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Vivir más, y mejor

21 de diciembre de 2016 No Comments

¿Cuántos años podemos llegar a vivir? Desde el siglo XIX la esperanza de vida no ha parado de crecer: solo en el siglo pasado aumentó en treinta años. Pero, ¿cuál es el límite? Según un estudio de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York, el límite se situaría en los 115 años.

El objetivo de cualquier sistema público de salud es que vivamos más, pero no a cualquier precio. De cara al año 2020, el Plan de Salud de Cataluña prevé incrementar un 5% los años vividos en buena salud. Este apéndice, «en buena salud», es importante, ya que hacerse mayor es un factor de riesgo mayúsculo. Tal y como alerta Global Burden Disease, el estudio epidemiológico internacional más riguroso, el aumento de la esperanza de vida incrementa los años en que convivimos con enfermedades y discapacidades.

Los interrogantes que plantea este escenario son múltiples, y para darles respuesta, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) han planteado el ciclo de conferencias Envejecer, ¿una enfermedad?.

¿El envejecimiento puede evitarse?

El envejecimiento es la suma de todas las alteraciones que tienen lugar en un organismo y que provocan cambios funcionales hasta la muerte. Pero se trata de un fenómeno muy heterogéneo tanto entre individuos de la misma especie como entre los órganos de un mismo individuo. Tradicionalmente, envejecer no se ha entendido como una enfermedad, sino como un proceso natural por el que el cuerpo acumula daños que afectan a su funcionamiento. De ahí que se considere que el envejecimiento puede ser tratado o retrasado.

Miguel Chillón als debats ICREA © CCCB – Miquel Taverna, 2016

Hoy en día la medicina cuenta con varias estrategias para paliar los efectos del envejecimiento. En los debates en el CCCB, Miguel Chillón, profesor de investigación ICREA en el Instituto de Neurociencias (INc) y en el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), explicó cómo funcionan las terapias génicas para combatir el envejecimiento, y presentó la proteína Kloth, una molécula que se genera en el riñón y el cerebro y que, tal y como se ha observado en los experimentos con ratones, si no actúa correctamente tiene incidencia en el envejecimiento prematuro a nivel muscular, vascular y mental.

Otra vía posible para combatir las enfermedades del envejecimiento son las terapias con células madre. En este sentido, Maria Pia Cosma, profesora de investigación ICREA en el Centro de Regulación Genómica (CRG), planteó en el CCCB la creación de células madre en el laboratorio para curar órganos enfermos, como si de un coche viejo se cambiaran las piezas que no acaban de funcionar. A día de hoy todavía se investiga cómo aplicar estas terapias en humanos, pero los trabajos de su equipo de investigación en la regeneración de la retina con células madre son esperanzadores.

Maria Pia Cosma

Alzheimer y Parkinson, las neurodegenerativas más frecuentes

Se asocian al envejecimiento muchas enfermedades del cerebro, como las neurodegenerativas. Aunque hay formas precoces de Alzheimer y de Parkinson, lo más habitual es que estas patologías aparezcan a partir de los 65 años. Una vez pasado este umbral, una de cada diez personas presenta Alzheimer, y dos de cada cien padecen Parkinson.

Miquel Vila

En los Debates en el CCCB, Miquel Vila, profesor de investigación ICREA en el VHIR, habló de la investigación del Parkinson, una enfermedad que en 2017 celebrará un triple aniversario. Se cumplirán doscientos años de la primera descripción clínica de la patología por parte del doctor James Parkinson; se cumplirán cincuenta de la levodopa, el primer tratamiento para los síntomas de la enfermedad, y se cumplirán veinte de la identificación de la primera mutación asociada a la enfermedad. En la actualidad, la comunidad investigadora sospecha que el Parkinson podría comenzar fuera del cerebro, y que puede haber más factores implicados aparte de la falta de dopamina.

Las técnicas de neuroimagen han revolucionado el conocimiento de estas enfermedades, pero aún queda mucho camino por recorrer. Una de las preocupaciones actuales es encontrar biomarcadores que delaten el Alzheimer y el Parkinson antes de que aparezcan sus primeros síntomas. El paradigma vigente considera que estas enfermedades se gestan en los veinte años anteriores a sus primeras manifestaciones clínicas. Actualmente el diagnóstico todavía no se puede realizar durante este periodo silente –etapa preclínica–, pero se está trabajando con el fin de detener los procesos degenerativos que llevan al cerebro y a la persona hacia la enfermedad.

Elena Galea als debats ICREA © CCCB – Miquel Taverna, 2016

Elena Galea, profesora de investigación ICREA en el INc de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), dedicó la última sesión de los debates a la enfermedad neurodegenerativa más común, el Alzheimer. Por ahora, solo un 0,4% de los ensayos clínicos contra la enfermedad llevados a cabo entre 2001 y 2012 han dado buenos resultados. Según Galea, es necesario que la investigación se realice de forma conjunta a nivel internacional en proyectos como el Connectoma, que analiza las relaciones existentes entre todos los puntos del cerebro.

«Los retos científicos también son retos sociales y culturales», recordó Emilià Pola en la inauguración del ciclo. En 2050 las personas mayores de ochenta años se habrán triplicado en todo el mundo, y habrá que resolver los diferentes problemas de tipo social, económico y sanitario asociados a este cambio. La ciencia, desde sus diferentes disciplinas, puede contribuir a darles respuesta.

Si investigas, mejor llamarte John que Jennifer

28 de enero de 2015 1 Comment

Working in Lab (MSA)

John y Jennifer son biólogos formados en la Universidad de Yale. Tienen currículos idénticos y ambos han sido elegidos para ocupar dos puestos iguales como técnicos de laboratorio. Ahora, sus credenciales deben pasar por las manos de 127 profesores de biología, química y física, que sobre el papel tendrán que decidir su sueldo. Lo que no saben es que se trata de personajes inventados por un experimento de esta misma universidad sobre diferencias de género. Han creado la situación para ver cuál es el alcance del sesgo de género. La conclusión es clara: con los mismos méritos, es mejor llamarse John que Jennifer. Para ella, proponen un salario bruto anual 3720 dólares inferior. El estudio, publicado en 2012 en la revista PNAS, fue liderado por una mujer, Jo Handelsman, actualmente directora de la Oficina de Política Científica y Tecnología de la Casa Blanca y, por lo tanto, asesora en temas de ciencia del presidente Obama.

Pocas mujeres llegan donde está ella porque, a pesar de los adelantos, la ciencia aún es sexista. Con el mismo talento, a menudo las mujeres cobran menos que los hombres, tienen muchas más dificultades para prosperar, consiguen menos becas y tienen más posibilidades de acabar abandonando su carrera. Y es así en todo el mundo. Las mujeres que dirigen grupos de investigación todavía son minoría. En las 48 universidades públicas españolas solo hay tres mujeres rectoras. Y para ser rectora, primero hay que ser catedrática. En España tan solo un 15% de las cátedras universitarias las ocupan mujeres.

A la hora de recibir reconocimientos públicos, las mujeres también se quedan atrás. De los 457 premios Nobel que se han otorgado desde 1901, solo 11 han sido para mujeres. Ahora bien, muchas mujeres han trabajado duro en equipos donde otros miembros masculinos han recibido la distinción. Uno de los casos históricos más reconocidos es el de Rosalind Franklyn, biofísica y cristalógrafa de la Universidad de Cambridge (institución que no permitió que las mujeres fueran miembros de la misma hasta el año 1948 y en que durante años se estableció una cuota máxima de mujeres alumnas del 10%). Como investigadora, Franklyn realizó importantes contribuciones al descubrir la estructura del ADN en uno de sus experimentos. Ahora bien, fueron James Watson y Francis Crick, a quien ella enseñó inocentemente las imágenes que había obtenido, quienes publicaron los resultados en la revista científica Nature, y como consecuencia obtuvieron el reconocimiento de la comunidad científica internacional y ganaron el premio Nobel. A nivel público, ambos son reconocidos como los descubridores del ADN, cuando Rosalind Franklyn debería ser considerada la mujer que realmente abrió paso a una nueva era de la medicina.

Esta presencia tan escasa en la élite de la ciencia contrasta con el número de mujeres licenciadas y doctorandas. Si bien en algunas ingenierías las chicas son minoría, en algunas áreas, como las ciencias de la vida, representan el 75% de licenciados y más del 60% de doctorandos. Los porcentajes se adelgazan a medida que la mujer pasa de los treinta años, momento en que la mayoría empieza a plantearse tener hijos. Es en este momento que la gráfica estadística que hasta entonces dibuja dos líneas (la de los hombres y la de las mujeres) con trayectorias más o menos en paralelo se entrecruzan, formando una tijera en la que la hoja inferior, la que corta, la de las mujeres, cae en picado. Hay excepciones, pero lo cierto es que la maternidad y la falta de medidas para conciliar frenan el alto rendimiento, hasta puntos tan desalentadores que llevan a algunas mujeres a abandonar su carrera. Aparte de los prejuicios, la ciencia es exigente: es necesario publicar, asistir a congresos, presentarse a convocatorias que no esperan, viajar… Sin apoyo, todo ello no perdona, ni siquiera a las madres más entregadas que pasan horas ante el ordenador, escribiendo proyectos y dando al mismo tiempo el pecho a su bebé.

El hecho consumado de que en la élite científica los hombres sean mayoría está tan internalizado que incluso es frecuente que muchas de las mujeres que llegan a ser jefas y a publicar en las mejores revistas se encuentren en algún momento cara a cara con algunos de los estereotipos. No es extraño que, antes de conocerlas, la gente dé por supuesto que aquella mente relevante que interviene en estudios científicos de primera línea es la de un hombre. Algunas científicas de alto rendimiento relatan haber sido invitadas a un congreso como ponentes y encontrarse con que en el cartel de presentación ponía Mr. X, en vez de Mrs. X.

Romper ese techo de cristal que no permite que las mujeres científicas prosperen supone acabar con muchas inercias enquistadas en nuestra sociedad. Para empezar, este sesgo no es exclusivo del mundo científico. Las dificultades para conciliar están presentes en todas las profesiones que implican una cierta competitividad y dedicación, como la ciencia, el periodismo, la música o el liderazgo empresarial. Una madre tiene un 79% menos posibilidades de ser contratada que una mujer sin hijos y, encima, cobra menos, según un artículo que publica Nature en un especial sobre mujeres. Contrasta con el hecho de que, precisamente, para un hombre tener hijos sí es una ventaja competitiva.

En el mismo especial de Nature, diferentes autores ponen encima de la mesa las opciones para poner remedio a una situación realmente enquistada en nuestra sociedad. ¿Qué hacer en profesiones en las que, más allá de las condiciones laborales (que tampoco ayudan) la competitividad no permite ningún tipo de tregua? ¿Qué instrumentos pueden revertir el efecto tijera? La aplicación de cuotas es polémica. Sobre todo porque no resuelve los problemas de fondo, como la falta de medidas para facilitar la conciliación adaptadas a la carrera científica. Brigitte Mühlenbruch, presidenta de la European Platform of Women Scientists, en Bruselas, y Maren A. Jochimsen, directora del Essen College of Gender Studies, en Alemania, recogen en el especial de Nature una serie de propuestas. Para empezar, aunque se reconoce que el programa de ayudas de la UE Horizon 2020 incorpora el género como aspecto que deben tener en cuenta los que quieran optar a las convocatorias, denuncian que los comités que deciden a quién se otorgan las ayudas están formados mayoritariamente por hombres. También lo están los paneles de científicos revisores que deciden si se publica un artículo científico o no. Mühlenbruch y Jochimsen proponen que estos entes estén formados por al menos un 40% de mujeres.

Por otra parte, también proponen que exista una mayor flexibilidad en la presentación de convocatorias para las mujeres que hayan tenido hijos, que cuando un trabajo implique movilidad se tengan en cuenta medidas para la familia y que incluso se valore como un mérito más (y no como una penalización) el hecho de que una mujer haya tenido que interrumpir durante un tiempo su trabajo debido a la maternidad.


Los debates «Mujeres y ciencia» abordaron el papel de la mujer en la ciencia a través de las mesas redondas  ’Mujeres y ciencia: la visión desde las instituciones de investigación de excelencia‘ y ‘En primera persona: la voz de las mujeres investigadoras‘.

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Las células madre, a debate

14 de octubre de 2014 No Comments

Las células madre (stem cells) son células presentes en todos los tejidos del cuerpo, que con su capacidad para dividirse y duplicarse permiten la renovación y regeneración de nuestros órganos abasteciéndonos rutinariamente de nuevas células para sustituir los millones de células que mueren cada día. Cuando se dividen, la célula madre se duplica y puede crear células diferentes (células de la sangre, los tejidos, la piel, etcétera) según las necesidades que tenga el cuerpo. Esta capacidad regeneradora, y el potencial que podría tener la creación dirigida a estas células nuevas en el tratamiento de determinadas enfermedades, ha convertido la investigación de células madre en uno de los campos más apasionantes de la investigación actual.

Después de ciclos dedicados a los grandes retos de la biomedicina, los retos energéticos y el cerebro, el CCCB acoge este otoño “Células madre: ¿un futuro sin enfermedades?”, el cuarto debate ICREA-CCCB, que dará voz a cuatro de los mejores científicos que trabajan la disciplina en Cataluña para conocer los últimos avances y retos de la investigación.

“En Japón se han hecho ensayos clínicos para regenerar tejidos con células madre”

Salvador A.Benitah, profesor de investigación ICREA en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, abrirá los debates ICREA el martes 21 de octubre con la conferencia “Las células madre: qué son y qué papel tienen en los seres vivos”. En la entrevista, Benitha nos avanza cuales son las funciones de las células madre en el organismo, y explica por qué la polémica que causaba la investigación de células procedentes de embriones ya han pasado a la historia. “Con el descubrimiento de Shin’ya Yamanaka, que le mereció el premio Nobel de Medicina del 2012, podemos llevar a cualquier célula madre del organismo al estado embrionario de manera que podríamos acabar regenerando órganos de un paciente y entonces trasplantarlos, y todo a partir de sus propias células adultas”

“Con las células madre podríamos tratar las enfermedades más frecuentes del mundo occidental”

¿Hasta dónde puede llegar la investigación de células madre? Nos lo explicará el martes 28 de octubre Ángel Raya, profesor de investigación ICREA en el Instituto de Bioingeniería de Cataluña y director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona en la conferencia “Células madre y medicina regenerativa: realidad y promesas”. Para Raya, las células madre son “herramientas” que en el futuro nos tendría que permitir tratar las enfermedades degenerativas más frecuentes de nuestro mundo: diabetes, Parkinson, fallos cardíacos y, en general, “todas aquellas enfermedades vinculadas al envejecimiento de los órganos. En el Centro de Medicina Regenerativa trabajan para generar órganos y células en el laboratorio: “partiendo de estas células madre intentaremos llegar a producir en el laboratorio las células que necesita un paciente en concreto”

“Las células madre son las causantes de la reaparición de los tumores”

Las células madres son beneficiosas en la mayoría de órganos y funciones del cuerpo, pero en el caso del cáncer y los tumores la función de las células madre resulta claramente perjudicial. Nos lo explicará el martes 11 de noviembre Joan Seoane, profesor de investigación ICREA en el Vall Hebron Instituto de Oncología, en la conferencia “Hacia una nueva comprensión del cáncer y sus terapias”. “Los tumores están generados por las mismas células madre que, en condiciones normales, generan tejidos”, explica Seoane, y esto tiene consecuencias: “en los cánceres las células madre son las responsables de que los tumores vuelvan a aparecer y que vayan a otros lugares según como funcione la metástasis”

También participarán en los debates la profesora de investigación ICREA y la catedrática de Biología Celular en la Universitat Pompeu Fabra Pura Muñoz, con la conferencia “Células madre y envejecimiento: ¿podemos manipular el proceso? del martes 4 d enoviembre.

Ruth de Diego: “Antes se intentaba ver qué parte del cerebro hacía tal función, ahora sabemos que trabaja en red”

26 de marzo de 2014 No Comments

Los Debates ICREA-CCCB sobre «El cerebro» acaban este martes 1 de abril con la conferencia «Lecciones de las lesiones cerebrales», que pronunciará la investigadora de la UB Ruth de Diego. Hemos hablado con ella para que nos adelante el motivo por el que el estudio de los patrones y los déficits que provocan estas lesiones son útiles en la investigación en neurociencias.

La investigadora ICREA Ruth de Diego

Estás especializada en psicolingüística y neurociencia cognitiva. Cuéntanos qué investigan estas dos disciplinas.
Primero me interesó la psicolingüística, es decir, saber cómo llegamos a comprender el lenguaje y, mientras hacía la tesis, me atrajeron los aspectos neurobiológicos del lenguaje, y en concreto cómo las lesiones cerebrales pueden afectar a nuestra capacidad para entender y producir el habla. Cuando entramos en contacto con una lengua nueva, nuestro cerebro empieza a trabajar y a extraer regularidades de este lenguaje, aunque no entendamos nada de nada. Si llegamos a Japón, por ejemplo, y empezamos a oír aquella lengua extraña, el cerebro comenzará a extraer información estadística de todo tipo, qué sonidos son más frecuentes, cuáles suelen ir seguidos, etcétera. Estudiar el lenguaje es interesante porque es lo que más nos caracteriza como humanos, porque el habla determina nuestras relaciones sociales. En este sentido, una lesión cerebral que afecte la capacidad de hablar te limita completamente la calidad de vida.

¿En qué estado se encuentra la investigación del cerebro?
En los últimos diez años ha habido una segunda explosión de la investigación y la información que tenemos, en este caso con muchos estudios acerca de la estructura y la conectividad del cerebro. Antes, más clásicamente, se estudiaba el cerebro de forma muy localizacionista, y se intentaba ver qué parte del cerebro hacía tal función, pero vimos que no podemos hablar de zonas aisladas del cerebro realizando funciones concretas, sino de redes, de diferentes partes del cerebro que funcionan de forma sincrónica y trabajan juntas y coordinadas para desempeñar una función. Además, ahora sabemos que el cerebro es mucho más plástico de lo que creíamos antes, y cuando sufre una lesión el cerebro tiene una capacidad increíble para reorganizarse y rehacer las conexiones.

¿Por qué es útil el estudio de los pacientes con lesiones cerebrales?
Porque, por comparación, nos permite conocer muchas cosas del cerebro y de sus funciones. Imagina a una persona que tiene un tumor cerebral que ha tardado un año en desarrollarse. En ese cerebro el funcionamiento ya no es exactamente idéntico al de una persona que no ha tenido una lesión por esta plasticidad de la que hablábamos hace un momento: el cerebro de un paciente se ha ido reestructurando para poder adaptarse a la patología.

Nosotros utilizamos la estimulación magnética trascraneal, con un aparato que se acerca a la parte externa de la cabeza y lo que hace es que, a través de un campo magnético muy fuerte, altera el funcionamiento de las neuronas de esta región al que lo acercas, inhibiendo o estimulando su funcionamiento. Esta estimulación provoca una lesión, de forma virtual, que solo dura un tiempo, desde unos segundos hasta un cuarto de hora, y durante ese tiempo el individuo sano se comporta como si hubiera sufrido una lesión en esa parte del cerebro. La comparación de una lesión simulada en una persona sana, que mantiene la estructura del cerebro sin alteraciones, con una persona con una lesión cerebral prolongada, y que por lo tanto tiene alteraciones, nos permite conocer muchas cosas, tanto de la estructura y las funciones cerebrales como de las enfermedades en concreto.

Resonancia magnética de un paciente de Huntington

¿Qué lesiones cerebrales habéis estudiado?
Una de las enfermedades que hemos estudiado es la de Huntington, una enfermedad genética muy rara, con una incidencia baja en la población. En los primeros estadios, la enfermedad de Huntington afecta bastante específicamente a una estructura subcortical concreta, una estructura central del cerebro que tiene muchas conexiones con diferentes partes del córtex, y que, por lo tanto, tiene muchas funciones asociadas. También estudiamos la afasia, la enfermedad que afecta a la comprensión del lenguaje debido a una lesión cerebral. Los pacientes de afasia pueden ver la imagen de una pera y decir «plátano», por ejemplo.

¿Qué utilidad tiene estudiar estas enfermedades?
Te pongo un ejemplo: tenemos un estudio que muestra que hay dos zonas del procesamiento del lenguaje principales, una que sería más motriz, de producción y habla, y otra de percepción y comprensión del lenguaje, más auditiva. Estas dos áreas están conectadas por un haz de conexiones, y parece ser que esta conexión, esta capacidad de transformar lo que estoy escuchando en una secuencia motora, es muy importante de cara a aprender nuevas palabras. O sea, repitiendo palabras nuevas, escuchándolas, oyéndolas y pronunciándolas por nuestra cuenta, este bucle nos permite aprender. Si tengo este haz de conexiones roto, si no puedo repetir para asimilar las palabras, podemos hacer que el paciente aprenda palabras recurriendo a otra conexión que existe, de tipo más semántico. Si se utiliza este otro camino, no podremos repetir para asimilar la palabra, pero podremos acceder a la palabra dándole un significado, conectando las dos partes del cerebro, la motriz y la auditiva, a través de las estructuras del significado. Y entrenando al paciente de esta forma tengo más posibilidades de que la persona entienda la palabra que por la vía obstruida de la repetición.

¿Esto sería similar a los mnemotécnicos o los acrónimos que se utilizaban al estudiar, para asimilar conceptos a partir de ideas o frases que no tenían nada que ver?
Sí, sería parecido a esto. Además, todo ello tiene usos específicos en el tratamiento de estas enfermedades, porque conocer las alteraciones en la estructura y las funciones del cerebro en pacientes que padecen Huntington, por ejemplo, nos permite entender y detectar diferencias individuales entre los pacientes de esta enfermedad. En el caso de un ensayo clínico, podemos separar a los pacientes según las conexiones que tiene afectadas cada uno de ellos, y agrupándolos se les podrá hacer un tratamiento mucho más específico y efectivo que si juntamos pacientes con grados de lesión cerebral diferentes.

Mavi Sánchez-Vives: “En 20 segundos podemos generar la ilusión de un tercer brazo”

19 de marzo de 2014 No Comments

El próximo martes 25 de marzo, la profesora ICREA Mavi Sánchez-Vives, del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), hablará de «Cerebro y realidad virtual» en el tercero de los debates ICREA-CCCB sobre El Cerebro. La hemos entrevistado para conocer cómo las neurociencias utilizan esta tecnología puntera.

La profesora de investigación ICREA Mavi Sánchez-Vives

¿Cuál es el ámbito de tu investigación?
Soy neurocientífica y utilizo la realidad virtual como una herramienta para entender funciones cerebrales. En el CCCB hablaré de un fenómeno que ilustra muy bien lo plástico que es el cerebro, la gran capacidad que tenemos de transformar en tiempos muy cortos la representación interna de nuestro propio cuerpo. Que la representación de nuestro propio cuerpo está en el cerebro lo sabemos por distintas vías, por ilusiones corporales, que son relativamente fáciles de evocar y dan la ilusión de propiedad sobre un brazo de goma, por ejemplo. También existen numerosas ilusiones de transformación corporal descritas en la literatura, algunas las conocemos debido a lesiones cerebrales específicas, que producen alteraciones extrañas o bizarras, como gente que cree tener un tercer brazo, o gente que cree que puede salir de su cuerpo, o casos como los que describe Oliver Sacks, por ejemplo la persona que piensa que esa pierna en la cama no es suya y se la quiere cortar, este tipo de casos extremos. Con realidad virtual podemos estudiar los límites de la representación de nuestro propio cuerpo recreando esas ilusiones, sin necesidad de pacientes con lesiones cerebrales.

¿Cómo utilizáis la realidad virtual?
A través de la realidad virtual podemos interiorizar un cuerpo externo como propio, sabemos lograr ilusiones corporales induciendo una serie de estímulos correlacionados, que producen ilusiones de transformación en plazos de tiempo muy cortos. En veinte o treinta segundos podemos generar la ilusión de un tercer brazo mediante realidad virtual, por ejemplo. El hecho de que esas ilusiones se produzcan tan rápido nos hace pensar que existe esa plasticidad tan grande del cerebro, y las transformaciones virtuales abren la puerta a aplicaciones muy distintas.

Cuando hablas de realidad virtual, ¿te refieres al casco con pantalla?
Hablamos de realidad virtual inmersiva, con casco, donde, en lugar de ver su cuerpo normal, el usuario ve un avatar. Estos experimentos tienen potencial en muchas áreas, como en la rehabilitación, el entrenamiento, la psicoterapia o el ocio.

¿Qué habéis descubierto, por ejemplo?
En rehabilitación estamos estudiando el tratamiento del dolor. Por ejemplo, tenemos algunos trabajos publicados en los que mostramos que el color con que ves un brazo virtual puede afectar tu umbral de dolor: si tu brazo virtual es rojo vas a ser más sensible a un estímulo doloroso o caliente, mientras que si es de otro color, azul por ejemplo, vas a tener menos sensibilidad a un estímulo doloroso o caliente. Eso significa que el umbral del dolor no es estable y puede modificarse en función de la información visual que recibes.

Estas transformaciones se pueden realizar en un entorno virtual, pero también dando vida a un robot.
Sí, las transformaciones corporales también se pueden dar si uno, en vez de tener un cuerpo virtual, internaliza un cuerpo robótico, y el cuerpo robótico puede estar situado a distancia. Yo puedo utilizar un entorno virtual en Barcelona y ver a través de los ojos de un robot en Londres, e interactuar y hablar en ese entorno, de modo que tienes un «cuerpo» en el lugar de destino. Si esto se generaliza, habría que regularizar legislativamente estas prácticas, regular quién es el responsable de las acciones que realizará el robot en otro sitio, que puede estar al otro lado del mundo.

En este vídeo del programa «Quèquicom», podéis ver cómo una periodista de Barcelona utiliza la realidad virtual para encarnarse en un robot en Londres y entrevistar al científico Mel Slater.

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