Con las primeras sesiones del debate “En los orígenes de la mente humana” nos hemos aproximado a una de las cuestiones principales de la investigación neurocientífica: entender qué es la conciencia. Ignacio Morgado nos explicó el lunes pasado cómo la conciencia es un estado de la mente con unas características especiales y únicas en los seres humanos. Al día siguiente, Henry Markram nos mostró cómo es nuestro cerebro cuando funciona y la conciencia reacciona a su alrededor. Aunque aún no se sabe muy bien cómo se produce, sí sabemos que la conciencia es el resultado de una particular capacidad de integración de las diferentes funciones cerebrales, de forma que los humanos podemos construir una visión más compleja, articulada y unificada del mundo que nos rodea. El gran misterio continua siendo, no obstante, en qué momento y porqué apareció la conciencia, o, en palabras del propio Morgado, en qué momento “la materia se convirtió en imaginación”.
El próximo martes 29 de mayo, continuaremos hablando sobre este misterio con Kathinka Evers, profesora de Filosofía e investigadora del Center for Research Ethics & Bioethics de la Universidad de Uppsala, que recientemente ha publicado el libro Neuroética. Cuando la materia se despierta (Katz, 2011). Kathinka Evers se ha especializado en esta nueva disciplina llamada Neuroética, que tiene por objetivo el estudio de la aparición de las conductas y juicios morales en los seres humanos, basándose en los avances de la neurociencia. Una de las consecuencias de nuestra capacidad de conciencia es, precisamente, la de ser capaces de tener pensamiento moral. Aproximarnos al origen de la moralidad es, también, aproximarnos a este momento inexplicable en que la materia despertó y se convirtió en imaginación. Y, lo que es más interesante, es que las emociones tuvieron un papel fundamental en este proceso. Os avanzamos algunas ideas de las que hablará Kathinka Evers el próximo martes:
“El objetivo de esta conferencia es presentar la neuroética conjuntamente con un modelo dinámico del cerebro humano, sobre el cual la neuroética puede construirse de manera provechosa. Las teorías científicas sobre la mente y la naturaleza humana en los siglos XIX y XX cayeron en ocasiones en dos trampas: el secuestro ideológico y la psicofobia.
Para evitarlos, la neuroética necesita construirse sobre el tono científico y sus fundamentos filosóficos del materialismo ilustrado, que (1) adopta una visión evolucionista de la conciencia cómo parte irreductible de la realidad biológica, una función evolucionada del cerebro y un objeto de estudio deseable para la ciencia; (2) reconoce que una comprensión adecuada de la conciencia y la experiencia subjetiva, tiene que tener en cuenta a su vez la información obtenida por la auto reflexión y la información objetiva obtenida de las observaciones y medidas anatómicas y fisiológicas; (3) describe el cerebro cómo un órgano consciente e inconsciente, autónomamente activo, plástico, proyectivo y narrativo, que ha evolucionado en una simbiosis social-cultural-biológica; y (4) considera la emoción cómo el sello distintivo de la conciencia. Las emociones hicieron que la materia se despertase y que de ella surgiera una mente dinámica, flexible y abierta, capaz de juicios morales. La capacidad para selecciones motivadas emocionalmente es lo que distingue el organismo consciente de la máquina que funciona automáticamente. Y aquí yace la semilla de la moralidad.”
Os esperamos el próximo martes, 29 de mayo, a las 19:30h, para escuchar y hablar con Kathinka Evers sobre todas estas cuestiones.
Podéis ver la grabación de las conferencias anteriores aquí
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