«Nos encantaría que Ken Loach, con su punto de crítica social, dirigiera ‘Common Places, el remake’»

23 de julio de 2014 No Comments

Entrevista a Delia Márquez y Pablo Díaz, directores de Lugares comunes, el cortometraje ganador de la presente edición del Premio Gas Natural Fenosa.

El corto podrá verse en la sesión inaugural de Gandules’14 el día 5 de agosto.

«La idea nos vino como un flash», explican los directores del corto ganador de la edición de este año del premio Gas Natural Fenosa, Lugares comunes. Delia Márquez (Málaga, 1987) y Pablo Díaz (Málaga, 1979) habían viajado a Düsseldorf (Alemania) para visitar a una amiga enfermera que trabaja allí desde hace unos años. Una visita turística, una parada de autobús y unos cuantos minutos para pensar fueron el germen de este cortometraje, también galardonado en la Academia del Cine de España con el segundo premio de RNE.

Pablo: Prácticamente todo el guión, aunque después cambiáramos cosas, se nos ocurrió en la parada de un autobús…

El corto, un retrato intimista y conmovedor de cómo es la vida «fuera de casa» por motivos laborales, habla de la distancia, la nostalgia y el proceso de adaptación de una joven malagueña a la gélida Alemania. Pablo ha sido el encargado del guión, que en esta obra se articula a partir de una voz en off, tierna y simpática, con acento andaluz, de la actriz Virginia Muñoz. Delia es la parte visual, se ha dedicado a grabar y a improvisar con Virginia Valle (la otra Virginia, protagonista física de la historia, enfermera en la vida real) desde fines de enero hasta principios de febrero.

Delia: Primero definimos la idea, Pablo hizo el primer borrador, que me sirvió a mí como guía de grabación de cada uno de los planos. En este primer borrador se contemplaban escenas que al final nos vimos obligados a eliminar porque eran muy complejas.

–Y hacia mediados de febrero vuelves aquí.

Delia: En Málaga, con un montón de material grabado, es el momento de dar forma a todo el material y adaptarlo al guión. La música es del compositor gallego José María Martínez, que contactó conmigo hace tiempo, y revisando sus temas compuestos, decidimos quedarnos con el guitarreo que caracteriza y da ritmo a la historia. Con la carta cerrada, las pautas, la voz y la música, empezamos a montar, encajar las piezas del puzle.

–La dedicatoria final del corto es toda una declaración de intenciones («A todos los que se fueron. Ayer y hoy»), y subrayáis «y sobre todo a y para Virginia Valle». Virginia Valle, la propia protagonista, la enfermera, ¿no?

Pablo: Indudablemente, es la persona que nos motivó a hacer esto. Es una amiga en común que tenemos y que vive en Düsseldorf desde hace casi dos años. La queremos mucho y la echamos en falta por Málaga.

Delia: Ella es enfermera, y en el cortometraje tuvimos que simular que trabajaba en una farmacia (Apotheke en alemán) porque no era posible grabarla en el hospital. Desde el principio tuvo mucha disponibilidad y fue muy fácil. Como ella no es actriz, el 90% del corto es improvisación y el 10% restante está un poco planificado, como la escena de lanzar piedras al agua o fingir que estudia alemán.

–¿Y la escena del plato de migas?

Delia: En esta escena nos lo pasamos muy bien, porque ¡era la primera vez que Virginia preparaba unas migas!

Pablo: Yo no estaba, pero me habría encantado probar aquellas migas.

–¿Y alguna otra escena que recordéis especialmente?

Delia: Para grabar las escenas del avión que aparecen al principio, tuvimos que ir a la zona habilitada que hay en el aeropuerto de Düsseldorf para ver despegar y aterrizar los aviones (Flughafen besucherterrassen). Nos perdimos al llegar y ya era de noche, así que tuvimos que volver otro día para poder grabar aquellos planos.

–Los créditos del corto también son muy especiales.

Delia: Los créditos están basados en unas cartas reales que compramos en unas tienditas allí en Düsseldorf, y realizados por Javier Ramos. Y el cartel, de Juan Antonio Mariscal, también ha sabido capturar la esencia de nuestro corto y plasmarla en una imagen.

–Aparte de este corto, ¿habíais trabajado alguna vez juntos?

Delia: Hemos hecho cortos juntos y separados. Yo debuté con mi primer corto en el año 2011 (¿Cómo funciona un paracaídas?), en 2012 hice La petite mort, y a partir de aquí, junto con Pablo, hemos codirigido varios cortos, como Almohadas separadas, Casting Vitae, La técnica del mono y finalmente Lugares comunes.

Pablo: Yo realicé cortos hace años en solitario, pero lo dejé un poco, y hace relativamente poco que me he juntado con Delia y el equipo de Agudeza Visual. Siempre estamos pensando en nuevos proyectos y formamos un buen equipo, porque somos muy parecidos a la hora de trabajar.

–Y hablando de «estar fuera de casa» (la temática de vuestro último corto), ¿os lo planteáis como opción de futuro?

Delia: Yo me lo he planteado pero nunca he llegado a buen puerto. De momento me quedo en Málaga, con muchos proyectos por delante.

Pablo: Yo tengo trabajo ahora mismo y no lo necesito, pero me parece una opción muy buena, conocer otros países, otra cultura… La lástima es hacerlo por necesidad, porque prácticamente tu país te está obligando a hacerlo. El mensaje del corto es este: lo que está pasando ahora mismo, ya pasó hace un tiempo, y tenemos que evitar que esto pase en un futuro.

–Y si te dieran la oportunidad de ceder tu corto para que algún director hiciera un remake, ¿a cuál escogerías?

Pablo: Nos encantaría que Ken Loach, con su punto de crítica social, dirigiera Common Places, el remake. Y ya puestos a soñar, que Jamel Debbouzé hiciera de inmigrante árabe o Lupita Nyong’o de inmigrante kenyana, en ambos casos en Londres.

Por qué el #BCNmp7 no es un festival: una breve y sana reflexión

17 de julio de 2014 No Comments

© Miquel Taverna, CCCB

El origen de los festivales de música quizá debería buscarse en el siglo VI aC en la antigua Grecia, con los Juegos Píticos de Delfos, que, entre otras actividades, llevaban a cabo concursos musicales (mousikos agon). Algunos de los precedentes posteriores los podemos situar en Alemania, con festivales como el de Bayreuth (1876), impulsado por Luis II de Baviera y Wagner, así como el Donaueschingen Festival (1921), dedicado a la música contemporánea, pero, como pasó también con el cine, habrá que esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para ver este «formato cultural» normalizado. Tampoco hay que olvidar el Festival de la Canción de Eurovisión (1956), el primer festival de música mainstream que se televisó a nivel internacional. Entre la «música contemporánea» y el populismo extremo de Eurovisión, están todos aquellos festivales que acogían a bandas de estilos más populares; por ejemplo, el Reading Festival (1961), de blues y jazz; el Fantasy & Magic Mountain Music Festival (1967), que sería el primer macrofestival de rock (folk, psicodelia…), al que seguirían el Monterey Pop (1967), el Festival de Woodstock (1969), el Glastonbury Festival (1970) y el Isle of Wight Festival (1968). Si de los 60 a fines de los 80 los festivales eran pocos y de público masivo (con una asistencia de entre 200.000 y 600.000 personas), en los 90 el modelo estalla hasta convertirse en una plaga descontrolada que deriva hacia temas muy diversos, que van más allá de la música o el cine. Las causas pueden ser muchas y muy variadas: desde la liberalización de los mercados, pasando por el auge de la música indie, siguiendo por la inversión de las administraciones en el «turismo cultural», algunas directrices de las subvenciones públicas que empiezan a fomentar todo lo que tiene que ver con las «industrias culturales y creativas», la aparición del «patrocinio cultural», el aumento del PIB de muchos países occidentales, derivado de la burbuja inmobiliaria…

En este contexto nacen dos de los grandes festivales de Barcelona, el Primavera Sound (2001) y el Sónar (1994). Se trata de festivales de éxito indiscutible que han abierto subsedes en otras ciudades del mundo, que han incorporado espacios dedicados a la industria musical o a los nuevos formatos culturales y que generan derivados culturales, como producciones audiovisuales o sellos discográficos. Para expresarlo en una metáfora agroalimentaria, es como un modelo de monocultivo intensivo que obtiene grandes rendimientos económicos y productivos en muy poco tiempo, con unas rentas muy concentradas y productos tematizados. Los grandes festivales son necesarios tanto para el circuito musical como para los músicos y para los consumidores musicales, pero también es cierto que desarrollan un tipo de producción y consumo musical que debe complementarse con las actividades que ofrecen las salas de conciertos, las programaciones regulares o puntuales de centros culturales de todo tipo, las fiestas populares, los comercios musicales o los workshops / talleres de investigación musical. Hablamos de espacios de formación, de reflexión y crítica que fomentan políticas y actividades de proximidad (sean lucrativas o no, exportables o no), vinculadas a los protagonistas del territorio, donde a menudo estos establecen un diálogo con músicos, profesionales o expertos internacionales; espacios horizontales que permiten un feedback con estos mismos protagonistas y, a la vez, experiencias musicales más personalizadas, rutas menos masivas, más variadas, menos prefijadas.

© Miquel Taverna, CCCB

Hace tiempo leí un artículo de Jordi Bertran titulado «Sobre la fiesta». Sostenía que la fiesta es «el reflejo de los conflictos latentes en la comunidad que se hacen visibles en las celebraciones de los distintos ciclos del calendario». Destacaba su función catalizadora, el hecho de que rompe con el tiempo del trabajo (el tiempo productivo), a la vez que supone una ruptura de los códigos de comportamiento; en definitiva, decía Bertran, se trata de una «terapia regeneradora de la comunidad celebrando que, inconscientemente, vivía una insubordinación evidente contra las jerarquías gracias a un retorno imaginario hacia un cierto igualitarismo».

El BCNmp7, como tantas otras actividades que tienen lugar en la ciudad alrededor de la música, aborda este doble compromiso: por un lado «ser el reflejo de los conflictos latentes en la comunidad» (conflictos que no son más que tensiones y debates de orden social, económico, político, histórico, cultural) y, al mismo tiempo, servir como «terapia regeneradora de la comunidad» por medio de la puesta en escena de propuestas musicales «únicas», es decir: trabajadas colectivamente (con la ayuda de todos los agentes y colectivos programadores de las sesiones), hechas expresamente, pensadas para un contexto, que es el que les da valor y sentido. A veces lo conseguimos, a veces simplemente nos quedamos en el intento, pero no bajamos la guardia.

El ciclo del BCNmp7 (Músicas en Proceso) de 2014 ya ha llegado a su meridiano, después de tres de las cinco sesiones programadas.

Primera sesión: una música incontrolable

La primera sesión tuvo lugar el 6 de marzo. Programada por la promotora musical Sidewalk Bookings y el colectivo Los Cuatro Cocos, fue una apuesta por la música underground (por ponerle una etiqueta) más contundente. El debate inicial, conducido por Xavi Sánchez Pons y Quique Ramos, tuvo como protagonistas al periodista y miembro del colectivo Detakon Víctor Ginesta, la fotógrafa Alejandra Núñez y responsables del colectivo Màgia Roja. El debate no ofreció grandes conclusiones, simplemente trató cuestiones que aún ahora crean controversia y sospechas; por ejemplo, el origen del término y las prácticas DIY, la confrontación entre el mainstream y el underground y la propia recepción musical y el papel del público, mucho más atraído por entornos ya conocidos o celebrados antes de las salas pequeñas o los rincones más inhóspitos de la escena musical (esto se comentó tanto en la mesa como abajo).

Pharmakon, Una bèstia incontrolable y Coàgul. © Miquel Taverna, CCCB

A continuación se pasó al «núcleo duro» de la sesión, a la música, a los tres directos de tres artistas que son, precisamente, aquellos que defienden y potencian los propios invitados al debate: Coàgul, Una bèstia Incontrolable y Pharmakon. Dicen de Coàgul que hace black metal y folk apocalíptico, pero tanta etiqueta no es capaz de hacer justicia a la hipnosis coaguladora del músico, su noche es la de la alquimia, la del alma, la árida oscuridad de los poetas (también locales), la del grito desangrándose bajo el gong de la campana y de la electrónica primitiva; todo el copioso público que llenaba el teatro del CCCB puede certificarlo.

A continuación Una Bèstia Incontrolable removió la energía en otra dirección, la del punk, pero con una fuerza inusual, despertando a la bestia también en el público. Pharmakon (Estados Unidos), una músico joven, como Coàgul, raya los veintipocos, hija de la cultura punk, nos devolvió a una esfera más íntima, interpelando al público desde abajo, incomodándolo desde las vísceras y removiéndolo en la palestra con el noise. Los conciertos se iban enlazando con colaboraciones entre los músicos, como un hilo argumental necesario, una guía hacia la catarsis final, cuando todos los músicos subieron para entonar el último tema. Y sí: fue catártico.

«¿Por qué debería importarle a una persona madura que un grupo punk toque en un museo? ¿Habrá alguien con un guayómetro? Si te gusta el grupo deberías confiar en que te gustará el concierto. Para mí es gracioso porque en Nueva York un concierto de grupos locales cuesta entre 7 y 10 €. El concierto del jueves cuesta 7 € y, por lo general, los conciertos en casas okupas o centros sociales cuestan 3 €, así que por 4 € más tienes un concierto en un sitio diferentePharmakon, entrevistada por Alejandra Núñez (VICE)

Segunda sesión: la escena industrial / new wave en Barcelona en perspectiva

Debat BCNmp7 © Miquel Taverna, CCCB

La segunda sesión fue el 16 de abril y se presentó como un diálogo entre la música industrial y la música new wave del pasado y la del presente. Los programadores fueron Boston Pizza Records y Domestica Records, dos sellos y promotores musicales muy distintos; el primero se mueve entre los músicos locales que empatizan más con sus filias musicales, y el segundo, Domestica, se ha establecido como un sello que cubre estilos como el new wave, el krautrock, el electro, el experimental o el minimal, y centra parte de sus esfuerzos en los discos de coleccionismo. La final de la Copa del Rey Barça-Madrid se lo complicó al público (el fútbol, este gran contraprogramador), pero, aun así, más de 150 personas se animaron a asistir. El pasado de la escena electrónica de los 80 (plena transición) estaba representado por los invitados de la mesa redonda: Víctor Nubla (Macromassa), Gat (Ultratruita, New Buildings, fundador del sello G3G), J. J. Ibáñez (Kremlyn).

Suele ser complicado hacer un debate y no caer en la fraseología de «nuestros tiempos eran mejores», como si entonces existiera una inocencia en el sector, una originalidad inmaculada que hoy en día es imposible encontrar. No es exactamente así; la historia de la cultura es el arte de la copia transformada, pero lo que está claro es que los contextos en los que se da la producción y recepción/consumo musical no son equiparables. Estos debates sirven para ofrecer una prueba de estas diferencias.

Los conciertos fueron, en primer lugar, a cargo de Tvnnel (Valencia), un músico que no ha editado aún su primer disco y que, por medio de tres sintetizadores y un secuenciador, construye sus melodías y ritmos subterráneos en directo. La veteranía la aportó el francés Philippe Laurent, un artista muy completo (multimedia), cargado de teoría musical y cultural (su obsesión es cómo perciben las personas los signos y los símbolos y su significado respectivo), pero que, después de haber tocado rodeado de sintetizadores gigantes en los 80, ha optado por una puesta en escena y una música aparentemente mucho más fácil, con compases binarios y estructuras bailables y sencillas.

¿Con qué argumento contestarías a alguien que después de escuchar este disco llegara a la conclusión de que son solo ruidos?

«Que consulte la palabra “electroacústica” en la Wikipedia. También puede mirar Pierre Schaeffer, el Tratado de los objetos sonoros, eso es anterior a cuando habían nacido tus padres. Por otro lado, que busque en la Wikipedia la palabra “punk” y relacione ambas cosas. LT Caramel y yo, por la edad que tenemos, somos la primera generación del punk y de lo que era la música industrial en Europa. Siempre hemos trabajado con estas cosas situacionistas y muy poco académicas y ortodoxas. Pero la electroacústica ocupa estanterías en las tiendas de discos de los países civilizadosVíctor Nubla, entrevistado por Carles Batalla (Revista Rambla)

Tercera sesión: Zeidun, una genealogía

Zeidun

Zeidun © Miquel Taverna, CCCB

La tercera sesión (Me mata pero me gusta: genealogía de Zeidun) tuvo lugar el 15 de mayo de la mano de Gentnormal y La Fonoteca Barcelona. Zeidun fue (o mejor dicho, es) una banda de post-hardcore que se creó, en los años 90, a la sombra del Montseny; sus miembros son: Joan Colomo (Unfinished Sympathy, La Célula Durmiente, Joan Colomo…), Dalmau Boada (Les Aus, Omega V, Esperit!, La Célula Durmiente, Orquestra de Sant Celoni…), Càndid Coll (Murnau B, El Petit de Ca l’Eril, Autodestrucció, Orquestra Punk, Red Sexy Band…), Xavi Garcia (Surfing Sirles…) y Albert Trabal (Orquestra de Sant Celoni…). Algunos de ellos también han pasado por bandas como Rain Still Falling, Ariadna, Cain, Moksha, The Cheese, Country Mejicano, entre muchas otras.

Zeidun empezaron a tocar cuando eran preadolescentes, y veinte años después, gracias a la magia de Gentnormal y La Fonoteca Barcelona, se reencontraron en el escenario con algunas de las bandas que forman parte de esta constelación imparable de músicos: Joan Colomo, Surfing Sirles, Murnau B, Omega V, L’Orquestra de Sant Celoni, La Célula Durmiente, Autodestrucció, Esperit!

Y todo acompañado por unas cápsulas documentales muy emotivas, testigos de primera línea de juego y de fuego sobre los músicos. Las entradas se agotaron a manos de un público sediento de celebración y homenaje, de fiesta compartida, de aplausos y agradecimientos por tantos años de música contra viento y marea, por tanto tiempo de tocar sin esperar la gallina de los huevos de oro, en un ejercicio permanente de amistad y amor a la música por encima de todo. Las lágrimas de emoción pudieron vivirse en el escenario y fuera de él, en un revival único, pero revivido con la tranquilidad y la alegría de saber que ninguno de ellos ha claudicado, que todos siguen cogiendo el instrumento por el mango, luchando contra la muerte, la abnegación, el control industrial o la apatía.

«He vist bruixes i dimonis en rotllana tots
dansant, he vist a la vall secreta un gegant
damunt d’un nan. Som del Montseny,
xandalistes sense frens. Som del
Montseny, anarquistes i senseis
»

Surfing Sirles, Montseny (del disco Romaní, Semen i Sang)

«Tiren la pedra i llavors amaguen la mà,
espera i veuràs com començaran a rodar caps,
jo ho sé i tu ho saps
»

Joan Colomo, Cançó d’amor #2 (del disco La Fília i la Fòbia)

Dos sesiones pendientes del ciclo BCNmp7

La próxima sesión será el jueves 2 de octubre de la mano de Sones (sello y promotora discográfica) y Aurelio Santos (WTF Jam Sessions, del Jamboree, entre otros). Bajo el título de Barcelona Magnética, músicos de distintos estilos y procedencia nos explicarán su relación ambivalente con la ciudad, que, como todo imán, repele y atrae a un tiempo, pero, sobre todo, con la música. La sesión intentará poner de manifiesto, a través de los testimonios en primera persona, el secreto de este magnetismo y enfatizará la fuerza del momento, la improvisación, los encuentros inesperados y las sorpresas musicales a partir de una actuación que subirá al escenario a músicos que hasta ahora vivían, sin saberlo, escondidos unos de otros. Con la participación de Za!, Llibert Fortuny, Munir Hossn, David Soler, Pablo Schwarzman y otras sorpresas.

Finalmente, la última sesión, que tendrá lugar el jueves 13 de noviembre, está programada por Jordi Oliveras (Nativa/Indigestió) y Carlitos Carbonell (Internet 2) y cuenta con la colaboración de Marc Balfagon (Fundación Robo). Bajo el título de Políticas Musicales, la sesión pretende establecer un foro de debate sobre la relación existente entre la música y la política, un diálogo de largo recorrido que se concretará en la generación de unas cápsulas radiofónicas, algunas de las cuales se presentarán en la sesión y otras se adelantarán online; en segundo lugar vendrán las actuaciones de dos músicos de gran compromiso sociopolítico. En breve daremos más información.

Un festival de música cercana

9 de julio de 2014 No Comments

El próximo 18 de julio tendrá lugar en el CCCB una nueva edición de Pròxims, un festival que en tan
solo cuatro ediciones se ha convertido en un clásico del verano catalán gracias a una programación que, año tras año, ha permitido a sus asistentes tomar el pulso a la escena musical independiente en Catalunya.

Standstill

Standstill

Un rápido repaso por los artistas que han protagonizado su cartel se convierte en un auténtico quién es quién sin complejos de la escena musical catalana: Mishima, Manel, Antònia Font, Mujeres, Standstill, Anímic, El Petit de Cal Eril, The New Raemon, La iaia, Litoral, Maika Makovski, Els Surfing Sirles, Joan Colomo, Estúpida Erikah, Manos de Topo, Mazoni, Standstill, Enric Montefusco, Dorian, Bremen, Nine o The Free Fall Band, que se suman a los protagonistas de la edición de este año, Joan Dausà, Halldor Mar y Pribiz, que tocarán junto a Mishima, Standstill y La iaia.

Pero, más allá del cartel, la gran novedad de este año es, sin duda, el traslado de la edición de Barcelona del Poble Espanyol, donde se había celebrado en las ediciones anteriores, al CCCB. Este cambio, que ha sido posible gracias a la colaboración del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, permite acercar Pròxims al centro de la ciudad y realizar el festival en un entorno mítico para la música de Barcelona como la plaza Joan Coromines.

Un buen momento para la música hecha en Catalunya

El cartel de Pròxims 2014 vuelve a demostrar el buen momento de la música catalana con la presencia de Mishima, que presentarán en Barcelona uno de los discos más esperados de la temporada: L’ànsia que cura, publicado el pasado 25 de marzo y que ha recibido una acogida espectacular por parte de crítica y prensa. Precisamente Mishina es una de las bandas que mejor define el espíritu de Pròxims, y por ello, con la actuación de este año, habrá participado en tres de las cuatro ediciones del festival, presentando tres discos absolutamente indispensables en su trayectoria: Ordre i aventura, L’amor feliç y el ya mencionado L’ànsia que cura.

Junto con Mishima, los otros cabeza de cartel de esta edición de Pròxims serán Standstill, que también habían pasado por el festival -tanto como banda como con Enric Montefusco en solitario- que, después de dos años centrados en el proyecto Cénit, volverán a presentar la versión más clásica de su directo, en una oportunidad única para redescubrir a una de las bandas más importantes del indie nacional.

Si cuando hablamos de Mishima y Standstill la palabra que se nos viene a la mente es “clásico”, los otros dos protagonistas de Pròxims Barcelona llevan el camino de serlo. La banda de Osona La iaia, que harán doblete en el Pròxims Calonge en agosto, han dejado boquiabierto al público con su segundo disco On és la màgia? en el que, lejos de seguir la fórmula del éxito de su primer trabajo, han decidido dar un giro copernicano a su música, en una de estas apuestas en las que fácilemnte se identifica en una gran banda.

La iaia

La iaia

La iaia ha sorprendido a propios y extraños con su nuevo disco, y Joan Dausà ha sido uno de los protagonistas de los primeros meses de 2014: cuando todavía no nos habíamos recuperado de su debut, con Jo mai mai vuelve a demostrar que es una de las figuras del pop catalán con su nuevo disco On seràs demà?. Esta será la primera participación del de Sant Feliu de Llobregat en el Pròxims, pero no parece muy disparatado decir que no será la última.

Completarán el cartel Halldor Mar -la gran sorpresa de la temporada- con Winds, un disco en el que el artista islandés, de la mano del sello Amantes Record, ha versionado en inglés grandes himnos de artistas como Joan Manuel Serrat, Jaume Sisa o Raimon; y Pribiz – ganadores del primer concuro Talents Pròxims.

Viajando por Gandules ‘14

2 de julio de 2014 No Comments

De punta a punta, de este a oeste, surcando mares y océanos, pisando aeropuertos, haciendo y (des)haciendo maletas, hablando otros idiomas –bueno, o intentándolo, con el toque andaluz y divertido de “Spaniards in London”, de Javier Moreno–. Solos, en compañía. A gusto en la distancia o terriblemente nostálgicos. Estamos viajando mucho, en esta nueva edición de Gandules’14-Gas Natural Fenosa, sin gastar ni un euro y sin tener jet lag. Nos desplazamos por tierra, mar y aire a partir de imágenes ya grabadas y de las miradas particulares de los directores de los 20 cortometrajes finalistas. A pocos días de cerrar las votaciones online, hemos querido acercarnos a ellos y enterarnos de más cosas.

Fotograma de “Tú y Berlin” de Anna Mitjà

Primera parada: Berlín. Visitamos la capital germánica dos veces, primero con “Gabriel” de Alice Cugusi, y asistimos al monólogo interior de un escritor en crisis. Fría y cerrada, no es tan fácil adaptarse a la ciudad, y aún menos cuando hay añoranza, amor a distancia, como el de Anna Mitjà, directora de “Tu i Berlin”, (otro) retrato estremecedor de la ciudad y de aquel amor que llega precisamente cuando deben tomarse itinerarios distintos. Viajar también es esto: desviarse, dejar historias incompletas.

«Cada vez que cojo un avión me dan ganas de pillar la cámara y dejarme llevar por una nueva historia.» Es Helena Bonastre, responsable de “El viatge” que nos lleva de Barcelona a Maastricht en poco más de 13 minutos. Objetivo: encontrar trabajo. ¡Como tantos otros! De ahora y de antes. Desde tiempos inmemoriales hay gente diciéndose “Adéus” (título del corto de Antón Varela y María José Pérez), hasta pronto, hasta no sé cuándo, abrazándose con un nudo en la garganta. «La idea nace de la percepción de ver como amigos y familiares próximos se ven obligados a hacer las maletas e irse.» Es Galicia, pero podría ser Málaga. Todo es como en “Lugares comunes”, el corto de Delia Márquez y Pablo Díaz, «un pequeño homenaje a todos aquellos emigrantes de ayer y de hoy». En este caso, inspirado en la historia de una enfermera malagueña que vive en Düsseldorf (Alemania) desde hace dos años. Un adiós como el del abuelo del protagonista de “Toledo, Ohio”, que se marchó a «hacer las Américas» en los años cuarenta y quién sabe si volvió, un ejercicio de barrer entre el pasado para hallar los orígenes, las raíces. Como la búsqueda del padre de Diana Toucedo en “Imágenes secretas” por la Patagonia. «El conocimiento de mi padre se había basado durante años en meros ideales [...]. Finalmente quise acercarme a él más de lo que nunca había sido capaz.» Y sin abandonar Argentina, “Viceversa”, del mexicano Atzin Ortiz, narra un retorno a casa, «una representación ficcional de mi propia partida». Dejar Buenos Aires al cabo de siete años con el largo etcétera que acompaña a una despedida.

Fotograma d’”Aller et Retour” de Nuria Monjo

Vamos cada vez más ligeros de equipaje, nos hemos convertido en nómadas posmodernos capaces «de aprender a tener una nueva familia, otras costumbres y otra lengua», dice Núria Monjo, creadora de “Aller et retour”. Después de su Erasmus en Tournai (Bélgica) le tocó despedirse y almacenar los recuerdos. Solo los que cabían, claro. Como en “Udlandet”, de Aina Pociello, otro Erasmus en imágenes; en este caso, un año de vivencias en Copenhague. «Viajar es abrir y cerrar ciclos, empezar una aventura, aprender un nuevo idioma o, incluso, cambiarte el nombre», como el polaco “Míjau” (Michael en Alemania, Miguel en España), de Olaia Sendón: «Yo no he escogido un viaje, ni un destino, lo único que escogí fue a una persona que nos llevara de un país a otro sin movernos.» Michael ha vivido en cuatro países distintos durante su vida.

Unos aquí, unos allí. La Barcelona que conocemos también está llena de historias. Las tardes de Teresa, protagonista ecuatoriana del corto de Alba Molas, es un ejemplo cotidiano de ello: una mujer que intenta seguir adelante haciendo de mujer de la limpieza y cuidando al hijo de una familia. Los “Primers dies” del paquistaní Ahmad (un cortometraje de los alumnos de acogida del Instituto Milà i Fontanals) es un reflejo de lo que se vive cuando acabas de llegar a Barcelona. En voz propia, y basado en experiencias reales. Un viaje en solitario que muestra cómo es el descubrimiento de una nueva ciudad. Y también Paquistán es el origen protagonista de “Ashgbar, diario ambulante”, de Violeta Blasco, un retrato documental sobre unos paquistaníes que venden souvenirs en el Parc Güell: «Quería hablar de aquella cara olvidada de la ciudad de Barcelona, que bajo un presunto cosmopolitismo oculta una marginalidad evidente.» Y de márgenes, y cambios sociales, habla “Encajados”, de Albert Bougleux, retratos diversos de algunos de los vecinos del barrio de la Ribera, en Montcada i Reixac, un barrio obrero marcado por una heterogénea y conflictiva identidad migratoria. Aparte de esto, la inmigración africana adquiere un papel muy relevante en 9 dies, de Imma Gandia y David Castro, «un retrato documental que establece una comparativa entre el totalitarismo que describe Hanna Arendt en Los orígenes del totalitarismo y determinados comportamientos sociales, de hoy, hacia la inmigración de los países del Sur». A partir de conversaciones con Josufa No, que causaron un gran impacto a los dos directores, el corto documental muestra la marginación más cruda, incomprensible y difícil. El sufrimiento de muchos recién llegados y el día a día de una inmigración mucho menos que afable.

Y así termina también nuestro viaje, un viaje gigante. Cuando alguien dice «Estoy fuera de casa» hay muchas cosas, muchas historias, aún por explicar. Fin del trayecto. Recordad que podréis ver los nueve cortos ganadores en las sesiones de Gandules’14 – Gas Natural Fenosa. Cada película programada irá precedida de un corto.

Acceder a una experiencia cultural

30 de junio de 2014 No Comments

© Miquel Taverna, CCCB. 2014

Hace 20 años y unos cuantos más, el conjunto arquitectónico que ocupa actualmente el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) era la Casa Provincial de Caridad, antiguo establecimiento benéfico destinado a hospicio, creado en 1802 y que funcionó como tal hasta 1957. De modo que, hace más de 20 años, las paredes que ahora nos acogen eran escenario para la formación en distintos oficios, que proporcionaba a una población vulnerable capacidad para producir, para crear, para ser capaces de vivir por sí mismos.

Desde que el CCCB abrió sus puertas con una mirada contemporánea y cultural hacia la ciudad, siente como responsabilidad suya seguir ofreciendo un espacio donde todos puedan acceder a la formación a través de una experiencia cultural.

Formamos parte del programa socioeducativo de los equipamientos culturales dirigido al sector social Apropa Cultura , que ha sido recientemente uno de los premios Solidarios 2014 de la Fundación ONCE Cataluña. Concretamente en la categoría de administraciones públicas, por su esfuerzo de coordinación de un programa de estas características, que promueve la inclusión de todos los ciudadanos, la normalización, la autonomía personal y la accesibilidad. Dentro de este programa, el CCCB ofrece visitas a las exposiciones e itinerarios urbanos, así como visitas a la Casa Provincial de Caridad.

Nos hemos implicado en el proyecto europeo Open All Areas con los museos del grupo articketBCN, Audiences Europe Network y seis entidades europeas más, desarrollado con ayuda de la Unión Europea. Es un proyecto de intercambio de experiencias en el cual cada participante organizaba una jornada en que se presentaban casos de cada ciudad. En Barcelona la jornada fue en noviembre de 2013, con la presentación de once experiencias distintas de todos los ámbitos de la cultura y con la participación de 110 personas, de las cuales 35 venían de otros países europeos.

© Miquel Taverna, CCCB. 2014

Desarrollamos el Programa Alzheimer, especial para enfermos y familiares que quieren compartir un momento de encuentro con la memoria. Ante las previsiones de que en 2050 unos 115 millones de personas sufrirán Alzheimer en el mundo, ¿cómo tenemos que reaccionar las instituciones culturales? ¿Qué podemos aportar? El programa Soy Cámara , emitido por La 2 en 2012, intentaba plantear esta cuestión. Para valorar su estado actual, el CCCB ofrece, el próximo curso, unas Jornades sobre Museos y Alzheimer.

La conciencia creciente de la diversidad funcional y la riqueza cognitiva de cada persona hace que muchos de los grandes y pequeños equipamientos culturales trabajen, miren, escuchen y sean sensibles también a esta población. Una de las iniciativas que lo demuestran es el Blog de la comunidad de práctica sobre museos y accessibilidad que hemos creado el CCCB, Museu Marítim, MACBA, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Fundació Joan Miró, Museu Picasso de Barcelona, Fundació Tàpies, Museus de Sant Cugat y Oficina de Patrimonio de la Diputación de Barcelona; entre todos hemos formado un grupo de trabajo que se reúne periódicamente para debatir la forma de ser activos ante este público.

Seguiremos ofreciendo experiencias que permitan acceder a la mejor programación cultural.

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