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La libertad según Josep Ramoneda

28 de febrero de 2013 No Comments

Seguramente, la combinación de libertad y comunidad es una de las ecuaciones más difíciles de resolver. Cualquiera que haya asistido a la reunión de una comunidad de vecinos, o haya pasado un rato de juego en un parque infantil, habrá comprobado que el aprendizaje de los límites que se imponen a la propia libertad dura toda la vida, y es, sin duda, una píldora dura de tragar. No en vano, la discusión sobre dónde empieza nuestra libertad y acaba la de los demás ha sido objeto de largas e intricadas controversias filosóficas. ¿Cuándo deben estar las decisiones de la comunidad por encima de las decisiones individuales? ¿Son compatibles la igualdad y la libertad? ¿Somos plenamente responsables de nuestros actos? ¿Qué tipo de comunidad puede permitir al mismo tiempo el ejercicio de la libertad y la corresponsabilidad en el mantenimiento y la creación de los espacios y los bienes comunes? ¿Puede llegar a ser emancipadora la interdependencia?

“Auf freier Höhe”, Carl Spitzweg

Mientras que el neoliberalismo ha hecho de la libertad económica la clave de arco de su propuesta de sociedad, el socialismo y otras formulaciones de la izquierda han renunciado a menudo a la libertad individual en nombre de un proyecto social basado en la igualdad para el filósofo Josep Ramoneda, este ha sido “el pecado original de la izquierda”: tener miedo de la libertad pensando que comporta, inevitablemente, una mayor desigualdad social. En su último libro, La izquierda necesaria, Ramoneda reflexiona precisamente sobre el conflicto entre libertad e igualdad, y reivindica que la izquierda ha de recuperar el ideal de la libertad. Para eso, debe ser capaz de “descolonizar” la idea de libertad de los términos económicos en los que se plantea en nuestras sociedades de mercado, y de trabajar para que cada uno pueda disponer de las condiciones para pensar y decidir por sí mismo. El bienestar, recuerda Ramoneda, no es sólo una cuestión de rentas, sino sobre todo la ampliación de las posibilidades de realización y reconocimiento de cada uno de nosotros.

Para intentar dar algunas respuestas a los problemas que se plantean hoy al ejercicio de la libertad, Josep Ramoneda visitará el CCCB el próximo lunes 4 de marzo, a las 19:30 h. Este es un pequeño adelanto de los argumentos que planteará en su conferencia:

“Montesquieu decía que la razón y la libertad son dos rarezas que hacen al hombre diferente del resto del Universo, y Voltaire, que ser libre es “querer caminar y no tener gota”. ¿Hasta qué unto somos autores de nuestras propias vidas? ¿Tiene sentido hablar de libre albedrío? ¿Existe una libertad sustancial más llá de la resistencia al abuso de poder? ¿Puede haber reconocimiento del otro sin libertad? ¿Es la libertad condición necesaria para que el hombre sea tratado como un fin en sí mismo y nunca como un medio?”

Ramoneda intervendrá en el marco del ciclo “En común”, en el que ya han participado Ulrich Beck, Lydia CachoPeter Burke, Ramón Andrés, Xavier Antich, Joan Margarit, Joan Nogué y Marina Garcés. Entre todos, han ido perfilando algunos de los rasgos de la vida “en común” a la que estamos inevitable y felizmente abocados. Puedes escuchar sus conferencias y las pequeñas entrevistas que les hemos ido haciendo a todos ellos aquí.

Calígula también tenía autoestima. Josep M. Ruiz Simon en Breus CCCB

28 de febrero de 2013 No Comments

¿Cuándo y cómo se convirtió en una virtud la autoestima? ¿A qué intereses ideológicos responde esta supuesta virtud, recientemente acuñada? Encontraréis la respuesta a estas preguntas en L’ètica de l’autoestima i el nou esperit del capitalisme, la última publicación aparecida en la colección Breus, basada en la conferencia (ver vídeo aquí) pronunciada por Josep Maria Ruiz Simon en el marco del ciclo Virtuts ahora hará un año.

Estamos acostumbrados a pensar las virtudes como valores abstractos, universales y eternos, que acompañan y acompañarán al ser humano como un espejo ético y espiritual. ¿Quién osa poner en duda ideales tan arraigados en nuestra civilización como la sabiduría, la justicia, el coraje, la honestidad, la paciencia, la fortaleza o la moderación, todos ellos presentes en el ciclo Virtudes? Ciertamente, la autoestima no forma parte de este elenco venerable de cualidades morales encaminadas a una vida buena, bella y justa. Como explica Ruiz Simon, la actual consideración de la autoestima como una virtud tiene origen en el pensamiento utilitarista de autores como Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que descuidaron la idea aristotélica de que “las virtudes eran hábitos en sí mismos honorables”… independientemente de la felicidad que pudiesen dar a sus posesores. El carácter desinteresado que era la esencia de la virtud pasó a segundo plano en favor de un nuevo tipo de “contabilidad moral”: en Franklin la virtud es aquello que trae la felicidad entendida como éxito (por ejemplo, la prosperidad económica o el cielo).

La asociación creciente entre virtud, felicidad y éxito personal se constituyó en  una “ética precapitalista” indisociable del desarrollo de un capitalismo que se ha ido vaciando de contenido mientras consagra la eficacia, el liderazgo, la flexibilidad, la competitividad y la adaptabilidad. Estos nuevos valores con tufo empresarial, subsumidos en el valor supremo de la autoestima, se han esparcido en las últimas décadas al amparo del programa neoliberal y de derivados suyos como el pensamiento positivo y la industria de la autoayuda, que se han instalado en las estanterías de los supermercados, en los canales de televisión, en la política (el Tea Party és un claro exponente) y hasta la academia. Especialmente en los Estados Unidos, estas instancias han empleado un discurso ideológico según el cual sólo virtudes como la autoestima garantizan el progreso del individuo a través de la “selección natural de la economía”, que condena a la extinción a todos aquellos que contradicen sus exigencias. Es significativo que esta selección natural sui generis inculque la importancia de la autoestima a los individuos mientras los fuerza a humillarse y sacrificarse si quieren sobrevivir en medio de fenómenos como la precarización, la desregulación, la exclusión social o la célebre “privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas”. El argumento es el siguiente; la falta de autoestima es la raíz del problema: la culpa no es del Estado, ni de la economía, ni de la empresa, ni de las instituciones, sino del individuo, que se ha quedado corto en su afán de superación y de optimismo. Así pues, la ética de la autoestima carga sobre el individuo una responsabilidad excesiva al paso que libera de responsabilidad social a los actores económicos y políticos. Recordemos a modo de ejemplo la divisa de Ronald Reagan: “En la presente crisis, el gobierno no es la solución a nuestros problemas; el gobierno es el problema”.

Paradójicamente, lejos de fomentar el amor propio la autoestima deviene una trampa, exigiendo la renuncia a la dignidad y a derechos sociales básicos, que es lo que a menudo implican eufemismos de la jerga empresarial como los arriba citados: eficacia, liderazgo, flexibilidad, competitividad y adaptabilidad. Esto de la autoestima está parece fantástico desde el punto de vista de los depredadores privilegiados de la especie que han conseguido imponer su ley en el proceso de selección natural de la economía neoliberal y contemplan el panorama desde la asepsia de sus despachos. Calígula y Jack el Destripador también tenían autoestima, observa Ruiz Simon. También la tenían, podríamos añadir, Bernard Madoff y otros “triunfadores” de las altas finanzas. Pero el resto de nosotros “haríamos bien en buscarnos otras virtudes”.

Lucas Villavecchia

Marina Garcés: «Nuestra batalla es redefinir el sentido de la riqueza»

26 de febrero de 2013 No Comments

La filósofa Marina Garcés constata que vivimos la emergencia de nuevas formas de politización que asedian y desbordan los marcos institucionales conocidos. Ello sucede, dice Garcés, en un mundo global en el que (aunque estamos hechos de múltiples fronteras) tomamos conciencia de que el “nosotros” no es una amenaza, sino una posibilidad de replantear qué significa vivir juntos y cómo hacerlo.

Durante la conversación que mantuvimos tras su participación en el debate “En comú”, la profesora de Filosofía de la Universidad de Zaragoza afirmó que vivimos en contra de nuestro compromiso con la vida colectiva y aseguró que, si tomamos pie de este compromiso, estaremos apostando por la riqueza de la vida. Sobre esta riqueza, precisamente, Garcés concluyó que tenemos que redefinirla como valor de lo que es inapropiable; es decir, de aquello que no puede tener propietario.

También podéis ver la conferencia completa de Marina Garcés en el CCCB.

Joan Nogué: «La cooperación hubiese sido más rentable que la competencia»

22 de febrero de 2013 No Comments

Según el catedrático de Geografía humana Joan Nogué, la histórica riqueza organizativa de la sociedad civil catalana se muestra ahora especialmente útil, ya que, en momentos de crisis institucional, política y económica como los actuales, Nogué cree que la sociedad civil es lo que queda para reconstruir un sistema que se ha demostrado inviable.

En la entrevista que le hicimos tras su participación en el debate “En comú”, el director del Observatorio del Paisaje de Cataluña afirmó que la proliferación de cooperativas de consumo y mercados de intercambio ejemplifica una nueva apuesta por la cooperación; una apuesta que, en muchos sentidos, puede ser más provechosa y rentable que la simple y pura competencia desenfrenada.

También podéis ver el diálogo completo celebrado en el CCCB entre Joan Nogué, Xavier Antich i Joan Margarit.

Joan Margarit: «No hay comunidad sin individualidad»

21 de febrero de 2013 No Comments

“Sin cultura no me imagino qué quiere decir lo común”, dice Joan Margarit, quien añade que la cultura tiene al principio un carácter individual, pero que después, en una segunda etapa, busca al otro. Para Margarit, poeta y arquitecto, lo que ha cambiado es que, si antes lo más inmediato era la relación y la compañía, ahora lo primero es el autismo.

En la entrevista que le hicimos tras su participación en la conferencia “En común”, Margarit constató que la ciudad ha dejado de ser exterior para ser interior, ya que nos hemos fusionado con ella. Como poeta, lo ejemplificó diciendo que la poesía no ha vuelto nunca al romanticismo (a la unión entre persona y naturaleza). Por eso, ya no es posible mirar la ciudad con distancia: no podemos hacer como el pintor que situaba el caballete frente al paisaje.

También podéis ver el diálogo completo celebrado en el CCCB entre Joan Margarit, Xavier Antich y Joan Nogué.

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