Desde el pasado 23 de noviembre, el CCCB acoge la exposición World Press Photo 11 , que reúne las 170 fotografías ganadoras de este premio internacional de fotoperiodismo reconocido por su calidad y por el debate de fondo que genera. El lema de la exposición, “Ver para creer”, ya denota la clara intención de poner en contacto al público con una visión de la realidad directa y sin filtros.
Esta intención de crear conciencia forma parte de las misiones de Photographic Social Vision, la entidad organizadora de la exposición en Barcelona que este año celebra su décimo aniversario como fundación. Al mismo tiempo, los fotógrafos premiados y representados en la muestra también tienen un triple objetivo común: denunciar, dar voz e informar. Denuncian lo que ven a través de sus objetivos y que a menudo no forma parte de los contenidos de los medios de comunicación; dan voz a personas, situaciones y comunidades que no son visibles fuera de sus fronteras, e informan de manera clara y transparente, a través de imágenes descriptivas o explicativas.
Un hombre de la tribu de los Dinka delante de su casa en Akkach, Sudan del Sur. 3er Premi Fotografías Individuales, Retrato. Autor: Guillem Valle.
Bajo el paraguas de este objetivo común y detrás de cada una de las fotografías, se esconden maneras muy diferentes de ver el mundo. A lo largo del recorrido de la exposición nos interpela la mirada profunda de un hombre dinka en Sudán del Sur, que fija la mirada en el objetivo de Guillem Valle, el fotógrafo catalán ganador del tercer premio Retratos de WPP 11. Su nombre nos recuerda la situación conflictiva y arriesgada que a menudo viven los fotoperiodistas: recientemente Valle fue detenido y agredido por las fuerzas de seguridad egipcias cuando cubría para The Wall Street Journal los enfrentamientos entre la población y la policía en El Cairo. Pocos meses antes, el ganador de World Press Photo 2007, Tim Hetherington, murió mientras cubría la guerra civil de Libia.
Las imágenes sorprendentes y extraordinarias que recoge la exposición a veces implican situaciones de riesgo. Es el precio que paga el fotógrafo para encontrar el momento increíble, el instante necesario para captar un hecho irrepetible. Poco después de la finalización de la exposición Brangulí. Barcelona 1909-1945, todavía recordamos lo que sabemos de la preparación que Josep Brangulí necesitaba a la hora de hacer las fotografías: la instalación del trípode, la ayuda de su asistente, la puesta en escena de lo que tenía delante. El fotoperiodista vive en unas condiciones muy diferentes y, al mismo tiempo, está perdiendo los apoyos tradicionales que le daban visibilidad. La prensa generalista no explica la realidad a través de sus miradas, pero eso no significa que el fotoperiodismo desaparezca. Internet, las redes sociales y los fotógrafos unidos en colectivos son la nueva gran plataforma de difusión de estas visiones honestas de la realidad. Pero no es la única: los museos y centros de arte también acogen estas obras, como es el caso de World Press Photo 11, que las hace visibles, pero sobre todo las pone en valor y las encara con nuestra mirada.
“Ver para creer”, por ejemplo, la historia trágica de la joven afgana Bibi Aisha, capturada por Jodi Bieber. O ver para creer los enfrentamientos contra el gobierno de Tailandia, las consecuencias devastadoras del terremoto de Haití, las inundaciones en Pakistán o los refugiados de Somalia. En esta exposición conviven muchos momentos amargos, pero su yuxtaposición nos da una nueva visión del mundo y nos hace más ricos de opinión, de sentido crítico y de sensibilidad.
Ver galería de fotos de todos los ganadores de World Press Photo 2011