El laboratorio tecnológico de una ciudad

Ramon Sangüesa inició su exposición planteando un enigma: ¿qué es el Citilab? Y nos aproximó, con un vídeo, a este concepto escurridizo con diversas miradas de sus integrantes y usuarios, con definiciones tan distintas como diferentes eran las personas preguntadas. En resumen, una mirada calidoscópica y clarificadora, sobre un artefacto en constante cambio.
procesos-citilab
Citilab parte de la percepción tecnológica como práctica cultural, articulando una institución de diseño abierto para dar cabida a los proyectos de la ciudadanía. Este flujo constante de innovación con los procesos y formas de la tecnocultura  que conforman el pensamiento computacional cristalizan en proyectos de I+D+i + C, con todo el acento en variable C (de Ciudadanía impulsora, desarrolladora y receptora de sus proyectos).
Para que esto sea posible son necesarios ciudadanos con objetivos y dominio tecnológico, capaces de aplicar el pensamiento computacional a otros ámbitos. La idea es posibilitar la creación de artefactos para asumir los objetivos ciudadanos y, en el proceso de grupo, generar nuevas ideas.

La creatividad, la capacidad de aprender y enseñar, de articular proyectos y realizarlos, no está sujeta a edades ni situaciones sociales. En el Citilab tienen cabida tanto los mayores y muy mayores (el “abuelo de Citilab” cuenta con 91 años), como los pequeños (la “programadora estrella”, Sheila, crack del Scratch, tiene siete años). Estos talleres y comunidades se desarrollan en diversos ámbitos del pensamiento tecnológico y en colaboración con empresas, instituciones y universidades.

Se busca la conexión de Cornellà mediante proyectos como el trabajo en la calle y los Urbanlabs, con proyectos como la red de sensores que permitiría conocer el estado de la ciudad en tiempo real.

Ahora, en este proceso vivo y cambiante, surgen las variables que se escapan a la teoría inicial. El Citilab es difícil de definir y la comunicación en ocasiones es complicada.
La lejanía del ciudadano es el gran handicap a superar. Es vital la creación de una red ciudadana y completar la aproximación a través del tejido asociativo existente en la ciudad como la que ahora se está llevando a cabo.

El staff de Citilab esta creando nuevas formas de trabajo aunque a veces el proceso cree incertidumbre por la falta de referentes, y surgen dificultades para articular los proyectos, no siempre fáciles de ajustar a las infraestructuras existentes.

El desarrollo de proyectos, en ocasiones, topa con la “cultura de la subvención”, con la relación tradicional  proveedor-cliente (uno proporciona un producto/servicio y el otro lo paga, sin producirse intercambio de ideas entre ambos) y topa con los “superprofesionales”: personas con ideas, altamente cualificadas pero incapaces de desarrollar un proyecto en colaboración con la ciudadanía.

El Citilab se proyecta al futuro inmediato con el Citilabbing (es decir: la exportación de la idea de laboratorio ciudadano a otras ciudades (Lugo, Vic..). Se replantea la organización para optimizar los resultados y se cierran acuerdos de colaboración con entidades y universidades.

¿Qué es Citilab? Si no formas parte de la cultura de la subvención, si tienes una buena idea en educación o desarrollo urbano dentro del pensamiento tecnológico, si eres capaz de intercambiar ideas y trabajar con todos… entonces quizá Citilab eres tú. O ¿quizá el “modelo Citilab” no es más que un laboratorio de creación de pensamiento tecnológico que escapa a todo intento de definición?

30/9/2009
  • Por eso es importante dar a conocer las diversa alternativas de trabajar en “conmons” y desarrollar marcos legales y prácticas sociales acordes.

    Hay algunos esquemas de “crowdsourcing” que son muy poco respetuosos con los generadores de valor.

      




  • Los grupos “amateurs” como generadores de cultura en un sistema de intercambio transversal, a modo de bazar, donde todos los actores se relacionan en términos de igualdad empiezan a perfilarse como actores importantes de la generación de cultura en el siglo XXI.
    Esta revolución es difícil de encarar por la industria cultural, ya que escapa a todos sus esquemas de funcionamiento, promoción y monetarización. Asumir esta implica un cambio de mentalidad en el que todos debemos implicarnos aunque es evidente la reticencia de muchos.
    Estas ideas y creaciones, por “amateurs” y colectivas quedan en un limbo legal y aunque algunos defiendan la abolición del copyright, el sistema de propiedad intelectual es un potente motor económico monopolizado por unos pocos. Como apuntaba Juan, da un poco de miedo que el valor generado, por muchos, sea explotado las grandes empresas en su propio beneficio.

      

    per: Krühl



  • Krühl: efectivamente este “de los ciudadanos” a los “ciudadanos” es nuestro escenario y conlleva considerar también los esquemas que comentas. Atentos a la ponencia de Jordi Colobrans (UB) al respecto en el próximo congreso de la Cibersociedad.

      




  • Carla: por contestar otra de tus preguntas. Idealmente el ciudadano diseña o codiseña el proyecto. Así ha pasado en SeniorLab y cómo intentamos que sea con otras propuestas. Ahora bien, como ya advertí en mi presentación, también es cierto que predomina una gran proporción de ciudadanos que se nos acercan desde una perspectiva de “formación” y no se sienten capaces de empezar procesos ni de innovación, ni de diseño. Es una barrera que, en parte, se autoimponen. Y cuesta romperla.

    Es ilustrativo estar aquí al pie del cañon en un entorno real de ciudad con tradición industrial y formación alejada de las nuevas tecnologías o el diseño e intentar arrancar proyectos colaborativos. Cornellà no es Manhattan ;-)

      




  • Hola

    Carla: saber cuáles son las necesidades reales del ciudadano es un proceso nada simple. Hemos trabajado el problema desde la etnografia (tradición de ciencias sociales) y desde el diseño (diseño desde los usuarios, codiseño, diseño participativo). Después de este primer año y medio de funciaonmiento empezamos a destilar un cierto método. Digamos que desde la “gran foto” que aporta (y aún tiene que aportar más) la visión etnográfica, vamos buscando y conociendo colectivos y destilando con ellos lo que quieren saber y lo que quieren hacer. No es nada fácil ni rápido. Es el camino iniciado con SeniorLab y que lentamente intentamos replicar con otros sectores y colectivos.

    Otra cosa ha sido (hasta ahora) el “proyecto que entra por la puerta” que, todavía corresponde en su mayoría a ciudadanos que están bastante dentro de la tecnología. El esfuerzo que estamos empezando ahora, y sólo ahora hemos empezado con ello, es ver cómo estos mismos proyectos se entrelazan y sirven a otros que ya están en marcha.

    Finalmente, debemos dejar espacio a los propios “citilabers” para que se encuentren entre sí y generen proyectos, en una dinámica mucho más abierta. En este caso nuestro papel es del facilitadores de la conexión y, en todo caso, detectar nuevas oportunidades.

    En lo que llevamos, hemos podido ver que nuestro propio “background” necesitaba más vitaminas en estos aspectos de comprensión, acompañamiento y facilitación.

    Estamos empezando a trabajar para estabilizar algunos de estos procesos, los estamos documentando y esperamos poderlos compartir con muchos más profesionales y ciudadanos interesados en dinámicas compartidas de innovación y creación. Estmos fijando como horizonte temporal la primavera próxima para poder crear algún formato de para todos aquellos que queráis aprender este tipo de dinámica.

    Juan: la revista SEED, como bien sabes, tiene como slogan “Science is Culture”. Siempre he creído que “Technology is culture” (o que nos trae otro tipo de cultura). La hibridación me parece lo normal. Y no entiendo las instituciones que desconfían de la capacidad de la gente (desde 0 a 99+ años) desde las instituciones. Me temo que son fuertes reductos del despotismo ilustrado (o de un despotismo cada vez más desconectado).

      




  • Citilab, somos todos! así lo entendí.

    Todos los que: queremos transformar, innovar, desarrollar, crear, acercar, colaborar, compartir, participar, vaya que somos unos cuantos, afortunadamente.

    Qué Citilab no es un edificio, a pesar que la infrastructura que tiene ayuda a materializar “el” proyecto.

    La sesión fue muy útil.

      

    per: anafmora



  • La presentación de Citilab realizada por Ramon Sangúesa permite una serie de reflexiones sobre los cambios que estan teniendo lugar en el ambito cultural y en la propia naturaleza de las instituciones.

    1. Tercera, cuarta y quinta cultura. No puede entenderse la cultura del siglo XXI si no se evoluciona hacia un sistema integrado donde arte, ciencia, tecnologia y diseño interactuen dinámicamente. Desde los prejuicios que todavia prevalecen en las dos culturas ( hombres de letras y hombres de ciencia) hasta las diversas tecnofobias que pueden existir, cabe defender con entusiasmo una cultura integral donde la ciencia y la tecnologia sean definitivamente aceptadas como dinamizadores esenciales de un escenario donde la unica constante parecer ser la velocidad del cambio.

    2. Centros culturales como Citilab, demuestran que las nuevas metodologias de trabajo, son promisorias y al mismo tiempo, hay mucho que aprender y evolucionar. Pero algunos de sus logros evidentes- como la confirmación del potencial creativo de la infancia y de la tercera edad- bastan para celebrar el nacimiento de una nueva generación de centros culturales, laboratorios sociales y otros modelos abiertos que dan sentido y horizonte a la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento.

    3. Aprender a trabajar con la incertidumbre, la ambiguedad y el cambio permanente es otra de las buenas noticias que impregnaron la presentación de Sanguesa. Y tambien la capacidad autocrítica, poco frecuente en las instituciones culturales tradicionales.

    4. Finalmente, hay un punto que me parece decisivo: la valoración de la capacidad creativa de TODOS los ciudadanos. Esa es la fuente (casi) inagotable de “energia” que moverá el Nuevo Mundo. Y por eso mismo la tarea exige una extrema responsabilidad, un debate abierto, una nueva etica. Si es verdad que la inteligencia colectiva y colaborativa es un bien comun, es decir, un bien de todos, conviene afinar los mecanismos conceptuales, sociales, politicos y juridicos para que la inteligencia de todos, no sea explotada o expoliada por unos pocos. Ese es tambien un debate decisivo de la Nueva Cultura.

      

    per: Juan



  • Se habla – entiendo- de acercar procesos tecnológicos a la ciudadanía. Es decir, de crear proyectos que, basados en la tecnología, aporten algún tipo de valor añadido al ciudadano.
    Pero… y aquí mi pregunta… ¿cuántos de estos proyectos surgen de una necesidad real del ciudadano? ¿Cuántos de ellos responden a una petición expresa de la ciudadanía?

    Hay que evitar, a mi entender, caer en aquello de acercarnos al ciudadano y decirle: “oye mira, tu no lo sabes pero tienes tal necesidad; firma este papelito que así a mí me dan un dinero para poder solucionar esta necesidad que tú no sabías que tenías”.

    Desde mi desconocimiento de cómo funciona el Citilab, me surgen las siguientes preguntas:

    ¿Cómo lo hace el Citilab para saber qué necesita realmente la ciudadanía a la que se supone que se diirije? ¿Hasta dónde tiene voz el ciudadano, en este entremado de proyectos? En el momento de definición de los proyectos… ¿se escucha al ciudadano?

      

    per: Carla



  • El “modelo Citilab” parece ser la punta de lanza de un nuevo modelo productivo basado en eso que nos ha dado por llamar Peer to Peer, el intercambio entre iguales en el entorno digital como fuente de conocimiento.
    Frente a la oscura madeja de la propiedad intelectual, tal y como ahora está planteada, esta manera de trabajar parece ser conflictiva en este sentido. La coincidencia entre creadores y receptores (ciudadanía) crea un nuevo escenario que deberíamos explorar.

      

    per: Krülh



  • Excelente resumen.
    Me quedo con vuestro eslógan “Citilab eres tú” ;-)