El silencio que envuelve la trágica muerte de Pier Paolo Pasolini deja abierta, fatídicamente, la cuestión sobre qué formas tenemos para protegernos del inevitable peligro que esconde el despliegue anárquico del poder sobre los individuos.
La muerte del poeta fue un nexo de unión entre Alfredo Jaar y Miguel Morey, que compartieron mesa con motivo del ciclo de debates que acompaña la exposición “Pasolini Roma” para recordarnos la vigencia inagotable del pensamiento intelectual del cineasta italiano y su singular manera de vivirlo.
El artista chileno acudió a la cita para presentar “Las cenizas de Pasolini”, un ensayo fílmico que hace alusión al título del poema que Pasolini dedica a Gramsci en 1957. Jaar explicó al público del CCCB que su film fue concebido para la Bienal de Venecia del 2009, con motivo de un contexto político italiano que necesitaba con urgencia “volver a oír la voz de Pasolini”.
En unos escasos cuarenta minutos “Las cenizas de Pasolini” sintetizan de forma contundente la resistencia y la rabia que Pasolini mantuvo durante toda su vida contra la maquinaria política de su tiempo, la homogeneización cultural promovida por los medios de comunicación, la expansión desenfrenada de la burguesía, la naturaleza anárquica del propio poder y -lo más relevante- el estado de ánimo que lo llevó a revelarse contra todo ello.
Pero antes de llegar a la mitad del film la voz de Pasolini enmudece. Todos enmudecen, también sus personajes fílmicos a los que Jaar involucra poéticamente para mostrar el lamento y el silencio que acompaña la muerte de Pasolini. Los asistentes enmudecemos también. Solo se logra oír la voz de Alberto Moravia gritando “ha muerto un poeta y de poetas no hay muchos en el mundo”. En este punto, como una apostilla a lo que terminábamos de presenciar en pantalla, Miguel Morey retomó el debate con un texto del propio Moravia en el que este recordaba al Pasolini de los últimos años con una clara imagen de lo que fue su existencia “solo y luchando contra todo”.
Y de esta sentencia, Morey nos invitó a seguir atando los hilos del pensamiento y la vida del poeta en su última entrevista “Todos estamos en peligro”. El título lo puso el propio Pasolini a raíz de una de sus respuestas en la que comentaba “quizás soy yo quien se equivoca [en relación al cambio de mentalidad político que pedía por la creciente homogeneización de los individuos convertidos en “extrañas locomotoras que chocan unas con las otras”]. Pero sigo diciendo que estamos todos en peligro”.
Frente a esta respuesta, Furio Colombo le formula a Pasolini la última de todas las preguntas “¿Cómo piensas evitar el peligro y el riesgo?”. Pasolini no contesta. Se hizo tarde y le dijo a Colombo que tenía alguna idea de cómo responder pero que lo dejaba para el día siguiente. A la mañana siguiente una vecina de la playa de Ostia alertaba de que había encontrado el cuerpo muerto del poeta tendido en la arena, brutalmente asesinado. Y de nuevo, silencio.