Si Ramon Llull viviera hoy, sus obras se encontrarían en el número 1 del ranking de libros más vendidos. Sería una de las estrellas del Salón del Cómic, le habrían invitado como pionero del género. Participaría en charlas sobre multiculturalidad junto a pensadores árabes y judíos. Daría recitales de poesía y usarían su nombre para una agencia de viajes. Si Ramon Llull levantara la cabeza, vería con orgullo que, setecientos años después de su muerte, su obra no solo sigue vigente, sino que se ha hecho auténticamente global gracias, precisamente, a la red, una tecnología de la que puede considerarse el precursor.
Ramon Llull es un personaje fascinante, pero todavía le rodea un halo de figura incomprensible y difícil. Tenemos una imagen de Llull sesgada, de hombre atrapado en una edad media oscura y terrible, cuando la realidad es bien distinta: Llull vivió en una época que vio construir las primeras catedrales, que buscaban la luz y los colores, y viajó por algunos de los centros culturales más importantes de Europa y el Mediterráneo.
Pero algo es cierto: si hoy, siete siglos después de su muerte, le estamos dedicando una exposición en un centro de cultura contemporánea, es porque su pensamiento se mantiene aún vigente. Porque, más allá de su obsesión por Dios, lo que se esforzó en explicar a lo largo de su vida (una nueva forma de pensar) es aún válido en muchas disciplinas. Por ello, para acercarnos un poco a Ramon Llull y a su pensamiento, hemos elegido algunas ideas para deshacer esa imagen.
Ramon Llull llevó una vida cortesana y elitista hasta los 30 años
Ramon Llull era hijo de familia burguesa y, como tal, llevaba una vida acomodada y se relacionaba con la corte del rey Jaime II de Mallorca. Alrededor de los 25 años se casó con Blanca Picany, con quien tuvo dos hijos, Domènec y Magdalena, pero parece ser que Blanca no era la única mujer de su vida, ya que, en aquella época, Ramon Llull escribía poesía trovadoresca e, incluso, se dice que llevaba una vida un poco alocada. Todo esto cambió cuando Ramon tenía 30 años y, mientras escribía una de estas poesías, se le apareció Cristo en la cruz. La visión, que se repitió hasta cuatro veces, le cambió la existencia.
Ramon Llull escribió el mismo libro durante toda su vida
A partir de ese momento, Ramon Llull vive la vida de un iluminado. Abandona a su mujer y a sus hijos y se retira a llevar vida de eremita durante cuatro meses en el Puig de Randa (Mallorca), donde recibe el encargo divino de escribir «el libro más bonito del mundo». Y a ello se dedicó durante el resto de su vida, ya que los más de 250 libros que escribió no son más que variaciones del mismo libro. La palabra de Dios se hace libro.
Ramon Llull escribió auténticos bestsellers
El Llibre de contemplació contiene un millón de palabras y es cuatro veces más extenso que el Tirant lo Blanc. Llull es el autor medieval de quien más copias manuscritas se conservan, muchas hechas en su época; existen más copias de sus obras que de las de Tomás de Aquino, y Giordano Bruno escribió hasta seis tratados inspirados en el pensamiento luliano. El Ars Brevis, el resumen de su filosofía, se copió más veces que el Decamerón de Boccaccio.
Ramon Llull es el protagonista del primer cómic de la historia
El Breviculum es una obra extraordinaria: un verdadero cómic medieval que relata la vida de Ramon Llull en doce miniaturas. Fue realizado hacia 1321 por Tomás Le Myésier, un seguidor del beato vinculado a la corte de Francia, e incluye los característicos bocadillos con las palabras de los protagonistas. Se conserva en la Badische Landesbibliothek de Karlsruhe, y en la exposición podrá verse una versión animada.
Ramon Llull era un viajero infatigable
Nuestro protagonista también fue pionero en lo que hoy son los viajes que dan la vuelta al mundo. En el siglo XIII, el mundo era muy pequeño, y Ramon Llull lo recorrió de arriba abajo: desde Montpellier, el primer viaje, hasta Túnez, el último, la palabra de Dios guió a Llull de Santiago de Compostela a Vienne, de Roma a París, de Pisa a Lyon, Génova, Barcelona, Bugía y Jerusalén… Para Ramon Llull no había fronteras para difundir su mensaje.
Ramon Llull tiene una relación especial con el número tres
Ramon Llull vivió en un mundo donde confluyen tres religiones, la cristiana, la judía y la musulmana. Escribía en tres idiomas, catalán, latín y árabe (aunque no se conservan manuscritos en esta lengua). Usaba tres símbolos, el árbol, la escalera y las figuras geométricas. Pidió que sus obras se conservaran en tres lugares, París, Génova y Mallorca. Escribe un libro protagonizado por tres sabios, Llibre del gentil i dels tres savis. Define las tres virtudes del alma, memoria, entendimiento y voluntad. El número tres, en la cultura medieval, es un número perfecto que simboliza el movimiento continuo y, además, es el símbolo de la Trinidad. Para Llull, Dios era puro movimiento, el motivo por el que se combinaban las cosas. Tres es Dios.
Ramon Llull cultiva todos los géneros literarios
Toda la vida escribiendo «el mejor libro del mundo», como lo definió él mismo, puede ser un poco aburrido. Así pues, Llull optó por transmitir su mensaje de todas las formas posibles. Escribió un libro de mística (Llibre de contemplació), una novela (Fèlix o Llibre de les meravelles) y una novela de caballerías (Llibre de l’ordre de cavalleria), poesía (Cant de Ramon), un libro de gramática (Retòrica nova), un libro de aforismos, el Llibre d’Amic e Amat, un tratado de astronomía y, sobre todo, obras de filosofía, como el Ars Magna. Eso sin contar sus poesías trovadorescas, de las que no conservamos ninguna.
Ramon Llull inventa la calculadora sin saberlo (y, de paso, las redes)
A lo largo de su vida, Ramon Llull vive obsesionado por una tema: difundir la palabra de Dios y convertir a los errados (es decir, judíos y musulmanes) en cristianos. Por ello, se inventa una ars combinatoria, una máquina de pensar, que permita llegar a la palabra divina. Tres siglos más tarde (y, de nuevo, el número tres), Leibniz crea una máquina de calcular a partir de la filosofía luliana. Una máquina que también puede verse en la exposición. La combinatoria de Llull, además, es la base del sistema de redes, ya que, para Llull, «ser es estar conectado».
Ramon Llull es un influencer
El sueño de Ramon Llull ha llegado hasta nuestros días a través de la literatura o el arte. Por ejemplo, Jorge Luis Borges escribió un relato que llevaba por título, precisamente, La máquina de pensar de Raimundo Lulio. Umberto Eco le dedica muchas páginas en La búsqueda de la lengua perfecta. Juan Eduardo Cirlot explora las permutaciones del lenguaje, y el grupo de poesía Oulipo publica Cien mil millones de poemas, un libro de poesía basado en la combinatoria. Salvador Dalí realizó una performance «siguiendo la doctrina del arcangélico Ramon Llull»…
Ramon Llull, pues, es un personaje poliédrico, complejo y fascinante. El creador de una nueva forma de pensar que se adelanta a su presente y se convierte en nuestro contemporáneo. No se nos ocurre mejor motivo para venir a ver La máquina de pensar. Ramon Llull y el Ars combinatoria, abierta desde el 14 de julio hasta el 11 de diciembre.