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El legado de Zygmunt Bauman en el CCCB

18 de enero de 2017 No Comments

Recordamos anécdotas y momentos vividos con el pensador

Zygmunt Bauman en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Zygmunt Bauman en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Si hay un nombre que quedará ligado para siempre a la historia del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona es el del sociólogo Zygmunt Bauman, que murió el 9 de enero de 2017 en Leeds. Tenía 91 años. Pocas semanas antes de su muerte, el Centro de Documentación y Debates lo había contactado para que inaugurase el próximo Debate de Barcelona, dedicado a Europa. Muy amable, no rechazó la invitación pero lamentó su delicado estado de salud y dejó en manos del equipo del CCCB la decisión final.

Entre esta reciente comunicación y el año 2004, cuando por primera vez un Bauman muy desconocido ponía los pies en el CCCB, han pasado 13 años y 4 conferencias. Más de una década de relación y colaboraciones que recordamos con tristeza porque Bauman se hacía querer, era simpático y amable, pero también con orgullo porque hemos trabajado con uno de los pensadores más lúcidos del tiempo presente y hemos conservado buena parte de sus ideas en nuestro archivo.

Hemos publicado seis libros de las conferencias que ha impartido en el CCCB, los BREUS CCCB (editados en catalán e inglés) Noves fronteres i valors universals, Arxipèlag d’excepcions, La felicitat es fa, no es compra y El destí de la desigualtat social en la fase líquida de la modernitat y los DIXIT (en castellano) Archipiélago de excepciones y Múltiples culturas, una sola humanidad, y dos artículos, en las publicaciones Fronteres y Europe City.

En la web también podéis consultar vídeos de sus intervenciones, una entrevista y una crónica del último debate en el que participó, en 2013, que siguieron más de 700 personas desde el hall del CCCB, lo que convertía a uno de los ponentes más viejos del CCCB en uno de los más seguidos por el público. Era nuestra estrella de rock particular (¡éramos seguidores suyos!) y lo hemos querido recordar desde una vertiente más personal. Preguntamos a varios miembros del equipo que lo trataron de forma más directa, el exdirector del CCCB Josep Ramoneda, la jefa del Centro de Documentación y Debates Judit Carrera, la jefa de prensa Mònica Muñoz y la coordinadora de debates Susana Arias, qué recuerdos tienen de Zygmunt Bauman.

«Las palabras de Bauman resonaban en plena concordancia con el espíritu del CCCB.» Josep Ramoneda, exdirector del CCCB

El 22 de marzo de 2004, Zygmunt Bauman pronunció su primera conferencia en el CCCB. Pequeño, enérgico, acompañando sus palabras con una gesticulación de manos y brazos que hacía que llenara cada vez más la escena, dio una verdadera lección de un género que está de moda considerar anticuado. Y, sin embargo, yo he encontrado pocas formas de presentación y discusión de ideas que superen a una buena conferencia. Y la de Bauman lo fue. Entre el Powerpoint y las mesas redondas han dinamitado un género que es muy exigente. Para hacer una buena conferencia no basta con pensarla y escribirla. Hay que decirla. Y decirla bien es muy difícil. El Powerpoint es un gran enemigo de la buena conferencia. Una conferencia es un acto de creación que, como tal, se somete a la interpretación y consideración del público.

Zygmunt Bauman y Josep Ramoneda en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Zygmunt Bauman y Josep Ramoneda en el ciclo Fronteres, CCCB, 2004

Aquel día, Zygmunt Bauman nos explicó cómo en la ciudad las afirmaciones generales y abstractas sobre los conflictos entre civilizaciones y culturas se traducen en la experiencia de relación con personas concretas, vecinos de escalera o de barrio. «Y no las conoces como las encarnaciones ambulantes de la inminente guerra de civilizaciones, sino en calidad de tenderos, camareros, obreros, compañeros de trabajo en la misma fábrica donde trabajas, vecinos, padres de compañeros de colegio de tus hijos y, poco a poco, pero indefectiblemente, van desplazándose de la categoría abstracta de “civilización ajena” a la categoría de seres humanos individuales.» Y así, paulatinamente, y no sin momentos de conflicto, «el miedo al gran desconocido empieza a disolverse» y «los terroríficos forasteros no son más que unos seres normales y corrientes, con los mismos deseos y los mismos miedos que tú».

La facilidad para las metáforas que ha sido el éxito editorial de Bauman –¡cuánta sopa sociológica se ha hecho con la sociedad líquida!– ha sido también a veces lo que le ha encasillado. Pero aquel día sus palabras resonaban en plena concordancia con el espíritu del CCCB.

Otro recuerdo es el día que abrimos un seminario con un diálogo entre él y Giorgio Agamben. Me impresionó el poder de coacción de la autoridad del maestro. Todos esperaban cierta confrontación teórica y, en cambio, Agamben se portó como un joven cohibido ante la autoridad. Simplemente, le siguió la cuerda.

Hay muchas frases potentes de Bauman, pero yo me quedo siempre con esta: «Uno de los grandes eslóganes del siglo xx fue liquidar: liquidar al judío, liquidar al enemigo de clase. Vigilemos porque el principal programa del siglo xxi no sea la liquidación del hombre.» Es una frase que culmina una trayectoria intelectual muy característica del siglo pasado: un judío polaco que escapa al Holocausto, crece y se forma en el régimen comunista de la posguerra, en el que llega a tener responsabilidades militares, y se exilia en 1968, en un momento de cierta oleada antisemita, a Israel primero y a Leeds después, donde desarrollará su carrera intelectual. Su nervio contagiaba vida y su cordialidad acogía.

La entrevista más insólita. Mònica Muñoz-Castanyer, jefa de prensa del CCCB

Recuerdo muy especialmente una entrevista de Bauman con Lluís Amiguet, en noviembre de 2005. Para obtener una buena entrevista periodística hay que garantizar tanto al entrevistado como al entrevistador un tiempo prudencial y un espacio cómodo. Ninguno de los dos se dio en aquella entrevista para La Contra de La Vanguardia. Habíamos preparado para Bauman una batería de entrevistas que él va aceptó con amabilidad y flema, y lo llevábamos de un lado a otro del Centro escoltado siempre por su mujer. Primero unas fotos en el Pati de les Dones, a continuación un encuentro con periodistas en el Mirador, después una entrevista grabada para el CCCB en el Archivo. Bauman mostraba signos de impaciencia y su mujer asentía con la cabeza. Y faltaba aún el plato fuerte: ¡una hora con Amiguet!

Ya habíamos cruzado el pasillo de la primera planta para dirigirnos a una sala de reuniones de las oficinas del CCCB donde teníamos previsto celebrar la entrevista cuando Zygmunt Bauman levantó los brazos, abrió la mano izquierda (en la derecha llevaba su inseparable pipa) y en medio del chill-out (una zona de descanso de los empleados en la planta de oficinas del CCCB, con máquinas expendedoras de comida y de café) dijo: «Hagamos la entrevista aquí mismo.» Antes de poderle convencer de cambiar de sitio ya los tenía sentados a él y a su mujer en las butacas del chill-out. Empecé a sudar. El periodista se sentó a su lado, puso la grabadora en marcha y empezó la entrevista. Un auténtico desastre. Al ruido infernal de las viejas escaleras mecánicas se le sumaban el runrún de las máquinas expendedoras, los pasos y las voces de los empleados del Centro que se desplazaban de un sitio a otro, el murmullo de los visitantes que rondaban a aquella hora por el CCCB. Una hora de auténtico calvario que, sin embargo, se tradujo en esta Contra de La Vanguardia. Nunca más hemos celebrado una entrevista en el chill-out. Siempre podré explicar, gracias a Zygmunt Bauman, dónde no debe celebrarse una entrevista.

Visitándole en Leeds. Judit Carrera, jefa del Centro de Documentación y Debates

Le visité en su casa de Leeds, una tarde de invierno de 2008. Hacía 37 años que el padre de la teoría de la modernidad líquida vivía en aquella casa, que compartía con su mujer, Janina, con quien estuvo casado 62 años, hasta que ella murió en el año 2009. Ambos me recibieron con su habitual amabilidad y aseguraban, haciendo gala de un excelente sentido del humor, que su largo matrimonio era la excepción que confirmaba la teoría del mundo líquido. Exhibían una evidente complicidad. Entre ellos hablaban polaco y, a ratos, un rígido inglés. Trabajaban en sitios distintos de la casa pero se citaban dos veces al día para fumar. Decían que fumar era una rutina, una forma de pensar. Y fumaban sin parar.

Vivían en una típica casa inglesa de dos pisos en una calle estrecha, cerca de una gran avenida que los aislaba del centro de Leeds. Acogedora y de aspecto centroeuropeo, la casa de los Bauman era austera, pero estaba repleta de libros. Su desordenada biblioteca no había disminuido a pesar de haber cedido 2.500 volúmenes a la Universidad de Praga, en agradecimiento por haberlos acogido después de que los expulsaran de Polonia en una campaña antisemita del régimen comunista en el año 1968. Tres años después, en 1971, llegaban a Leeds invitados por la universidad de la ciudad. Desde entonces, Zygmunt Bauman ya no se movió de Leeds ni de su universidad. Sorprendía que un hombre con una vida de pilares tan sólidos tuviera tanta capacidad para interpretar la incertidumbre y la fluidez del mundo actual.

Judit Carrera entrevista Zygmunt Bauman l’última vegada que el sociòleg va visitar el CCCB, Jordi Gomez, 2013

Judit Carrera entrevista Zygmunt Bauman l’última vegada que el sociòleg va visitar el CCCB, Jordi Gomez, 2013

A pesar de su edad avanzada, se mantenían lúcidos y muy bien informados. Seguían la actualidad, me preguntaron por el CCCB, por la inauguración de la alta velocidad entre Madrid y Barcelona y la ley de memoria histórica. Por la delicada salud de Janina habían dejado de viajar, pero seguían escribiendo mucho porque escribir, decían, era su forma de vivir. Su trato era exquisito y su alegría, contagiosa. Planeaba en el ambiente cierta tensión entre su vital curiosidad y la lentitud propia de su edad.

Al cabo de unas horas, Bauman me acompañó hasta la puerta del taxi, donde me autorizó a publicar el texto de su conferencia en los BREUS y se despidió diciéndome que, mientras viviera, podríamos contar siempre con él.

El último correo de Bauman. Susana Arias, coordinadora de debates

La última correspondencia que mantuvimos con Bauman fue hace solo unas semanas, cuando lo invitamos a inaugurar el Debate de Barcelona de este año. Con la fidelidad de siempre hacia el CCCB, Bauman consideró la invitación para volver «a mi querida Barcelona», pero a la vez nos advirtió que su estado de salud no era lo bastante bueno para viajar. «Vosotros mismos, pensad si vale la pena correr este riesgo», nos decía al final del correo, que cerraba con un «Love – Z».

Para recordarlo y despedirlo en compañía del público que tanto lo admiraba, dedicaremos a Zygmunt Bauman el Debate de Barcelona de 2017, que tendrá por título «Vieja Europa, nuevas utopías» y empezará el 6 de febrero.

En el espacio del Archivo CCCB hemos abierto un punto de consulta con un recopilatorio de la obra de Zygmunt Bauman.

Saskia Sassen, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales

16 de mayo de 2013 No Comments

La socióloga holandesa Saskia Sassen, conocida sobre todo por sus reflexiones sobre la vida urbana y las transformaciones derivadas de los procesos de globalización, ha sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2013.

Sassen representa una de las voces más influyentes, críticas y originales en la sociología contemporánea. Su concepto de “ciudad global” se ha vuelto imprescindible para analizar las grandes urbes, las redes de poder y las relaciones económicas, políticas, legales y tecnológicas implicadas en las nuevas geografías resultantes de los procesos de globalización. En su último libro traducido al castellano, Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales (Katz, 2011), Sassen repiensa las relaciones entre lo global y lo nacional, y analiza cómo se ha ido “desnacionalizando” aquello que históricamente se ha constituido como nacional: las políticas de gobierno, los capitales, las subjetividades políticas, los espacios urbanos o las estructuras temporales.

© Miquel Taverna, CCCB, 2011

Saskia Sassen visitó el CCCB en enero de 2011 para impartir una conferencia en el marco del ciclo de debates “Crisis” que ha sido publicada recientemente dentro de la colección Breus con el título Nuevas geopolíticas. Territorio, autoridad y derechos (Breus CCCB, 2012). Durante su conferencia, Sassen criticó duramente el sistema político y económico neoliberal. Según afirmó, ha cambiado la lógica interna del mercado global, que ya no se basa como antes en la inclusión en masa de personas (sobre todo como consumidores) sino que ha incorporado preocupantes mecanismos de expulsión: del mercado laboral, de los espacios de consumo, de la ciudadanía, de los territorios.

Su conferencia se puede ver íntegra en la web del CCCB. También puedes ver esta breve entrevista que le hicimos durante su visita en Barcelona.

Los libros más queridos del CCCB

23 de abril de 2013 No Comments

Hoy, día de Sant Jordi, recuperamos la lista de catálogos de exposiciones del CCCB que más se han vendido en la librería Laie CCCB, un recorrido por los artistas, cineastas, escritores, ciudades, calles … que más os han interesado en los últimos años, un repaso por la historia de las exposiciones del CCCB.

Los  12 catálogos más vendidos

  1. «Hammershøi y Dreyer» (2007)
  2. «Canaletto: Una Venecia imaginaria»* (2001)
  3. «El Paralelo, 1894-1939» (2012)
  4. «Fantasías del harén y nuevas Sherezades» *(2003)
  5. «Cultura basura» *(2003)
  6. «Post-it City»* (2008)
  7. «Réquiem por la escalera» *(2001)
  8. «El siglo del jazz» (2009)
  9. «Pegasos, memoria de un espejismo»* (2001)
  10. «Quinquis de los 80» (2009)
  11. «París y los surrealistas» (2005)
  12. «El salvaje europeo» (2004)
*Catálogos agotados
Las publicaciones CCCB

Además de catálogos de exposiciones, el CCCB también edita las colecciones BreusDixit y Urbanitats, que recogen, en formato breve, algunas de las ponencias o conclusiones de los debates, seminarios, conferencias y simposios celebrados en el Centro. La colección Breus, por ejemplo, incluye títulos de autores como Tzvetan TodorovNancy FraserSaskia SassenEva IllouzZygmunt BaumanOrhan PamukRichard SennettClaudio MagrisEric HobsbawmDonald SassoonMichela Marzano, entre otros pensadores contemporáneos. Puede consultar los últimos Breus CCCB publicados en este artículo o en el buscador de publicaciones de la web.

Si queréis regalar cultura, este Sant Jordi o en otra ocasión, las publicaciones del CCCB se encuentran a la venta, tanto presencialmente como online, en la librería Laie del CCCB (C / Montalegre, 5), en la librería de la Diputación de Barcelona (Av. Diagonal, 393) y en otras librerías especializadas de las principales ciudades de España.

Calígula también tenía autoestima. Josep M. Ruiz Simon en Breus CCCB

28 de febrero de 2013 No Comments

¿Cuándo y cómo se convirtió en una virtud la autoestima? ¿A qué intereses ideológicos responde esta supuesta virtud, recientemente acuñada? Encontraréis la respuesta a estas preguntas en L’ètica de l’autoestima i el nou esperit del capitalisme, la última publicación aparecida en la colección Breus, basada en la conferencia (ver vídeo aquí) pronunciada por Josep Maria Ruiz Simon en el marco del ciclo Virtuts ahora hará un año.

Estamos acostumbrados a pensar las virtudes como valores abstractos, universales y eternos, que acompañan y acompañarán al ser humano como un espejo ético y espiritual. ¿Quién osa poner en duda ideales tan arraigados en nuestra civilización como la sabiduría, la justicia, el coraje, la honestidad, la paciencia, la fortaleza o la moderación, todos ellos presentes en el ciclo Virtudes? Ciertamente, la autoestima no forma parte de este elenco venerable de cualidades morales encaminadas a una vida buena, bella y justa. Como explica Ruiz Simon, la actual consideración de la autoestima como una virtud tiene origen en el pensamiento utilitarista de autores como Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que descuidaron la idea aristotélica de que “las virtudes eran hábitos en sí mismos honorables”… independientemente de la felicidad que pudiesen dar a sus posesores. El carácter desinteresado que era la esencia de la virtud pasó a segundo plano en favor de un nuevo tipo de “contabilidad moral”: en Franklin la virtud es aquello que trae la felicidad entendida como éxito (por ejemplo, la prosperidad económica o el cielo).

La asociación creciente entre virtud, felicidad y éxito personal se constituyó en  una “ética precapitalista” indisociable del desarrollo de un capitalismo que se ha ido vaciando de contenido mientras consagra la eficacia, el liderazgo, la flexibilidad, la competitividad y la adaptabilidad. Estos nuevos valores con tufo empresarial, subsumidos en el valor supremo de la autoestima, se han esparcido en las últimas décadas al amparo del programa neoliberal y de derivados suyos como el pensamiento positivo y la industria de la autoayuda, que se han instalado en las estanterías de los supermercados, en los canales de televisión, en la política (el Tea Party és un claro exponente) y hasta la academia. Especialmente en los Estados Unidos, estas instancias han empleado un discurso ideológico según el cual sólo virtudes como la autoestima garantizan el progreso del individuo a través de la “selección natural de la economía”, que condena a la extinción a todos aquellos que contradicen sus exigencias. Es significativo que esta selección natural sui generis inculque la importancia de la autoestima a los individuos mientras los fuerza a humillarse y sacrificarse si quieren sobrevivir en medio de fenómenos como la precarización, la desregulación, la exclusión social o la célebre “privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas”. El argumento es el siguiente; la falta de autoestima es la raíz del problema: la culpa no es del Estado, ni de la economía, ni de la empresa, ni de las instituciones, sino del individuo, que se ha quedado corto en su afán de superación y de optimismo. Así pues, la ética de la autoestima carga sobre el individuo una responsabilidad excesiva al paso que libera de responsabilidad social a los actores económicos y políticos. Recordemos a modo de ejemplo la divisa de Ronald Reagan: “En la presente crisis, el gobierno no es la solución a nuestros problemas; el gobierno es el problema”.

Paradójicamente, lejos de fomentar el amor propio la autoestima deviene una trampa, exigiendo la renuncia a la dignidad y a derechos sociales básicos, que es lo que a menudo implican eufemismos de la jerga empresarial como los arriba citados: eficacia, liderazgo, flexibilidad, competitividad y adaptabilidad. Esto de la autoestima está parece fantástico desde el punto de vista de los depredadores privilegiados de la especie que han conseguido imponer su ley en el proceso de selección natural de la economía neoliberal y contemplan el panorama desde la asepsia de sus despachos. Calígula y Jack el Destripador también tenían autoestima, observa Ruiz Simon. También la tenían, podríamos añadir, Bernard Madoff y otros “triunfadores” de las altas finanzas. Pero el resto de nosotros “haríamos bien en buscarnos otras virtudes”.

Lucas Villavecchia

Tres defensas de la democracia en tiempos de penuria, en la colección BREUS

20 de febrero de 2013 No Comments

El imaginario de la sociedad democrática liberal se ha construído sobre una noción, más o menos definida, de pacto y acuerdo. Ciertamente, cimientos democráticos como la tolerancia, la diversidad o la convivencia parecen inexplicables sin apelar a una voluntad de entendimiento, de diálogo entre diferentes. Con todo, a ningún observador atento de la realidad se le escapará la imprecisión, la fragilidad o la más absoluta desatención que estos principios conocen en su concreción cotidiana: en un mundo crecientemente marcado por la exclusión, la desigualdad y la injusticia la idea de un consenso social aproblemático y armónico podría parecer desde una ingenuidad biempensante hasta un relato interesadamente promovido para sostener determinados privilegios. Desde puntos de vista diversos, tres autores que han visitado el CCCB han reflexionado sobre la importancia de examinar con cuidado la complejidad de las interacciones, los equilibrios y los pactos que genera la convivencia democrática, así como las amenazas que ponen en entredicho los derechos sociales fundamentales en la actualidad. La reciente publicación de sus ponencias en la colección Breus es una ocasión idónea para releer los argumentos de Tzvetan Todorov, Avishai Margalit y Nancy Fraser.

CCCB (c) Miquel Taverna, 2012

Con Elogi de la moderació Tzvetan Todorov se remonta al fundamento teórico de los sistemas democráticos. En su ponencia –la tercera publicada en la colección Breus después de Sobre la tortura (2009) i Murs caiguts, murs erigits (2010)— Todorov recuerda que la esencia de la democracia se define por un delicado equilibrio: la moderación recíproca entre los diferentes poderes e instituciones que componen el Estado. El pacto democrático, pues, consistiría en un acuerdo de base según el cual cada poder limita al otro, eso que Montesquieu expresó con la máxima de que “un poder sin limitaciones no puede ser legítimo”. Con todo, interpretando estos principios en el contexto actual, Todorov analiza críticamente cómo la hegemonía del pensamiento ultraliberal altera este equilibrio fundamental: como la crisis actual ha puesto de manifiesto, la soberanía de las fuerzas económicas se impone sistemáticamente a la soberanía política e incluso a la propia deliberación democrática, constituyendo un caldo de cultivo para todo tipo de ideologías reduccionistas y antidemocráticas. Según Todorov, la reivindicación de la moderación fundacional de la democracia sería un reto fundamental para este presente marcado por la injusticia, la xenofobia y el populismo.

© Miquel Taverna – 2011

Si en su texto Todorov denuncia las desmesuras que desequilibran los acuerdos esenciales de la democracia, en Pactes enverinats Avishai Margalit propone una reflexión sobre los límites éticos que pueden corromper un pacto desde el momento mismo de su formulación. El profesor de Princeton sugiere la importancia de examinar meticulosamente los interlocutores con los cuales estamos dispuestos a transigir en un acuerdo. Con el recuerdo reciente de las revueltas populares contra el régimen de Mubarak en Egipto, Margalit subraya la imposibilidad de cerrar un pacto ético con regímenes sistemáticamente inhumanos y crueles. Convencido de que valores como la paz o la tolerancia –pese a ser cruciales para construir una convivencia democrática– no están intrínsecamente justificados en cualquier contexto, Margalit alerta del riesgo de firmar “pactos envenenados” que, independientemente de sus buenas intenciones, puedan acabar traicionando derechos fundamentales de terceros. En sus propias palabras: “La pregunta que siempre tendríamos que hacernos, tanto en la relación con los otros como con nosotros mismos, no es qué normas, qué valores y qué aspiraciones tenemos, sino que tipo de acuerdos estamos dispuestos a tolerar, qué clase de concesiones hacemos”.

CCCB (c) Miquel Taverna, 2012

Por su parte, Nancy fraser, con su texto Sobre la justicia: lliçons de Plató, Rawls i Ishiguro propone una reflexión sobre otro tipo de equilibrio igualmente delicado y fundamental: aquél que debe establecerse entre los derechos de redistribución, reconocimiento y representación para construir un régimen social justo. Esta concepción de la justicia como un equilibrio complejo ha sido el eje central del trabajo en la filosofía política de la pensadora norteamericana. Con todo, en esta conferencia celebrada en el marco del ciclo Virtuts, Fraser se aproximó a su propia teoría a través de un sugerente atajo literario: mediante una interpretación de la novela Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro, la autora proponía un análisis incisivo de las condiciones y los fundamentos que pueden justificar una situación flagrante de injusticia en la que los derechos de redistribución, reconocimiento y representación son violados sistemáticamente. A partir de la reflexión sobre este relato extremo de injusticia Fraser sostiene una contundente argumentación sobre los imperativos éticos y políticos que deberían guiar nuestro comportamiento ciudadano en defensa de un orden social más justo, Al fin y al cabo, como la propia autora recuerda en su ponencia, “de la justiciam no se tiene nunca una experiencia directa. Por lo contrario, la injusticia sí que la experimentamos, y es tan sólo mediante esta experiencia que nos formamos una idea de la justicia”.

En un momento en que el proyecto democrático parece agotarse bajo la presión de los intereses económicos y los discursos xenófobos y excluyentes, la revisión crítica de nuestros imaginarios políticos parece un imperativo ciudadano irrenunciable. Desde ópticas diferentes pero complementarias los textos de Todorov, Margalit y Fraser nos proponen tres sugerentes puntos de partida para reflexionar sobre los retos cruciales de las democracias contemporáneas.

Pablo La Parra

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