Con motivo de la exposición «Pis(o) Pilot(o). Barcelona-Medellín», que se presenta simultáneamente en el CCCB y el Museo de Antioquia de Medellín, desde el CCCB organizamos un viaje para ir a conocer la ciudad de Medellín y sus transformaciones urbanísticas y sociales con los AMIGOS CCCB.
Recién llegados de Medellín, me siento y reflexiono acerca del viaje, las reuniones, los conocidos, los olores, la humedad, el paisaje, la luz, los colores… y reflexiono sobre el poder de la comunidad, de la gente y los líderes de las comunas de barrios como San Jaime, San Cristóbal, Moravia, Santo Domingo… También pienso en el gran impulso que han supuesto los múltiples proyectos liderados desde las Alcaldías de Medellín, con el apoyo de la sociedad civil y del mundo empresarial, a lo largo de la última década.
Unos y otros son conscientes de la fuerza de la comunidad y de la importancia de la educación, de la cultura, del arte, del juego…, de la necesidad de analizar y de hablar del dolor del pasado para proyectar un futuro mejor, de la necesidad de crear red, de empoderar a la comunidad para salir de la pobreza y de la violencia. De esa violencia que se convirtió, como decía Lukas Jaramillo, politólogo, en un sistema de vida, un negocio para las guerrillas, los paramilitares.
Como música de fondo me acompaña KNO de la escuela de hip hop Kolacho, Pasos que no son en vano, del barrio San Javier, Columna 13, extracto 1 y 2, casas de ladrillo visto con techos de zinc, poco más. Pasos que no son en vano, nunca mejor dicho por su capacidad de dar salida y esperanza a los jóvenes de San Javier, que se sitúa en una de las comunas más peligrosas de la ciudad, donde la guerrilla se sintió libre de pleno derecho durante los años más duros para Medellín.
La Alcaldía de Medellín comenzó en 2004, durante el período en que Sergio Fajardo fue el alcalde, a poner el foco en la transformación urbana, social, cultural y educativa como elemento de cohesión social, recuperando el espacio público para la ciudadanía como espacio de encuentro y convivencia e invirtiendo en infraestructuras que dieran respuesta a las múltiples necesidades con una finalidad clara: educar a la ciudadanía para construir un futuro mejor.
Durante nuestra estancia tuvimos el privilegio de visitar la ciudad acompañados de Jorge Melguizo, secretario de Cultura ciudadana y secretario de Desarrollo social durante los años en que el Ayuntamiento de Medellín impulsó las grandes transformaciones de la ciudad. Y de reunirnos, entre otros, con Alejandro Echeverri, de Urbam (Instituto de Urbanismo y Medio Ambiente de la Universidad EAFIT) y que fue quien impulsó desde la Alcaldía de Medellín, entre 2004 y 2007, el concepto (y la práctica) del urbanismo social.
Durante siete días hemos recorrido Medellín con el incansable Jorge Melguizo, apasionado, sensible, comunicador nato y gran conocedor de su ciudad y de su gente. Visitar Medellín con él ha sido un lujo, inolvidable. El incansable Jorge habla con todo el mundo interpelando a mayores, jóvenes y niños para saber de qué extracto socioeconómico son: 1, 2… (en una escala de 1 a 6, la 1 es la más pobre y la 6 es la clase alta), o cuánto pagan de impuestos, qué servicios les da la Alcaldía, qué piensan, qué anhelos tienen, cuáles son sus vivencias con la guerrilla, con los paramilitares… Y poco a poco, sin darnos cuenta de ello, hemos ido conociendo historias de pobreza, de violencia, pero también, y sobre todo, historias de lucha, de superación y de esperanza.
No olvidaré el almuerzo con Manuel Mahecha, presidente de la Junta de Acción Comunal, en el restaurante La Mesa, en el barrio de Santo Domingo, uno de los barrios más castigados por la violencia, ni el almuerzo con Jorge Blandón, de la Corporación Cultural Nuestra Gente, del barrio de Santa Cruz. Ambos buscan calificar y mejorar las condiciones de vida de su comunidad creando espacios para hacer de la vida, como dice el propio Jorge, «un acto de esperanza». Ambos reivindican la calle como espacio para socializar y compartir las experiencias de vida aprendiendo a partir del juego y la cultura, formando sujetos críticos capaces de transformar la sociedad en un espacio más equitativo. Ocupar el espacio, hasta hace poco en manos de las guerrillas, donde dar voz a los jóvenes, padres y mayores para que puedan expresar, soñar, revivir y recuperar el espacio público y ocuparlo para «hacer, sentir, pensar y compartir».
Arquitectos, urbanistas, políticos, líderes comunales, educadores, empresarios…, todos reivindican la educación, la cultura y el espacio público como espacios de cohesión social. Los parques biblioteca, las guarderías, las escuelas, los museos y los centros culturales e, incluso, el propio metro y el metrocable responden a un programa de futuro donde el edificio, el proyecto, se convierten en pura anécdota. El propósito es «construir ciudadanía antes que ciudad», como nos dijo Carlos A. Pinto Santa, presidente de Grupo Urbano Medellín, y fortalecer los barrios más pobres para hacer más cortas las diferencias sociales e intentar, también, que la gente recupere la confianza perdida en lo público después de tantos y tantos años de corrupción política y de violencia.
Nuestro agradecimiento a Jorge Melguizo, por ser un magnífico “Ciceró”, a Pablo Choneto por su eficiencia y a Gustavo por su disponibilidad y amabilidad en nombre de los Amigos del CCCB, del CCCB y de la agencia de viajes Artchitectours.