la visita a “su casa”.
Y así fue: el martes 22 de mayo, a las 15.30 h, el local de la calle Tarragona número 17 de L’Hospitalet de Llobregat se engalanó para recibirnos. Sus inquilinos también: flores en la solapa, ellas; pajaritas en el cuello, ellos.
Veintiséis pacientes y todo el personal del centro “Jardinets” nos esperaban con los brazos abiertos. Habían convertido el comedor en un auditorio con todo lujo de detalles. Y el director de orquesta, Jesús, guitarra en mano, tenía a sus cantores a punto para el gran concierto.
Interpretaron “Yo vendo unos ojos negros”, la habanera “El meu avi”, el tema de Julio Iglesias “La vida sigue igual”, “Mi casita de papel”… Estuvieron impecables: afinados, rítmicos, letras bien recitadas. Pero sobre todo, se les veía felices y orgullosos, con aire de profesionales.
Nosotros estábamos convencidos de que aquella era una clase de música, como tantas otras que hacen durante la semana, abierta a nosotros tres. PERO RESULTÓ SER QUE NO. El centro había organizado aquella velada única y exclusivamente para nosotros. Las clases de Jesús se habían puesto en marcha solo para aquella sonada (nunca mejor dicho) ocasión.
Salimos chocados de la torreta luminosa de L’Hospitalet. El regalo ha sido impagable para nosotros y ellos han ganado unas sesiones de musicoterapia a las que ya no renunciarán nunca más.
Esta es la recompensa del programa AlzheimArt.