DEBAT I+C+i: “Estimat públic” amb Roger Bernat

Debat I+C+i (3/3/09): “Estimat públic”

Pregunta de la sessió: Fins a quin punt la participació dels públics és emancipadora o un engany més?

Llegeix el resum del debat online que s’ha produit durant el mes de març sobre aquest tema.

ROGER BERNAT, director teatral

RESUM DE LA SESSIÓ: La segona trobada I+C+i (Investigació i innovació en l’àmbit cultural) va reunir al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) Roberto Fratini, Yaiza Hernández, Pedro Soler en un debat moderat per Roger Bernat. Tots quatre són professionals del món de les arts i de la cultura i autors de “QUERIDO PÚBLICO: EL ESPECTADOR ANTE LA PARTICIPACIÓN: JUGADORES, USUARIOS, PROSUME“, un llibre col·lectiu – també hi participen altres 11 especialistes – que analitza la figura de l’espectador en relació a l’obra. De l’evolució dels públics al llarg de la història van parlar en la sessió I+C+i. El punt més intens del debat va arribar quan es va tocar el tema de la participació dels públics, que ha augmentat amb l’ús generalitzat d’Internet, els jocs interactius i les noves tecnologies.

Existeix l’obra artística sense la participació del públic? En un món on pràcticament tothom participa, qui queda per consumir l’art? Per què totes les obres del segle XXI han de demanar la participació del públic? S’està convertint la participació en una obsessió? Aquests són alguns dels interrogants que van plantejar els ponents durant el debat.

Un altra de les qüestions que va sortir durant el debat i que Roger Bernat ens presenta en aquest vídeo és si realment la participació és una pràctica emancipadora pel públic o és un miratge, una il·lusió que ens fa estar subjectes a una pantalla hores i hores i ens abstreu de la nostra identitat com a públic.

Llegeix els comentaris que s’han fet fins ara. El debat continua aquí.

(Castellano)

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30/3/2009
  • Hola,

    Me gustaría comentar en este espacio el último proyecto del Centre d’Art Santa Mònica (http://www.artsantamonica.cat/index2.html).

    Coinciciendo con un cambio de nombre y de aires, presenta la intervención pública de Alfredo Jaar “Qüestions, qüestions” (http://cultura2.gencat.cat/jaar/fitxa.html). No sé si habéis visto los flyers que circulan por la ciudad y que plantean preguntas al público del estilo “¿Qué es cultura?” – “¿El intelectual es inútil?” etc.

    Desde la nueva web del Centre d’Art Santa Mònica (que a partir de ahora se llamará Art Santa Mónica a secas) se puede responder a estas preguntas: http://cultura2.gencat.cat/jaar/fitxa.html Dan la posibilidad al público de responder a cuestiones sobre cultura y política, cultura y sociedad, sobre la redefinición de los formatos etc.

    ¿Alguien sabe algo más de este proyecto? ¿Créeis que se puede considerar una nueva forma de comunicar proyectos culturales? ¿Aprovechará Arts Santa Mónica el feedback de la gente a las preguntas para cambiar su programación o su manera de difundir la cultura o estamos simplemente ante una original campaña de comunicación?

      

    per: Lucia



  • Hace ya unos siglos se reclamaba más educación para emanciparnos. Como apunta Kant en un bonito artículo que Yaiza Hernández recomienda (“Respuesta a la pregunta ¿qué es la ilustración?” http:// kant.pais-global.com.ar/), esa educación no debía ser exclusivamente encomendada a los “tutores” políticos o espirituales sino que el propio ciudadano tenía que asumir su mayoría de edad y educarse a sí mismo. Es más, Kant desconfía de los pedagogos porque éstos suelen preferir pupilos mal informados y dependientes que personas autónomas.

    Han pasado más de dos siglos y el paradigma ha cambiado. Ya no se habla de educación sino de participación. En este sentido, la aportación de Rancière (“El maestro ignorante”, “El odio a la democracia”, etc.) es sustanciosa al volver a responsabilizar a los ciudadanos de los asuntos de la comunidad sin necesidad de pasar por la tutela de los profesionales de la educación y políticos. Rancière invita a aceptar que el “gobierno del pueblo” ha de interpretarse literalmente y aceptar que cualquiera puede asumir las más altas responsabilidades políticas sin más, por sorteo.

    Pero tanto en Kant como en Rancière lo que se plantea no es si debe haber educación, o participación en su caso, el debate está en determinar qué elementos permiten hablar de una verdadera educación o una verdadera participación. Rancière es muy claro en este sentido, votar cada 4 años es una farsa de participación que perpetúa regímenes oligárquicos.

    Cuando en la charla del otro día, más dirigida al ámbito de las artes, se planteaba el sentido de la participación no se hacía con la voluntad de enfrentar a los “participativos” con los “autónomos” sino que se abría la posibilidad de trazar caminos que nos acercaran a un concepto de participación que se alejara de la actual “agitación” que, como apuntó una de las asistentes, es meramente presencial y, por tanto, un sucedáneo de participación. En este sentido la participación que se ha dado por “natural” no tiene nada de emancipador en tanto que no se vislumbra más participación que la mediatizada a través de las pantallas que, inevitablemente, siguen siendo propiedad de unos poquitos.

    De ahí que Roberto Fratini fuera tan vehemente a la hora de defender posturas que fueron tachadas de premodernas e incluso antidemocráticas. No deja de ser sintomático que sea más escandaloso negar la participación con la sana esperanza de reactivar procesos reflexivos que sí pudieran desembocar en emancipaciones reales que promover el reparto de un supuesto botín que no puede iluminar ya nada más que la pantalla en la que se plasma.

      

    per: roger



  • ¿… y cual es esa manera inteligente? preguntó Yaiza.

    La respuesta no la tengo yo, ni la tendrás tú, ni ninguno de los asistentes a la conferencia o ninguno de los ponentes. La respuesta la tenemos todos porque, como dice un proverbio chino, ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros.

    Yo sí creo en una forma de inteligencia superior… En unas leyes que han hecho posible la evolución de la vida y del universo. Creo en GAIA, en la de Lovelock, y en las leyes de la naturaleza. Creo en los ecosistemas y en la simbiosis. También en los parásitos y en los depredadores. Creo en la vida y tengo más fe en ella que en la humanidad y que en nuestra sociedad.

    Por otro lado puedo entender el concepto de gestión cultural de la misma manera que entiendo el concepto de inteligencia militar. Se a que nos referimos cuando hablamos de estos conceptos y más o menos qué ramas del conocimiento comprenden, pero al mismo tiempo creo que son cosas que por definición no pueden ir juntas… el uso de la fuerza no puede ser inteligente de la misma manera que la cultura no puede ser gestionada, aunque si podemos gestionar un museo o un teatro… nadie puede pretender gestionar la cultura.

    Por trillado que pueda sonar vuelvo a darle con los niños… ¿En que momento dejamos de escuchar, de inventar y de contar historias? ¿En que momento dejamos de pintar? ¿de experimentar con nuestros cuerpos? ¿de experimentar unos con otros? ¿con nuestras emociones, con nuestros conflictos? ¿Por qué le damos este privilegio exclusivamente a los artistas? Yo creo más en los carpinteros, en los albañiles, en los agricultores, en los maestros… no serán artistas ni vivirán del cuento pero en su momento todos descubrieron el mundo de la mano del arte. También conozco a gente de oficios que pinta muy bien o toca muy bien el piano o interpreta obras del barroco en una coral. A lo mejor puedo sonar un poco perroflauta pero confio en que los niños de ahora se conviertan en adultos que no dejarán de jugar (aprender, crear) nunca y que muchos de ellos serán mejores madres, padres, empresarios y educadores de lo que somos nosotros que vivimos en un mundo de barreras artificiales.

    Sé que puedo estar equivocado en mis posturas … sé que mientras más aprendo menos comprendo… mientras más opino y participo puede que también más ignorancia demuestre, pero no tengo miedo porque una de mis máximas es ‘todo lo que no sabes te enriquece’.

    Uno de los avances científicos recientes que más me han apasionado es que se ha podido almacenar un qubit de información durante unos pocos segundos en un átomo de fósforo. Lo bonito del qubit es que a diferencia del bit, que está muy bien implementado en nuestro paradigma mental, ya que pensamos en terminos binarios -la luz esta encendida o apagada – el qubit puede estar encendido, apagado o puede estar encendido y apagado… el futuro es de las paradojas y no de las verdades absolutas. Veo la realidad que nos plantea Roberto pero también veo un nuevo renacimiento de la sociedad y la cultura en todos sus ámbitos en la nueva era de la información y en esta que llamamos sociedad del conocimiento cuando tengamos implementado en nuestro chip el paradigma del qubit y de la ciencia cuantica.

      

    per: brujo



  • Hola a todos,

    Al hilo del debate, me gustaría aportar la entrevista que hoy publica La Vanguardia Digital de Philippe de Montebello (http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20090316/53660548182/montebello-internet-nos-obligara-a-reinventar-los-museos-nueva-york-segunda-guerra-mundial-beethoven.html), quien recientemente ha dejado el cargo de Director del Metropolitan Museum of Nueva York tras 31 años en él.

    De toda la entrevista, me quedo con dos aportaciones que para mí son muy interesantes (aunque la entrevista da mucho más de si para comentar…)

    Una, en referencia al público. “Nosotros –asegura Montebello- servimos al publico. La medida no es el número de personas que entran a un museo sino la calidad de la experiencia. […] El publico no se confunde, es inteligente, no hay que despreciarle, siempre me sorprende por su finura e inteligencia”.
    Me gusta la postura de Montebello y el papel que le da al público: la misión de los museos (su comisiarios, directores e incluos artistas) es servir al público ya que, ciertamente desde mi punto de vista, sin público que observe el arte, ese arte no existe…

    Por otra parte, y también al hilo del debate, me interesa introducir aquí su punto de vista acerca de las nuevas tecnologías. Uno de los motivos por lo que Montebello asegura haber decidido abandonar la dirección del Metropolitan es porque cree que el museo necesita el relevo de alguien más joven y más entendido en Nuevas Tecnologías: “[Internet] es el medio de comunicación de las nuevas generaciones. Y estamos obligados a comunicarnos con ellas en su lenguaje. No leen periódicos, leen las pantallas. Y esta tarea no la puede hacer alguien como yo, que nació antes de la Segunda Guerra Mundial.”

    Yo no estoy de acuerdo con lo de la edad, puesto que no sólo la gente joven puede ser entendida en Nuevas tecnologías. Es más, existen grandes gurues de Internet que superan los 60 años… Aún así, si encuentro muy inetresante el tema del relevo y de la necesidad de introducir las nuevas tecnologías en el mundo del arte. En este sentido, cita la reciente experiencia del Museo del Padro junto a Google Earth (http://www.elpais.com/articulo/internet/Google/ofrece/vision/unica/obras/Museo/Prado/elpeputec/20090113elpepunet_6/Tes) , que juntos ofrecen una visión única de los cuadros, imposibles de ver con nuestros ojos, por más cerca que estemos de la obra. Y además, lo podemos ver desde casa. Aún así, y tal y como dice Montebello: “La contemplación física es necesaria y el público lo sabe.”. Yo estoy convencida de que una cosa no es incompatible con la otra, pero si se complementan y hacen un equipo magnífico.

    Creo que no tenemos que tener miedo a las nuevas tecnologías ni al papel del público como partícipe de la obra. Todo se complementa, y ahí está la gracia. ¿Alguien le ve algún peligro serio a todo esto?

    un abrazo,
    sònia

      

    per: Sònia



  • Hola,

    Para enriquecer el debate que está teniendo lugar entorno a la cultura de la participación y de la contribución y seguir avanzando entorno a esta interesante reflexión, os invitamos a leer el documento que seguro es de vuestro interés, Democratic Culture: Opening up the arts to everyone, de John Holden (Cultura Democrática: Abriendo las artes a todo el mundo).

    Holden examina lo que se entiende hoy por cultura y los cambios que están experimentando los profesionales, los críticos y el propio público para cambiar su actitud con el fin de permitir un mayor acceso y participación.

    ¿Qué debería significar la palabra democracia en relación con la cultura? Si la democracia es deseable como sistema político, por qué algunas personas la consideran indeseable en el mundo cultura? Este documento pretende responder esas preguntas partiendo de cuestiones sobre cómo debe ser la democracia cultural, si es que la tenemos, y qué significa cultura hoy en día.

    La reflexión de Holden concluye asegurando que “sólo cuando tengamos una democracia cultural, donde todos tengan la misma capacidad y la oportunidad de participar en la vida cultural, lograremos una verdadera democracia política”.

    ¿Estáis de acuerdo con la postura de Holden de abrir la cultura a todo el mundo? ¿Cómo creéis que debería definirse y articularse una cultura democrática en la que todas las opciones tengan su lugar?

    Continúa el debate.
    Moderadora ICI online


    Democratic Culture: Opening up the arts to everyone
    es un documento bajo licencia Creative Commons (www.creativecommons.org)

    Biografía John Holden
    Jonh Holden fue Responsable de Cultura en “Demos”, think thank entorno a poder y política y es profesor de la Universidad de Londres. Ha participado en numerosos proyectos importantes en el sector cultural. Fue el principal organizador de la conferencia Vuluing Culture en junio de 2003, y ha desarrollado un grupo de trabajo en torno al tema “valor cultural”. Ha intervenido en numerosas conferencias en el Reino Unido, y también en Finlandia, EE.UU, Australia y Nueva Zelanda y es un miembro del Comité de Gestión del Programa de Liderazgo Clore.

      

    per: ICI Moderator



  • La sobreabundancia de comentarios en favor de la libertad y de la democracia, leídos hasta ahora en el blog, acompañados de un desdén más o menos gesticulante hacia las posturas supuestamente reaccionarias o elitistas de algunos de los ponentes en la charla del martes, no ha de engañar: la verdad, señores, es que vuestras argumentaciones derrochan espíritu antidemocrático y teología consumista.

    Vamos a ver: me aburre soberanamente la costumbre de alegar las modalidades de los consumos juveniles como medida de lo “adecuado” en materia de asuntos poéticos o de poética, profecia del futuro y depositaria de una verdad que se presume estructural cuando es simplemente estadística.

    Y me aburre por dos razones: porque una vez más atribuye a la infancia un mito de espontaneidad que debería resultarnos trillado, pero que evidentemente sigue teniendo adeptos; segundo, porque la celebración en los niños de un juicio generalizado sobre el mundo adulto y su sistema simbólico no debería bajo ningún concepto apoyarse en fenómenos (en este caso la navegación proporcionada por las “tecnología ligeras”) que siguen ilustrando un aspecto específico del consumismo (aunque se redefina como “consumo experiencial”), y en las que los niños no son menos consumidores que los demás: es más, el dispositivo telemático en el que el niño vuelca su “potencial creativo”, no deja de ser un producto estudiado por los adultos y finalizado a abrir nuevos frentes en el mercado.

    Tampoco acepto la idea (antigua donde la hubo) que la actualidad – como conjunto de “actos” y “actuaciones”, dominio eminente del “hacer” – sea automáticamente depositaria de toda razón, porque estimo que dichos elogios de la práctica tal que se presenta, como hacedora de causas más que como efecto general, y en el fondo como apología de si misma, se hallan en la raíz de todo pensamiento cabalmente fascista: las prácticas actuales pueden ser un asco, pese a ser tan actuales y tan difusas.

    “Tragar o ahogarse” no significa que la bebida sea una delicia. Cuanto a lo de ser “todos actores”, se basa en un malentendido sobre el sentido de la democracia participativa que ya en pasado configuró todo totalitarismo como el triunfo de un cierto accionismo incondicional e universalizado; casi consuela el que la modalidad de dicha “actuación cultural” de todos en todo sea tan fantasmal como el concepto de red (que la acción se quede en los dominios de una sustancial inacción la hace menos potencialmente antidemocratica); estimo también que, en este sentido, la participación invocada por algunos con entusiasmo (y con una cierta confusión entre participación “creativa” y redistribución del conocimiento) confirma en pleno los protocolos de un cierto totalitarismo espectacular, que también deberíamos tener por diagnosticado a partir de los años ’60.

    Encuentro vergonzoso, desde un punto de vista conceptual, seguir tachando de prejuicio, de elitismo o de atraso mental cualquier pensamiento de la diferencia, o cualquier falta de entusiasmo hacia esta edición del presente. Y personalmente me da igual que los niños puedan encontrar “directamente aburrido” el tipo de discurso sobre la realidad que la modernidad ha estado elaborando: porque no reconozco a los niños una autoridad de diagnóstico sobre el presente mayor que a los demás (y que un cierto mundo adulto les confíe esta autoridad de sentenciar el lenguaje ilustra menos la supuesta liberación del universo discursivo infantil que la anemia del universo discursivo de ese mismo mundo adulto); y porque encuentro que haberle otorgado a la infancia esta tarea de “verificación” de los valores sea la peor putada que pudiéramos hacerles, a la infancia, y a los valores.

    Qué más? Ah, claro: la inutilización de la “Gioconda” a toda ventaja del rapero “al que conocemos personalmente”. Pues, imagino sea del todo secundario puntualizar que sigo prefiriendo Leonardo, al que nunca conocí de persona. Y no porque cultive algo como un “clasismo” estético: clasismo estético es la postura de quien pretende que, si sigues cultivando “nostalgias de lo bello” (y porqué no “nostalgia de lo feo”, ya que aquí el punto de la cuestión es un “anacronismo” institucional de todo lo anterior a la actualidad, por bello o feo que sea?), eres simplemente un dinosaurio y un antidemocrático. Sigo opinando que el arte es una experiencia accidental y en última instancia íntima, que ninguna estadística o adaptación institucional (en el fondo, adecuación del discurso cultural al mercado – el plan Boloña docet -) puede remplazar (realmente, su competencia se limita, para bien o para mal, a “ejecutarla”). Es más, es éticamente torpe interpretar el derecho de todos a la “autoexpresión” como un triunfo implícito de la expresión en sí: porqué deberíamos afirmar que “la preferencia de los niños para la cuantidad “ es temporánea? No son ellos, los niños, los legisladores secretos del nuevo hacer creativo? O es que, al fin y al cabo, nosotros, los adultos despistados por el prejuicio, hemos conservado el privilegio abiecto de determinar cualidades? Pues, el nuevo hacer creativo es exactamente una dismenorrea de lo cuantitativo. Peor, el nuevo hacer creativo está convirtiendo un prejudicial “derecho de expresión” en un “imperativo de participación”, olvidando que el acto creativo no se ha configurado nunca como el ejercicio de un derecho, sino como un gesto de desobediencia (y posiblemente la última frontera de la desobediencia al sistema, aun cuando el sistema sea el mismísimo estado de derecho). Podemos seguir ilusionándonos con que “el conocimiento compartido” sea poder, pero esto no nos habrá curado de una cierta obsesión para con el concepto mismo de poder. Porque cualquier acto de conocimiento real o de creación efectiva seguirá siendo un espacio sagrado de impotencia (e, implícitamente, un rechazo de cualquier poder, compartido o no). Podrá usted complacerse en desfigurar a las obras “cerradas y rígidas” del pasado y del presente para reintroducirlas en la circulación del valor (gemela perfecta de otra circulación de valores, que es la economía fantasmal de la actualidad); será un acto de apropiación (ese sí, un acto heroico; la obra en sí no es nunca heroica – ya que no es un acto, sino el testimonio desvalido de su desaparición, y una operación abiecta); usted vivirá la creación en un sucedáneo de experiencia, cuyo protocolo habrá sido manipular al objeto para persuadirse de que no es un objeto y, manipulándolo, convertirlo efectivamente en objeto, apropiable pero ya nunca más extrañable. Objeto de circulación claro, ya ni mío ni tuyo. Pero tampoco “suyo” (del objeto). Habrá usted tuteado al artista, a la obra y al sistema cultural, ejerciendo con esto un intocable derecho a la presencia. Muy bien, salvo que el arte es un ejercicio de ausentamiento (y que definitivamente su trabajo es crear fisuras en toda la encantadora continuidad de flujos, intercambios y transparencias a la que usted adora); así que haber remplazado al odioso “vértigo” del arte con un atajo participativo habrá sido tan cómico (o tan trágico, ya que suele ser un protocolo del duelo)como tutear a un ausente. Infinitamente “realizado” (en sus manos, en el mundo, en la red, en el juego, en el intercambio, en la relación, en la sociedad), el arte resulte tal vez desprovisto de la única vocación que tuvo, y que era de tutelar (tuteándola) la irrealidad.

      

    per: roberto



  • Hola,

    Me ha parecido muy interesante e enriquecedora la visión que da “brujo” sobre el público y participación, mucho más moderna y acorde con los tiempos que corren que la opinión que dieron algunos de los ponentes del debate Querido Público.

    Me quedo con esta frase de “brujo”:

    brujo: P>Todos tenemos la capacidad de crear y de imaginar. Si una persona ejercita su capacidad creativa durante toda su vida a través de la participación en procesos colectivos de creación artística esta persona tendrá una creatividad en forma, una creatividad que le servirá como herramienta para tomar decisiones, resolver problemas y desenvolverse en el mundo real y eso tiene mas importancia para ellos que una obra maestra impersonal, distante y fria expuesta en un museo.

    Yo pensé que el debate “Querido Público” se centraría más en qué pueden hacer los creadores, artistas, los actores/instituciones culturales para hacer emerger esta creatividad colectiva, para contar con el público en el proceso de participación y de creación artística.

    En cambio, me encontré con una visión de participación y de público bastante antingua y conservadora. Algunas de las frases que apunté y que salieron de la boca de los ponentes del debate:

    “Si todo el mundo participa, ¿quién queda para mirar?”

    “La participación del público se está convirtiendo en algo patológico”

    La pregunta que plantea Roger Bernat en este foro también sigue esta línea, en mi opinión, algo fatalista: “Participación: oportunidad o engaño?”

    Yo diría que ni una cosa ni la otra. Que no se debe ver la participación del público como una amenaza y menos todavía, como una enfermedad.

    El público no es tonto ni tampoco se pone a participar en lo que le echen. El público (al igual como sabe escoger entre ir a ver un concierto o un musical de teatro) también tiene criterio en Internet. Visita y participa los espacios que le interesan y satisfacen sus necesidades intelectuales, de ocio etc.

    Hay muchos espacios diferentes de participación y diferentes grados de participación y no se puede meter todo en el mismo saco y mucho menos, sentirse abrumado porque hay una llamada masiva a la participación.

    Los individuos tenemos criterios para diferenciar unos espacios de otros y para participar en unos foros u otros. Y no es lo mismo el Facebook (red social que, tal y como dijo una de las personas del público, sirve básicamente para posicionarse y hacerse ver) que un foro de debate organizado (que busca una participación ordenada y moderada y que si uno no quiere intervenir, no interviene. Nadie le obliga).

    Internet funciona así, se basa en la interacción y el intercambio de conocimientos entre redes. Y si todavía esperamos a que nos “miren” es que no hemos entendido el cambio en el modelo de comunicación. Ya no somos un único emisor (artista/actor/creador) que se dirige a un público masivo. Somos muchos actores que interactuamos a la vez.

    Lucía

      

    per: Lucia



  • El público es parte imprescindible de una obra de arte, sin un receptor la comunicación es imposible, pero ser público no es un estado permanente.
    La accesibilidad de los medios creativos y sobretodo las posibilidades de difusión de las creaciones han cambiado el escenario. El rol cambia constantemente de creador a público, dentro de la red.
    Por primera vez la creación y difusión de una obra está al alcance de muchos y los fundamentos de la industria cultural, yo te doy, tu consumes, se tambalean.
    La obra que ha pasado a tener su soporte en la red, está siempre en construcción y se basa en la interacción y en la acumulación, no pretende ser sublime, busca conectar con su microaldea virtual, desde donde puede extenderse e interaccionar con millones de personas.
    Todos queremos participar y dedicamos cada vez más tiempo a las obras, desarrolladas horizontalmente que creamos, compartimos, comentamos y enlazamos. El público, ese ser pasivo, ha pasado al ataque y crea su própia obra en este escenario virtual, la gran cultura se encuentra, cada vez más, con un público decreido que genera y consume su propia cultura.

      

    per: Krühl



  • El debate generado en Querido Público es demasiado amplio y resulta difícil cualquier prescripcion excesiva para acotarlo.

    En una sintesis temeraria (y precaria) podría decirse que el llamado a sospechar de ” la cultura de la participacion (y de la contribución) ” es necesario y legítimo. Lo cual no implica que las posturas deban ser binarias, maniqueas o lo parezcan, de acuerdo a algunos momentos especialmente intensos del debate.

    Por una parte, hubo una defensa apasionada de cierta autonomia del arte, de la necesidad de decidir en libertad si queremos o no ser público, reivindicando la contemplacion y la expectación silenciosa como derechos inalienables. Se manifestó como una postura fuerte, articulada, con matices y argumentos que suscitaron polémica.

    A esta postura se oponia una visión que pese a coincidir en la práctica necesaria de la sospecha, proponia una lectura evolutiva de la situación, pues tambien sabemos que el arte no es autónomo, no puede concebirse como una mónada aristocrática que incluso no desea vincularse con un publico, un “otro ” que se complace en ver, escuchar, sentir, dejarse llevar por la suspensión de la incredulidad.

    Tambien los diferentes publicos y las multiples audiencias evolucionan, se rebelan, desarrollan un gusto critico, y no sólo “ruido” o “murmullo” digital – global. De ahi ese magma que llega desde el “bottom up” de la Red, pero que no solamente puede pensarse como virtual.

    Ese movimiento incesante que crece bajo el llamado a la participación, la contribución y la co-producción masiva de contenidos está abriendo un territorio para el cual es posible que todavia no existan mapas, aunque sí una serie de teorias y especulaciones, y un ingente numero de disciplinas que intentan comprender la magnitud del cambio.

    Lo que si parece inalterable, como suele suceder, es la resistencia al cambio, el miedo a la perdida de privilegios, los temores que suscita el debate sobre una cultura realmente democrática.

    Juan

      

    per: Juan



  • Hola,

    Yo también estuve en la conferencia y me quedé pensando sobre todas las definiciones que se dieron allí del “público”. El público como espectador, como ser pasivo que mira lo que otros presentan o el público como parte activa, integrante y necesaria de la performance o la experiencia de la obra. Y no me parece que sean definiciones excluyentes: ser público es un estado cambiante, no definitivo. La misma persona que está hoy asistiendo como público de algo, (participando activamente o simplemente observando cuánto sucede) puede estar más tarde actuando como protagonista. El público está formado por seres individuales, que pueden responder de muy diversas maneras a una misma realidad. Y no tienen porqué hacerlo en ese mismo momento o al unísono. Yo diría que el cambio más significativo al que estamos asistiendo en estos tiempos es ese cambio de conciencia en el público, que no se considera ya parte de una masa, si no que se ve a sí mismo como una unidad con voz propia y lo que es más importante, tiene a su alcance tecnologías de participación que no requieren la aprobación de nadie.

    De manera que si el público ya no es una masa uniforme, si no un conjunto de individuos que comparten una misma experiencia, podríamos hablar también de diferentes tipos de púbico en función de cómo reaccionan ante la obra, de cómo deciden participar y, sobre todo, qué buscan o esperan al hacerlo. ¿Qué es lo que impulsa a alguien a participar, a mostrar su punto de vista públicamente? ¿Es el deseo de sentirse parte de una obra colectiva? ¿Es una manera de realizarse como individuo en una sociedad que deja poco espacio a la creatividad? ¿Es la intención de aportar conocimientos? ¿O tiene más que ver con las emociones, con la necesidad de ser escuchado y reconocido y compartir con los demás?

      

    per: Karla



  • Las instituciones culturales, llamense industria discográfica, editorial, cinematográfica o llámense ministerio de cultura, museo, teatro, rae… se ven obligadas a cambiar, a renovarse o morir para adaptarse a este nuevo cambio de relación que se debe principalmente al potencial de la red como herramienta de comunicación y de difusión del conocimiento.

    Algo que siempre echo en falta en este tipo de debates es la participación de gente joven, inclusive de niños y adolecentes que han crecido con el movil y con el ordenador y que ya vienen con una forma de pensar totalmente distinta, que vienen con otro cableado y no tienen los prejuicios ni las barreras artificiales que tenemos los adultos. Ellos estan definiendo nuevas instituciones culturales a través del uso que le dan a la red y a las nuevas tecnologías. Son ellos principalmente quienes estan definiendo el futuro, ya que son quienes tienen menos temores, menos prejuicios. Ellos probablemente ya no necesitan la experiencia sublime, la obra maestra… ni siquiera necesitan al artista y por supuesto, no necesitan instituciones lejanas que teoricamente los representan. Lo que hacen por naturaleza es compartir conocimientos, intercambiar, colaborar. Los jugadores para completar un juego deben aliarse con personas que conocen la estrategia y dominan las reglas del juego y suelen ser personas muy hábiles gestionando recursos y trabajando en equipo. Las habilidades que desarrollan frente a la pantalla son habilidades sociales que luego cuando crezcan tendrán mucha influencia fuera de la red y el arte se redefine en su papel original de mezclar entretenimiento y conocimiento aunque este no sea el resultado de una estrategia premeditada por las entidades de educación y de cultura. De hecho estudios recientes han demostrado que estos niños que pasan mas horas frente al ordenador luego valoran mucho mas las relaciones personales y sociales y se suelen convertir en promotores culturales de sus comunidades. Prefieren cantidad a calidad y es porque ahora es mas importante para ellos su propia experiencia como creadores, como artistas de su micromundo… lo mas importante es su propio proceso creativo y este proceso creativo por naturaleza es colectivo. Si antes el conocimiento era poder, ahora el conocimiento compartido es poder.

    Escucho a muchos adultos nostálgicos del arte, de la música, de las pelis de antes… creo que no entienden la magnitud de la revolución digital que también es una revolución cultural. Si el arte siempre nos ha permitido explorar las fronteras y las limitaciones del lenguaje simplemente las nuevas generaciones estan llegando tan lejos que quienes tenemos mas de 25 años no lo podemos entender porque somos prisioneros de otro paradigma de pensamiento y de un lenguaje que muchos niños directamente encuentran aburrido.

    Todos tenemos la capacidad de crear y de imaginar. Si una persona ejercita su capacidad creativa durante toda su vida a través de la participación en procesos colectivos de creación artística esta persona tendrá una creatividad en forma, una creatividad que le servirá como herramienta para tomar decisiones, resolver problemas y desenvolverse en el mundo real y eso tiene mas importancia para ellos que una obra maestra impersonal, distante y fria expuesta en un museo. Tiene mucho mas valor el tag en una pared de alguien que conocen personalmente, de un amigo del barrio o las líricas de un rapero de su ciudad con quien se pueden encontrar por la calle. La obra maestra sublime, indiscutible, rígida y distante que te pone los pelos de punta y te deja sin aliento se ve probablemente reemplazada ahora por un camión bombardeado por muchos artístas anónimos que han dejado su firma criptográfica plasmada en un medio efímero que verán cientos de personas cada día, gratis, en el espacio público. Cobra relevancia el proceso creativo frente a la obra terminada – es el equivalente a entrar en un museo con un pincel y retocar las obras que estan expuestas ya que ellos van con su rotulador y se suman a este lienzo que a lo mejor no volverán a ver en su vida pero que recorrerá la ciudad transmitiendo sus símbolos y hará que lleguen a otros barrios que ellos quizá ni conocen. A partir de ahora las obras de arte probablemente siempre serán versiones Beta, inacabadas, abiertas y probablemente muchas de ellas también tendrán un caracter muy efímero. Por ejemplo la música: las remezlcas, las versiones… se multiplican vertiginosamente y se difunden a través de redes como last.fm o myspace. – si antes teniamos a un músico que llegaba a cien personas ahora tenemos a cien músicos que llegan a una persona.

    El resultado ya no importa ¿para que reinventar la rueda? usemos el arte para nuestro propio bien, para nuestro propio aprendizaje, sin convertir la cultura en una mercancia y sin tener la necesidad de crear ‘superheroes’ de la cultura. Por esta razón es mas importante un proceso creativo constante que una obra acabada, rígida y muerta, porque aunque la obra resultante sea imperfecta y solamente la ‘consuman’ sus cuatro amigos, este individuo a crecido, o al menos ha cambiado como resultado de su propia participación en el proceso de su propia experiencia creativa.

      

    per: brujo



  • Hola hoy he estado en la charla y ha sido muy interesante. Me gustaría opinar sobre una cuestión. En primer lugar algo está cambiando en la sociedad, e Internet tiene algo o mucho que ver en todo esto.

    Hay mucha más información que antes, o la encuentras más rápido y fácilmente, aunque no se sepa si de verdad sea cierta o no. Parece que lo que lees en un libro te lo puedes llegar a creer, pero lo que lees en internet, puede llegar a ser o no un rumor.

    Referente al “público”, creo que sin “él”, no hay obra sea del tipo que sea que se precie. Creo que si alguien hace una obra, ya puede ser un pintar un cuadro, escribir un guión de película, descubrir un canto de pájaro de nueva especie, o simplemente encontrar la vacuna de alguna enfermedad importante……ello comporta que exista “alguien” que lo vea, lea, escuche o pruebe, para que sea reconocido a la Sociedad, ya sea a una persona o a muchas……..Si alguien escribe en una red social, lo puede hacer por muchos motivos distintos……..ya sea para darse a conocer, o compartir opiniones, o conocer a gente, encontrarse con viejos amigos, subir fotos…..en definitiva “quieres publicar cosas que a lo mejor en tu vida normal no lo harías”……..

    Para mi la palabra “público”, viene relacionado con expectación, preguntas, respuestas, opiniones, interpretaciones, movimiento…….

    Saludos a tod@s

      

    per: Bertala