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Marta Segarra: «Queremos poseer el otro y acabamos despojándonos a nosotros mismos»

2 de marzo de 2017 No Comments

¿Hasta qué punto el deseo —que de entrada parece un fenómeno pulsional, que liga al hombre a la animalidad— está condicionado culturalmente? ¿Cómo afectan los tópicos sobre la feminidad a la actitud y las decisiones que una mujer toma en su vida? ¿Qué margen han tenido las mujeres para descubrir su deseo en una historia cultural y sexual escrita por los hombres? Hablamos de ello con Marta Segarra, catedrática de literatura francesa y de estudios de género en la Universidad de Barcelona, y cofundadora y directora del Centro Mujer y Literatura.

Marta Segarra a la conferència Desig i subversió © CCCB, Miquel Taverna, 2017

Marta Segarra en la conferencia Deseo y subversión © CCCB, Miquel Taverna, 2017

Deseamos según unos patrones culturales —no solo los que marcan la educación y las lecturas, también todo cuanto absorbemos diariamente de forma menos consciente.

Anna Punsoda: El amor es cultural y el deseo es natural.

Marta Segarra: El amor es una construcción cultural, sí. Por supuesto que no se entiende igual ahora que hace quinientos años, ni se entiende igual en Barcelona que en Dakar. Pero el deseo tampoco es natural. Tendemos a pensar que es un fenómeno instintivo, pulsional —o natural, como tú dices. Pero también deseamos según unos patrones culturales —no solo los que marcan la educación y las lecturas, también todo cuanto absorbemos diariamente de forma menos consciente.

Para mí, el patrón cultural más obvio es lo que nos impulsa hacia la heterosexualidad. Creemos que es natural que si eres hombre desees a mujeres, y si eres mujer desees a hombres, cuando en la realidad no siempre es así, obviamente. La cultura nos empuja hacia una heterosexualidad que algunas teóricas han denominado «heterosexualidad obligatoria». Los afectos, pero también la sexualidad, vienen marcados por patrones culturales que hoy en día están vehiculados sobre todo por los relatos audiovisuales —el cine, la televisión, la publicidad, las nuevas redes sociales.

AP: Hablando de patrones, en tu ensayo Políticas del deseo contrapones dos arquetipos de mujer: las bíblicas María y Eva. ¿Qué representan estos arquetipos y a quiénes sirven?

MS: De entrada son un ejemplo claro de cómo en Occidente nuestro pensamiento siempre se ha estructurado de forma binaria. Bien y Mal, Alma y Cuerpo, Amor puro y Amor sexual. En este sentido, dentro del género «mujer» se han promovido dos modelos: la mujer buena, que sería María —madre, y además virgen, o sea portadora de vida sin haber sentido nunca deseo sexual—, y Eva, que sería la primera femme fatale de la historia, la que arrastra al hombre hacia el materialismo, le lleva a la condena mediante la atracción que le genera. Eva es la tentación y la muerte porque la expulsión del paraíso simboliza la introducción de la mortalidad en la historia de la humanidad. Este patrón, que se perfila conceptualmente en el siglo XIX, es muy antiguo. Y tiene un mensaje muy claro: el deseo trae desgracia. Es el mito de Carmen, la mujer que no se enamora, pero cuya atracción funciona en una pluralidad de hombres, y acaba esparciendo muertes y dolor.

AP: Y esta idea de la mujer seductora, manipuladora, consciente del efecto de sus encantos, ¿no entra en contradicción con el tópico que nos presenta a la mujer como una criatura sometida a las fuerzas telúricas?

MS: Por supuesto. Este último es un tópico que paradójicamente cobra fuerza en el siglo XVIII, el Siglo de las luces. Se nos dice que por su cuerpo, por su anatomía, la mujer está más cercana a lo natural. Porque se vincula la feminidad a la maternidad. Lo que, según este pensamiento, no pasa con el hombre, que puede sublimar el vínculo con la naturaleza mediante la razón, elevarse por encima de la contingencia material.

«La mujer artista se nos ha presentado a menudo como el arquetipo de la mala madre, porque se dedica al arte —o al trabajo, el que sea— más allá del rol que supuestamente le ha asignado la naturaleza.»

AP: Por eso la mujer siempre ha representado lo eterno, la base de las cosas, y el hombre el complemento, el progreso.

MS: Sí. Precisamente en este sentido hay una oposición conceptual clásica, procreación y creación. Maria Àngels Anglada habla de ello en un poema cuyo título es Una resposta. Estas dos actividades se han visto durante muchos siglos como excluyentes. Muchas mujeres lo han interiorizado, están convencidas de que su papel en el mundo es primordialmente de transmisión, de continuidad, de mantenimiento familiar. La mujer artista se nos ha presentado a menudo como el arquetipo de la mala madre, porque se dedica al arte —o al trabajo, el que sea— más allá del rol que supuestamente le ha asignado la naturaleza.

Marta Segarra i Merri Torras a la conferència Desig i subversió © CCCB, Miquel Taverna, 2017

Marta Segarra y Merri Torras en la conferencia Deseo i subversión © CCCB, Miquel Taverna, 2017

AP: ¿Y no es posible que haya tópicos, como el que nos presenta a la mujer como «aquella que acoge (al hombre, a los niños, etc.)», que arraiguen en la biología?

MS: Pues depende de dónde pongas el acento. La mujer también podría ser «aquella que expulsa». De hecho, Marguerite Duras tiene toda una teoría sobre el parto (la primera expulsión) como movimiento primigenio. Tú ahora piensa cómo afectaría a la estructura social si, en lugar de haberse impuesto el relato de «el cuerpo que acoge», se hubiera impuesto el relato de «el cuerpo que expulsa».

AP: ¿Qué espacio ha tenido la mujer para descubrir su deseo?

MS: Durante siglos el discurso dominante ha dicho que el hombre era el que deseaba y la mujer era el objeto del deseo. El psicoanálisis freudiano reforzó esta imagen. El único papel que podían hacer las mujeres era pasivo. A principios del siglo XX, en Europa, algunas mujeres —aún pocas— demostraron con sus vidas las posibilidades de ir más allá, de vivir su deseo según parámetros propios. Pero empezamos a descubrirnos con los movimientos feministas de los años setenta. «Nuestro cuerpo es nuestro» es una reivindicación que hay que entender en este sentido, como posibilidad para alejarse de los estereotipos sobre la feminidad, con la intención de descubrir nuestro propio deseo.

AP: A diferencia del amor, que se ha visto como un medio de trascendencia, el deseo suele presentarse como desazón y ansias de posesión.

MS: Sí, y no es tan simple. A veces sí que el deseo se traduce en un deseo de posesión, pero a veces, al ponernos en crisis como sujetos, nos trastoca profundamente y nos «deshace». Queremos poseer el otro y acabamos despojándonos a nosotros mismos. En este sentido, los efectos del deseo son interesantes porque ponen en crisis la autonomía y la autosuficiencia del sujeto, problematizan sus límites.

AP: Hay un deseo ético.

MS: Es una forma de decirlo. Por ejemplo, Judith Butler, en Deshacer el género, nos presenta la sexualidad como una de las vías, de las esferas humanas, en las que es más fácil «deshacerse», romper los límites que nos aíslan como individuos. Nos abre al otro, a la diferencia con el otro —diferencia en un sentido amplio.

AP: Y la sexualización de todo ello, la presencia constante de estímulos, ¿cómo afecta al deseo?

MSLa hipersexualización es una forma de canalizar el deseo en unos parámetros muy concretos. Es cierto que salimos de siglos de represión, que la sociedad europea ha sido muy puritana en los siglos pasados. Pero la «sexualización» actual no significa necesariamente que se abran las posibilidades del deseo. El discurso feminista de los años setenta sobre la liberación ha sido reabsorbido por el poder y por la lógica capitalista, con la intención de potenciar el consumo. La liberación per se no es subversiva. El deseo per se no es subversivo. De hecho, es posible, también, como estamos viendo en muchos casos, que la «liberación» y el deseo no pongan en crisis las estructuras sociales de poder, sino que las refuercen.

Marta Segarra participa en diversos debates y programas del CCCB que tatran sobre el papel de la mujer en la sociedad actual. Podéis consultar todos los contenidos relacionados con la autora en la web del CCCB.

Amor en punto de fuga. Las “gandules” se ponen románticas

24 de julio de 2015 No Comments

Nacho Moreno, programador de Gandules’15, nos explica de qué trata Gandules’15 y repasa brevemente la aportación de cada film a la temática global del ciclo: el amor en todas sus formas. 

¿De qué va, según mi punto de vista, Gandules 2015?

Primero va de la pasión, de la pasión amorosa. Todas las películas tratan sobre conflictos amorosos, sobre pasiones sensuales y sobre deseos sexuales algunos subliminados y otros llevados hasta sus últimas consecuencias. Las películas también han sido elegidas como un acto de amor.

Fotograma de “Muchachas de uniforme”

Es también un ciclo de cine sobre la pasión amorosa que sabe que es diversa. Hay cuatro películas de temáticas LGTB, una poliamorosa y en dos de las heterosexuales la protagonista es una mujer que no es joven. Es también diversa en forma, ya que hay una película muda, otra clásica, un par de dramas y un par de comedias y hay tres películas realmente oscuras. Junto a eso también destacar que es diversa en origen, ya que la película japonesa está basada en un manga bizarro y la clásica en un novelón de Lloyd C. Douglas, hay otras que beben del videoclip o las teorías de Judith Butler.

Es un ciclo donde se presta atención a las circunstancias sociales que rodean a la pasión amorosa, desde la homofobia al capitalismo pasando por el neocolonialismo y el turismo sexual. Es decir, una de las ideas que hay detrás del ciclo es que la llama del amor no se enciende en el vacío.

También, y esto es importante, es un ciclo divertido y asequible. He estado pensando mucho sobre las pelis y  he descubierto que pese a que son muy interesantes y desconocidas no son grandes obras maestras (la de Fassbinder, por ejemplo, no es la GRAN obra de Fassbinder) pero son películas que hablan de manera diferente del amor y que van a funcionar a la perfección en las calurosas noches de verano. De hecho, algo que podemos explotar es que el ciclo me recuerda a esos relatos que regalan en los periódicos en verano o a esa novela que llevas todo el año queriendo leer y que te la bajas todos los días a la playa. LLEGIR MÉS-LEER MÁS-READ MORE

La lista musical más romántica del verano

15 de julio de 2015 No Comments

Estos meses centrales del año, con el calorcito, las vacaciones y todas las horas del día para disfrutarlas, son también los de las aventuras y el amor. Por esto, la programación de Gandules – Gas Natural Fenosa de este año lleva por título “Amor en punto de fuga”. A lo largo de tres semanas, proyectaremos películas con el amor como protagonista. El amor heterosexual, el amor homosexual, el amor reprimido o el amor explosivo.

Y como el amor también es el protagonista de las canciones de nuestra vida, hemos decidido crear una lista musical con aquellos temas que, por un motivo u otro, nos remiten al amor o al enamoramiento. Y hemos pedido a varios expertos en música que la empiecen con sus temas favoritos.

Albert Salinas, Wooky, co-director del festival Lapsus, recomienda Strange Emotion, de Jessy Lanz, incluida en el ábum Pull My Hair Back [Hyperdub, 2013]

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Elijo esta canción porque desde mi punto de vista define muy claramente la incertidumbre de este sentimiento que crece dentro de ti cuando te enamoras, una serie de emociones extrañas que uno no tiene muy claro si rechazar o recibir con los brazos abiertos. En definitiva, la dificultad de descifrar si lo que empiezas a sentir es amor de verdad o sencillamente un espejismo.

Ingrid Guardiola, coordinadora del ciclo BCNmp7, recomienda tres canciones:

I put a spell on you es una canción escrita por Screamin’ Jay Hawkins y versionada por casi todo el mundo. Es un tema al servicio del erotismo salvaje y de la chifladura revitalizante. Los que se la hicieron suya a posteriori le dieron una gravedad que no se encontraba en la original.

Ne me quitte pas de Jacques Brel es la más bella humillación de amor. En algunas versiones el trémolo del piano de fondo se corresponde con el trémolo de sus enormes incisivos. “Déjame ser la sombra de tu sombra, la sombra de tu mano, la sombra de tu perro”, declama Brel entre sudores, lágrimas y saliva, buscando el drama en sus humores, hipnotizando el público y la cámara de televisión con su rostro desencajado

Mickey Baker era el profesor de Sylvia Robinson y formaron banda (Mickey & Sylvia)  y sello, aunque cuando una  escucha temas como Dearest sólo puede imaginarse amor entre los dos, puro amor. Es una canción sencilla sobre el amor de pareja y sobre el envejecer juntos a pesar del propio pesar del tiempo.

Miqui Otero, co-director del festival Primera Persona, elige If this is love I’d rather be lonely, de The Precisions. 

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Todos nos ponemos algo melodramáticos, y también ridículos, cuando hablamos de amor, ¿no? Pues hagámoslo a lo grande: con estribillo, violines agazapados en las esquinas y grandes trompetas. Siendo muy pero que muy bocazas. Queriendo cantar sobre el amor y haciéndolo sobre desamor. Es decir: si esto es amor, cáspitas, ¡casi que preferiría estar solo!

Mery Cuesta, programadora de la sesión “Metalúrgias” de BCNmp7 elige dos canciones:

24 hours from Tulsa, de Gene Pitney.

Cariño: estaba a sólo 24 horas de casa, me paré a tomar un café, me enamoré de la camarera de la gasolinera, y que me esperes sentada. Increíble y sorprendente trama la del padre de familia que lo deja todo por un amor fugaz de carretera en la dulce voz de uno de los crooners más significativos de los 60, que rubrica el tema en plan confesión: “Así que no volveré a casa nunca, nunca… más”.

Johnny, remember me, de Johnny Leyton

Pocas canciones representan de manera más romántica una historia de amor con espectro de por medio. En 1961, Jonh Leyton se ponía en la piel de un hombre que perdió a su novia, pero que a veces sigue oyendo su voz sobrenatural diciendo desde el más allá “Johnny, Recuérdame….” Una producción crepuscular con el sello del singular productor Joe Meek: reverbs, ectoplasmas y coros fantasmales.

Joan S. Luna, periodista musical y programador de la sesión “Metalúrgias” de BCNmp7 elige tres canciones: Our song, de The XX; Skinny love, de Bon Iver, y The One I love, de REM, en la versión de Sufjan Stevens

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Lo cierto es que me sorprende que a la hora de elegir tres canciones de amor me vengan muy pocas a la cabeza, por lo menos en el sentido más eufórico del concepto amar. Digamos que suelo conectar mucho más con la cara más melancólica del amor (y del desamor, claro está).

Podría haber elegido tres temas que tomasen líneas muy distintas en lo lírico y en lo musical, pero he preferido seleccionar tres que mantengan un espíritu parecido y que transmitan un sentimiento muy concreto frente al amor. Estas tres canciones podrían parecer tristes -de hecho lo son-, pero ¿no era el amor algo muy complicado y complejo?

Sergio Silva, director del festival Emergència!, elige dos canciones:

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Bad things, de Tricky, incluida en el ábum Premillenium Tension

Porqué decir amor si lo que realmente supura esta canción es sexo?

Tricky siempre ha sido el ejemplo escenificado del sexo sin amor, sucio y oscuro que pone imágenes a tus sueños prohibidos.

Gene Clark, de Teenage Fanclub, dins l’àlbum Thirteen

Aquel invierno del 97 fue especialmente duro… el frio y la lluvia estuvieron presente casi cada día. Mientras, la bobina derecha del casete finiquitaba los últimos cms de música… era el momento d rebobinar y poner aquella canción que tanto me recordaba a ella.

Todo y que los años han pasado siempre le estaré agradecido por tener el valor de decirme aquella frase lapidaria. Gracias a ella no solo cambié el rumbo de mi vida sino que además encontré a la persona que durante tantos años me ha aguantado y a la que tanto quiero.

Y tú, ¿qué canción elegirías? Compartela con nosotros en las redes socials con la etiqueta #gandules15 y entre todos haremos la lista más romántica del verano, que se podrá escuchar cada día antes de la proyección y también en Spotify: Amor en punt de fuga – Gandules Gas Natural Fenosa.

¿Por qué duele el amor?

17 de febrero de 2011 No Comments

¿Cómo ha cambiado el amor romántico con la llegada de la modernidad? ¿Son diferentes nuestras miserias sentimentales de las de, por ejemplo, Emma Bovary? ¿Sabemos más hoy sobre las agonías del amor y el desamor de lo que sabían nuestros predecesores?

El próximo lunes 21 de febrero, a las 19:30 h., Eva Illouz hablará de estas y otras cuestiones relacionadas con “El amor, la razón y la ironía” en el marco del ciclo de debates “Crisis”. Y es que quizás es cierto que sí sabemos algo más sobre el amor, pero eso no nos ahorra dificultades ni sufrimiento en nuestras incursiones sentimentales. ¿Por qué duele el amor?

Es un lugar común y no discutido en nuestra sociedad que nuestros patinazos sentimentales sólo tienen un culpable: nosotros mismos –una psique débil, una infancia traumática, un yo vulnerable– y que, por tanto, “sólo” haciendo algunos ajustes en nuestro cuarto oscuro podremos alcanzar la felicidad que promete el amor romántico. A contracorriente, Eva Illouz defiende que esta idea de que nosotros y nuestra historia personal somos los únicos responsables de nuestros fracasos sentimentales no se sostiene. Y propone un cambio de perspectiva: a pesar de Freud y de la psicología clínica, el amor es sobre todo un producto social, modelado por relaciones y disposiciones institucionales concretas.

El objetivo de Eva Illouz es analizar, desde la sociología, cuáles son las transformaciones que ha sufrido el amor romántico en la sociedad contemporánea: ¿cómo se estructura hoy la voluntad en el terreno amoroso? ¿Qué queremos y cómo intentamos ponerlo en práctica con nuestra pareja? ¿Cómo se constituye el reconocimiento del otro y qué nos hace atractivos o vulnerables? ¿Cómo se activan nuestros deseos eróticos y románticos? El amor encarna, Illouz dixit, las formas de sufrimiento social generadas por las dificultades propias de la modernidad: la necesidad de reconocimiento, la dificultad para escoger y establecer un orden de prioridades, o el hecho de vivir en un estado crónico de ambivalencia y de incertidumbre.

¿Y entonces?

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